ELA debilita a un equipo… y al país

Va por delante mi reconocimiento a todas las personas trabajadoras que reclaman una mejora justa de sus condiciones laborales. Pero en este caso me dirijo a ELA, que firma todas las pancartas y ha intervenido para generar un ruido constante en la puerta del hotel Occidental de Bilbao, en nombre de las y los empleados, donde se aloja el Soudal-Quick Step. ¿Sabe ELA el esfuerzo colectivo que muchísimas personas hacen para que haya huéspedes durante la “grand depart” y de vacaciones, para que haya hotel, para que haya sector? ¿Sabe el dinero público que se gasta en que haya un equipo del Tour allí? Lo peor es que sí que lo sabe.

Actualización a día de la fecha: en el hotel Occidental de Bilbao, además del Soudal-Quick Step se ha alojado el equipo del Jumbo-Visma.

Tienen la fuerza, no la razón

Es evidente que la Ertzaintza se ha excedido en los fondos y en las formas. Yo sigo haciendo mías las apelaciones al diálogo, pero solo las que reconozcan que al otro lado también hay personas. Y esas son pocas, por desgracia. Xabier Lapitz, blanco de la ira y chulería de quienes la muestren con preocupante facilidad (desde perfiles anónimos, además), lo dice alto y claro: “¿Sabéis por qué hay que poner orden? Porque no puede ser que los que tienen la fuerza bruta vayan contra la mayoría parlamentaria. Y sí, me refiero a la Ertzaintza”. Quien no entienda esto (y no son todos, ni tampoco la mayoría) tiene un problema.

Así les va

Mientras en Euskadi sufrimos una policía “jupolizada” (no tanta como parece, estoy convencido), en España empiezan a librarse de ese sindicato: Jupol deja de ser el mayoritario, según El Diario. Quién nos lo iba a decir: la policía española (la misma que pide las condiciones laborales de la Ertzaintza) parece que va por delante de la autonómica vasca. Pero no se trata solo de los policiales: los sindicatos no posibilistas, mayoritarios en Euskadi, a medio plazo complican la vida de todas y todos, no solo del empresario, el patrón o la institución pública que no gasta en lo que el sindicato (y algunos asindicados) reclama.

Hablemos de esto

¿Son muchos 110.000 euros brutos por soportar la presión de ser el líder de la oposición de un país como España? A mí no me parece excesivo, la verdad. Un directivo de una empresa con una responsabilidad siempre menor ganaría mucho más. Esta es la verdad. Y tendremos que abordar en algún momento que las medidas populistas de que las y los políticos cobren poco acaba perjudicando a la democracia y al acceso a esta de quien menos tiene. La política tiene que ser atractiva para que las y los mejores no dejen hueco a las y los mediocres. Lo que no ayuda en nada al debate es el juego de esconder la bolita de Núñez Feijóo y el PP.

No es un pulso

Estamos viendo a Núñez Feijóo, precisamente, y a Pedro Sánchez, en los programas de televisión con más audiencia o mejor consideración (que no siempre coincide). Si pudieran, Esteban, Aizpurua, Abascal y Díaz harían exactamente lo mismo. En la mayoría de esos espacios, la o el entrevistador se ha erigido en estrella, pero para mal. Este tuit de Quique Peinado es una lección para la profesión: “Hace años, no es de ahora, asistimos a un tipo de entrevista en el que la gracia está en ver quién gana. Y eso no es una entrevista: es un choque de egos. A mí, y es mi opinión, no me interesa nada ese rollo”.

El día que te aplaude Vox

Bildu y ERC han preferido sacarse una foto junto a Vox y PP antes que sacársela junto al PNV. PSOE y Podemos no son problemáticos, lo hemos visto esta misma semana: los de Mertxe Aizpura han echado un capote al gobierno español desviando la atención de Marlaska a la Guardia Civil. Pero la foto con el PNV no se la podían permitir, por eso han inclinado la balanza hacia la Ley Mordaza de Mariano Rajoy, y por hacerlo han recibido el aplauso en la comisión de Vox y PP. Hay que decirlo, hay que mostrarlo y hay que señalarlo. ¿Explicaciones? No las necesito tanto como Gabriel Rufián, empeñado en defender su actuación.

Esto es lo que permiten

Uno de los indignados con que no saliese adelante la reforma de la Ley Mordaza impulsada por el PNV es Javier Bauluz. El fotoperiodista y Premio Pulitzer lanzó un hilo con evidente enfado porque Bildu, ERC, Vox y PP han decidido mantener esto: “¿Para qué sirve la Ley Mordaza? Para que los ciudadanos no puedan ver a 2.700 personas, muchas detenidas ilegalmente, hacinadas en 3.000 metros cuadrados en Arguineguín. ¿Cómo? Sencillo, se impide a periodistas ser ojos de ciudadanos y te multan sin juez”. En el acuerdo había más puntos que se reformaban que los quedaban sin tocar. Ahora siguen todos como los diseñó Rajoy.

Actualización a día de la fecha: sobre este párrafo el propio Javier Bauluz me explica que he interpretado mal su tuit. Solo puedo estar de acuerdo con él en su afirmación: «Tener miedo a Policía armada no es digno de una Democracia»

¿A quién importamos?

Soy un firme defensor de la democracia porque la conozco bien. Todavía hoy, después de más de veinte años observándola tan de cerca como puedo, sigo aprendiendo. Así que, por supuesto, confío en la mayoría de políticas y políticos, en sus buenas intenciones y en su preocupación real por la ciudadanía. Sin embargo, ante algunas evidencias contemporáneas, como esta que resume Quique Peinado en un tuit, a veces me pregunto quién vela por la ciudadanía: “Los bancos centrales pensándose si bajar los tipos porque ha quebrado un banco, porque lo de estar ahogando a todo dios con las hipotecas, eso da igual”.

Difícil de justificar

Entiendo la lógica: anunciar beneficios es bueno para el negocio. Pero no puedo dejar de pensar como parte de “la ciudadanía” entendida como la mayoría de las personas, las que conducimos Citroën y no Tesla, las que sabemos cuánto gastamos a la semana en el supermercado o el bar de al lado del trabajo. Por eso este titular en Las Provincias me molesta, me indigna, incluso, porque no soy accionista ni inversor, solo soy un cliente que calcula lo que ha subido una docena de huevos: “Mercadona gana 718 millones de euros, un 5,6% más que el año anterior”. Quien saca pecho de esto no forma parte de la mayoría.

Se retira un importante

Para muchos, Félix Linares es la voz del cine en ETB2. Y lo es con merecimiento porque nadie nos ha explicado mejor la parte más atractiva de la industria. Pero para mí la de Linares es una de las dos voces de aquel maravilloso Pompas de Papel que copresentaba junto a Kike Martín. Intentaba no perdérmelo porque nadie ha sido capaz de hacer de la literatura algo tan bien medido entre lo canallesco y lo interesante. Linares es mucho, mucho más que una voz estupenda y una dicción y una entonación impecables: la cultura está en deuda con él porque ha conseguido que muchísimas vascas y vascos nos acerquemos a ella sin pudor ni temor.

«Grandes amigos»

¿Han hecho Arnaldo Otegi, Pernando Barrena y Arkaitz Rodríguez algo que no hayan hecho antes otros políticos? No. ¿Han hecho estos tres hombres lo mismo que cualquier representante neocón al reunirse con afines, empresarios ambiciosos y círculos influyentes, como relatan en El Confidencial (“Empresarios catalanes sondearon a Otegi y Pernando Barrena para dar un pelotazo urbanístico en Vitoria”)? Por supuesto. Y esto no es malo si no cobran comisiones por ello o les ayuden a financiar campañas. Pero lo que tampoco pueden Otegi, Barrena y Rodríguez es señalar o censurar a quien haga lo mismo que hacen ellos.

Caso archivado

Solo con ver que las noticias versaban sobre lo que soltaba un tipo que respondía al nombre de “Pollo” Carvajal y que, como se ha ido viendo sobre la marcha, estaba más preocupado de no volver a Venezuela que de las consecuencias de sus otros actos (como las acusaciones de financiación irregular de Podemos), era posible barruntar que el tema iba a tener tanto recorrido como cada medio quisiera darle. Así que el archivo de la causa que ha decretado la Audiencia Nacional es una buena noticia: cierra todos los culebrones y, de paso, la sangría del crédito de la política española, que es lo más importante. El combate político es a ideas.

Caso reabierto

Lo sucedido durante el fin de semana en EE.UU. es gravísimo: el paso atrás dado por la justicia de aquel país negando a las mujeres la posibilidad de abortar es un ataque a nuestro avance como civilización. Un ataque que hay que combatir frontalmente. La periodista Rocío Vidal lo tuiteaba muy bien y muy clarito: “No os confundáis, lo que está pasando en EEUU no va de ‘proteger la vida’. Si así fuera, promoverían la sanidad universal, el control de armas o las medidas contra pobreza y la brecha social. Esto va del control y poder sobre los cuerpos de las mujeres. Y nos tendrán enfrente”. Así tiene que ser.

Todo esto nos pasa por querer follar

Somos unos promiscuos y por eso mandamos a nuestras mujeres a abortar mientras nos dedicamos al fornicio, al placer egoísta, y con ello, a la despoblación: porque si no hay niños y niñas en los pueblos de España y, por extensión, en los de Euskadi, es porque lo hacemos con condón. O peor: a pelo pero después abortamos. Porque el sexo, amiguis, ya lo dice en unas jornadas sobre despoblación el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, tiene un objetivo: “Su finalidad es la de la procreación”, y su “banalización lleva a que sea un fin en sí mismo”. La culpa es de quienes dedican “su existencia a satisfacer sus deseos sexuales” (EPE).

Una vida de sufrimiento

Si la extrema derecha fuera tan “pro-vida” como pretende hacernos creer, sería mucho menos xenófoba y sentiría como suya también la masacre a inmigrantes en la frontera entre Marruecos y España que hemos visto recientemente. Personas que solo decidieron huir de un horror atravesando otros y que han dejado en el camino hasta su vida. Quique Peinado lo describía con trágico acierto en Twitter: “Muchos de los migrantes que trataban de saltar la valla de Melilla provenían de Sudán del Sur, huían de una guerra y allí nadie te saca ni hay corredores humanitarios. No sé si alguien puede imaginar cómo ha sido su viaje”.

¿No hemos aprendido nada?

Empiezo 2022 con uno de los últimos tuits de 2021 que más llamaron mi atención: la exclamación de Quique Peinado después de conocer que la Comunidad de Madrid (que apenas hace seguimiento de casos de coronavirus en su sanidad pública) no contabilizará los positivos autodiagnosticados. “Madre mía, cuáles serán las cifras reales”, escribía el guionistas y presentador. Una pregunta que nos hacemos casi todos porque algunos (los menos) prefieren esgrimir el argumentario de Díaz Ayuso antes de hacer una lectura crítica de números y noticias. Una lectura crítica necesaria para mejorar en 2022.

No, Pablo, te retratas tú

Pablo Casado tiene claro que este 2022 tiene que sumar un par de victorias que pueda atribuirse, porque la de la Comunidad de Madrid lanzó a una competidora inesperada. Así, las de Castilla-La Mancha serán solo las primeras elecciones que competirá y que le servirán, además, para laminar a Ciudadanos. Pero ahí seguirán Vox y la dependencia del PP para gobernar. Dice Casado que los de Abascal “se tendrán que retratar” (El Independiente) y apoyar sus victorias desde fuera o forzar repeticiones electorales. Pero el selfie se lo va a hacer Casado, que demostrará que solo puede gobernar con la extrema derecha.

Que no nos pase más

Ya sé que el cambio de año no supone nada, realmente, salvo una oportunidad para lanzar buenas intenciones. Por ejemplo, solo deseo que esto que denuncia Xabier Lapitz en Twitter, simplemente, no suceda más: “¿Qué le pasa a la gente que llama ‘tarado’ a un catedrático de microbiología, ‘subnormal’ a una neumóloga, ‘nazi’ a un gobernante y ‘vendido hijodeputa’ a un periodista por decir que la vacuna salva vidas? ¿Qué pasa?”. Pasa, y seguirá pasando este año, que hemos dejado que nos ganen la partida de la desinformación los antivacunas y, ahora, los rebeldes de postal y escaparate contra la mascarilla o el Pasaporte Covid.

Que esto nos siga pasando

No sé si la reforma laboral que ha propuesto el gobierno español a sus socios en el Congreso saldrá adelante, pero sí sé que esto que tuiteaba Inma Carretero todavía en 2021 tiene tanto sentido común que solo espero que tenga continuidad este nuevo año: “Yo tengo que trabajar con el gobierno que legítimamente ha elegido el pueblo español. Eso dice Garamendi. Es tan sencillo. Tan obvio”. Porque la política va de eso, de trabajar y de posibilitar, de llegar a acuerdos haciendo renuncias y reforzando los avances. La política de todo o nada, o de destrucción del rival, no suma, y sumar es justo lo que necesitamos.

Sí, es un aviso

2021 también fue el año en el que el fútbol chino confirmó su apagón. “La Superliga, hace unos años polo de atracción de estrellas mundiales por sus desorbitadas fichas, ofrece hoy un panorama desolador de clubes históricos desaparecidos, salarios adeudados, estadios vacíos y cracks internacionales en éxodo”, escribe Adrián Foncillas en El Periódico de España, en un reportaje sobre la caída de un negocio insostenible con un consumo solo de proximidad. Y este aprendizaje tiene que ser un aviso también para el fútbol europeo, que sigue hinchando una burbuja insostenible sin querer aprender nada.

Cansado, sí, pero de quienes se quejan

Tiene toda la razón Quique Peinado: “La ola esta nos ha cogido a todos y todas muy hasta los cojones y anda que no se nota”. Personalmente, a mí me ha cogido cansado de oír y leer a quienes saben qué hay que hacer y qué, no. A quienes se creen que los presidentes autonómicos, rodeados de expertos, saben menos que ellos, que leen hilos en Twitter. A quienes reclaman más inversión en Salud y no son conscientes de lo que cuesta una PCR en el sistema público (y en la CAV se hacen 15.000 al día). A quienes creen que sus ratos en Twitter desde el sofá son equiparables a las jornadas de las y los responsables políticos y sus equipos.

¿Hay que esperar al colapso?

Quienes se ríen de las recomendaciones sanitarias (el documento del Gobierno Vasco es bastante lógico y comedido, dadas las terribles circunstancias) y se quejan de las medidas que se proponen (hoy no habrá nada radical porque Pedro Sánchez deja las malas noticias siempre a los presidentes autonómicos), ¿a qué esperan, al colapso? Todas las medidas de protección, todas, son eficaces en mayor o menor grado, por eso las recomiendan los expertos y los presidentes las piden. Y el objetivo de todas ellas es el mismo: evitar el colapso sanitario. Un colapso que no se evita con más dinero sino con más precaución.

Pedís más zendales

La única presidenta que ha respondido a la demanda más reclamada en Twitter y, seguramente, en WhatsApp, es Isabel Díaz Ayuso: la gente podía seguir haciendo lo que le diera la gana mientras ella construía un hospital específico en medio de la nada. Luego hablamos de la primera línea de defensa de la sanidad pública madrileña. Pero esto es lo que piden muchas y muchos exhibiendo un comportamiento infantil: una inversión específica para atender las consecuencias de la pandemia sin pensar ni tuitear que lo más eficaz y lógico es no contagiarse de un virus que mata y muta.

Madrid es Madrid

En 2021 la plantilla de Osakidetza cuenta con 4.000 profesionales más que en 2019, antes de la pandemia. Y en lo que llevamos de sexta ola, el departamento vasco de Salud ha contratado a mil personas más para, entre otras cosas, ampliar el número de rastreadores. Estos son datos de Osakidetza, no de un tuitero que hoy es sindicalista y enfermero y, hace quince días, vulcanólogo y experto en evacuaciones. Lo que pasa en Euskadi es esto. Lo que pasa en comunidades como Madrid es otra cosa, pero repetir y generalizar lo del desmantelamiento de la Sanidad como un mantra da retuits y alivia conciencias.

O me toma por tonto o…

Quien tuitea algo así o no se entera o quiere que los demás no nos enteremos: “Aceptar la mayor restricción en derechos civiles en 100 años de historia”. A Franco y a Abascal les gusta esto. “Aceptar el mayor recorte en servicio sanitarios”. 15.000 PCR al día, 4.000 sanitarios más. “Aceptar que el mercado tiene que seguir en el centro y no los cuidados”. Las vacunas se han desarrollado con inyecciones de dinero público. “Aceptar el pasaporte y criminalizar a las personas no vacunas: es una burrada”. No, es necesario señalarles y, si tenemos oportunidad, reírnos de las y los negacionistas de la vacuna, la mascarilla y el Pasaporte Covid.