La fragilidad

La situación no es buena. Mucha gente se ha relajado y aparecen los rebrotes. Los que nos ponemos de mala hostia con la despreocupación ajena sufrimos y, a la vez, somos los raros. Igual si compartimos más noticias sobre el regreso del coronavirus, desde China a Huesca pasando por la conexión entre Murcia y Bolivia, nos lo tomamos más en serio todos. Algunos, de hecho, están deseando que en Euskadi tengamos una mala noticia. Son los que están de campaña y por el cuanto peor, mejor, son los que confían precisamente en los que se pasan por el arco del triunfo las mascarillas y la distancia social.

Republicano, sí, pero…

La buena noticia es que, con la que está cayendo sobre la Casa Real, mensajes como el de Juan Ramón Lucas hoy suenan ridículos cuando, solo hace unos años, sonarían incluso solemnes gracias al velo y los juancarlistas: “Soy republicano. Por un principio de rigor democrático y convicción política. Ahora bien, dudo mucho que un presidente de república ejerciera la Jefatura del Estado con más solvencia que Felipe VI y una presidenta fuera a estar mejor formada de lo que lo estará su hija”. ¡Veámoslo! Que Felipe se presente a unas elecciones. Que lo haga su hija dentro de veinte años. Y si ganan, que sean jefes de Estado.

La lógica trumpista

Donald Trump es su propia caricatura: su afirmación de que para que no haya tantos positivos por coronavirus en EE.UU. la solución es hacer menos tests ha sacudido (de risa) al mundo. No es la única barbaridad que hemos leído sobre sus intervenciones públicas ni será la última. Pero tampoco podemos olvidar que no tenemos toda la información: los estadounidenses lo han elegido, ahora tienen que cargar con él y responder, en apenas unos meses, si volverían a hacerlo. Si lo reeligen, nosotros solo podemos cruzar los dedos para que no empiece una guerra nuclear. Y para que el populismo no se contagie como el virus.

Hablando de populismo…

Es innegable que una parte del discurso trumpista es aplicable a España y a Euskadi. Solo así se explica que a Vox y otros partidos fascistas que hacen populismo les vaya tan bien. Vamos, que caraduras como Trump que no se sonrojan mintiendo o diciendo verdades a medias, hay en todos los sitios. También en la campaña vasca y entre los que tuitean en euskera. Y en la campaña gallega y entre los que tuitean en castellano, claro: Vox difundió sin ser cierto que un gaitero recibía a la banda de ultras que participaban en un mitin en A Coruña. Ese músico siempre está en ese punto. Y los fascistas nunca son bienvenidos.

Y hablando de ultras…

Insisto: hay cerebros que compran esa mercancía averiada que es el populismo, esos mensajes simplistas, esa fanfarronada de chulo de patio de colegio. Javier Negre, ya fuera de El Mundo, se pone en el escaparate, en sus redes sociales, con vídeos como el que denuncia Juan Soto Ivars en Twitter: Negre va a meterse con un mantero por vender bolsos de imitación. No hace una investigación sobre la red, no entrevista al traficante de esa mercancía, no. Se enfrenta al último eslabón, el más frágil de la cadena. Así alimenta un discurso de mierda y un canal con contenido de mierda. Pero lo peor es que lo ven.