Avanzamos hacia el colapso

No estoy en absoluto de acuerdo con Juan Bordera en que los medios estamos desinformando sobre la gravedad del calentamiento global y de este cambio climático que nos abrasa. Claro que hablamos de “buen tiempo” si hace sol y 25 grados. Pero también alertamos de lo extraño y poco recomendable que es. Por lo demás, Juan Bordera tiene razón en ponerse tan alarmista como se pone en su hilo en Twitter. Caminamos hacia el colapso de nuestra civilización y los gobiernos no están haciendo nada efectivo para modificar el rumbo. Y hay mecanismos de sobra para una corrección global, lo que no hay es voluntad ni responsabilidad.

No será el único…

“El Ayuntamiento de Madrid se lanza a verificar si los locales acatan sus órdenes de cierre tras el incendio de Murcia”, titulan en Público, y pienso que en Madrid han hecho un poco el canelo, porque me temo que no es el único ayuntamiento que se habrá lanzado a comprobar si ha ejecutado cierres administrativos de locales que merecen ser cerrados por su peligrosidad. Y que no me vengan los del sector hostelero a quejarse de la persecución de las mismas instituciones que permiten cuando no promueven la buena salud económica del sector (siendo conscientes, como somos todos, de que se trata de un motor económico).

Un modelo no modélico

Jacobo Dopico ha llevado a Twitter la “terrible investigación de The Washington Post sobre el colapso de salud en EEUU, sobre todo entre la gente con menos ingresos. Masivas muertes prematuras entre 35 y 64 años por enfermedades cardiacas, renales, hepáticas, cáncer… El caos de un modelo social y sanitario”. Y sigue: “La esperanza de vida cae y la diferencia de esperanza de vida entre personas con y sin dinero se dispara”. El estadounidense es un modelo nada modélico, y quienes nos venden sus bondades y de las de la sanidad privada lo harán siempre por interés económico, hay que hablar claro.

Otro fracaso de la sociedad

Las parejas, hoy, más que lo que nos da la gana, nos limitamos a hacer lo que podemos, pero creo que este titular en Xataka alerta de un fracaso: “El auge de los DINK: cada vez más familias españolas optan por tener dobles ingresos y ningún hijo”. Desconocía el término, pero el hecho de que exista avisa de la normalidad de “las parejas DINKS (Doble ingreso, Ningún Hijo)”. Y no creo que el fracaso sea porque hayamos promovido el egoísmo, sino porque tener hijas e hijos en esta sociedad conlleva un sacrificio cada vez menos atractivo. Y en eso tenemos todas y todos culpa porque esta sociedad la hemos hecho también todas y todos así.

Un debate interesante

Lo que más me gusta de los medios en papel y on-line son las columnas y las crónicas. Entre otros, me gusta leer a Juan Soto Ivars y creo que las críticas despiadadas contra él son injustas. ¿Hay que criticar? Por supuesto. Quienes escribimos nos exponemos. ¿Hay que destruir? No lo veo ni necesario ni positivo. Y reconozco al Soto Ivars al que leo en ese que en Espejo Público criticaba el modo sensacionalista de hacer televisión, entre otros, de ese programa. Pero este no es el único debate que abre su intervención: ir de digno y dejar a los pies de los caballos al medio y las y los periodistas que te acompañan tampoco aporta nada positivo.

Lo prioritario

Lo hemos visto venir y no hemos podido hacer nada: la industria cultural española está escribiendo el relato del conflicto vasco. Y lo está reduciendo a los vascos que ejecutaban la violencia contra los españoles que la sufrían. Pero más importante que esto es que señalemos siempre que tengamos oportunidad la derrota humillante de ETA. Lo hace Fernando Aramburu (un vasco exitoso en el sector editorial español) con “la historia de dos pringados que han visto escaparse un tren que no iba a ninguna parte, y rabian por no poder subir” (Juan Soto Ivars, en El Confidencial): dos personajes que iban a ingresar en ETA cuando esta se disuelve.

¿Quién escribe este argumentario?

Quiso la casualidad que ayer viera la entrevista a Ione Belarra en el programa matinal de La1 (estupendas las preguntas directas de Silvia Intxaurrondo, por cierto) y, solo unas horas después, en mi repaso diario a los digitales, leyese la reflexión de Pablo Iglesias en Público sobre la reforma de la ley del “solo sí es sí”. Pues bien, los argumentos eran idénticos: “Las derechas judicial y mediática”, la ley de violencia de género de Zapatero, que a Pedro Sánchez le tiemblan las piernas… ¿Quién fue antes, Belarra o Iglesias? ¿Aplica el segundo el argumentario de Podemos en un digital? ¿Es eso el buen periodismo que él abandera?

Pues, sí, hay que pagar

Pablo Iglesias habla de propaganda pero coloca un argumentario de partido en su columna. O eso, o Público es el sitio en el que buscan qué decir quienes más mandan en Podemos. Sin embargo, según Iglesias todos menos él ejercemos mal nuestra profesión, oficio o empleo, si queremos reducirlo todo a lo crematístico. Martín Caparrós lo recuperaba así en Twitter: “Me sorprende ver la cantidad de gente que se queja porque tiene que pagar algo para leer los artículos en El País. ¿Son demasiado jóvenes para recordar cuando compraban el diario? ¿Son demasiado ingenuos o cínicos para recordar que este es nuestro trabajo?”.

A veces sí llegamos tarde

No quería dejar de comentar esta noticia en EPE que, a la vez que nos escandaliza, nos recuerda que, en ocasiones, el periodismo sí llega tarde: “La petrolera Exxon ocultó durante décadas informes que pronosticaron ‘con exactitud’ el calentamiento global”. Al parecer, entre 1977 y 2003 estuvieron elevando esos informes a los que sí ha tenido acceso un grupo de investigación de la Universidad de Harvard que ha publicado en Science un artículo para evaluar las predicciones de los expertos. Y resulta que las clavaron, que una parte del mundo sabía a dónde nos dirigíamos. Pero lo sabía, claro, la parte que gana dinero contaminando.

Más tarde será la semifinal

Es una vergüenza, una puta vergüenza, que la RFEF ponga a las diez de la noche los partidos de vuelta de las semifinales de Copa. La misma Federación que nos invita a pensar que no hay allí nadie que sepa hacer un Excel con colores y por eso se les han solapado las fechas del mundialito de clubes con la de la ronda previa a la final, ahora nos lleva al campo un martes a las 22:00 h. ¿Y si hay prórroga? ¿Y si hay penaltis? ¿Y si quiero llevar a mi hija al estadio para que viva su primera semifinal? Nada importa, ¿solo la tele? ¿En qué demonios piensa la RFEF cuando toma estas decisiones? Porque en las aficiones, no.

Esto solo acaba de empezar

Esta semana Euskadi ha competido como un país más en sokatira y en kayak surf, y con éxito. Y en breve lo hará también en pádel. Tenemos que convertir estos movimientos en inercia y dejar que la piedra enorme ruede y se lleve por delante lo que se tenga que llevar, básicamente, la voluntad de que Euskadi no tenga presencia internacional y no debilite las selecciones respaldadas por el estado español. Pero esto, como muchas otras cosas, tiene que cambiar, y el momento es este, por lo menos, para poner la pica en Flandes. A ver si tirando de expresión castiza los que no quieren se dan por enterados.

Tontos de campeonato

Este fin de semana, Euskadi se ha llevado triunfos en sokatira, kayak surf e idiocia: las y los miles de jóvenes que se concentraron en el parque Doña Casilda de Bilbao comparten el preciado trofeo a tontas y tontos de su pueblo, villa o capital del mundo. Y no, no estoy criminalizando a la juventud, que no se me pongan estupendos quienes aprovechan el Pisuerga y cualquier otro río revuelo cada día: estoy señalando a quienes sí estuvieron pasándose por el forro las recomendaciones y el esfuerzo de muchísima gente desde el comienzo de la pandemia. La mejora también es imparable, pero tiene que llegar.

No quisieron pararlos

Nadie quiso parar a los fascistas que se manifestaron en Chueca, es evidente. La investigación del gobierno español para saber cómo se permitió la marcha facha no reparará el daño hecho, sobre todo, a la imagen de España en el mundo. Porque lo que vimos fue, sobre todo, chusco, como muestra Juan Soto Ivars en Twitter: “La carta de José Luis Roberto, líder de España 2000 contra Abascal por llamarlos ‘cloaca socialista’”. Es precioso el momento en el que Roberto intenta que los manifestantes parezcan las víctimas porque, según su relato, un “marica oso” “con barbas hasta las tetillas” les llama fascistas desde un balcón “golpeando una sartén”.

La idiotez rebosa

Prefiero pensar que quien ha cortado el vídeo que se ha viralizado en Twitter (para cloaca, esta), en el que Isabel Zubiaurre parece que “pide consejo para ver ‘cómo se apaga un volcán’”, es solo un tonto en busca de popularidad. Prefiero pensar que no hay maldad en esa manipulación, porque como recuerda Luis Cortés también en Twitter, esta “doctora en física y meteoróloga” “es consciente de que la pregunta, así formulada, no tiene sentido. Añade al instante: ‘No cómo se apaga un volcán, obviamente”. Es decir: el vídeo ha sido cortado con mala leche para dejar mal a Zubiaurre… Y para demostrar cómo es el día a día en Twitter.

Claro que es el momento

La erupción del volcán en La Palma conlleva la destrucción de todo lo que pille la lava a su paso. La famosa “fuerza de la naturaleza” sobre la que tantas veces hemos leído estamos viéndola ahora a unos pocos miles de kilómetros de Euskadi. Y es aterrador. Pero lo que vemos es también absolutamente excepcional y tiene un punto de belleza innegable, así que sobren las críticas, sobre todo, en redes sociales, por que haya fotógrafos e incluso periodistas que estén buscando las imágenes que construirán nuestros recuerdos futuros y por acercarse a la ladera en plena evacuación. No se trata de turistas con un móvil, no les tratemos así.

Ridículo y terrible

Los vídeos de los talibanes montados en autos de choque o jugando con las máquinas del gimnasio del palacio presidencial son bien descritos por el periodista Vicente Ruiz: “Sería cómico si no fuera tan dramático. Parecen escenas de Borat”. En efecto, son imágenes ridículas y terribles: esas personas que viven para la imposición de sus ideas pasan un rato toqueteando lo que van a destruir: el progreso, aunque sea en su expresión más trivial. Pero también van a destruir lo que más importa: la limitada libertad de un pueblo que, según su pirámide poblacional, mayoritariamente desconoce lo que es vivir bajo el yugo talibán.

Pero también pasajero

Juan Soto Ivars también clava su tuit: “La conmoción que provoca Afganistán puede ser sincera, pero es pasajera. La sumisión, la tortura y el terror en Afganistán no lo van a ser. La cultura de la conmoción consiste en espeluznarse a corto plazo y de forma anárquica por horrores que no acaban cuando pasamos a otra cosa”. En este momento que nos ha tocado observar, en el que las noticias se devoran a sí mismas y vivimos con una intensidad impostada cada drama, tuiteando desde nuestro sofá o nuestro puesto de trabajo, el interés por Afganistán pasará, como pasó el de Siria o Palestina. Pero los talibanes seguirán allí.

Lo que no debemos olvidar

Dejaremos de ver los rostros de las y los afganos, sobre todos, los de ellas: periódicos, teles, radios y Twitter se ocuparán de otros asuntos, de otra foto provocadora de C. Tangana o de una hambruna en el continente africano que, de pronto, centra nuestro interés. Pero mientras todo eso pase tenemos que ser muy conscientes de cómo funciona el mundo: “Lo único que se me ocurre decir sobre lo de Afganistán es qué vergüenza damos. Qué mentirosos son todos y qué gratis les salen a todos sus mentiras”, tuiteaba Diego E. Barros, señalándonos como sociedad y, sobre todo, a esos dirigentes que se contradicen sin ruborizarse.

Sus madres y padres no lo harán

Los talibanes no solo se van a quedar con los autos de choque, las máquinas de los gimnasios, los cines, las cometas y los derechos humanos de mujeres y niñas, también van a coleccionar armas de todo tipo que aprenderán a manejar (ese progreso sí les interesa). Miles de militares de varios países han pasado por Afganistán estos años armando a unas fuerzas autónomas que no han sabido oponer resistencia. Por el camino, afganos y visitantes perdieron su vida. ¿Por qué? ¿Para qué? Eso se pregunta el Daily Mail en una de las portadas más duras de la semana, con la foto de uno de los entierros de militares británicos muertos en Afganistán.

Las élites

En estos 20 años la población afgana se ha rejuvenecido, la mayoría solo conoce esa convivencia con militares de otros países. Y en estos 20 años también se ha desarrollado una élite, sobre todo política, que ha huido ante el avance talibán. Una élite que ha vivido hasta el último minuto con todas las comodidades occidentales, y no hablo solo de los autos de choque o el gimnasio: el “entrepreneur” Sultan Ghani subía a Instagram una foto de sí mismo acercándose a un jet privado con cierta parsimonia para abandonar Afganistán al principio del acercamiento talibán. La gilipollez, como todos sabíamos, es universal.

Después de Olentzero y Mari Domingi…

Después del vídeo en las redes sociales en el que se veía a Olentzero y Mari Domingi afiliarse a Bildu, la campaña de captación pasa ahora por las cárceles: Arnaldo Otegi ha enviado una serie de cartas a los presos de ETA para instar “a que se hagan militantes de la coalición” (El Independiente). La noticia me ha recordado la aseveración de Groucho Marx de que no sería socio de un club que le admitiese como socio, y me he preguntado si tendrán dudas quienes sí son socios e incluso representantes de ese colectivo que no es precisamente heterogéneo ni mucho menos cómico. ¿O todo vale por el escaño?

El rastro del dinero de Juan Carlos I

Me da pena que no haya sido un periodista el que haya difundido lo que ha hecho público Jaime Gómez-Obregón: este ingeniero ha creado un programa para ir archivando todo lo relacionado con “el rastro de los 100 millones de dólares que el Rey Juan Carlos recibió de Abdullah bin Abdulaziz”. Su trabajo no ha concluido y lo están financiando pequeños contribuyentes anónimos. De momento, lo que está claro es que tanto Juan Carlos I como Corinna Larsen pusieron mucho empeño, en forma de tramas societarias, para ocultar los movimientos y las consecuencias fiscales del dinero.

Todos menos Iglesias tenemos la culpa

Tuiteaba Juan Soto Ivars que el titular de Vertele significaba que Pablo Iglesias creía que el poder que iba a tener en el gobierno era de otro tipo: “Me he dado cuenta de que estar en el gobierno no es estar en el poder”. Yo creo que simplemente el líder de Podemos echa balones fuera. Mi lectura es mucho más mundana, lo sé. En cualquier caso, está claro que Iglesias se apresura a ponerse parches mucho antes de empezar a pelear y que salgan las heridas. El ejecutivo es un poder muy complejo, y me sorprende que un politólogo como él, que tantas lecciones gratis ha dado, no lo supiera antes de alcanzarlo.

Mucho más realista

Este otro titular en El Nacional es mucho más realista: “Ningún país ha llegado a la independencia con el 50% en contra”. Lo dice Oriol Junqueras en la semana en la que hemos visto en números el resultado del desgaste del proceso independentista catalán. Empecemos por el principio: la independencia hoy es una quimera. La lucha tiene que ser por un estado integrado en Europa interrelacionado con su entorno pero completamente autónomo. Y sigamos por el final: solo se conseguirá ganando a cada persona para la causa. Una a una. En medio, las formas: ni de golpe ni con golpes será posible.

Fe absoluta

Me hago viejo y cada vez más me refugio en la religión: me entrego a San Mamés y acudo a la catedral siempre que una pandemia mundial no me lo impida. Y allí, sentado, vivo una comunión con mis hermanos de iglesia, me emociono, sufro catarsis y hasta recibo alguna hostia. Mis mesías son Iker e Iñaki. Digan lo que digan los fariseos. Y si este último me manda leer la Biblia, lo hago: “Samuel 17:1-54. Fe”. Eso tuiteó Williams después del milagro del viernes que me hizo levitar, y corresponde al pasaje en el que David vence a Goliat. Tengo fe en ti, Iñaki, y en todos los tuyos, que son los nuestros. Aupa Athletic!