Es evidentemente significativo que el principal debate antes del 8 de marzo de 2021, en plena pandemia, sea la conveniencia de las manifestaciones. Es innegable que hasta hoy ha habido otras concentraciones: las de “cayetanos” en la zona bien de Madrid; más recientemente, las pacíficas para pedir la libertad de Pablo Hasél, los mítines en Catalunya o el acto de Vox del pasado domingo en Andalucía. También es innegable que las concentraciones del 8-M, sumadas, superarán a todas las anteriores. Y es innegable que el movimiento feminista ha confundido sus medios (manifestaciones o huelga) con su fin.
Principios y fines
Ya sé que la progresía oficial manda denostar a Gaspar Llamazares. Pero como yo no tengo el carné de progre no me lo pueden quitar, así que seguiré rescatando lo que me parezca reseñable de quien no regaló IU a Podemos. Sobre los incidentes en Barcelona, Llamazares tuiteaba: “Después de unos días, es evidente que no se trata solo de libertad de expresión, ni siquiera del malestar del desempleo y la frustración de expectativas de los jóvenes, la violencia callejera no es fruto del exceso, sino una estrategia política antidemocrática. No me representa”. Y yo añado lo mío: no debemos regalar una excusa a quienes vandalizan.
Los amigos (o algo) del Rey
Me obligan a pensar mal: si la semana en la que habían preparado un lavado de cara a Juan Carlos I por el 23-F terminó regularizando una millonada en una Hacienda impasible, ¿qué nos esconden? Pero es que el dinero ni siquiera es suyo: se lo habrían donado una decena de amigos. Gary Cooper lo definía así en Twitter: “No sé qué es más Españita, si el Rey teniendo que pagar ahora a Hacienda por sus vuelos de zorreo (fly of shame!) o 22 de sus amigos de la élite rajándose de pagar a última hora”. ¿Y pienso que las donaciones están han sido hechas debidamente o sigo pensando mal?
¿Es cuestión de la imagen?
Por supuesto, no quiero que despidan a ningún rotulista de TVE como no quise que despidieran a Bernat Barrachina después de su ya famoso: “Leonor se va de España, como su abuelo”. Pero si Barrachina está en la calle porque al rótulo le acompañaba la imagen de la infanta, ¿por qué en TVE mantienen a quien llama “partidarios de la unidad de España” a un grupo de neonazis en la pantalla, como denuncia en Twitter, entre otros, Manuel García? ¿Depende solo de quién salga en la imagen? ¿Depende de lo que diga el rótulo? ¿Depende del momento? Y esta, ya, es la RTVE también de Podemos.
La coherencia no caduca
Victoria Abril se mostró públicamente en contra de las vacunas. El problema igual es preguntar a quien no debemos qué opina de cosas sobre las que no deberían de posicionarse. Hubo un medio, privado, que no se limitó a las declaraciones y emitió una entrevista posterior que no hubiera grabado sin el desbarre de la actriz. Igual que Pablo Pérez, después de saber lo de Abril me acordé de Jurgën Klopp que, hace un año, cuando empezábamos a hablar todos de la pandemia, fue preguntado por ella en rueda de prensa y respondió que él solo era un entrenador con una gorra y que preguntaran a los expertos.