La victoria de la ultraderecha en Italia es una noticia malísima. La peor que podíamos recibir ayer en la política europea. El fascismo tiene músculo y se apoya en unos medios que le compran la agenda y en unos partidos tradicionales en toda Europa que no están sabiendo actualizar ni sus relatos ni sus estructuras. Hoy en Vox están más contentos que ayer. Y en el partido de Le Pen. Y en el de Orban. También Putin estará un poco más contento porque su labor para desestabilizar Occidente a largo plazo funciona. Y la “doctrina Meloni” (EPE) es una apelación a todos: la ultraderecha es enemiga de la democracia.
Todos los pasos, adelante
No dudo de que habrá alguna explicación para que en RTVE tomaran la decisión de denominar “bloque de centroderecha” al que está encabezado por el fascismo de Meloni y está apoyado por el fascismo de Salvini y la momia neocón de Belulsconi. Pero no podemos permitirnos ni una justificación ni un desliz: el enemigo es el fascismo (el de allí y el de aquí). Es un enemigo declarado. Es más, es un enemigo autodeclarado. Y todos los pasos tienen que ir en el mismo sentido para señalarlo, identificarlo, desnudarlo y apartarlo de los partidos que apuestan por la política como negociación y entendimiento entre diferentes.
No, Europa no está dormida
No, Europa no asiste como si nada al ascenso de la ultraderecha, como sugiere Julio Ocampo en Público. Europa está ahí, vigilante, y es nuestra garantía para que los errores que cometen medios, partidos y votantes en algunos países no sean debacles continentales. Asegurar que Europa está “dormida” es hacer el caldo gordo a los partidos antieuropeístas (extrema derecha e izquierda despistada). Es ver la realidad con el enfoque que ellos quieren. Y es no entender qué es Europa y qué puede hacer (o no). Por eso gana también la extrema derecha, porque quienes tienen que hacer contrapeso empujan sin querer.
Pero no es inmediata
Europa es un tanque lento. No podemos pedirle que llegue primero a los conflictos ni que sea la institución más ágil. Pero sí debemos exigirle, como a los futbolistas que marcan la diferencia, que cuando lleguen a la jugada la empiecen de nuevo. Lordo en Twitter pega un buen repaso a cómo la ayuda europea a Ucrania está posibilitando las derrotas de Rusia, y a los agoreros que aseguraban que la institución no estaba mostrando cintura ni fuerza suficiente. Ahora, meses después, la balanza está inclinándose hacia el lado que nos protege a todas y todos, y que genera zozobra a agoreros y Putinofilos.
Que hable, que hablen
Con todo, solo puedo hacerme la misma pregunta que Almudena Ariza en Twitter sobre las mujeres que están jugándose la vida en Irán: “¿Dónde están las declaraciones de los líderes mundiales a favor de estas mujeres? Ni las veo ni las oigo”. Y es necesario que se den, en Europa a nivel institucional y en el mundo país a país, estado a estado, gobierno a gobierno. Y la crisis de suministros no es una excusa porque por salir de las garras de Putin no debemos caer en la de otro sátrapa o dictador. Pero caemos como si no pudiéramos evitarlo porque, realmente, hasta que no cambiemos el modelo de consumo no podremos evitarlo.