Son los tontos que nos tocan, no hay que darle más vueltas. Hace unos años había una organización cuya mayor habilidad era encontrar a los psicópatas y sociópatas que, por porcentaje, nos correspondían en Euskadi, y convencerles de que el nacionalismo vasco se defendía con tiros en la nuca. Hoy, quienes no distinguen un fascista de su cara en el espejo, spray en mano, acosan a las personas refugiadas que han huido de Ucrania por culpa de Putin. Lo más gracioso (porque es de chiste) es que nos intentarán convencer de que lo progre, lo justo, es solidarizarse con una potencia invasora y criminal como Rusia.
Fachas del norte
El resultado de las elecciones en Francia, que no había que ser muy avispado para adivinar, me deja sin embargo un par de dudas que no tiene nada que ver con la política del país al norte de Euskadi ni con la elección de sus votantes. La primera: ¿por qué una parte de la prensa y de las tuiteras y tuiteros nos intentan hacer creer siempre que hay una gran esperanza progresista, como Melenchon o Sanders que, al final, no llega a nada? Y la segunda, que tiene que ver con la primera: ¿por qué después casi los mismos “clarividentes” nos sugieren que quien vota a Melenchon o Sanders puede hacerlo también por Le Pen o Trump?
Fachas del sur
Mientras en Francia llaman a las cosas por su nombre y eso facilita tanto que Le Pen no tenga ninguna opción en la segunda vuelta como que la ultraderechista llegue sin problemas a la ronda definitiva y en Euskadi, como ya hemos visto, tenemos a los tontos con spray que todos sabemos quiénes son (y qué votan), en España, por su parte, siguen presentando a la fascistada como una opción legítima de gobierno: “el ‘efecto Feijóo’ acerca al PP al Gobierno con Vox”, titulan en El Periódico de España, como si pactar con la ultraderecha estuviese normalizado. ¿O para que lo esté? ¿Eso no sería colaboracionismo?
Con detenimiento
Los tuits que han sacado en Abc de la entrevista al propio Núñez Feijóo el fin de semana antes de que el PP meta a Vox en un gobierno (en este caso, en Castilla y León), son para leerlos con detenimiento: “Hay que bajar impuestos para dar oxígeno a las familias”. Bueno, pues los impuestos son los que han enriquecido a familias como Medina y Luceño. “El bilingüismo cordial es el ‘no’ a la inmersión lingüística en Cataluña”. Es decir: negarte a la imposición del español es de mala educación. El gallego también cree que “deberíamos normalizar” que Juan Carlos I vuelva a España impune, como salió pero riéndose más de nosotros, básicamente.
Lo normal es trincar
Hablando del que vive de los impuestos de la ciudadanía de la Comunidad de Madrid: dice Luis Medina que su comisión de un milloncejo para comprarse un yataco con el dinero de la venta de material sanitario defectuoso en lo peor de la pandemia, es normal. “No hay irregularidad alguna”. Y concluye: “La fiscalía, y sabes, que son todos de izquierdas y así actúan”. Luz Sánchez-Mellado le traduce: “Rojos de mierda, dejadme vivir, o sea”. Y yo, le interpreto: si en la fiscalía hubiese gente decente, es decir, españoles de derechas, no pasaría nada porque unos millones de comisión, entre gente de bien, se protegen.