¿Un chiste o una declaración?

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El futbolista del Lazio, Patric Gabarrón, publicó en Twitter una foto de él y Keita Baldé, también jugador del Lazio (y como el murciano, de la cantera del Barcelona), de espaldas, en bañador y cogidos de la mano, junto a emoticonos que podían inducir a una relación entre ambos. En el universo futbolístico salir del armario puede ser muy difícil, por lo dicho por algunos que lo han hecho ya con las botas colgadas, por lo que si es una broma es de pésimo gusto y, si no lo es, resulta un gesto valiente. Y más en la Lazio.

No, no es una broma

La que no parece que bromeaba es la chica que, tal vez emulando a Wonder Woman, tan de moda estas semanas, encabezó por un rato la manifestación en Iruña en defensa de la bandera navarra y España (declarado así en las redes sociales por participantes que acudieron desde diferentes puntos de la península): máscara, trapo rojo con toda la parafernalia como uniforme y, agárrense, una chistorra para fustigarse. Como muestra del nivel de los manifestantes, preciosa.

Somos de pueblo

Pablo Iglesias, que antes de su eclosión como gran político español para algunos, no dudó en llamar “lumpen” a lo que hoy llama “mayoría social”, se ha descolgado esta semana con este titular (dado, además, por un medio más amigo que enemigo): “Los urbanitas de izquierda tenemos que aprender a respetar esas tradiciones tan arraigadas en el pueblo”. Ese argumento le servía para justificar que el alcalde de Cádiz, de su partido, entregase una medalla a una virgen.

Y no somos modernos

Será porque somos de pueblo (en mi caso, de villa jarrillera), claro, por lo que algunos no somos capaces de entender estas muestras de solidaridad con las víctimas del terrorismo ni esas declaraciones de amor vía redes sociales. David Muñoz (él lo escribe “Dabiz”) mostraba una foto de su restaurante en Londres para declarar su amor a la ciudad (¿y para promocionarlo?) y a Cristina Pedroche. Así, a la vez. Porque así es la vida con “Dabiz”, un “locurón” televisado.

Tampoco entiendo la nueva coherencia

Vaya, en esta columna me estoy descubriendo: no entiendo que se bromee con la orientación sexual ni con una chistorra, como no nací en una ciudad tampoco entiendo eso de la laicidad de las fiestas religiosas ni las muestras de amor global de hoy, pero tampoco entiendo la coherencia como lo hace Bob Dylan que rechazó recoger su premio Nobel pero sí ha mandado su discurso con retraso para que no se le escape el casi millón de euros de la dotación económica.