Como trabajador autónomo en Bizkaia estoy muy harto de que nos señalan desde fuera como privilegiados. Invito a los que lo hacen a que vengan a trabajar con nuestra presión fiscal. Presión, en el sentido amplio y necesario de la palabra. Así que celebro que, como bien indica Enric Juliana, La Vanguardia haya destacado en portada que la Comunidad de Madrid se está convirtiendo en un paraíso fiscal. Eso y las enormes facilidades que concede la centralidad jacobina, sí que son privilegios.
La sed de sangre
No sé si Internet nos ha despertado la sed de sangre o, por medio de Internet, los que la han sentido siempre pueden meter más ruido e imponerse su discurso como el políticamente correcto, que es, además, peligrosísimo. “Lo más espeluznante de Facebook, o sea, de la sociedad, es como pasa alguna gente de fotos de cupcakes y frases motivacionales con imágenes de unicornios rosas a pedir sangre y venganza con descuartizamientos”, tuitea con acierto Javier Bilbao.
En esencia
Con 7.000 seguidores, la de Javi Paciencia (doy por hecho que se trata de una identidad inventada) es una de las cuentas más interesantes de Twitter. Parece que lanza mensajes irrelevantes pero la mayoría de sus tuits no lo son: “Cómo nos gusta aprovechar una noticia de la sección de sucesos para pedir a los políticos que nos quiten más derechos civiles”. Esto es en esencia lo que sucede: muchos alientan hoy el discurso a favor de la cadena perpetua y los interrogatorios sin garantías.
Pero no es nada nuevo
Lo peor es que la regresión de derechos que nos imponen y nos proponen parte de un suelo que ya está metido en una caverna: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condena a España por propasarse al considerar un delito la quema de fotos del Rey de España. El mensaje que Europa manda a España es más importante que el propio hecho de que no sea punible quemar una foto del Rey. Es que España se excede cuando administra justicia protegiendo sus símbolos.
¿Y quién va a pagar esa multa?
La condena del TEDH a España, sorprendentemente, está siendo despreciada por esa parte más reaccionaria de la política española: PP y Ciudadanos. Esto, no solo es de un catetismo sorprendente para personas que se tienen por más inteligentes que el resto, es que vuelve a tapar una realidad que el humorista gráfico Ferrán Martín denuncia acertadamente: las multas que impone Europa a España las pagamos entre todos. No lo hacen ni los políticos negligentes ni los jueces ultraconservadores.