«El día en que el PP voló por los aires»

En mitad de esta vorágine que está viviendo la política española (y la vasca, porque el PP es un partido con representación en la CAV y Nafarroa), es necesario reconocer el valor de José María Olmo y el medio en el que publica sus investigaciones, El Confidencial, que es el que ha levantado esta gran y jugosa liebre. No solo eso, también nos ha regalado uno de los mejores titulares, este de Ana Belén Ramos: “El día en que el PP voló por los aires: ‘Casado y Ayuso morirán matando’”. Es difícil sugerir más en menos palabras. Es difícil mostrar mejor que como lo han hecho esta semana el digital y sus periodistas lo importante que sigue siendo informar.

Un saludo a quienes querían a una Ayuso

Si algo ha quedado claro a las primeras de cambio en todo este embrollo con la marca PP es que a Díaz Ayuso no le importa nada dinamitar su partido y su gobierno, y que el hermano de la presidenta de la comunidad de Madrid se ha llevado una pasta por intermediar en un contrato de mascarillas en el peor momento de la pandemia. Con esta premisa me gustaría, desde estas líneas, mandar un abrazo a todas esas personas que en Euskadi han dicho eso de: “Pues si sale una Ayuso aquí yo la voto”. Claro que sí. Porque la libertad y lo que surja ha sido un zanahoria que no pocos han deseado mientras otros llenaban las alforjas.

Casi todo el PP vasco, callado

Ni Oyarzabal ni Iturgaiz, en otros momentos bastante locuaces, han utilizado sus redes sociales digitales de momento para situarse con los isabelistas o los pablistas. En el PP vasco solo Bea Fanjul se ha significado, y lo ha hecho con una fotografía de ella junto a Pablo Casado y una enorme imagen de Miguel Ángel Blanco. La utilización del concejal asesinado por ETA ha generado cierta (y lógica) controversia, a la que la propia Fanjul ha respondido: “Lamento si esta foto no es la más indicada. Me gustaba y por eso la he subido”. Pero no ha rectificado: no solo la mantiene, sino que la ha puesto como imagen de cabecera en su cuenta.

“Imaginaos”

Joseba Permach ha aprovechado la crisis del PP para tuitear: “Imaginaos el nivel de espionaje al que han sido sometidas todas las personas que han pasado por alguna dirección de la izquierda independentista vasca y sus familias. 40 años con cuentas y teléfonos intervenidos, seguimientos policiales, micros… Ningún caso de corrupción. Ninguno”. No sé ni por dónde empezar: hablar de ese supuesto espionaje sin mencionar a ETA como truco deja bastante que desear. Y hablar de ETA es hacerlo de extorsión y por supuesto, de seguimiento, acoso e intervención en las vidas ajenas. No solo en el PP falta un poco de vergüenza.

La banda sonora del día

Sé que la cantante Rosalía se dirige a un público diferente al que yo formo y que a sus seguidoras y seguidores es probable que esta pelea intestina del PP les suene más lejana que a mí. Pero creo que eligió mal el día en el que lanzar su próximo hit: “Chicken Teriyaki”. No porque compita con una explosión nuclear en el PP, sino porque como banda sonora del desastre es ideal: su ritmillo entre base chunga de teclado Casio y sonido diseñado para vender ropa de Bershka me parece muy adecuado para todo lo que vivimos el miércoles. Que la haya presentado desde un jet privado solo la mejora como candidata.

«El pequeño Nicolás» en el chalé de Kyril de Bulgaria

20141027_nicolas

El pasado viernes, José María Olmo y Ana Gracia, los dos periodistas que han seguido para ‘El Confidencial’ el asunto de “el pequeño Nicolás” contestaban a los lectores de este medio y hacían que, durante toda la conversación vía chat, sobrevolara como una cometa la sospecha de que “hay algo más”. ¿Qué? Posiblemente, el interés de ambos por la continuidad del tema. Lo cierto es que cuanto más hablamos, más datos salen, como que el chalé en el que recibía a los clientes era propiedad de Kyril de Bulgaria pero pagaba el alquiler una empresa constructora que lo dejaba a disposición de Nicolás Gómez.

Otra tarjeta “black”, y valenciana

La acción de los medios sobre las tarjetas opacas de Caja Madrid ha generado una mayor atención por este tipo de instrumentos institucionales que permiten gastos que no se declaran. En ‘El Plural’ leemos: “Casi 600.000 euros diarios entre 2006 y 2013. Es el gasto que hizo el Consell valenciano con cargo a su peculiar ‘caja black’, la caja fija de gastos, que no requiere el control previo. En ese periodo de tiempo se abonaron facturas por un valor total de 1.150 millones (…) Esta ‘opacidad absoluta’ de la Generalitat ha chocado con el Tribunal Superior de Justicia, que ha dictaminado en una sentencia que la Conselleria de Hacienda y Administración Pública debe facilitar a las facturas y justificantes de gastos hechos”.

Pagar por trabajar

Algunos pagamos por trabajar, sí: somos autónomos que, tengamos ingresos o no, en invierno y en agosto, cuando las oficinas y administraciones se paran casi por completo, abonamos todos los meses nuestra cuota, pagamos compensaciones de IVA y, por supuesto, también el teléfono, Internet, gasolina, comidas… Por lo que aplaudimos los textos al respecto como el que hemos encontrado en ‘Pymes y Autónomos’, donde alertan de cómo la crisis ha dificultado nuestra situación, lo mal que estamos en España y Euskadi respecto a otros países europeos, y que una rebaja en el alta de autónomos también facilitaría la desaparición del trabajo “en negro”.

Lewinsky sigue rentabilizando

Y en medio de esta crisis de dinero y valores, entre tarjetas “black” y timadores de 20 años, llega Monica Lewinsky y nos recuerda que el sexo esporádico con un presidente estadounidense puede ser muy rentable. Con cuatro tuits en cinco días ha logrado 75.000 seguidores en Twitter que siguen esperando contenido. Contenido que puede ser comercial sin que nadie se escandalice. ¿Para qué? ¿Por qué? Un poco de notoriedad y un poco de Twitter, y ya tienes un “business”.

Agur, Google Glass

¿Se acuerdan de las ‘Google Glass’, esas gafas de las que tanto nos ha hablado Google y con las que íbamos a poder hacer de todo solo con la voz y mirando a una micropantalla? En ‘PC Mag’ se han dado cuenta de que este artilugio ha desaparecido súbitamente y concluyen que ha podido con él la falta de aceptación social. Estas gafas gustaban a los “muy” tecnófilos y nos horrorizaban al resto, entre otras cosas, por sus posibles desarrollos de reconocimiento de personas por la calle. De momento, Google parece haber parado el proyecto.