Las y los jefes de prensa de todos los grupos en el Congreso salvo los de PP, Ciudadanos y Vox, han pedido medidas para limitar la participación de los nuevos medios de derechas en las ruedas de prensa de los diputados. Sí, son medios de comunicación. Sí, se trata de limitar. Y sí, puede que quien haga las preguntas sea periodista. Pero ningún representante de esos canales está ahí ni por el periodismo ni por la información. Tenemos que empezar a ser honestos con nosotros mismos de una vez. Y empeñarnos en defender a cualquier periodista, en demostrar que no distinguimos incendiarios de intencionados, no nos hace ningún bien.
Ciudadanos se desangra
Es imposible explicar el auge de Vox sin mencionar a Ciudadanos, escalón en el que se apoyó la extrema derecha para llegar al nivel de empoderamiento e impunidad que siente ahora. Tanto es así que la expectativa de que los de Abascal mantengan o mejoren sus datos pasa, indefectiblemente, por el vaciamiento de los de Rivera y Arrimadas. Una caída que, claro, los naranjas intentan evitar: en Andalucía, la propia Arrimadas y Juan Marín fían “su supervivencia política a reeditar un pacto con Juanma Moreno” (El Independiente). Pero antes el propio Marín tiene que sobrevivir a los duelos internos y, lo más importante, sacar representación.
No es fácil
Llevo varios días guardando el link a esta noticia, y con la del negro futuro de Ciudadanos, por fin, le he encontrado encaje: porque la viabilidad de los partidos no es fácil. La damos por hecho porque hasta la aparición de lo que desde Ciudadanos y Podemos llamaron “nueva política”, la mayoría de los partidos estaban ahí, como el dinosaurio de Monterroso, desde el regreso de la democracia (con algunos cambios). Pero el futuro de Ciudadanos, Podemos, Más País y Vox va a ser complejo, como lo es su presente: “La Policía detiene a un exempleado de Más Madrid por hackear su web y desviar dinero a una cuenta de Podemos” (EPE).
Ven la luz cuando ven la puerta de la UCI
No es el primero y no será el último, pero vamos a confiar en que queden pocos, no porque se los lleve la pandemia, sino porque van entrando en razón: “Lorenzo Damiano, de 56 años, ‘líder’ del movimiento antivacunas contra la COVID-19 en Italia, ha contraído la enfermedad e, ingresado en un hospital, se ha arrepentido por no vacunarse y ha pedido a la población ‘seguir la ciencia’, que ‘cura y salva’. ‘Claramente mi visión ha cambiado, estoy listo para decirle al mundo lo importante que es seguir colectivamente la ciencia, la que te cura y te salva’” (Nius Diario). ¿De cuántas muertes ha sido responsable?
Tampoco estaban tan convencidos
El movimiento antivacunas es ridículo. Lo era antes de la pandemia y lo es más ahora, cuando de la acción solidaria de todas y todos depende que salgamos de una pandemia mundial. El último episodio que están protagonizando quienes han rechazado los pinchazos, la ciencia y la inversión, ratifica el absurdo al que estamos asistiendo y que Iu Forn ha condensado en muy pocas palabras: “Vacunarse por el bar o viajar, sí y por el abuelo, no”. Al final, las fiestas de Nochevieja y el puente que se nos echa encima, junto al pasaporte COVID, han hecho más por las vacunas que proteger a los suyos. Si esto no es de atolondrados…