Este titular en El Nacional me ha dejado sin palabras: “La policía iraní mata a una chica de 16 años por negarse a cantar el himno en el instituto”. ¿Qué dices, qué escribes después de leerlo? ¿Qué demonios queremos, como civilización? ¿Permitimos que cada país tenga sus particularidades, incluidos los regímenes islamistas, porque las injerencias están mal vistas? ¿Estamos realmente globalizados o somos la suma de particularidades, aunque algunas incluyan el asesinato de adolescentes? ¿No debemos actuar ya desde nuestra cosmovisión para frenar tragedias perfectamente salvables con dos dedos de frente?
¡Solo es un rico!
Elon Musk es el ejemplo perfecto de que se puede ser rico y tonto. Pero, claro, como es el más rico del mundo, el futuro dueño de Twitter y el más irresponsable de los lanzadores de mensajes, hay que hacerle caso. O aprovecharse de él, que es lo que hace Dmitry Medvedev enredándole en una conversación en la mencionada red social que acaba, para asombro de nadie, con una invitación del expresidente ruso a Musk para celebrar en Moscú el día de la victoria. Musk ha quedado mal: como un muñeco de Rusia, de esa Rusia a la que él regalaría territorio (lleno de personas) ucraniano porque la vida, para Musk, es para quien más tiene.
Tanto dolor, ¿para qué?
Los lectores de la declaración de Aiete, Arkaitz Rodríguez y Arnaldo Otegi, han mostrado empeño un año después en dejar claro que, para ellos, la de los presos de ETA es una cuestión del pasado que tiene que gestionar la Euskadi de ahora. Pero no tienen razón: el dolor que infringieron aquellos asesinos y asesinas es una mochila que tienen que portar quienes les justificaron y ampararon. Euskadi avanzó pese a ETA y sus integrantes, que han ido reincorporándose a la sociedad vasca de forma dispar, cuando lo han hecho. Al respecto, el reportaje de Mikel Segovia en El Independiente, una vez más, es muy recomendable.
El coche volverá a ser de lujo
¿De verdad están preparados el mercado, la sociedad e incluso la industria para sustituir el parque móvil y echarnos en mano de los eléctricos? ¿Nadie ha pensado en los nuevos consumos que vamos a generar de una energía que ya es la base de nuestra vida? ¿A nadie le importa o algunos y algunas están frotándose las manos con el negocio que se viene? ¿Y los coches, para quién serán? Porque no son baratos ni van a serlo: “La industria comienza a tener dudas sobre si realmente será posible tener coches eléctricos baratos”, anuncian en Xataka. El cobalto puede ser el nuevo petróleo y la ciudadanía, otra vez, rehén.
¿Demasiadas preguntas?
Ya sé que estoy haciendo demasiadas preguntas en esta columna para un sábado otoñal en el que apetece más una cerveza fría que unas castañas asadas. Pero creo que no podemos rendirnos, que tenemos que seguir siendo críticos y autocríticos, que no pueden vencer quienes piensan que somos su alimento mientras nos entretienen, como en Matrix. También sé que hay que desdramatizar y, en ocasiones, relajarse y ver la vida pasar y a los niños, crecer: “A veces una persona está simplemente agotada de remar y solo necesita que alguien le diga: te entiendo, ¿comemos pizza?”, tuiteaba Lady Fuet. Comamos pizza.