La Fiscalía hizo pública ayer, en pleno puente, su petición de penas para los procesados tras el procés: “25 años de prisión para Junqueras y entre 16 y 17 para el resto de presos”. Así titulaba El Nacional porque el planteamiento era toda la noticia. La mala noticia. Unas condenas a todas luces excesivas para un delito que no existe, ya que la independencia no pasó de un gesto (ni siquiera dejó de ondear la bandera española). Una petición indignante e inaceptable para unos políticos que se limitaron a hacer su trabajo articulando la voluntad de sus votantes.
No nos conformemos con lo menos malo
Y en medio de toda la mala leche que generó la noticia, el Gobierno por medio de la Abogacía del Estado quiso desmarcarse pidiendo la mitad de pena que la Fiscalía. Es evidente que Pedro Sánchez buscaba así ganarse a los partidos catalanes en la votación del presupuesto, pero lo que no entienden en España es que un solo día de cárcel para Junqueras y el resto de presos preventivos ya es injusto. Enrocada en una justicia vengativa y en una idea de la unidad de España absolutamente imperial y desfasada, a la política española le falta no solo empatía, le falta realidad.
¿En qué manos estamos?
Y mientras los políticos catalanes y sus familias encajan una petición de penas brutal e inconcebible en democracia, en el PP se limitan a pasar cierto sofoco porque ahora sabemos que Villarejo, el policía y espía para todos, recibió un encargo directo de Cospedal para realizar un informe de su compañero de partido, Javier Arenas. Esos son los que han gobernado España y dan lecciones de ética, civismo y democracia. Esos son los que piden mano dura contra los políticos catalanes. Esos son los que fabrican independentistas incluso fuera de Euskadi o Catalunya.
España y su bandera
Y mientras la democracia global es atacada desde la justicia española por un sentido del honor equivocado e inasumible, la ciudadanía con cierta actividad en Internet se dedica a debatir si el chiste de Dani Mateo, que se limpia la nariz con la bandera española, se puede o no se puede hacer. Como nacionalista que soy, me parece de mal gusto, pero allá quien lo haga y lo aplauda. Como demócrata, me parece una estupidez semejante discusión cuando lo más grave de todo lo que está en juego se ha convertido en una cuestión de venganza, de colmillo y de sangre sin atentados.
Ánimo, Luca
Para que no me salga una úlcera me permito unas líneas de buen rollo, el que podemos encontrar con el hashtag #ÁnimoLuca, dedicado a Sangalli, el jugador de la Real Sociedad que ha sufrido un ictus. Compañeros de equipo, ex compañeros, futbolistas de otros clubes, deportistas en general, periodistas y muchos aficionados al fútbol han querido mostrar su solidaridad y enviar sus mejores deseos al realista por medio, sobre todo, de Twitter. A veces, las personas podemos empatizar y valorar lo rápido que a uno le puede cambiar la vida para mal. ¡Ánimo, Luca!