Con la maquinaria del estado español a pleno rendimiento, intentando generar un relato sobre Catalunya de dentro hacia fuera y de fuera hacia dentro en el que la violencia policial no ha existido y todos los independentistas son peligrosos, aparece Rigoberta Menchú para condenar la represión violenta en Catalunya. Violencia, la del 1 de octubre pero también la que están sufriendo los detenidos y las personas que, elegidas democráticamente, serán apartadas de sus funciones.
Maldita hemeroteca…
Desde 2012 hasta hoy ha cambiado mucho la realidad catalana, pero no lo ha hecho Joan Tardá. Y la portavocía de ERC en el Congreso si ha cambiado algo solo ha ido a peor, con Gabriel Rufián haciéndose el gracioso con temas y consecuencias muy serias. Pero volvamos a Tardá, que en una tertulia aquel año reconocía a Pablo Iglesias que el 155 les “iría de coña” para generar movilizaciones y simpatías. Sin duda, muchos con responsabilidades en Catalunya no han medido bien.
Marina Albiol, el submarino
Si Farage, uno de los padres del Brexit, sigue en el Parlamento Europeo con sus carteles en los despachos, su boicot permanente a la institución y su sueldazo de europarlamentario, ¿por qué no iba a hacerlo Marina Albiol, que lleva varios tuits navegando en una aparente contradicción entre sus principios y sus finales (sobre todo, sus finales de mes en la cuenta corriente)? Por mi parte, me quedo con Europa y su proyecto. Pero sobre todo con los políticos coherentes.
Menos Franco y más Casado
Carlos Malpartida lo clava: “Lo nuevo, el futuro, era hablar todo el día de Franco. Telita. Vamos de modernitos pero somos mucho más viejos que nuestros padres”. Porque no hace ningún favor a las causas que creemos justas tanta referencia al “régimen del 78” ni al anterior, el de verdad. Tampoco aporta nada que todo sea calificado como “fascista” cuando vemos actuar a fascistas de verdad. Llamemos a las cosas por su nombre que eso incomodará más a los Casado y los Rajoy.
Blanqueando la legión española
Hacía tiempo que no leía algo tan asquerosamente cortesano como lo de Ramón Valle en El Español sobre la legión española. Un cuerpo poco menos que de élite admirado en el mundo entero, sobre todo, por lo buenorros que están y por ese uniforme que les deja ver el pecho y los biceps. ¿Y los tatuajes fascistas? De eso, ni palabra. ¿Y las noticias que hemos leído de peleas e incluso tráfico de drogas? Ni mención. Un blanqueo el de Pedro J. que ni el de la lejía.