Iba a titular esta columna: “¡Menudo imbécil!”, pero a última hora me he acordado de que mi madre me insiste en que cuide lo que escribo. No obstante, es innegable que Gerard Piqué se ha comportado como un imbécil grabando un reportaje en el que deja fatal al club al que dice que ama, la empresa de la que cobra cada mes muy, muy bien, y al equipo que capitanea. Piqué produjo (hizo negocio o lo pretendió) con el vídeo en el que Griezmann rechaza a ese club, a esa empresa y a ese equipo. Por si fuera poco, el catalán, que ya ha mostrado que es un manipulador, dejó recado a la prensa.
Por encima de todo, el club
Es evidente que Gerard Piqué no lo entiende así: por encima de todo está él. Más cerca, tampoco lo ha entendido quien ha puesto al Athletic a los pies de los caballos por una (otra) decisión política equivocada. Y no lo entienden quienes imprimen el nombre de un jugador en una camiseta. De los mencionados, los más importantes son los que cometen el menor error: los aficionados que quieren llevar a su ídolo en la espalda y para lograrlo con oficialidad pagan una pasta injustificable. Hoy, las camisetas del Barcelona con el nombre de Griezmann son un recordatorio de lo que es importante.
El periodismo deportivo es hoy un poco mejor
Gracias a este tuit de Sique Rodríguez el periodismo deportivo es hoy un poco mejor: “Disculpas a todos los que, siguiendo mis informaciones, han creído que Griezmann ficharía por el Barça. Prometo revisar mis fuentes y cuestionarme mejor las cosas. Intento hablar con todo el mundo posible antes d explicar los temas. A veces no llego a todos. Procuraré hacerlo mejor”. En un sector en el que se publican portadas y se difunden noticias de fichajes que nunca llegan, esta honestidad hay que aplaudirla y no ponerla en cuestión como hace Piqué que, además, está desautorizado para hacerlo.
El otro Mayor Oreja
Estas líneas de El Confidencial resumen (por los cargos, los apellidos las siglas y los hechos) a una parte de España, esa desde la que nos daban lecciones a los vascos, por cierto: “Ricardo Costa se ratificó en que entre finales de 2007 y principios de 2008 mantuvo un encuentro con el entonces consejero delegado de FCC, José Mayor Oreja, en el que este le entregó 150.000 euros en efectivo ‘para ayudar al partido en la campaña de las elecciones de 2008’. Costa aseguró que el ahora director de la Fundación ACS le entregó el dinero ‘en un fajo de billetes de 500 euros que sacó directamente de la chaqueta’”.
Ya no puedo ser político
Màxim Huerta no solo ha cesado como ministro, también lo ha hecho como tuitero: el escritor ha cerrado su cuenta en Twitter que tantos dolores de cabeza le causó en la primera parte de su mandato, la larga, y que en la segunda parte, la corta, sirvió como herramienta de presión hasta su cese. Egoístamente, la noticia es muy buena: nadie me va a llamar para ser ministro, consejero o director de departamento porque tengo Twitter desde hace diez años y vaya usted a saber la cantidad de barbaridades de las que no me acuerdo he escrito. Si quiere ser político, huya de las redes.