Podría ser peor: podrías ser autónomo

La luz y la gasolina, por las nubes. No sabes si lo que van a pedir tus hijas e hijos en la carta a Olentzero estará disponible cuando se acerque la Navidad. Y seguimos con la mascarilla. Pero podría ser peor, amiga y amigo: podrías ser autónoma o autónomo. Y si lo eres, ya lo siento. Pero te comprendo porque como yo pagarás, a partir de enero, 8 euros más cada mes en tu cuota. 96 euros al año. Y encima tenemos que rezar para que no nos suban el IVA. Una vez más, la base de las personas trabajadoras es exprimida por un gobierno español que será muy progre pero es poco creativo buscando ingresos para la seguridad social.

Las pensiones no se pagan solas

Estoy completamente a favor del sostenimiento de las pensiones públicas. Precisamente por ello soy consciente de cómo funcionan: las pensiones de hoy se pagan con las contribuciones de hoy. Nadie cotizado para sí misma o mismo en el futuro. Así que la incentivación del empleo es lo que evita que el motor se gripe. Malo si para sostener el modelo España recurre a desangrar más a los que ya están trabajando o a transferencias de los presupuestos que implican que otro montón de cosas seguirán pendientes. Lo que no me vale ya, lo siento, es lo de los movimiento que solo luchan por lo suyo sin preocuparse por la sostenibilidad.

Qué fantástica, fantástica es la fiesta

España va a recibir una millonada de Europa, los presupuestos generales del Estado contemplan una transferencia interna de 36.300 millones para las pensiones, y a las y los autónomos nos suben la cuota mensual. Luego dirán que no nos enfademos por ello. Pues si no es por la subida igual es porque “las empresas privadas se llevarán sólo un 18% de los fondos europeos en 2022” (Vozpópuli). Entiendo la labor de motor económico de lo público, pero también deduzco que los sindicatos están esperando ese dinero para mejoras laborales beneficiosas pero que generan una sima cada vez más grande y difícil de justificar.

Por lo menos, esto es Euskadi

No me consuela el largo pero clarificador hilo de Guillermo Fesser sobre los sistemas laboral y social en EE.UU., pero sí me hace alegrarme de las coberturas sociales que mis impuestos, como los del funcionariado, permiten. Y no pienso renunciar a ellos. Fesser describe un mercado de trabajo estadounidense terrible y caníbal: las condiciones de los empleos son tan malas que, después del confinamiento, mucha gente se plantea si le compensa volver al trabajo. Mientras tanto, los republicanos se radicalizan y los demócratas templan sus instintos progresistas para no ser devorados por las alimañas a las que entre todos alimentan.

Me he caído del guindo, lo reconozco

Hasta la semana pasada pensaba que Carlos Ríos era solo otro iluminado que había sido hábil poniendo un nombre en inglés a algo de toda la vida para poder venderlo mejor y que el movimiento “real fooder” consistía en promover que alguien prefiera hacer unas lentejas antes de abrir un paquete de doritos. Pero el debate sobre los azúcares añadidos a su crema de cacao supuestamente más sana que la Nocilla (y en apariencia, efectivamente, lo es) ha destapado a un líder endiosado y vengativo, y unas y unos seguidores exacerbados que nada tienen que ver con lo sano sino con lo sectario.

Un influencer para hablarte de lentejas

Formamos parte de una generación que se entera de que ha empezado a llover porque ve las gotas sobre la pantalla de su móvil. Somos de una generación que va cabizbaja por la calle, mirando lo que pasa en Twitter y no lo que pasa en su misma acera. Somos de una generación que se está volviendo tan tonta que, efectivamente, parece que necesitamos que un influencer nos diga que son mejores unas lentejas que unos doritos tex-mex. Y hasta hacemos noticias de la perogrullada.

No digas pobreza, di “colaborativo”

A esa generación de la que les acabo de hablar y de la que formo parte le cuelan todas las mierdas. Es nuestro pecado y nuestra condena. Por ejemplo, la situación está tan difícil que los más mayores han empezado en EE.UU. a mudarse a casas con espacios comunes compartidos (los de aquí ayer llenaban las calles), pero en vez de miseria lo llaman “viviendas colaborativas”, y en varias webs o agregadores algunos creen estar ante una novedosa mejora social.

En definitiva, la generación de “las maquinas”

Me aventuro a decir que hasta era necesario un texto como el que hemos encontrado en Xataka sobre las “salas de máquinas” en las que los que no ligábamos pasábamos las tardes de los fines de semana, intentando no ser unos inútiles en todas. Somos los mismos que años después seguimos jugando con consolas en casa o en el móvil, los mismos que se engancha a los pequeños premios de las redes sociales (un like, un RT, un corazón en Instagran), los del “insert coin” y el “game over”.

Mejor miremos a quien nos señala el camino

Stephen Hawking era una personalidad controvertida: algunas historias que cuentan sobre él no le presentan como el más simpático de los seres humanos, pero su aportación a la humanidad, sin embargo, es extraordinaria. No hablo de sus hallazgos, sino del modo en que el personaje que forjó fue un estupenda herramienta para la divulgación científica, para que tuviéramos curiosidad por los agujeros negros, para que viéramos que un científico y un enfermo pueden tener sentido del humor y reconocimiento.

Los húngaros de Rumanía siguen reclamando su autonomía

Hace unos años tuve la suerte de visitar dos veces Transilvania para conocer mejor a la comunidad húngara que vive en Rumanía y que, aún hoy, sigue reclamando la autonomía que les quitó Ceaușescu y no les devolvió la democracia. El pasado fin de semana los szekler celebraron su día de reconocimiento y a lo largo de estos días hemos recibido el goteo de informaciones, no todas buenas, como los ataques a los carteles bilingües en los que aparece tachado lo escrito en húngaro.