Tradiciones españolas

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España es un país de tradiciones como la siesta, los toros, o las empresas familiares de los expresidentes de gobierno. Si hace solo una semana recordábamos que los Aznar-Botella tenían una muy rentable con la que escaqueaban unos cuantos miles de euros al fisco, hoy podemos hablarles de la consultora que Felipe González comparte con sus hijos y que en los últimos 5 años ha facturado más de 4 millones de euros. Mandar en España es un buen negocio.

Más políticos ricos

Ojo, no me parece mal que los presidentes españoles monten empresas familiares después de su mandato, aunque preferiría que lo hicieran antes de ser elegidos para apreciar la labor de los millones de autónomos que sacan su país adelante. De hecho, me parecen peores los políticos que son ricos antes de acceder a su cargo. Por ejemplo, la exalcaldesa de Marbella y actual concejala y senadora del PP que tiene a la venta una casa de 12 millones de euros con una hipoteca de más de 3 en Luxemburgo.

Lo que no sabremos de “los papeles de Panamá”

El valor de “los papeles de Panamá” es que su análisis ha sido pormenorizado por la prensa de cada país. Así, los periodistas españoles eran los más capacitados para saber quiénes eran “Rodrigo Rato”, “Bertín Osborne” o los biznietos de Franco que figuraban en los documentos filtrados. Pero hay muchos más nombres, y El Confidencial, uno de los medios que ha analizado y distribuido la información, pide ayuda a la ciudadanía porque, ¿cuántos políticos o empresarios locales quedarán por detectar?

Sí son nuevos problemas

La entrevista en El Plural a Joaquim Bosch es especialmente relevante porque este juez, pionero con alguna sentencia vinculada a atentados contra el honor de las personas por medio de aplicaciones y webs, confirma que, efectivamente, hay nuevos problemas a los que enfrentarnos. No se trata solo de que se actualice el modo de atacar o menospreciar, sino que, como confirma Bosch, los usos pueden radicalizar a los usuarios como nunca antes.

La gran lección del Doctor Fox

El Doctor Fox no era doctor, era un simple actor capaz de decir cosas sin sentido a un público formado que salía de la charla con la sensación de haber escuchado una buena ponencia. El Doctor Fox, en el fondo, solo era un experimento de tres académicos que supongo que se divertirían mucho tomando el pelo a sus colegas, dispuestos a asegurar que entendían a un actor que sabía que lo que decía era un invento sin fundamento. Recuerdan la historia en Gizmodo: la clave era la seguridad y la confianza del actor.