¿No importa la corrupción?

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Esa pregunta nos la hemos hecho muchos varias veces desde la noche del 26 de junio. Un problema como la corrupción política, que cerca al PP, y que es la segunda preocupación de los españoles según el CIS, no parece tener reflejo en los resultados electorales. En Playground podemos leer una reflexión al respecto bastante irregular pero con una idea interesante: “El votante permisivo prefiere al gángster que mantiene la paz del barrio que al recién llegado que promete darle la vuelta a todo. De alguna manera, se le perdona el desliz si lo demás va bien (…) Al votante del PP solo le importan dos cosas: que la economía vaya bien y que no gane Podemos. O lo que para ellos es lo mismo: que la economía vaya bien”.

Más reflexiones

Es curioso, según van pasando los días y van acumulándose las reflexiones en los medios digitales y los blogs sobre el fracaso de Podemos y cómo éste ha influido en el fortalecimiento del PP, más gente lo veía venir. Uno de ellos es Antonio Maestre, de normal un periodista bastante interesante, que concluye que el problema ha sido que la izquierda se ha creído las encuestas-trampa emitidas por el stablishment. La hipótesis me parece peregrina y su proceso de comprobación, flojo. Pero ya hemos llegado a un punto en el que lo importante es opinar y darse la razón.

Pero este error es solo suyo

Pablo Iglesias es valiente. O arrojado. No dudó en salir la noche del domingo a dar una rueda de prensa y a encontrarse con sus fans. También ha hablado para LaSexta un par de días después. Pablo Echenique salió a hacer un par de chistes. Errejón sí que ha abierto el melón, pero por donde tiene razón. Y Monedero ha salido a gustarse. El resto son espantadas, como la de Tania Sánchez a una mesa redonda después de las elecciones. Nadie quiere dar la cara… Y no lo hacen. ¿No les importaba tanto la gente? ¿O se importan, sobre todo, ellos mismos?

Gilipollas sin fronteras

Los gilipollas son universales, no hay fronteras para ellos, ni ideología. Las tienen todas. Los hay en todos los partidos, sin excepción, y el que crea que en el suyo, no, ese es el gilipollas de su partido. Los hay, por ejemplo, en el PP, y los grabó Álvaro Ojeda, una especie de “follonero” de derechas con un espacio en el digital de Eduardo Inda. Él no me hace gracia, pero a los que graba, riéndose de otro político o sugiriendo incluso agresiones, me parecen vergonzosos.

No mires el móvil

Eso que nos aprendimos todos de carrerilla, de que al pasar un paso de cebra primero hay que mirar a la izquierda y luego a la derecha, tiene que cambiar. En el blog de Pantallas Amigas leemos que “Más del 20% de atropellos que se producen en los países desarrollados son producto de las imprudencias cometidas por peatones, la gran mayoría provocados por despistes con el teléfono móvil”. Es decir, que a nuestros hijos les enseñaremos: primero, levanta la vista del móvil, luego mira a la izquierda y, después, a la derecha.