Siguiendo la tradición de PSOE y PP, que ofrecían cierto grado de autonomía a los representantes de sus siglas en Catalunya y Galiza, pero en ningún caso en Euskadi, Podemos visibilizó ayer que las palabras de los diputados vascos de esta formación en Madrid son solo para la galería. ¿Dónde está el grupo vasco? ¿Dónde está la confluencia? Pocas delegaciones territoriales más ordenadas con Madrid que la vasca de Podemos, que aludía a una plurinacionalidad que ni respetan… ni reclaman.
Entonces, ¿son amigos o enemigos?
Esto es muy fácil: o el PSOE deja gobernar al PP, o Pedro Sánchez articula una mayoría complejísima en torno a su figura (era mucho más sencilla después del 20-D que después del 26-J), o votamos el 25 de diciembre. Para lo primero y para lo tercero no hace falta mucho: solo que dos mantengan el desacuerdo. Para lo segundo, sí, que PSOE y Podemos desanden el camino andado tanto en sus relaciones (destrozadas) como en las que mantienen con PNV, ERC y la antigua CiU, formaciones a las que han despreciado como si pudieran hacerlo.
El emoticono de Rajoy
Si algo nos ha llamado la atención del seguimiento en las redes sociales digitales del falso debate de investidura (ni era un debate ni la investidura era posible) ha sido el emoticono que ha puesto en marcha Twitter, con una “carita” del presidente en funciones. Una imagen, insisto, sorprendente, por lo inusual pero también por el mensaje que se desprendía: ¿estamos para esos dibujitos? ¿Qué aporta ese emitocono añadido? La investidura es un evento, sí, ¿pero todos los eventos tienen que tomarse con la misma ligereza?
¿Presidencialismo español?
Lo pongo entre interrogaciones porque es cierto que lo sufrimos “de facto”. Ojo, también en Euskadi: los partidos votan en bloque y las elecciones a los parlamentos son unas presidenciales indirectas, casi. Pero ese “casi” es lo importante: la composición de mayorías es lo que permite visibilizar la foto política real del país. Si quien gana las elecciones es presidente, automáticamente, como pretenden PP y Ciudadanos según Cuarto Poder, se refuerza el bipartidismo y las opciones de fuerzas como PNV, ERC o CiU, serían mínimas.
Carroñerimo político
Albert Rivera me ha dado durante años motivos para que no me guste: su desprecio por todo lo vasco, lo político y lo cultural, su crecimiento artificial, y más recientemente su capacidad para traicionarse a cambio de un rato en el Telediario. Pero si algo me gusta menos que Albert Rivera es el carroñerismo político. Y más, el barato. Por eso me gusta tan poco Pablo Iglesias. Y por eso personajes como Carlos Martínez Gorriarán me han parecido despreciables: ¿estaba Albert Rivera dormido en el escaño? Seguramente, no, pero eso da igual a quienes viven de acusar.