La imagen de España hoy es la de un estado desquiciado que no sabe cómo parar la voluntad popular de la ciudadanía catalana. Las fotos que hace públicas el propio ministerio de Interior, de material requisado que llama al voto, a la participación, a la expresión de un sentimiento, son las fotos de una derrota moral. No es menos cierto que la única victoria que cuenta es la legal, pero hay triunfos lastrados, y el de Rajoy, si lo consigue, puede ser ejemplo de ello.
Sin puertas a Internet
Si quieren seguir toda la información del proceso hasta el 1 de octubre, la Generalitat ha puesto en marcha una cuenta oficial en Twitter: @ref1oct. Desde allí o directamente en su navegador pueden acceder también a la web: ref1oct.eu, donde encontrarán información y material descargable para hacer público lo que España ha prohibido y quiere convertir en proscrito: que se vote y que se anime a votar. ¡Menudo selfie se está sacando España!
Pero no todo vale
Llamar a la participación, el derecho de autodeterminación y la capacidad de independizarse pacíficamente de un estado cuando la mayoría lo quiere, me parecen tres hechos indiscutibles, irrefrenables, absolutamente legítimos y loables. Pero el cómo es muy importante: el director de comunicación exterior del Govern no puede señalar a Beatriz Navarro, de La Vanguardia, por contar la verdad, que Juncker pide acuerdo previo con España para reconocer a Catalunya en Europa.
Sí, es información real (y valiosa)
Miquel Roig precisamente es uno de los corresponsales en Bruselas que interpreta a Juncker del mismo modo que Beatriz Navarro, y que anunciaba un día antes que el titular del Financial Times no gustaría a muchos. El periódico británico asegura en su editorial que el Govern no tiene legitimidad para establecer el mecanismo de desanexión, ni siquiera aunque se apoye en la voluntad popular. Este tipo de información no se puede negar: hay que conocerla y tenerla en cuenta.
¿Nadie tiene la culpa?
Me preocupa desde hace tiempo la tendencia que he detectado en política, sobre todo en comunicación, al olvido, especialmente, de las responsabilidades: nadie se hace cargo de ninguna consecuencia, como si los hechos se sucedieran aislados, mágicamente, sin antecedentes. El último que se ha sumado es Pedro Sánchez: “No somos responsables de la situación actual en Catalunya”, dice el presidente del mismo PSOE que pidió y frenó el nuevo estatuto catalán.