Yo mismo desde esta columna señalo con ligereza las atrocidades de Netanyahu y el modo en el que Hamás incide en la vida de las y los palestinos, y en la política exterior (lo de confundir intencionadamente a la resistencia con la ciudadanía, en manifestaciones e informativos, habrá que observarlo con detenimiento, ¿no?). Pero a quien tuitea defendiendo al gobierno ultra de Israel o clama venganza violenta en Palestina, desde su casa o su trabajo, le obligaría a leer esto en la web de las Naciones Unidas: “Un palestino de Gaza que ha perdido 45 familiares desde el 7 de octubre habla sobre su dolor indescriptible”.
“La oferta de viviendas en mínimos”
No es la única medida útil, pero sí la más importante: fomentar la oferta bajará los precios del alquiler y de la compra (porque no todo el mundo quiere alquilar y porque fomentar el alquiler conlleva fomentar la concentración de la propiedad). Esto lo sabe cualquiera y que la ley de vivienda de PSOE, Sumar, ERC y Bildu retrae la oferta, también. Esas son las evidencias y este, el escenario del crimen: “La escalada en los precios del alquiler cumple cuatro años con la oferta de viviendas en mínimos” (Activos). Mientras esto siga sucediendo: “115 personas se interesan por cada vivienda que sale al mercado del alquiler”, los precios no bajarán.
Nuestro gran fracaso
Conseguir que más viviendas salgan al mercado de alquiler o al de compra, en esencia, es muy fácil: prohibimos Airbnb y lo comprobamos. Ojo, eso conllevará también que no podemos viajar nosotros y alojarnos en un apartamentito, eh. Pero esa pérdida, para mí, es mucho más beneficiosa que todos los efectos negativos que implica este dato: “Los pisos turísticos tienen ya casi las mismas plazas que los hoteles en España” (Vozpópuli). Porque los hoteles, a ver si nos hablamos como a personas adultas de una vez, no son los que turistifican, lo hacen las viviendas de alquiler por días y las cadenas de tiendas que extienden gente con dinero.
El problema es quién paga la fiesta
Insisto: si quitamos Airbnb de la ecuación (y se lo exijo a mis representantes) y ponemos coto al gasto energético, por ejemplo, de los aviones, será cada vez más caro viajar y, al final solo podrán hacerlo las y los funcionarios. No exagero: “La diferencia salarial media entre el sector público y el privado en España es del 24,97%” (Xataka). Aquí el problema no es si en el sector público se gana demasiado (nunca es demasiado) o si en el privado se gana poco (me inclino a pensar que sí), el verdadero problema es que no parece sostenible que lo segundo soporte lo primero en estas condiciones. Y es esto lo que debemos resolver.
“Y se muda a Madrid”
Que en Madrid hay una fiscalidad ventajosa es innegable. Que se la pueden permitir porque, entre otros factores, el de la capitalidad atrae las inversiones es innegable. Que entre los otros factores está cómo Madrid roba capital atrayendo total o parcialmente sedes sociales de empresas (con todos sus impuestos) es innegable. Que hay cierta colaboración, cuando no indolencia, entre el PP de diferentes sitios para que esas empresas se trasladen, total o parcialmente, como ya hemos dicho, para beneficiar a Madrid es innegable. Que todo lo descrito ha pesado en la decisión de Renault de abandonar Castilla y León es innegable.