Rodrigo Rato, el artífice del milagro económico español que posteriormente hemos visto como una burbuja pinchada, el del FMI, el gran hombre que hundió Bankia, el que se libró de la cárcel, el que se quedó con la indemnización millonaria, el que ni siquiera fue inhabilitado pese a su gestión pésima y opaca, el que después ha sido premiado con un sillón en Telefónica y otro en el Banco Santander, ha abierto un nuevo “business”: una asesoría de inversiones con sede en el Reino Unido (no vaya a tributar en España por un error) con conexiones directas a dos paraísos fiscales (‘Vozpópuli’). Aunque su currículum nos parezca nefasto, si lo miran con los ojos de quien quiere desviar millones, cambia.
¿Y si la legalizamos?
No me refiero a la marihuana ni a la prostitución, sino a la corrupción. Nicola Lococo, no podía ser otro, no podía ser de otra manera, lanza esta provocativa idea: legalizar la corrupción. En su blog de DEIA nos deja perlas como estas: “El problema de la corrupción surge desde el momento que son unos pocos y no unos muchos quienes podemos hacer uso y disfrute de la corrupción, máxime, cuando se castiga con mayor saña al corrupto torpe que al corrupto hábil (…) Pese a los denodados esfuerzos del PP y el PSOE en la formación de sus militantes al respecto, lejos de usarla como un instrumento más de redistribución de la riqueza”.
Pablo Iglesias, la novela
Me he permitido una licencia en el titular porque, evidentemente, el libro que ha escrito Jacobo Rivero como resultado de sus conversaciones con Pablo Iglesias, no es una novela, sino eso: un resumen de lo que piensa este fenómeno televisivo reconvertido en fenómeno político en tiempos de crisis. No voy a entrar a desmenuzar el contenido porque, sinceramente, con la cantidad de libros tan interesantes que hay en el mundo, no voy a perder tiempo en leer lo que puedo ver cada sábado por la noche en ‘LaSexta’. Pero sí entro en el sentido de toda esta operación de marketing: sin una sola iniciativa parlamentaria, Pablo Iglesias, el eurodiputado, ya tiene su propio libro, lo que dibuja el tipo de personaje que es.
“Frikis” políticos
Creo que fue Ángel Cappa quien definió: “En todos los equipos hay solo dos o tres futbolistas de verdad, el resto son ciudadanos”. Pues en política, sucede algo parecido: hay pocos políticos de altura, pocos hombres y mujeres de estado, la mayoría son ciudadanos. Y una parte más pequeña corresponde a la familia de los “frikis” de la política. Personajes marginales que se necesitan. Los hay de todos los colores, pero abundan en los populismos, evidentemente: Toni Cantó, Carlos Floriano, y el camarero antichavista que “suplica” desde Vox un debate con Pablo Iglesias (‘El Plural’).
Y la radio mató al CD
He titulado este párrafo como lo hubiera hecho en los años 90 porque creo que es más fácil entenderlo así que si hablamos de cómo el streaming ha superado a la descarga de archivos, según Nielsen, como leemos en ‘FayerWayer’. En plata: los servicios que nos permiten escuchar música casi de un modo aleatorio (listas que otros componen, selección por gustos musicales e inserciones de artistas en promoción), son más consumidos que la música descargada. ¿Cuál será el siguiente paso? No les extrañe que la vuelta a la radiofórmula. Digital, eso sí.