Nos toman por tontos

El estado de bienestar hay que mantenerlo, y con lo que estamos viviendo durante la pandemia (gasto sanitario, sostenimiento del empleo) es más fácil explicarlo. Pero el gobierno español, el más progresista de la historia, según su propia definición, ha optado por ocultar subidas de impuestos muy duras por unas elecciones y colocárnoslas como si no nos diésemos cuenta de nada. Miquel Roig clamaba en Twitter: “Da igual si está Montoro o Montero en Hacienda, nadie habla nunca claro: el déficit estructural lleva en niveles obscenos desde hace años y nadie se atreve a tratar como adultos a la gente”.

Un ejemplo clarísimo

La manera con la que han intentado colocarnos los peajes en todas las vías de España es el ejemplo más elocuente de que el gobierno de PSOE y Podemos ha preferido tomarnos por idiotas: “No podemos hacer que la pobre abuelita que cobra una pensión, que no tiene ni coche, esté pagando la conservación y el mantenimiento de las carreteras de alta velocidad” (Moncloa.com), dice el director General de Tráfico. Hombre, siguiendo ese razonamiento, esa abuelita tampoco tendría que pagar el sueldo de Pere Navarro, ¿no? ¿Para qué necesita ella un director de Tráfico? La excusa del ecologismo tampoco hay por dónde cogerla.

Además, no es cierto

El argumento de Navarro es una idiotez de principio a fin: ¿y el transporte terrestre? ¿No llega acaso lo que compramos en el supermercado esa abuelita y yo mismo en camiones que acceden por autovías? Tampoco es cierto, como explican en Motorpasión, que sea lo habitual en Europa: es cierto que en Portugal es así, también son habituales los peajes en Francia, pero hay todo tipo de modelos de pago por uso de autopistas (Italia o Grecia), solo túneles o puentes (Países Bajos Bélgica o Suecia), cuotas (Austria, Eslovenia o Hungría) o, directamente, no hay peajes (Finlandia, Islandia, Albania, Lituania, Ucrania…).

No es lo único

Durante la campaña madrileña el gobierno español no pudo evitar que se filtrara su intención de eliminar los beneficios fiscales por la tributación conjunta. Una vez más, intentaron colárnosla, esta vez con el argumento del feminismo: así incentivarían la incorporación al mercado laboral de las mujeres que hasta ahora se quedaban en casa (esta fue la premisa progresista, sí, pese a su olor a rancio). La realidad es que la mayor recaudación que posibilita la nueva norma descansará especialmente sobre las rentas bajas, igual que los peajes los sufrirán más quienes tenemos menos poder adquisitivo.

De viejas reivindicaciones, ni hablamos

La España de Sánchez y, ahora, Ione Belarra o Yolanda Díaz, no es país para autónomos: además de las subidas en las cotizaciones realizadas y las que nos vienen, es impensable ahora que rebajen “el criterio restrictivo” por el que podríamos deducirnos las dietas. Hablamos de gastos “que son necesarios para el desarrollo de su actividad económica” y volvemos a hablar de que “no es la primera vez que una ley que a priori favorece a los autónomos en su aplicación práctica se queda en algo anecdótico. La deducción por los gastos de suministros de los profesionales que trabajan en casa es otro ejemplo” (Pymes y Autónomos).

¿Y quién lo genera?

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Puede que haya llegado la hora de mirarnos las manos y pensar cuánto de culpa tenemos en la agresión a Pere Navarro que él mismo atribuye “al clima de crispación que hay en Cataluña”, según ‘La Voz Libre’. ¿Quién genera ese clima? ¿Por qué? Dicho de otro modo: ¿a quién le interesa llevar hasta el extremo una reclamación social legítima? Pero la gran pregunta es, precisamente: ¿alguien se atreve a responder? ¿Alguien va a dar la cara ante la crispación que ayuda a generar? Periodistas, columnistas, contertulios y políticos que teledirigen, desde Madrid, el ambiente en Catalunya podrían hacer examen de conciencia, para empezar.

Bajar los impuestos en elecciones

A la ciudadanía le conviene que haya elecciones siempre. Por lo menos, mientras gobierne el PP en España y aunque tengamos que oír el soniquete de su sintonía electoral. Según explican en ‘El Confidencial’, los de Rajoy van a aparcar el desarrollo de la ley del aborto, y hasta van a bajar los impuestos: “Los ministerios de más peso han recibido órdenes de frenar cualquier nuevo proyecto con perfiles de impopularidad o tintes de choque con algún sector social “, y “el mayor crecimiento e ingresos dan más margen para acometer una rebaja de impuestos a ciudadanos y empresas”. Habrá que ver, eso sí, qué hachazos nos esperan en verano.

Abrir un Twitter en elecciones

El PP va a hacer una campaña de manual para no arriesgar: solo buenas noticias, rebaja de impuestos, y un Twitter ad hoc para el candidato. Arias Cañete, que tiene pinta de no ser el más hábil con esto del Facebook, ha entrado hasta la cocina del Twitter. O “le han” entrado. Me refiero a que es bastante probable que la cuenta a su nombre no la gestione él. Esta práctica no es en absoluto reprobable… siempre que no vaya acompañada por la primera persona, como hacen en la cuenta referida. Esa trampa de “hablo yo” hace tiempo que no cuela y, sobre todo, genera desgaste entre el resto de usuarios.

La España cavernícola

Me reconforta ver que, entre los más de 2.100 comentarios al mensaje de Gerard Piqué en Facebook por el que fuera su entrenador, Tito Vilanova, hay muchos de españoles que reprueban, precisamente, las críticas, los insultos y el escarnio solo porque el central del FC Barcelona (o su community manager) había decidido escribir ese mensaje en catalán. Lo hizo, precisamente, porque se trata de la lengua que compartían ambos, porque es oficial y porque, qué demonios, le dio la real gana. Pero esos motivos no son suficientes para quien no quiere entender y demuestra ser un troglodita.

Más realidad aumentada

La tecnología al servicio del entretenimiento… y de algo más. Eso es la realidad aumentada: jugar con nuestra propia realidad sobre la que se proyectan personas e instrumentos que podemos ver a través de un dispositivo móvil o una pantalla conectada a una cámara. En ‘Engadget’ nos enseñan lo último de Sony: jugar con una consola que proyecta objetos sobre nuestras manos, cazar a un dinosaurio en nuestro salón, o que una muñeca japonesa baile para nosotros en ese mismo espacio, con juegos de luces y sombras que asombran por su realismo.