Un partido secuestrado

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Lo peor no es que el PSOE esté desintegrándose, sino que lo haga en público: la ciudadanía, pierde la confianza en estas siglas a cada hora, con cada pésima noticia. El PSOE era desde el miércoles a la tarde un partido secuestrado, empezando por su cuenta en Twitter, que emitía varios vídeos de César Luena, otro cadáver político que hay que añadir a la cuenta de Pedro Sánchez. Al mismo tiempo, otros canales oficiales, como el del PSOE en Castilla-La Mancha echaban gasolina al fuego asegurando que existía un plan de Sánchez para pactar con los “independentistas”.

Un partido ridiculizado

El PSOE está secuestrado por el propio PSOE, y está siendo ridiculizado por el propio PSOE. No crean que disfruto con esta carnicería, todo lo contrario. Me gustan las campañas, defiendo la democracia y sufro con los procesos que erosionan aquello en lo que creo. Así que el tiro en el pie del PSOE me duele: la soberbia de Verónica Pérez, que entraba en Ferraz diciendo que era la que mandaba y salía dos horas después sin pasar del hall, o el afiliado de Mérida que se encadenaba a la sede para protestar marcan el nivel del ridículo que están alcanzando.

Un partido sin salida

El periodista Miquel Roig, cuya clarividencia envidio, resumió la actual crisis del PSOE con un breve tuit: “Qué importante es saber irse a tiempo de los sitios”. No digo que Pedro Sánchez tenía que haberse ido ya porque entiendo que el sapo de dejar gobernar a Rajoy se lo tiene que comer él, de hecho. Pero sí tenía que haber tranquilizado a su partido explicando sus planes, sus plazos y sus objetivos. Saberse ir no es dimitir y que ruede una cabeza, es compartir tus intenciones y dejar hecho todo lo que te toca.

Un partido en manos de sus enemigos

Lo bueno de haber crecido en Euskadi es que sabemos identificar a un caradura rápidamente. Patxi López y Alfonso Alonso más recientemente demuestran que el hormigón armado se puede llevar en el rostro. Y a todos les ganan, por supuesto, los jetas que defendían a los de las pistolas y ahora quieren que todos finjamos que aquí no ha pasado nada. Pero el caradura mayor del reino en el drama socialista es, sin duda, Pablo Iglesias: “Tengo muchas diferencias con Sánchez pero pretender hacer caer a un secretario general, elegido por las bases, con dimisiones es un fraude”, tuiteaba ayer. ¿Qué habrá sentido Roberto Uriarte al leerlo?

Un cadáver para carroñeros

Sigo con Pablo Iglesias. No solo lanzaba un tuit que, si tuviera algo de vergüenza, nos ahorraría: también anunciaba que cancelaba su viaje a Colombia por lo que sucedía, lo que fue inusitadamente respondido en Twitter. “No pinto nada en este asunto, pero que me aspen si voy a quedarme sin chupar cámara”, leíamos entre otros sarcasmos e ironías. Pero hubo más: su atrevimiento para responder en Twitter a Owen Jones, best-seller estrella de la izquierda europea, que él iba a explicarle qué pasaba en el PSOE, le retrata. O mejor: le caricaturiza.