Hablemos más de De la Serna

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El “circo” (la expresión no es mía sino de los diputados socialistas) de Podemos en el Congreso de los diputados impidió que habláramos de los hechos verdaderamente importantes que sucedieron en ese hemiciclo. Por ejemplo, la toma de posesión de Pedro Gómez de la Serna y su posterior salida del PP, inmediatamente, mientras es investigado por la Fiscalía Anticorrupción por “los presuntos delitos de corrupción en transacciones internacionales, cohecho, blanqueo de capitales y organización criminal” (Libertad Digital). Ahí es nada.

La última sobre Bescansa

Todavía no ha arrancado una legislatura que se prevé corta y Podemos ya empieza a aburrirme. Quienes solo buscan los objetivos de las cámaras acaban perdiendo toda su telegenia. Y celebro que, una vez más, Luis Arroyo haya sabido expresar con palabras lo que yo también opino: “El Congreso es un lugar de trabajo (…) Y si ahí mismo tienes una guardería –que supongo que Podemos no querrá cerrar como privilegio impresentable de la casta– entonces llevarse a la criatura al escaño me parece una impostura que sólo se justifica por las ganas de dar la nota, sin que se entienda muy bien el mensaje. Yo no sé si lo que nos querías decir es que tú eres la madre superiora, más madre que todas las madres que se sientan en el hemiciclo, o que la guardería no te gusta”.

Patxi López, el musical

Ayer mismo veíamos cómo Patxi López empezaba a ser tratado y retratado sin el maquillaje que su primer pacto público con el PP le confirió. Un López sin experiencia laboral alguna salvo ser socialista, que mintió en el currículum y, como vemos hoy en el Twitter de Hipersónica, cuyo único mérito es escuchar canciones nuevas: “El presidente del Congreso intenta mantenerse al día y ya se ha escuchado el disco de Courtney Barnett”. Delicioso.

La creatividad a los 65

Me ha dejado un poco desconcertado lo que hemos encontrado en El Español sobre cómo las reformas laborales de la última legislatura son tan desacertadas que incluso afectan al régimen de las pensiones limitando los ingresos de los creadores. Según la norma, un autor de más de 65 años tiene que elegir entre lo que gane como pensionista y lo que pueda aportarle las ventas de libros, desincentivando por completo la creatividad de quienes más tienen que contar.

La tecnología como excusa

La tecnología ha servido como excusa a ciertos visionarios para atacar a sectores enteros. El último ejemplo lo encontramos en la acertada denuncia de Qué Sabes De a Molly Guy, propietaria de una firma de vestidos de novia y columnista de Vogue que recomienda dejar de contratar a fotógrafos profesionales, y fiar los recuerdos de ese día a las fotos que los invitados capturan con sus móviles y suben a Facebook o Instagram. La tecnología, definitivamente, nos atonta.