La tontería del voto a peso

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Hacer el cálculo y publicarlo de cómo quedaría el Congreso de los diputados (y diputadas) si el Estado español fuera una circunscripción única y todos los votos valiesen lo mismo es, por un lado, hacerse trampas al solitario y, por otro, hacer trampas perversas mientras a menos que se vaya más allá de los números. Ese sistema daría representación a bolsas poblacionales mayores y dejaría sin presencia a partidos y sentimientos políticos mayoritarios en espacios concretos. ¿Hay quien prefiere ese sistema? Sí. ¿Es mejor? No.

Y la de las listas abiertas

Otra reclamación clásica de quien prefiere criticar a construir en política es el sistema de listas abiertas como si este fuera mejor, también, por si solo. Pues bien, en España existe una cámara en la que se pueden elegir senadores de diferentes partidos. ¿Saben lo que ha pasado en las elecciones del domingo? Que se ha reforzado el bipartidismo hasta el punto de que Ciudadanos, un partido nuevo con 40 diputados, ni siquiera ha conseguido un senador.

No, Inda, eso es lo más fácil

Eduardo Inda, por medio de un editorial en su digital, lo tiene claro: ante la difícil gobernabilidad de España lo mejor sería repetir las elecciones. Eso sería, por un lado, lo más fácil, y por el otro, lo más caro. Además, es una huida muy cobarde de quien tiene potestad para disolver las cortes: elecciones nuevas para ver si obtengo un resultado mejor y, lo que pierda la ciudadanía no me importa. Lo responsable (y lo difícil) es negociar para avanzar.

Losantos votó a Ciudadanos

Ahora que sabemos que la extrema derecha española no ha obtenido ni el resultado que esperaba ni el que esperaba el PP, resulta hasta entrañable leer a Federico Jiménez Losantos. El domingo, el periodista escribió por qué iba a votar a Ciudadanos, lo primero, porque se trata de un partido qué el ayudó a lanzar (por supuesto), después, porque encaja en la ideología del propio Losantos, que reconoce haber votado antes al PP, a UPyD y a Vox (ahí es nada).

Gómez de la Serna, diputado

Parece que nadie en el PP consiguió disuadir a Pedro Gómez de la Serna de que retirase su candidatura como número dos al Congreso de los diputados por Segovia. De la Serna había sido apartado de la campaña por el propio PP tras saberse que habría cobrado comisiones por conseguir contratos de obras públicas para empresas mientras era diputado del propio PP. Y ha vuelto a ser elegido, aún sabiéndolo en Segovia como lo sabían, aun con el PP asegurando que presionaban para que no se presentase. No se me ocurre mejor metáfora de la política española.