Lo importante

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Llevamos varios días poniendo ejemplos del pozo de lodo en el que se está convirtiendo Twitter. Pero hoy traigo una imagen que supone todo lo contrario: el experimento sencillo pero con total honestidad de una usuaria medianamente relevante (más de 7.000 seguidores) que muestra dos facturas propias de la luz: con el mismo consumo en tres meses paga 50 € más, como cualquier otro ciudadano. Ahora, que venga el ministro Nadal con las explicaciones.

¿Quién “victimiza”?

La agresión a una chica de ideología nazi, supuestamente, en Murcia, por parte de un grupo de activistas de izquierda, supuestamente (les recuerdo que es motivo de agravante del delito) ha generado una serie interesante de segundas lecturas. Un buen amigo me sugería un titular para zanjar el asunto: “Nazi se come unas hostias, por fin”, y no les niego que estuve tentado de darle la razón. Pero, no: ninguna violencia es justificada y toda agresión en grupo es cobarde.

El PSOE es así

No me cabe ninguna duda de que no hay partido en el arco parlamentario español que sea capaz de desbancar al PSOE como alternativa de gobierno al PP. Tampoco me cabe ninguna duda de que los socialistas se rearmarán aunque ahora estén empezando su travesía por el desierto. De lo que he dudado, equivocadamente, es de que hoy siguieran con el navajeo y las luchas cainitas. Pero el modo en el que antiguos defensores, Mendia incluida, abandonan a Pedro Sánchez nos recuerda cómo es el PSOE.

Los ladrones van a la oficina

Cojo prestado el título de aquella serie para contarles que Pedro Gómez de la Serna, imputado junto a Gustavo de Arístegui por montar un negociete de asesoría, venta de informes, cobro de comisiones y tráfico de influencias, en el propio Congreso de los Diputados, vuelve al ministerio de Interior, donde tendrá despacho y sueldo, según el Gobierno, por imperativo legal. Su condición de investigado no le priva de ejercer su labor funcionarial. Vale. Pero, ¿a cuántos tipos como él aguantamos y mantenemos?

Cómo pasar de una crisis

Por supuesto, Nesquik no tiene nada que ver en que alguien haya usado un paquete suyo para mover 250 gramos de cocaína, ni que éste haya llegado a la balda de un supermercado. Y si tiene algo que ver lo decidirá un juez. Pero me ha sorprendido cómo la marca pasa por completo del asunto, sin trasladar información ni siquiera por medio de las redes sociales en las que, evidentemente, su producto está en boca de todos para chistes y críticas. Siempre hay que comunicar.