Antes lo tenía muy claro: mejor British por obligación (aunque no es oro todo lo que reluce en su cultura y tradiciones) que español. Pero ahora van a dejar de ser europeos y, oigan, por ahí no paso. ¿Por qué les cuento esto? Porque la posible confrontación armada por Gibraltar entre España y el Reino Unido ha caído en Twitter como bomba de racimo de bromas. Mejores, incluso, que las de Perejil. El póster del The Sun con el lema “nuestra roca no se toca”, ya, ha sido el despiporre.
¿Y si se quedan con Murcia?
Entre las ráfagas de chistes en ambiente prebélico de sainete, más de uno sugirió una permuta para evitar la guerra: Murcia por Gibraltar. Pero me temo que no colaría. Y menos aún cuando Pedro Antonio Sánchez, finalmente, ha dimitido mucho después de estar imputado (él dijo que lo haría en cuanto alcanzara esa condición). Me pongo serio: en el PP hay antecedentes de sobra para que la sombra de la sospecha se extienda, pero los juicios rápidos no son los que se hacen en Internet.
El Príncipe de Asturias, para el desguace
Tengo que confesar que les traigo esta noticia solo por el placer de hacer ese titular. Porque a mí, que un portaaviones del ejército español acabe en la chatarra turca a cambio de 2,3 millones de euros porque, al final, nadie lo quiso comprar de segunda mano y el precio del acero se ha devaluado, me importa más bien poco. ¿Sirve para abrir un debate sobre la necesidad del gasto en armamento? Creo que hay noticias más importantes para lograrlo.
Mafia calabresa y fútbol español modesto
La mezcla resulta mucho más rentable de lo que podría parecer. Según el relato en El Confidencial, opera así: un par de italianos ofrecen una solución económica a equipos españoles con apuros (habrían picado el Jumilla y el Eldense), y les anuncian fichajes. Efectivamente, los jugadores llegan… Pero pagando por una oportunidad. Esos mismos jugadores, claro, después necesitan dinero, así que les ofrecen amañar resultados para ganar apuestas en Asia.
Una buena noticia (para variar)
Gracias a Begoña Beristain me entero de que en la Itzulia han decidido no contar con mujeres que besen a los ciclistas ganadores de las etapas. La noticia, como les digo, me parece estupenda, porque una vez más en Euskadi nos ponemos a la cabeza, esta vez, en cuestiones de igualdad. Porque la de las “chicas-florero” es una tradición a erradicar sin que nos tiemble el pulso. La noticia, lo sé, llega con la vuelta al País Vasco empezada, pero nunca es tarde para celebrarla.