Si no son activos en Twitter seguramente les sorprenda conocer que quienes sí lo son andan debatiendo sobre una columna del periodista Antonio Maestre en la que, de un modo edulcorado, agradece a sus padres el esfuerzo que hicieron por él. Nada extraño: progenitores sin estudios que lucharon para que sus hijos sí los tuvieran. Pues ahí andan algunos, quejándose de lo que para ellos es una tontería y haciendo, unos y otros, equivocada bandera de la lucha de clases.
¿Tú qué sabrás, Ramón?
Me incluyo entre los defensores de Maestre porque puedo identificarme en algunas partes de su historia (y no desprecio las que no reconozco como mías). También lo es Ramón Espinar, pero ya nos explicará este hijo de consejero “black” (VPO a dedo y revendida sin uso y con beneficio, incluida) con qué se identifica. Él mismo tuitea: “Es un relato de clase obrera”. Porque eso es lo que conoce: relatos. Como el suyo: el del niño bien que acaba de senador, parlamentario y cargo orgánico, defendiendo a los pobres.
Difama que algo queda
Felipe González es indefendible. No solo por el GAL y sus derivadas. Como expresidente vive como un millonario gracias a sus cargos en grandes empresas y negocios inmobiliarios. Y todo, lo de antes y lo de ahora, con total impunidad. Pero lo de Lagarder Danciu, activista de profesión, es injustificable: no se puede tuitear “El incendio del parque de Doñana es provocado ya que Gas Natural de Felipe González tiene intereses en la zona”, con todo el morro.
No propagues bulos
Sobre el mismo incendio ha tenido que tuitear también la cuenta Maldito Bulo: “No, el Parque Nacional de Doñana no se podrá nunca recalificar después de un incendio. No lo permite la Ley de Parques Nacionales de 2014”. Así de sencillo. Pero, claro, esta realidad les fastidia el tuit y el titular a quienes todo les vale en su lucha política. Y no con ello defiendo la ley que permite recalificar terreno natural quemado ni a quienes la aprobaron. Todo lo contrario: para criticar con fuerza hay que ser rigurosos.
Rigor también sobre el CETA
Termino casi como he empezado: si son activos en Twitter tendrán la sensación de que el planeta entero está en contra del tratado de libre comercio Canadá-Europa, y que solo unos pocos neoliberales han votado a favor de él. Pero como explica César Calderón la realidad es justo al revés, pese al ruido: en el Parlamento Europeo votaron en contra del CETA (y ahora Pedro Sánchez quiere sumarse a esa lista) extrema derecha y extrema izquierda, abrazadas.