La judicatura, a examen

Algunas decisiones judiciales durante la pandemia han puesto delante de las cámaras y los micrófonos a juezas y jueces que estaban acostumbrados a pasar desapercibidos pese a sus excesos. Celebro que se haya rasgado también ese velo y compruebo, además, que la tendencia es firme. La semana pasada en Eldiario.es publicaban “El negocio en negro de jueces y fiscales”. Billete sobre billete, todos en mano y al principio del mes, “cobran por alumno 100 o 200 euros mensuales, generalmente en sobres que no pasan por los controles de Hacienda. La tarifa sube hasta los 300 cuando el preparador está en los peldaños más altos”.

Bien juzgado

Precisamente una jueza pero mucho más lejos “sanciona a los abogados de Trump que demandaron el fraude electoral” (República.com). “La jueza para el Distrito Este de Michigan, Linda Parker, tachó como un ‘abuso histórico y profundo del proceso judicial’ la demanda (…) Deberán reembolsar los gastos en los incurrió el estado de Michigan y la ciudad de Detroit para responder a la acción legal. Además, Parker ordenó que reciban 12 horas de clases de educación legal, la mitad de ellas enfocadas en la ley electoral”. También pueden ser sancionados “en los estados donde ejercen su profesión”.

Spoiler: tampoco van bien

Quienes también se pasan de listos son las y los que critican todas las medidas que imponen los gobiernos (siempre que la justicia no lo impida) para frenar los contagios del coronavirus. En la calle y especialmente en Twitter vemos desprecios absolutos y difícilmente explicables ante restricciones que solo buscan salvar vidas. Es cierto que algunos países cambian criterios (“Alemania dejará de valorar las tasas de contagio para sus restricciones. Se centrará en hospitalizaciones”, según Magnet), pero no lo es menos que todos los indicadores aquí siguen siendo preocupantes. Y quien no se preocupa es quien genera el problema.

La discreción tiene un precio

A veces tengo la sensación de que siempre nos contaron la historia pero que lo hicieron con eufemismos y ahora estamos oyendo una versión para mayores de edad: cuando decían que Juan Carlos I era “muy campechano” se referían a que hacía lo que le daba la gana. Y cuando decían que Sofía de Grecia era “muy discreta” se referían a cómo tragaba con todo por mantener a la familia real griega, cuyo estatus está vinculado directamente a su persona. La mujer del rey emérito sigue ejerciendo esa discreción pero ahora lo hace para, según Público, levantar un millón de euros de todos desde que su marido abdicara.

Ya nos la han colado

Me temo que en Pymes y Autónomos van tarde y que la jubilación a los 70 va a ser una realidad, y no un debate que “empieza a estar encima de la mesa”. Y si tiene que ser así, que sea, yo solo pido ya que nos cuenten la verdad y que nos traten como a adultos que cotizamos: si no hay manera de sostener el sistema de pensiones, que lo digan, que expliquen sus planes (por ejemplo, en una campaña electoral) y que todos actuemos en consecuencia. Lo que no es sostenible es la colección de subterfugios y trampas que intentan todos los partidos que han gobernado y gobiernan (repito: y gobiernan) España.