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La columna de ayer empezaba con un error: pedía al Athletic que actuase después de la queja en voz alta de Unai Simón. Y mi petición fue amplia y felizmente superada: “El Club ha decidido prohibir la entrada al campo a las dos personas que instaron coactivamente a varios integrantes de la Herri Harmaila a cesar en la animación”, leemos en su web. Solo puedo admitir que me equivoqué (por exigir poco) al pedir que le quitaran la bonificación si la tenía y el acceso a las entradas que pudiese tener, y que me alegro de la decisión que ha tomado el Athletic. Podemos sacar a los fascistas de San Mamés y debemos hacerlo. Es ahora.
La clase alta de siempre
“Mucha herencia y subvenciones, poco emprendimiento: así se han hecho ricos Musk y los que serán los primeros billonarios”. Así de contundente es el titular que leemos en Pymes y Autónomos sobre la nueva clase alta, que de alta tiene mucho pero de nueva, poco: han perfeccionado “sistemas diseñados para favorecer a una minoría” que ya conocían gracias a sus fortunas familiares. Pero hay más sentencias: “La base del éxito financiero de Musk ha sido el gobierno de Estados Unidos”. Así de claro. La innovación “parece haberse olvidado de aquel viejo mantra que pretendía erradicar la pobreza y buscar la equidad”.
Que nos engaña como siempre
“Ni TikTok se fue, ni Trump la ha traído de vuelta, ni ha pasado, en realidad, nada de nada”, explica Enrique Dans en una columna contundente contra el populismo de Trump (el “más patético que existe”) y quienes le imitan. Su definición es muy precisa: “En la cabeza de un populista solo hay una cosa: convertir cada acción en una forma de captar votos”. Y esas cabezas populistas están allí pero también aquí, es fácil reconocerlas en cada huelga, en cada idea básica que nunca dicen cómo van a lograr: educación pública y gratuita para todos, vivienda pública y barata, sanidad sin límite de gasto y subida de sueldo generalizada.
Esto es lo que nos intentan colocar
El populismo de Trump y Musk es patético, pero funciona: “Los devastadores incendios que asolan Los Ángeles han hecho que, tras los políticos, todos los ojos estén sobre los responsables de los bomberos” (Voz.us). “Kristin Crowley, lesbiana y activista LGBT, cuyo principal objetivo para su mandato era ‘fomentar una cultura diversa, equitativa e inclusiva dentro del LAFD’”, que perseguía, según el digital trumpista, “la entrada de más mujeres en el cuerpo como cupo de igualdad incluso si eso podía poner en peligro la vida de hombres por las características biológicas propias de ambos sexos”. Y con estas mierdas ganan las elecciones.
No importa nada
En el Huffington Post han hecho una pieza de las suyas, muy ligerita, sobre “qué dicen en Israel y Alemania del gesto de Musk que pareció un saludo hitleriano”. Lo llaman “un saludo romano”, recuerdan los vínculos de Musk con la extrema derecha y destacan lo bien acogido que fue aquel gesto entre nazis declarados: “Voy a disfrutar de las lágrimas que me desbordarán”, “la Llama Blanca se alzará de nuevo”. La gravedad es máxima, pero la noticia será sepultada por decenas que buscan mejor el clickbait en el digital. En el mundo real, en nuestra memoria el gesto también será sepultado para alborozo de los fascistas.