Tranquilo, Hugo, todo llega

Arranca una nueva semana en la que volveremos a viejos temas, como el decreto ómnibus del gobierno español. Y digo lo que he dicho: Sánchez ha hecho lentejas (las tomas o las dejas) sin preguntar a nadie. Y las ha hecho mal. Hay cosas discutibles en ese decreto, como la rebaja en el transporte público: ¿de dónde salen esos millones? ¿Realmente están bien empleados sobrefinanciando este servicio? Sin embargo, a Hugo Pérez Ayán le molesta la subida de las pensiones desde su perspectiva joven y liberal. Lo explica con contundencia en The Objective, y yo le respondo: tranquilo, Hugo, todo llega. También darte cuenta de lo que es una pensión.

El relato neoliberal

¿He sido paternalista con Hugo? Sí, claro. La alternativa era decirle que ya hay que ser gilipollas, pero prefiero guardar mi mala cara para quienes defienden que es buena la idea de Trump de ofrecer ocho mensualidades a las y los trabajadores federales como indemnización para que abandonen sus puestos. “Si entre el 5% y el 10% de la fuerza laboral federal renuncia, la Administración estima un ahorro de 100.000 millones de dólares”, aseguran en Voz.us. Lo que podemos asegurar es que con menos funcionariado haces menos. Igual que Musk hizo de Twitter (ahora, X) un sitio peor cuando despidió a parte de la plantilla.

No puedes estar a favor

Sigo con Trump, que además de pretender adelgazar el estado, “ordena al Pentágono preparar un centro de detención para inmigrantes en Guantánamo”. En su primera legislatura estuvo en contacto con grupos nazis (lo cuenta Michael Wolff en ‘Furia y Fuego’), al principio de esta hemos visto a Musk hacer algo muy parecido a un saludo nazi dos veces, y ahora asistimos a la puesta en marcha de lo que puede ser un campo de concentración para quienes van a quitar el trabajo a las y los estadounidenses. Nadie puede estar a favor de esta mierda, a menos que sea un nazi, claro. Y no estoy banalizando el término, estoy haciendo todo lo contrario.

Yo creo que no lo han entendido bien

Creo que en Vozpópuli no lo han entendido bien: cuando dicen que “Sánchez indigna a los memorialistas con el palacete del PNV” porque “las familias republicanas tienen el mismo derecho”, no se trata de una crítica, sino de una reclamación. La “miles de familias republicanas que fueron saqueadas y sufrieron confiscaciones por parte de los franquistas, que, a punta de pistola o mediante sentencia militar, se apropiaron de sus casas, sus tierras, bienes de todo tipo, ahorros” tienen que ser restituidas. Lo de la sede del PNV que utilizó el Gobierno Vasco en el exilio no es un agravio, es el punto de apoyo.

Está todo inventado

Un compañero suele recurrir al “está todo inventado”, y lo cierto es que está inventado hasta cómo “tener los trabajadores más felices del mundo”. Los tiene Dinamarca, según la BBC, y la clave es “la confianza” en todos los aspectos del trabajo: compañeras, compañeros, jefas y jefes confían en que dediques las horas que requieren tus proyectos y en tu responsabilidad. “Nadie intenta microgestionarte ni mirarte por encima del hombro”, aseguran, pero esta es mi cita favorita: “No hay una cultura laboral en la que tengas que aparecer y estar disponible todo el día, toda la noche, para demostrar que trabajas duro todo el tiempo”.

Los negocios no se hacen solos, hay que hacerlos

“Trump y Musk acuerdan que SpaceX rescate a dos astronautas estadounidenses ‘abandonados en el espacio’ por la Administración Biden”, leo en Voz.us, la web del trumpismo en castellano. Ya sabíamos que Butch Wilmore y Suni Williams estaban alargando su estancia en la estación espacial internacional por que la nave de Boeing (competencia de Elon Musk) había tenido problemas para llegar a ellos, pero no parece que estén abandonados cuando hemos leído sin problemas sobre su situación. Una situación que es una oportunidad de negocio y reputación para SpaceX, propiedad de Elon Musk. Los negocios no se hacen solos.

Un libro de instrucciones para volver a desarrollar a humanos

Parece esta una columna de ciencia ficción más que de Internet, pero no podía dejar de escribir sobre esto que he encontrado en Microsiervos (dónde si no): en la Universidad de Southampton hay “una especie de copia de seguridad de la humanidad” para “que alguna futura inteligencia biológica, robótica o IA pueda interpretar los datos”. En concreto es un cristal de silicio que ahora “se ha guardado en una cápsula del tiempo” en Austria con “las aproximadamente 3.000 millones de bases del genoma humano, cada una secuenciada 150 veces para garantizar su exactitud”.

Es normal

Ya que me he metido en Honduras acabo en Tegucigalpa, como el viejo dicho: “Star Wars pasa por el peor momento de su historia”. Vaya, es normal: como consumidor de ciencia ficción desde que tengo uso de razón reconozco que lo último que he visto (durante los últimos 15 años) del universo Star Wars es una castaña. El arranque de “Tripulación Perdida”, de consumo familiar ya, me ha parecido esperanzador, pero es evidente que la franquicia está fatigada y la audiencia, más, según Espinof, porque su éxito “estaba en su escasez” y los nuevos productos no han sabido “mantener su condición de evento”.

Las modas

Esta columna tiene poco sentido, lo sé, pero a veces salen así. Voy ahora con las modas que dictan los reels de Instagram o TikTok: la misma persona que se compró una Cocotte, la Thermomix, la air-fryer, la cafetera con la que pesar, moler y hacer un café, tiene ahora en su casa sartenes de acero inoxidable. Y como dice David de Jorge, está “jodiendo los lomos de merluza y las tortillas” (Huffington Post). El cocinero (que nunca ha sido uno de mis favoritos pero al que doy la razón) lo tiene muy claro: “Vuelve a las antiadherentes”. Más allá de los consejos de cocina, lo de las modas consumistas merece, como poco, un Pantomima Full.

Neymar era la novela

Desde que hago este repaso diario en Internet he encontrado a varias personas sobre las que he pensado: “¡Qué pena que no se me haya ocurrido como personaje de una novela!”. El Pequeño Nicolás, Sandro Gozi o Neymar con mis favoritos, sin duda. Ahora el futbolista “rescinde con el club saudí Al Hilal y regresa al Santos doce años después” (Iusport). Un final casi poético para una carrera deportiva muy llamativa pero que deja insatisfechos a todos menos a él. Y en ese requiebro es donde me quisiera perder. Sin embargo, sé que esto acaba de empezar, que Neymar va a seguir siendo un personaje de novela irresistible.

Una «necesidad política»

El edificio del PNV en París que sirvió de sede al Gobierno Vasco del Lehendakari Agirre hasta que fue tomada por la Gestapo y regalada a Franco por la Alemania nazi (vamos a llamar por fin a las cosas por su nombre) está siendo utilizada por el populismo español de derechas para sus mierdas (sigo llamando a las cosas por su nombre). La de Andoni Ortuzar a Santiago Abascal (una “obligación moral” y una “necesidad política” para “desmontar sus patrañas”) es una digna y precisa respuesta ante un atropello histórico (la apropiación y la no devolución durante 80 años) y ante una manipulación escandalosa.

Más allá del ómnibus

“La ley ELA sigue sin financiación tres meses y 264 fallecidos después de su aprobación”. Este titular en The Objective no puede pasar como si nada. Llevamos semanas hablando del ómnibus que, sin duda, es importante, pero el gobierno español lleva tres meses ocultando la grave situación de las personas afectadas. La clave, ya me advertía un compañero en el Congreso, era el dinero: “La partida presupuestaria para sufragar solamente los costes directos que actualmente asumen las familias de los enfermos de ELA deberá oscilar entre los 184 y 230 millones de euros”. Pero, claro, si queremos viajar en autobús por 20 céntimos…

Menos medios, menos democracia

De la primera comparecencia ante los medios de Karoline Leavitt me quedo con esto que vocean en el medio que difunde el trumpismo en castellano: “La Administración Trump le daba la bienvenida a los ‘nuevos medios’, alentando a influencers, podcasters y periodistas alternativos a pedir credenciales de prensa en la Casa Blanca”. ¿Por qué? “La confianza de Estados Unidos en los medios masivos de comunicación ha caído a un mínimo histórico”. Un filón para los populistas: sin prensa no hay democracia. Y quien argumente la dependencia económica de los medios tradicionales que piense en lo barato que se venden los influencers.

El entretenimiento globalizado

Lo que más me ha sorprendido del estudio de Nielsen sobre lo que más vemos en streaming es que ya existe un modo mundial de ver la televisión. Y con este consumo global normalizado lo más visto es… ¡Bluey!, la genial serie de animación, sí. Lo segundo, un clásico: “Anatomía de Grey”. Pero hay más viejas conocidas: “Padre de familia” (también de animación), “Big Bang Theory” o su spin-off, “El joven Sheldon”. Con razón, en Xataka se preguntan: “¿Cómo es posible que las series más vistas del año no sean de las que más se habla, y las plataformas más vistas no sean las que más titulares reciben?”.

La realidad

La liga francesa no levanta cabeza: “Los clubes de Primera y Segunda perderán 1.200 millones en 24-25” (Palco 23). La salida de Mbappé ha acabado con el poco atractivo que tiene la competición de fútbol del país al norte de Euskadi y la fiesta se ha acabado: los ingresos por las retransmisiones han caído y los fondos CVC siguen bajo sospecha. Lo que obliga a los clubes a sujetarte a un modelo de negocio que ya conocen: la formación y venta de jugadores que saltarán a las grandes ligas. ¿Es sostenible? No lo parece. Pero el fútbol mundial parece un castillo de billetes, en vez de naipes, y sigue en pie. Por lo menos, de momento.

Feliz equivocación

La columna de ayer empezaba con un error: pedía al Athletic que actuase después de la queja en voz alta de Unai Simón. Y mi petición fue amplia y felizmente superada: “El Club ha decidido prohibir la entrada al campo a las dos personas que instaron coactivamente a varios integrantes de la Herri Harmaila a cesar en la animación”, leemos en su web. Solo puedo admitir que me equivoqué (por exigir poco) al pedir que le quitaran la bonificación si la tenía y el acceso a las entradas que pudiese tener, y que me alegro de la decisión que ha tomado el Athletic. Podemos sacar a los fascistas de San Mamés y debemos hacerlo. Es ahora.

La clase alta de siempre

“Mucha herencia y subvenciones, poco emprendimiento: así se han hecho ricos Musk y los que serán los primeros billonarios”. Así de contundente es el titular que leemos en Pymes y Autónomos sobre la nueva clase alta, que de alta tiene mucho pero de nueva, poco: han perfeccionado “sistemas diseñados para favorecer a una minoría” que ya conocían gracias a sus fortunas familiares. Pero hay más sentencias: “La base del éxito financiero de Musk ha sido el gobierno de Estados Unidos”. Así de claro. La innovación “parece haberse olvidado de aquel viejo mantra que pretendía erradicar la pobreza y buscar la equidad”.

Que nos engaña como siempre

“Ni TikTok se fue, ni Trump la ha traído de vuelta, ni ha pasado, en realidad, nada de nada”, explica Enrique Dans en una columna contundente contra el populismo de Trump (el “más patético que existe”) y quienes le imitan. Su definición es muy precisa: “En la cabeza de un populista solo hay una cosa: convertir cada acción en una forma de captar votos”. Y esas cabezas populistas están allí pero también aquí, es fácil reconocerlas en cada huelga, en cada idea básica que nunca dicen cómo van a lograr: educación pública y gratuita para todos, vivienda pública y barata, sanidad sin límite de gasto y subida de sueldo generalizada.

Esto es lo que nos intentan colocar

El populismo de Trump y Musk es patético, pero funciona: “Los devastadores incendios que asolan Los Ángeles han hecho que, tras los políticos, todos los ojos estén sobre los responsables de los bomberos” (Voz.us). “Kristin Crowley, lesbiana y activista LGBT, cuyo principal objetivo para su mandato era ‘fomentar una cultura diversa, equitativa e inclusiva dentro del LAFD’”, que perseguía, según el digital trumpista, “la entrada de más mujeres en el cuerpo como cupo de igualdad incluso si eso podía poner en peligro la vida de hombres por las características biológicas propias de ambos sexos”. Y con estas mierdas ganan las elecciones.

No importa nada

En el Huffington Post han hecho una pieza de las suyas, muy ligerita, sobre “qué dicen en Israel y Alemania del gesto de Musk que pareció un saludo hitleriano”. Lo llaman “un saludo romano”, recuerdan los vínculos de Musk con la extrema derecha y destacan lo bien acogido que fue aquel gesto entre nazis declarados: “Voy a disfrutar de las lágrimas que me desbordarán”, “la Llama Blanca se alzará de nuevo”. La gravedad es máxima, pero la noticia será sepultada por decenas que buscan mejor el clickbait en el digital. En el mundo real, en nuestra memoria el gesto también será sepultado para alborozo de los fascistas.

Bluesky es aburrido

No tengo nada contra Maruja Torres, por supuesto. Solo he cogido su mensaje en Bluesky como ejemplo del traslado que están haciendo a esta red social desde X muchas y muchos que, como ella, siempre se han ubicado en la izquierda política. Me parece muy bien, por supuesto. Pero es necesario decirlo: Bluesky es aburrido, una sosez. X es lo puto peor, siempre lo he dicho: un pozo de guano interminable. Pero la nueva red (cuyo modelo de negocio desconocemos, es necesario recordarlo) me da mucha pereza, llena de buenismo y, sobre todo, a una altura moral que yo, con mi normalidad, nunca alcanzaré.

¡“Contraélite”, dice!

En la página web Voz.us, que es la voz, nunca mejor dicho, del trumpismo en España, han publicado un “análisis” firmado por Karina Mariani (ex de La Gaceta, para más señas) en el que glosa la figura de Elon Musk que personifica “la contraélite plebeya”. Vamos a ver, quien considera a Musk “contraélite” y “pebleyo” tiene un problema de apreciación evidente. Pero hay más: según la autora, es el ejemplo de cómo se avanza del progresismo al trumpismo luchando contra el wokismo (ese mantra que funciona muy bien como detector de tontos). Y obvia, por supuesto, todos los intereses económicos que Trump le permite mantener.

“Hamás emerge”

El gobierno ultra liderado por Benjamín Netanyahu ha cometido un genocidio en Gaza. No lo digo yo, lo dice Amnistía Internacional. Lo que yo sí he reclamado en numerosas ocasiones en esta columna es que detengan y juzguen cuanto antes a este asesino. No me corto, no puedo hacerlo: el mal debe ser señalado y erradicado. De la misma manera, me repugna ver cómo “Hamás emerge de los túneles tras 15 meses de bombardeos israelíes” (El Independiente) con “desfiles militares y patrullas en las calles”. ¿Quién dio la excusa a Netanyahu para comenzar los ataques? ¿Qué papel han jugado esos hombres armados durante los bombardeos?

La atrocidad de Ucrania

Las bombas han dejado de caer, por lo menos, de momento, sobre Gaza. Pero, en Ucrania, Rusia sigue golpeando, con soldados norcoreanos en la actualidad. Habíamos leído sobre ellos que flipan con Internet, el porno y el alcohol, y se vuelven indisciplinados, que desertan cuando pueden, y, ahora, que tienen la orden de suicidarse si son apresados (El Periódico de España). Sí, esto sigue pasando en Ucrania. Sí, sigue una guerra abierta en Europa que sangra. Sí, nos estamos olvidando de ella. Y sí, los de siempre siguen justificando a Putin porque Rusia les debe recordar a algo bonito, aunque sea el culpable de todo.

Las piedras contra tu tejado

Escribí sobre esto hace tiempo, cuando en X (otra vez) se puso de moda despreciar la gastronomía o el paisaje gallego y asturiano, principalmente. Lo hacían las y los oriundos, con sorna y, según ellas y ellos, para mantener a los turistas alejados (nunca salen de sus pueblos ni hacen turismo, por lo que parecen). En El Blog Salmón explican algunas acciones fallidas implementadas en el Reino Unido, como las reseñas buenas para restaurantes malos y o estrambóticos. Eso tampoco ha salido bien: el turismo no ha disminuido y quien se lo curra de verdad se ha visto perjudicado por su “comunidad”.