¿Qué les mueve a estos?

En el Sur de Euskadi, Vox ha recibido 44.000 votos. Es imposible decir de dónde salen porque el PP ha perdido más de 55.000 y Ciudadanos, 23.000. Básicamente han salido de sus casas (podríamos decir también que han salido de las cavernas) y han decidido que la extrema derecha les representa. Permítanme que no lo entienda por mucho que me esfuerce. Vox me parece un partido de desmemoriados y descerebrados, y las primeras palabras de Ortega-Smith ya como miembro de una formación que estará en el Congreso solo me refuerzan en mi idea.

Vox empezó a ganar (y 24 escaños es ganar) cuando PP y Ciudadanos decidieron hacer la campaña con su discurso. Mientras Casado y Rivera se especializaban en decir lo que creían que diría Abascal, Vox iba soltando globos sonda y rumores para demostrar que cualquier discurso de esos partidos era una medianía, que ellos iban realmente en serio. Pero no creo que sea el éxito de una campaña premeditada, sino una necesidad. De hecho, Bannon, Farage, Le Pen o Salvini comparten una pasión desatada por los focos que sus homólogos españoles, simplemente, no han podido replicar.

Pero ahora Vox está en un escenario diferente: no podrá vetar ni a medios ni a periodistas a la tribuna de prensa durante las sesiones parlamentarias. Ahora escucharemos sus argumentos y su manera de defenderlos. Cuando eso suceda es fácil predecir que Vox tendrá un comportamiento similar a Podemos: han nacido tocando su techo y permanecerán pero perdiendo apoyos y escaños sin remedio aparente.

Lo que es necesario es marcar las distancias y diferenciarnos de Vox hablando claro: el resultado que han obtenido en todo el sur de Euskadi, Catalunya y Galiza, y el que han obtenido en el resto de circunscripciones deja claro que habrá dos Españas, pero que esas nacionalidades no forman parte de ellas. Las sociedades enfermas, las provincias traidoras y las autonomías golpistas son las más sanas democráticamente. Es España la que está enferma y la que tiene que decidir si quiere curarse… O no.

La soberbia es un pecado capital… y político

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¿Dónde está el equipazo que presentó Pili Zabala para que le llevaran sus redes digitales? Tal vez sigan de camino a Euskadi, perdidos en la periferia norte de Madrid. Lo cierto es que si han venido apenas lo hemos notado. Igual es que Euskadi sigue siendo diferente, con los tres principales partidos españoles a la cola de las preferencias políticas de la ciudadanía vasca. Y que ya salimos sufridos de casa. Primero, por la presión de los mentecatos de siempre. ¡Qué hubiera sido de nosotros si además cuando ETA estaba activa Twitter hubiera estado tan de moda como ahora! Después, la presión de los socialistas vascos, que durante la campaña de asedio a Ibarretxe y de defensa de López hicieron sudar tinta china a cualquier nacionalista moderado (en su haber y su debe queda, a la vez). Y por supuesto, la presión menor de los que siguen diciendo, ahora en Twitter, que la vasca es una sociedad enferma porque no votamos lo que ellos votan.

Con este entrenamiento, insisto, igual sí han venido las guerrillas on-line de Podemos… Y no nos hemos enterado. Pero uno echa un vistazo a los timelines oficiales y estos no pasan de ser una cartelada virtual del mitin de cada día. Ojo, igual eso es una innovación política de la leche, pero en Euskadi ya lo veíamos hace una década. Hay que tener en cuenta que, como me decía en Twitter un candidato suplente de Podemos, necesito que alguien me enseñe a manejar esta herramienta. ¿No les he contado eso? Esta campaña he hecho un amigo. Mi error fue ponerme a su altura. El suyo, no conocer Euskadi ni con quién se mete.

En cualquier caso, el problema de Podemos es el mismo desde el primer minuto: su soberbia y el mínimo manejo que ejerce sobre las expectativas. Ni asalto al cielo, ni sorpasso, ni alternativa en Euskadi o Galiza, donde el PP tiene mayoría absoluta. Solo las municipales catalanas en Barcelona les han salido bien (en Madrid gobierna Manuela Carmena aunque las elecciones las ganó Esperanza Aguirre). Si en España hay gobierno (Pedro Sánchez está condenado ahora a rilarse), los dos años sin campañas que nos vienen harán las estrellas del rock se apaguen definitivamente. Y esto no lo salva ya ni Twitter ni la televisión.

El arte de hacer el ridículo (II)

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Tan seguro estaba de que, a pesar de lo poco que estaban arriesgando en redes sociales, los candidatos y las candidatas iban a acabar dándonos de qué hablar, que hace unos días titulé una columna así: “El arte de hacer el ridículo (I)”, dando por hecho que, efectivamente, habría segunda parte antes de que vayamos a votar.

Empiezo por el evidente, por el que más ha despreciado esta campaña fiándolo todo a las matemáticas y el voto duro: Alfonso Alonso. Fíjense en sus invitados a Gasteiz: Javier Arenas (el rancio entre los rancios), Pablo Casado (el que va de moderno pero es como Javier Arenas)… ¡Javier Maroto y Javier de Andrés! Además de que “Javier” parece un trending topic en el PP, llama la atención que el ex alcalde y el ex diputado general son hoy invitados a la que, alguna vez, fue su ciudad. ¡Cuánto tira Madrid que les expatria en lo que tardas en escribir un tuit!

Sigo con Idoia Mendia, que daba las gracias a Pedro Sánchez por su apoyo. Apoyo con el que esperan obtener “un gran resultado” mañana. Empecemos por definir qué es “un gran resultado” socialista. El 26-J fue, simplemente, que Podemos no les pasara por encima aunque fueran las terceras elecciones generales consecutivas obteniendo el peor resultado de su historia. En Euskadi el estropicio va a ser peor: el PSE aspira a que Podemos no cuente más del doble de sus escaños para proclamar que el resultado ha sido bueno… Pese a que seguirá escarbando en su suelo. A todo esto, ¿qué dice Pedro Sánchez? Que a él no le miren, que “estará en Galicia acompañando a Xoaquin F. Leiceaga”.

Seguimos con los partidos españoles: Pili Zabala diferenciaba ayer en Twitter entre vascos y navarros. Después de saber que ella se considera española porque lo pone en el DNI y que Lander Martínez votará “no” en el referéndum de independencia vasco, solo les falta reivindicar a Manolo Escobar. Hablando de Lander Martínez: ha escrito dos tuits que parecen blancos pero que, puestos en el contexto adecuado, suenan ridículos. Primero, da las gracias a todos los que han trabajado en la campaña. Habrá que recordarle que Pablo Iglesias llamó “pesebreros” a quienes colaboraban con los partidos políticos. Después, aprovecha para relanzar que el cierre de campaña de su partido es en Zarautz. Zarautz. Repito: Zarautz. Pocos sitios hay más pijos en Euskadi. No hace falta que nadie cuente el chiste de que el mitin ha sido en el jardín de la casa de Pili Zabala para saber que los candidatos de Podemos son de un tipo de “gente” del que no somos ni usted ni yo, pobre clase media.

Los partidos nacionalistas han hecho las mejores campañas on-line y off-line. Cada uno la que le tocaba. Unos han rejuvenecido a Otegi y otros han ablandado a Urkullu, acompañados de periodistas que han comunicado bien (Agirre, Iriarte, Ortuzar) y “refrescos” muy buenos (Casanova, Erkoreka, Tapia…). ¿El tuit más fuera del tono general de la última tanda? Posiblemente un retuit de Otegi a los bolivarianos que le apoyan. A mí me eso me huele a geriátrico, pero evidentemente apunta a su electorado.

Ahora, permítanme que me eche un rato a reflexionar con calma, que menudos nueve meses llevamos…

¡Arriesguen, candidatos, arriesguen!

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Cuando Susana Martín me propuso escribir estas columnas y salir de mi formato habitual no lo dudé. Me apetecía reflexionar con más espacio sobre en qué redes sociales estamos, de qué burbujas de Internet venimos, y hacia qué aburrida virtualidad avanzamos. Enseguida tuve claro que me centraría solo en los candidatos y las candidatas a lehendakari. Era fácil intuir que esta sería una campaña presidencialista por falta de tiempo y de energía. Llevamos tres procesos electorales en diez meses, y la ciudadanía que vota está cansada, sí, pero los que pululamos alrededor de las campañas estamos agotados, se lo aseguro. Lo que no esperaba, sinceramente, es que los protagonistas de los carteles iban a desenvolverse tan lánguidamente en las redes sociales digitales.

¡Hasta Arnaldo Otegi ha ido a menos! Los comentarios en Twitter sobre las series que veía cuando salió de la cárcel, los chistes sobre Cuarto Milenio, las fotos de sus gatos… son previos a la ratificación de su inhabilitación (es decir, la precampaña). Como candidato, una solitaria foto de un perro con chubasquero y una pegatina con su cara son casi toda la sal y la pimienta. Tuits de entrevistas, alguna reflexión para meter el dedo en el ojo sobre todo al PNV, y mucho apoyo a las cabezas de lista de su formación forman el grueso de sus tuits. Un político más.

Entre las candidatas de Bildu, la más conocida, Iriarte, no ha arriesgado nada, y sí lo ha hecho un poco Jasone Agirre, por ejemplo, ayer mismo. Si vas a un acto durante la campaña, pones dos tuits anunciándolo, uno en euskera y otro castellano, en ambos subes una foto que te ha sacado un tercero, y utilizas el hashtag oficial de la campaña, se trata de un acto de campaña. Si el acto de campaña es una manifestación por un desahucio lo mejor que te puede pasar es que nadie te pida explicaciones ni por el proceso (que siempre es complejo y nunca es tan maniqueo como presentan el final) ni por la utilización del dolor ajeno con fines electorales.

Al PP vasco le dan igual estas elecciones: “Somos la voz de España en esta tierra ¡A votar!”, tuitean con la vista puesta más en Madrid que en ningún otro sitio. Y en el PSE, para compensar la facilidad con la que se han metido en charcos últimamente, en el Twitter y el Facebook de Idoia Mendia el riesgo es mínimo.

A la que sí exponen es a Pili Zabala. Su community manager nos sorprendió ayer con que ellos no ponen publicidad en el tranvía porque cuesta dinero. Lo curioso es que en la foto del tuit aparecía Íñigo Errejón, que es la segunda vez que viene. Antes lo hicieron Pablo Iglesias y Ada Colau. Y sus viajes y estancias, ¿no cuestan dinero? En cualquier caso, sacar los colores es fácil: si alcanzan el techo de gasto (todos los partidos lo hacen) no tendrán tranvías simplemente porque se han gastado la tela en otras cosas.

En el PNV, Aitor Esteban fue el primer político vasco que hizo un Facebook Live (luego repitió en junio), e Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar han sido los primeros que han respondido a un “Questions and answers” de Twitter, esta misma semana desde Barakaldo. Pero el riesgo, incluso en estos formatos, no es excesivo. A ver sobre qué escribo yo la columna mañana.

No se dice «gilda», se dice «piparra»

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La campaña del PP en Euskadi es muy sencilla: que las matemáticas y su buena posición donde el escaño sale más barato les regalen los resultados. Por extensión, en Internet no hacen esfuerzo alguno (más que el económico), y el PP está desaparecido como siempre. Solo cuando Javier Maroto contaba con un asesor que iba a los encuentros digitales con su propia “cla”, el PP proponía algo diferente en Euskadi. Antes y después, el PP vasco es a Internet lo mismo que es a Euskadi.

Ya he deslizado en alguna columna anterior que su campaña de spots me parece reseñable. Hoy me explicaré: la ejecución es estupenda, pero el planteamiento y el cierre lo único que muestran es su propio cavernicolismo. Es el PP el que acaba de descubrir que los nacionalistas vascos son exactamente iguales que quienes no son nacionalistas vascos. La conclusión a la que han llegado, décadas más tarde que el resto (como otros con otras cosas), les parece tan brillante (y lo es) que deciden gastar mucho, mucho dinero en publicidad on-line. Y ahí se acaba la campaña: anuncios en YouTube, en Facebook y en Twitter, además de en las versiones digitales de algunos medios. Más allá: tuits de Rajoy y mentiras gruesas.

Alfonso Alonso está usando los espacios en redes sociales que engordó como ministro para hacer la campaña pero, ¿qué va a hacer el hombre si Mariano Rajoy usa los que tiene como presidente para hacer campaña, ayer por Galiza, antes de ayer por Euskadi? El timeline del máximo responsable del poder ejecutivo en España, en funciones, es el de cualquier candidato en campaña. Porque a falta de gobierno en Madrid buenas son unas las tortas de Mondoñedo o unas piparras vascas. Aunque en el PP, claro, las llaman “gildas”, que el vascuence es una lengua impuesta por “la” ETA a los funcionarios.

Bonito “zasca”, como dicen los de Internet, pegó al respecto Jon Arrizabalaga a su ex alcalde hace solo un par de días: no es cierto que el euskera valga más que un doctorado en unas oposiciones a medicina. Y para ser forense, ser capaz de hablar en alemán a una familia que reclama una explicación que entiendan, vale más que un posgrado. Pero de eso, como el propio Arrizabalaga denuncia, no dicen nada ni Alonso… Ni Mendia. La irresponsabilidad política tiene precio y se paga en las urnas los domingos electorales.

Pero al PP la realidad en Euskadi le da igual. Llevamos años comprobándolo, y el fin de la injustificable presión de ETA ha rasgado el velo que impedía hablar de lo ridículos que eran y son algunos de sus argumentos. ¡Claro que Euskadi crece más lentamente que España! Simplemente, porque el punto de partida económico español es mucho más bajo. Añado un dato: el PIB español crece el doble que el alemán. ¿Está por eso mejor la economía de España que la de Alemania? Pues eso.

No se crean que en Twitter, por eso de que se queda todo por escrito, tienen más cuidado: Alonso apelaba ayer mismo a la importancia de la representación de las ideas en el Parlamento Vasco… Y se tirará toda la legislatura actuando como si su partido no fuera la última opción política de los vascos, prácticamente residual en la CAV y Nafarroa. Si conservas tu campaña en vinagre el problema es tuyo, no es de los demás.