Realidad y ficción

No vamos a poder mirar hacia delante en Euskadi, ni hacia ningún lado, hasta que aprendamos a distinguir realidad de ficción. La ficción es asegurar que no hay nada reivindicativo o político en los “ongi etorri”. Realidad es el daño y la indignación que generan esas manifestaciones de apoyo a quien ha generado dolor usando al pueblo vasco como excusa. Realidad es ese dolor, ficción es que lo hicieran en nombre de quienes pedíamos que parasen. Realidad es el hilo de Joseba Eceolaza, redactor de esas mociones contra las bienvenidas que responde a Julen Arzuaga. Ficción es la película que se monta el parlamentario de Bildu.

La línea estaba clara

Es una cuestión subjetiva, por supuesto, pero la misma confianza como votante me generan Iglesias y Díaz Ayuso: ninguna. Ambos sabían que “incumplieron la ley al hacer anuncios desde sus cargos institucionales” (Eldiario.es), como concluye la Junta Electoral. Insisto, lo sabían pero de igual manera usaron él su despacho de vicepresidente y ella la sala de prensa del gobierno autonómico. Y no es una casualidad ni una anécdota, es una forma de hacer: las líneas a veces no están claras pero en las dos ocasiones referidas sí lo estaban y, pese a ello, lo hicieron. Es su política y su comunicación, no la mía.

Si no lo sabes, lo aprendes

Entiendo perfectamente la reacción en cadena en Twitter de Marc Sala, Carlos Franganillo y Xabier Fortes, entre otros, que esta semana se mostraban sorprendidos y molestos por el asalto de una redactora de Las Cosas Claras (La1) a Mariano Rajoy mientras caminaba. La pregunta y la insistencia de la periodista eran solo el primer error: la actitud y la sonrisa de Jesús Cintora cuando recuperó la conexión fue el segundo y más grave. Un ente público no puede caer en el acoso ni en la tentación de emitir la huida y regodearse. Y quien no lo sepa, como la redactora o Cintora, lo puede aprender. Si quiere, claro.

Vivir de Twitter es muy duro

Vivir de lo que dices o haces en las redes sociales sin tener nada fuera de ellas tiene que ser muy duro, y lo digo completamente en serio. Estás expuesto y las críticas de quienes te envidian son incómodas, recurrentes y, generalmente, anónimas. Pero lo peor que te puede pasar es que venga alguien que sin Twitter ya tiene una carrera profesional y te corrija en público una barbaridad. Le ha pasado esta semana a Gerardo Tecé, oportunista de la palabra (y en ocasiones, oportuno con ella), al que Borja Cobeaga recordaba que “La vida de Bryan” generó también polémica en el Reino Unido cuando se estrenó.

Una nueva comunicación

En esta columna hemos recordado que siempre hay alguien que nos quiere contar un cuento. A veces, para que le compremos su ficción o su estilo comunicativo, y en otras ocasiones para satisfacer nuestro interés: “Ingenuity, el helicóptero que está en Marte preparándose para volar, estrena blog” (Microsiervos). La NASA lleva años innovando también en comunicación: encontraron rápidamente el modo de utilizar las redes sociales para informar como institución y generar conocimiento y, después, empezaron a abrir canales de sus diferentes misiones para poder seguirlas como a cualquier otro protagonista de actualidad.

Para el sofá y la queja

Borja Cobeaga ha dado en el centro de la diana con su tuit: “Que éramos la generación mejor preparada para quedarnos en casa en chándal no me cabía duda alguna”. Internet, las plataformas de televisión bajo demanda, las videoconsolas, los libros y discos acumulados, por supuesto… Nos permiten llevar mejor un confinamiento. Por desgracia, se trata de la misma generación que, desde su sofá y con el móvil, forman parte de la legión de seguidores de la extrema derecha, que justifica el fascismo vasco, que comparte bulos y que compite por encontrar más motivos para la queja que sus followers.

Lo que te cuela es su App

Bernardo Hernández ha decidido, por el morro, sacar unos bonos para todos los comercios de España y Euskadi. Cualquiera puede comprar un bono en la tienda que le dé la gana (sin el consentimiento ni el conocimiento del propietario) por 15 € hoy, y gastar 20 cuando se levante el confinamiento. Solo es necesario que el que compra se descargue la App (Verse) y que el que venda también lo haga y, además, haga una cesión de datos de la leche. Vamos, que en nombre de la solidaridad y la tecnología (otra vez con el mismo cuento) el que sale ganando es él, que coloca su plataforma con el dinero de unos y el trabajo de otros.

Bloquea y que se jodan

Durante muchos años he recomendado ignorar antes que bloquear en las redes sociales digitales. Con una excepción: si el troll llegaba a tus redes para colocar su discurso ante su audiencia, entonces, sí, bloqueo al canto. De un tiempo a esta parte iba vislumbando que el bloqueo era necesario ante la organización de los fascistas, básicamente. En este confinamiento lo tengo igual de claro que Estefanía Molina: “No solía entender el debate ‘bloquear sí, bloquear no’. Ahora si lo comprendo. Nadie tiene derecho a insultar gratuitamente bajo una identidad falsa. Es cobarde. Bloquead”.

Los americanos se arman contra la pandemia

A estas alturas de la crisis sanitaria mundial, no puedo pensar bien de quien siga vendiendo las bondades de las liberalizaciones como en EE.UU., lo siento. Ya no es solo la falta de cobertura médica, ya no es solo que el despido gratis y la ausencia de un sistema social vaya a dejar a las puertas de la marginalidad a millones de personas, es que, para colmo, el sector que ha salido reforzado es el de la venta de armas para defensa personal (que puede llegar a incluir ametralladoras): entre marzo de 2019 y marzo de 2020 la venta de armas ha crecido un 80%, según Magnet. Evidentemente, por el coronavirus.

Ni de coña

El mundo del fútbol se divide en dos: el de Primera y el resto. El fútbol que no es de primera es de supervivencia: no todos los clubes son solventes y los sueldos (salvo los de algunos jugadores de Segunda) son generalmente bajos. Esta es la realidad. Así que un ERTE en un equipo de Segunda B supone casi lo mismo que una empresa. Y hay miles de familias que viven del fútbol lejos de los lujos. Pero lo que tengo claro es que todas las rebajas salariales de los jugadores y técnicos de Primera tienen que estar al margen de estas regulaciones que pagamos entre todos. Por pura y dura decencia.