La vida de Valeriia Kozynets

El pasado 20 de febrero, Valeriia publicó en su cuenta en Lomography una foto de varios edificios de Kiev bajo un cielo azul estupendo junto a una especie de lago. La foto está sacada con una Minolta de 1998, en película, obviamente. Y es que en Ucrania hay (o había) muchas y muchos aficionados a la fotografía analógica que exhiben sus imágenes en esta red social. La vida de Valeriia, que vemos en su galería, tan parecida a la nuestra, nunca va a ser igual. La invasión rusa se ha llevado sus aficiones, sus carretes, sus cámaras, tal vez hasta a sus amigos o a ella misma. La tragedia es absoluta. Ayudarles, nuestra obligación.

Kasparov, en mi equipo

El hilo en Twitter de Garry Kasparov sobre la invasión rusa sobre Ucrania es de una valentía y una clarividencia extraordinarias: el campeón de ajedrez habla sobre la guerra que libra Putin contra el mundo desde mucho antes que este ataque, de cómo, en su opinión, no se detendrá si no le detenemos ahora. Y que para detenerle tenemos que arrinconar la fuerza de Rusia, pero no solo la militar, sino la que ejerce chantajeando con sus reservas de recursos naturales. Kasparov cree que la vía de agua es la presión de los oligarcas rusos y pide, finalmente, que no tratemos más a Putin como presidente, sino como lo que es: un dictador.

Hoy es Ucrania. Punto

Me parece una frivolidad que Pablo Iglesias que haya tirado de ironía en su artículo de Ctxt sobre un editorial que publicaron en El País tras la invasión rusa sobre Ucrania. No es el momento y, evidentemente, no es materia para los textos jacarandosos. No soy tonto: sé que el partido español que tiene vínculos con Putin, si no directos, si indirectos pero muy próximos, es Vox. Lo de Podemos, y no solo de Podemos, es otra cosa: es una mala interpretación de que la paz es el camino. Tan mala que el líder espiritual de un grupo totalmente confundido se permite deslizarse a la risión mientras señala a los periodistas que le corrigen.

Hagámoslo

Puede que Rosa María Artal peque de optimismo cuando tuitea: “La cuestión no está en decir ‘no a la guerra’ sino en ‘hacer’ no a la guerra”. Eso no es pecado. Como no lo es empatizar con la población ucraniana porque lo hacemos con quien ha vivido como nosotros hasta que Vladímir Putin ha decidido acabar con un país por el morro. Pero tenemos que ser conscientes de que la única forma de restablecer la paz es hacer frente a Putin de todas las maneras posibles. Lo que estamos viviendo es un acontecimiento excepcional cuyo único precedente es la II Guerra Mundial. No es comparable con nada más.

Dejemos un huequecito

La actualidad es dolorosa y estresante, entre la pandemia y una guerra que nos afecta e interpela directamente. Pero no podemos permitir que se nos escapen otras noticias como el corte que recibió Isabel Díaz Ayuso con su propuesta de dumping fiscal durante una cumbre en Marsella: “No creo que sea la mejor manera de colaborar entre regiones”, le respondía el alcalde de Coulianes, en Francia. Christophe Rouillon dejaba claro a la presidenta de Madrid que fuera de su ámbito de acción hace frío y que solo le ríen las gracias cuando son buenas. También dejaba claro lo que hace Madrid con los impuestos.