Un tonto

La decisión de El Rubius de emigrar a Andorra para pagar menos impuestos tiene que servir para que despertemos y estemos más atentos a los modelos que hemos dejado que surjan. Modelos que como Elmiillor (no voy a molestarme ni en buscar su nombre ni su canal de YouTube) tuitean mierdas como esta a sus casi 190.000 seguidores: “Que cada persona trabaje y tribute donde le apetezca o donde más le beneficie. El Estado mira por su bien y nunca os priorizará a vosotros, no tenéis ninguna obligación moral con un sitio por el simple hecho de haber nacido en él”. ¿Quién cree este que le financiaba el Dalsy?

No quieren

Resuelvo la duda de Elías Gómez y doy por hecho que quien ha conseguido con apenas 20 años ganar cientos de miles de euros, millones en algunos casos, es perfectamente capaz de comprender qué son y para qué sirven los impuestos. Pero son egoístas: han hecho todo su trabajo casi solos, en sus habitaciones, sin entrar en los circuitos laborales tradicionales (que incluye a los compañeros de oficina, a quien te pone un café y a quien te saluda al volante de un autobús público), y no sienten empatía. Por eso creen que pueden disimular su egoísmo con un discurso contrario al bien común o el estado de bienestar.

¡Claro que algo no funciona!

Rafa Aguilera destacaba acertadamente el momento de la polémica: llevamos un año apelando a “lo público” para que invierta en el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus, para que la distribuya con eficacia, para que mantenga sistemas sanitarios fuertes, para que pague los ERTE y ayudas a autónomos, para que proteja a nuestros mayores en sus residencias y para que garantice una escolarización presencial y homogénea, y va esta pandilla de egoístas y decide armar un discurso contra los impuestos porque los consideran un robo. Algo hemos hecho mal los medios, pero este fenómeno lo han impulsado otros.

Volverán y les habremos pagado todo

“Si aquí todos somos muy liberales hasta que te notas un bultito”, tuiteaba con acierto Dani Bordas. Pero no hará falta ni que se vean en un gran aprieto médico: El Rubius, Elmiillor, Lolito Fernández… Todos esos youtubers volverán a sus ciudades. Andorra no es para siempre, y su modelo de negocio no sabemos si es sostenible en el tiempo: su vida laboral es mucho más corta que la del resto. Y cuando regresen el estado del bienestar seguirá aquí a pesar de su egoísmo. Y habrá estado también para sus familias y amigos. Incluso para quienes les han empoderado, justificado y animado a ser profundamente insolidarios con quienes han crecido y hasta con quienes les han hecho ganar tanto dinero.

No hay debate

Llevo un montón de líneas criticando con tanta contundencia como puedo a quienes deciden librarse de los impuestos que todos pagamos. Y no voy a permitir que nadie me niegue su egoísmo y su falta de vergüenza para disfrazarlo de hastío ante el robo que perpetra “lo público”. Aquí no cabe la discusión, como recordaba en Twitter el profesor universitario Diego E. Barros: “Ni todas las opiniones son respetables ni todas las cosas son debatibles. Y esa, precisamente esa, fue la primera línea Maginot que fueron capaces de sobrepasar. Y ahora es tarde”. Irse a Andorra no es un derecho: es una decisión de mierda.

¿Coherentes o cuñadetes?

Empezamos la semana de los cuñados: esos familiares que vienen a tu casa, incluso en tiempos de pandemia, a contarte lo que sucede como si fueran los que están bien informados. No son cuñados, necesariamente. Ni siquiera son familiares en muchos casos. Pueden ser de la cuadrilla (la familia que uno elige, o casi) o del trabajo, pero dicen cuñadeces. Dani Bordas pone en Twitter el ejemplo más claro que se me ocurre: “Meterse veinte en una casa en Nochebuena para criticar la gestión de la pandemia del Gobierno”. Eso es lo que va a suceder si, como el contagio, no lo evitamos. Hagámoslo.

También en el gobierno español

La batalla por ser el más cuñado en el gobierno español está difícil: tres secretarios generales de partidos, tres candidatos. Sánchez, Iglesias o Garzón son, cada uno en su estilo, un tipo de cuñado: el que siempre se sale con la suya y sonríe, el que te discute todo y el que cree que siempre tiene razón porque es más de izquierdas que nadie de los que se sienta a la mesa. Un consejo de ministros precioso, desde luego. Pero no todo son risas: Moncloa solo ha pasado su primer escollo, los PGE, y las tensiones internas saltan a la vista y a los nervios de sus protagonistas. Mal augurio para la alternativa al trifachito.

Cuando las cifras cuadraban en Madrid…

Más nos vale que el gobierno español logre sobrevivir, por malo que nos parezca (y nos lo parece) porque la alternativa la tenemos a simple vista en Andalucía o Madrid. Del sur sabemos poco cuando las cosas van mal, de la capital del reino lo sabemos todo porque Díaz Ayuso no tiene problemas en atraer los focos. Ahora conocemos que esta comunidad autónoma corrige sus cifras de contagios hasta con nueve meses de retraso y, por supuesto, siempre al alza. Así es más fácil que salgan las cuentas: en lo que llevamos de diciembre “cada día” (Eldiario.es) ha ido sumando hasta 1.761 contagios más a noviembre.

¿Quién quiere ser Bolsonaro?

Enfrentarse a los cuñados negacionistas tiene que ser muy fácil ya, con la vacunación a punto de empezar: se trata de elegir entre quién quieres ser, una persona que confía en la ciencia y es solidaria y por eso se vacuna, o un cavernícola como Bolsonaro que “dice que la vacuna de Pfizer podría convertir a los humanos en cocodrilos” (Vozpópuli). A estas alturas del año y la pandemia yo creo que podemos permitirnos decir eso de “chorradas, las justas” y parar los pies a Bolsonaro, a un familiar o a un conocido pesado que se ha dejado engañar o pretende engañar a los demás por su propia diversión.

Sábado y domingo cotizamos los demás

Lo peor es que, como recuerdan en Pymes y Autónomos, “no es solo algo de ‘la empresa española’ sino que lo vemos también aplicado en algunas administraciones que tienen que contratar personal temporal como educación o sanidad”. Se refieren a la práctica de contratar los lunes y despedir los viernes que la Seguridad Social quiere revertir. “Un problema endémico, que no ocurre en otros países de nuestro entorno. Y tiene que ver con la alta temporalidad que hay en el mercado laboral”. Y advierten: “Si no se arma bien la norma en lugar de contratar el lunes muchas lo acabarán por hacer otro día de la semana”.

Un debate difícil

¿Hay que mantener la actividad económica? No lo sé, no soy de esos que tienen las cosas muy claras ante una pandemia y una crisis sanitaria mundial como nunca habíamos visto. Cualquiera puede buscar ejemplos que refuercen la opinión que defiende. Pero llamó mi atención este tuit de Guillermo Dorronsoro, al que, para variar, no le va nada político en la discusión: “El sistema de salud lo sostienen los impuestos de la actividad económica. Vivimos más, con mejor salud, porque podemos pagar un buen sistema de salud. Defendemos la actividad económica, porque sabemos que eso nos ayudará a salvar más vidas”.

No es momento de solemnidad

No es momento ni para la solemnidad ni para los maximalismos, para muchos es momento de reutilizar mascarillas. Así de duro. Así que Pablo Iglesias puede ahorrarse su cita a la Constitución Española: “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Los que sugieren que la riqueza es la de los empresarios, los que afirman que esta es una lucha de clases y los que piensan que cuando se cierra una empresa solo se empobrece el propietario, ¿en qué mundo viven? ¿Qué edad mental tienen? Hay que bajar al barro y pensar en las PYME.

Los que lo hacemos posible

Las ingentes cantidades de dinero público que serán necesarias para que no se hunda definitivamente una economía que salía de una larguísima crisis, ¿de dónde creen que salen los que hablan o tuitean como si tuvieran catorce años y lo reducen todo a una lucha de clases especialmente innecesaria en este momento? Del esfuerzo de todos. De todos. Dani Bordas lo clava en su tuit: “Mañana salgo a aplaudir a los que pagamos impuestos, que somos lo que de verdad hacemos posible todo esto”. Esta crisis tiene que servir para que señalemos y aislemos a los evasores. Y para que abramos los ojos a la realidad.

Un gobierno preocupante…

Cuando Sánchez empezó a retrasarse sistemáticamente después de anunciar comparecencias públicas empezaron las malas señales. El retraso en la publicación en el BOE de la norma que iba a afectar a millones de trabajadores por cuenta ajena en España y en Euskadi solo lo confirmó angustiosamente: este gobierno español (en el que confían los de Bildu más que en el vasco, ellos verán) preocupa porque da la sensación de que no se ponen de acuerdo los partidos de la coalición y porque uno no sabe si improvisa o duda hasta el infinito. Y sigo defendiendo que no es momento de crítica. Pero sí de observación.

Un caos de caso…

Ese BOE del domingo por la noche va a convertirse en una triste metáfora de cómo actuó el primer gobierno de España de coalición ante una crisis sin antecedentes: desdiciéndose, siendo desleal a su principal apoyo parlamentario, haciendo feliz a los del cuanto peor, mejor, y abriendo la puerta a un caos laboral de un día… Y un caos económico impredecible. Que en la redacción del propio BOE se haya colado esta errata: “caos” por “caso”, como Dani Álvarez mostraba en Twitter (a mí me lo pasó una buena compañera por WhatsApp) solo refuerza esa metáfora. La del tiempo que vivimos… Y el que viene.

«Hostia puta, cuánto facha»

El humorista gráfico catalán, Mia Font, resumía mejor que nadie en su explícito tuit la jornada electoral: “Hostia puta, cuánto facha”. Siempre he creído que el votante es sagrado y que su decisión es absolutamente respetable, pero empiezo a dudar de mí mismo porque votar a Vox no es como ser capaz de votar a Bildu, el PP o Ciudadanos, es ir un paso más allá y legitimar en España la historia más negra de ese país. Es revanchimo, es avalar la xenofobia, la homofobia y el machismo. Porque el movimiento de Vox es mucho más concreto y directo que el de Trump o Le Pen: hace solo 45 años eran los que mandaban.

Sí, eran ellos

Dani Bordas también clavaba el diagnóstico en Twitter: “Los que votaban a Ciudadanos, para no ser de izquierdas ni de derechas, han resultado ser de ultraderecha”. Los números, además, son muy claros: lo que ha perdido Ciudadanos se ha ido a Vox, sobre todo, y un poco al PP. Antes, toda esa bolsa de votos era del PP, que aglutinaba desde el centro-derecha hasta el extremo diestro. La irrupción de los de Rivera empezó a resquebrajar su flanco más derecho (pocas cosas más perniciosas ha habido en España que entrar en el juego de llamar “centro” a Ciudadanos) y al final la mano dura les ha arrancado lo que es suyo.

Y los medios españoles, ¿de qué se sorprenden?

Aunque fastidie, también hay que tener en cuenta avisos como el que hacía el guionista Raúl Díaz: “Un juego para esa gente que trabaja en medios y reclama autocrítica a políticos: a ver si adivináis qué parte de culpa tenéis en la frase ‘solo hace 11 meses no teníamos ninguna representación en España, solo hace 11 meses. Hoy somos la tercera fuerza política, con 52 diputados’”. Porque los que se sumaron desde su tribuna al “Ciudadanos es el centro” son casi los mismos que han sido colaboracionistas con la extrema derecha. Y cuanto antes enmienden lo hecho (nadie pide que se inmolen), mejor para ellos y para todos.

Tezanos no hizo sociología, hizo campaña

Las elecciones más innecesarias solo las quiso el PSOE y, sobre todo, las ha perdido el PSOE. Si Sánchez no fue capaz de sacar adelante el escenario de abril no será capaz de sacar este de noviembre a menos que se rodee, para variar, de viejos políticos que saben de cosas de Estado. En vez de ellos, hasta ahora ha preferido el marketing, el consulting y Tezanos, que pasó de hacer sociología a hacer campaña para ver si la teoría que se cumple a si misma obraba el milagro. Pero no lo hizo. Al contrario: ahora Sánchez tiene más de cincuenta fachas en la cámara y la obligación de entenderse con Podemos a cualquier precio.

El gráfico que hay que ver

Si el de Tezanos fue el sondeo que más falló antes de las elecciones, el de Politibot es el gráfico más relevante el día después en España: marca las curvas por separado de los cinco partidos. Este sí que no tiene trampa y muestra cómo el PSOE ha dejado pasar la oportunidad, como el PP no remonta lo suficiente, como Ciudadanos se ha hundido sin remedio, como Podemos resiste pero siempre a la baja y como Vox se ha disparado. Que sí, que lo sabemos todos, pero un pelín de perspectiva (toma los datos de las Generales desde 2015) ayuda a situarnos. Ya solo falta que lo vean los citados y formen gobierno de una vez.