Llegan las vacunas… Y las vacunaciones

Después de un montón de frustración y unos cuantos chistes que ríen quienes aplauden el cuanto peor, la vacunación empieza a avanzar a buen ritmo por fin… Y porque hay vacunas, evidentemente. Desde la más alta instancia europea hasta el más normal ciudadano con los ojos abiertos conoce el ninguneo de las farmacéuticas y sabe que es un error politizar una cuestión tan sensible desde el gobierno (Ayuso) o la oposición (Ubera, Hernández o Garrido). Por otro lado, el ministerio encargado del reparto no ha ayudado mucho con el baile de cifras e incluso su ocultación cuando faltaban dosis comprometidas.

Lo que tuvimos que aguantar…

ETA fue quien mejor apuntaló el régimen del 78, como lo llama ahora Otegi, imitando a Pablo Iglesias. Nada como la banda terrorista sirvió para tapar la existencia de quienes hoy votan a Vox o de socialistas que no se hacían del PP por el que dirán. En Euskadi tuvimos que aguantar que muchos interesados y unos cuantos tontos nos dieran lecciones. Hoy, sin el manto de ETA, a todos se les ven las costuras: Isabel San Sebastián, que hace años parecía una premio Pulitzer, hoy no pasa de ser portada en Periodista Digital por acusar a Irene Montero de ser ministra por acostarse con Pablo Iglesias. Ese es y fue siempre el nivel.

Stop al facha

“Defiende el Ramiro, odia a la ultraderecha”, ese es el lema que la asamblea de estudiantes del Instituto Ramiro de Maeztu ha lanzado para rechazar la presencia de Ortega-Smith en sus instalaciones. Incluso con todo lo que me aleja de esas asambleas que tan bien conocí cuando era estudiante en la CAV, el rechazo a la fachada me une a ellos por completo. Leía esta noticia en Público poco antes de saber que Díaz Ayuso había vetado la charla de la ministra Montero en otro instituto para no ideologizar al alumnado. De una ministra, sí. Vamos, que en Madrid la cosa está clara: la extrema derecha puede hacer lo que el gobierno no.

Cantaban el “cara al sol”

“Han venido unas señoras cantando el Cara al Sol y han agredido a una señora”. Cuando Vozpópuli publica una noticia en la que esta declaración está en el octavo párrafo sabe que no relega una anécdota, sino la noticia: unas fachas fueron a reventar una manifestación feminista y lo lograron provocando altercados que son más relevantes que la motivación política. Y no debería de ser así: los empujones a las fascistas son consecuencia lógica de una agresión, la de entonar una canción del régimen. Y que la extrema derecha mandara a unas viejas a modo de comando femenino tampoco es casual.

Libertad de acción

Quien lea este periódico habitualmente puede disfrutar casi a diario del trabajo de José Mari Martínez y el resto de fotógrafos del Grupo Noticias. Pero Twitter tiene una dimensión especial y que Jon Larrauri haya subido una fotaza de Martínez, el fotógrafo agredido en la manifestación de Bilbao de apoyo a Pablo Hasél, importa: así no solo las y los lectores pueden apreciar su labor, esta vez, durante el último partido del Bilbao Basket. Este es el trabajo de Martínez, su arte, su modo de expresión, ese que el agresor decía defender a hostia limpia con un profesional y vandalizando Bilbao. Que quede claro.

23-F

La calidad del sistema democrático español la estamos comprobando en el Congreso, el Gobierno (y los partidos que lo sustentan) y la Justicia españolas por separado… Y en la relación entre los tres poderes. La pandemia solo ha agudizado unos problemas que vienen de muy lejos, que no se cerraron ni mucho menos aquel 23-F ni con la Transición y que en 1985 vivieron uno de sus momentos más repugnantes: Público ha difundido “unas grabaciones a altos mandos de la Guardia Civil” que “demuestran que Mikel Zabalza murió tras ser torturado en Intxaurrondo”. ¿De verdad nadie ve motivo para reabrir la investigación?

El monopolio de la violencia en Euskadi

La ausencia de altercados violentos en Euskadi, salvo algún verso suelto, después de la detención de Pablo Hasél y las manifestaciones (alguna, multitudinaria) ha sido mucho más clarificadora que la presencia de jóvenes (y no tan jóvenes, y a la edad de los detenidos me remito) violentos que se enfrentan a la Ertzaintza tras esperar a los agentes haciendo litros. En Euskadi a los violentos alguien les ata en corto… Y les suelta el sedal cuando conviene al dueño de la caña. Los últimos incidentes en Lekeitio o en el propio Bilbao, y la respuesta de la Izquierda Abertzale o sus prescriptores han sido muy elocuentes.

“Plena normalidad democrática”

El bajísimo nivel del parlamentarismo español, del primero gobierno de coalición y de la judicatura que se empeña en corregir a los dos primeros porque han entendido mal eso de “hacer justicia”, no está reñido con la capacidad de los políticos españoles para superarse a sí mismos: Echenique es un experto capaz de denostar la “plena normalidad democrática” que ha llevado a su partido a la vicepresidencia de un gobierno y a otros cuatro ministerios. Ya sé que la precariedad de la que habla en su tuit no la puede arreglar Podemos en un año, pero si en vez de tuitear trabajaran en ello avanzarían más rápido.

Pero el fascismo sí es fascismo

Claro que no tiene razón Rocío de Meer cuando dice que el antifascismo es terrorismo. Son dos cosas diferentes y los que hemos sufrido que justifiquen el terrorismo en nuestro nombre y sin pedirlo lo sabemos muy bien. De hecho, terrorismo, antifascismo y fascismo son tres formas de enfrentarse al mundo completamente diferentes que la diputada de Vox consigue que estén presentes en su brevísimo tuit. ¿Quién puede estar interesada o interesado en identificar el antifascismo con el terrorismo? Pues justo dos colectivos que se presentan como antagónicos pero tienen en común, justo, que justifican al fascismo.

Por ejemplo

Por supuesto, nada tiene de antifascista, nada tiene de luchador por la libertad de expresión y nada tiene de defensor de los derechos de la clase trabajadora quien pega un puñetazo a un fotógrafo que intenta hacer su labor en medio de los incidentes con la excusa del encarcelamiento de Pablo Hasél. José Mari Martínez, fotógrafo de este periódico, fue el agredido el pasado domingo. En 2019, Oskar Martínez, también fotógrafo en DEIA, fue agredido por un ertzaina. Eso indica que los fotógrafos de la cabecera están siempre donde tienen que estar: donde molestan al violento.