Si les soy sincero, la denuncia de Pedro Sánchez de que a él también le han aparecido seguidores falsos en Twitter (‘Te Interesa’) me suena a las historias de esos barcos que aprovechan para limpiar bodegas y depósitos cuando hay una marea negra. También podría Transmitirles su versión: que hay hackers que, en vez de intentar atacar tu cuenta, te suman unos cuantos miles de seguidores, pero no me la creo. Me parece más verosímil que Rajoy compre y le hayan pillado, y que Sánchez también haya comprado y se haya sumado a la excusa de Rajoy antes de que le señalen.
Que llamen a la policía
Cuando dos personajes tan importantes como el presidente del gobierno español y el secretario general del PSOE ven “atacadas” sus cuentas con un incremento de seguidores (lo escribo y me da la risa), podrían acudir a la policía, incluso, por medio de esta red social… y siempre que el community manager de la Policía Nacional no esté pensando cuál será su próximo chiste. Este fin de semana, el equipo que lidera Carlos Fernández ha celebrado su millón de followers con onomatopeyas de derrapes (o algo parecido). Esto sí que no me hace ninguna gracia.
O acudan la justicia… si se fían
Miguel Ángel Rodríguez está alcanzando un grado de impresentable no conocido hasta ahora. Uno de sus últimos tweets, con el que intenta defender la actuación de Esperanza Aguirre es de una desvergüenza extrema: “Jueces!: una turba violenta insulta a la vicepte del Gobierno y no pasa nada; una bronca con un agente de movilidad es delito… En fin” (sic). Ya sé que lo que busca el portavoz del gobierno Aznar es notoriedad, y que con este comentario se la estoy dando, pero entiendo (o espero) que una actuación tan zafia le retrata.
Telecincazo franquista
Jordi González se ha cuidado de no actualizar su cuenta en Twitter estos días salvo para recordar que Kylie Minogue también aparecía en el programa que presenta en ‘Telecinco’. Espacio que comenzó con una vergonzosa loa a la nieta de Franco. Carmen Martínez-Bordiú bailó, se hizo la sorprendida, le hicieron la pelota y fue aplaudida como en los buenos tiempos de la dictadura. ‘Telecinco’, así, sublimó la telebasura y la puso al servicio de la más indignante y vergonzosa casta. Porque esto sí que es casta.
Nacionalismo del malo
Tomás Roncero es de esos que se quejan airadamente de que se mezcle política con deporte cuando las selecciones de Euskadi reclaman la oficialidad, pero luego no se sonroja (y si lo hace es porque se enciende) cuando él mismo utiliza cualquier resultado deportivo para mostrar su españolidad. Porque ya nos han dicho que cuando hay un estado conformado no es nacionalismo, es patriotismo. Al final, Roncero no se acaró en Twitter si animaba a Portugal o a Gibraltar (que fue a la que goleó Polonia), pero sí sabía que los del peñón tienen que ser españoles.