La mujer pixelada

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Celebro que estos Juegos Olímpicos estén sirviendo para aumentar la exigencia a todos los medios para que informen debidamente sobre el deporte de primer nivel que practican las mujeres. Esa corriente parte, sobre todo, de las redes sociales, donde la sensibilidad a flor de piel de algunos/as sirve de palanca para generar conciencia. Por supuesto, también hay opiniones peregrinas y discusiones que deberían de estar superadas, como algunas que ha generado la foto de Tansim News Agency, que ha pixelado a la deportista que no vestía hiyab.

Hay que tener poquita vergüenza

Con las duras palabras del Instituto de la Mujer hacia Pablo Iglesias después de que este escribiera que “azotaría hasta que sangrase a Mariló Moneto” aún haciendo eco, con el silencio sorprendente de líderes y “fans” de Podemos después de la denuncia y abandono de un grupo de chicas porque en su “círculo” se sentían acosadas sexualmente, hay que tener jeta para mandar al community manager de Podemos que lance este tuit: “Muchos medios valoran a las mujeres en los JJOO en función de su físico. Queremos igualdad también en el deporte”.

Cuando gobiernan los ricos…

Cuando una persona con abultada cuenta corriente y negocios en los que se mueve mucho dinero llega al gobierno, toma decisiones desconociendo los problemas de la mayoría. Y los ejemplos que me refuerzan en esta idea siguen saliendo: la mujer de Ignacio González, delfín de Esperanza Aguirre y presidente de la Comunidad de Madrid, cobraba 112.000 € al año por representar a la CEOE en Bruselas, después de recibir más de 700.000 por su cese en la Asociación Española de la Industria Eléctrica.

Palestina desaparecida

Google está muy presente en nuestras vidas, pero no deja de ser una empresa privada que, por muchos millones que tenga en la caja, responde a los intereses que quiera. Y si en su aplicación de mapas decide hacer desaparecer a Palestina, está en su derecho: no es una organización pública mundial y no debe nada a nadie. Eso no significa, obviamente, que me parezca bien, pero sí tiene que servir para recordarnos que Google no nos debe nada. A nadie.

Dalas y Miare

Yo les conocí el lunes, mientras me sumergía en un mar de usuarios de Twitter profundísimo, adolescente e incandescente. Al parecer, Dalas y Maire son dos youtubers bastante jóvenes que mantenían una relación mientras él flirteaba con tuiteras, algunas de ellas menores de edad. Su ruptura, los celos, los supuestos cuernos, han sido seguidos y comentados por miles de usuarios/seguidores, en una suerte de culebrón a tiempo real fascinante… Y que nos lleva a una conclusión: toda la tecnología solo sirve para seguir comentando lo de todos los veranos.