Qué escandalo

Ayer pagamos “el precio más caro de la historia: 122 euros por megavatio” (El Independiente). El más caro de la historia… De momento, porque todos sabemos, empezando por quienes integran el consejo de ministros, que subirá todavía más. ¿Por qué? ¿Cómo? No lo sabemos más allá de retazos: los peajes que imponen las eléctricas o el juego que les permiten para facturar más por lo que vale menos. Todo ello, con la aprobación de todos los gobiernos españoles. Todos. Y esto sucede en una península regada de ríos y con pantanos amortizados (energía hidráulica), soleada (energía solar) y con una meseta (energía eólica).

Que la hagan

Creo que se hacen más comisiones parlamentarias de las que necesitamos y que la mayoría responden al interés de algunos grupos para exhibirse. Un interés mal medido porque la ciudadanía está menos interesados en ver decir cosas a las y los diputados de lo que estos creen. Pero si hay una comisión sin duda necesaria, es esta: “Más País y Compromís piden en el Congreso una investigación sobre la subida de la luz” (República.com). Nuestras y nuestros representantes deben preguntar, observar, valorar y concluir algo que afecta negativamente a la ciudadanía de un modo tan directo. Moleste a quien moleste.

Y que no nos tomen por tontos

No es menos cierto que, en comisión o en plenario, es interesante observar lo que dicen esas y esos diputados que no suelen acudir a entrevistas. Así uno puede conocer y valorar la brillantez o mentecatez de quienes cobran por representarnos. Por ejemplo, queda visto para sentencia esto que leíamos en el Twitter de Electomanía: “Mireia Borrás (Vox), sobre Federico García Lorca: ‘Ese hombre hoy votaría a Vox porque amaba España’”. Estamos ante el típico caso en el que si Borrás sabe que lo que dice es una barbaridad intenta tomarnos por tontos, y si se lo cree somos los demás los que podemos tomar por tonta a ella.

Una más

La comisión que tampoco veremos será la que pueda investigar la fortuna (su origen, custodia y el pago de impuestos que habría evitado) del rey emérito de España: “PSOE, PP y Vox tumban por decimoquinta vez una comisión de investigación sobre Juan Carlos I” (Público). Estos titulares siempre me recuerdan a aquello de que Franco dejó todo “atado y bien atado”. A estas alturas no hay explicación posible ante esta falta de transparencia y otras, como la de la desclasificación de los secretos de Estado, salvo la de que España, por medio de sus principales partidos y los herederos del régimen, es un estado opaco.

Que vuelva

No me parece criticable el viaje de Carlos Herrera a Abu Dabi para comer con Juan Carlos I: del mismo modo que creí que Ibai Llanos nos ganó a todos de calle por cenar con Leo Messi el día antes de su presentación en París, creo que Herrera ha hecho lo que todos querríamos hacer y que él lo ha contado a su manera y para su parroquia. Lo grave es lo que sigue haciendo quien fuera el Jefe de Estado español, que dice ahora, según el periodista andaluz, que quiere volver a España, lo que también me parece bien: la huida del Borbón ha permitido que los juancarlistas se escondan. Su regreso obligaría a muchos a retratarse.

La semana magnífica de Juan Carlos I

Sigo pensando que se trata de una voladura controlada que aprovecha la pandemia para tapar una serie de escándalos que ya no podían ocultarse por más tiempo, pero pese al velo habitual y el manto excepcional, Juan Carlos I habrá vivido su semana más increíble (para él) de su vida: hemos sabido que la dictadura saudí le regaló 100 millones cuando era jefe de Estado; que donó 65 a una mujer sin que conozcamos (aunque algunos lo intuyen) por qué; que dio la dirección de Zaruzela para la cuenta en Suiza, que recibía 100.000 € mensuales en mano y que acumulaba millones en metálico que traía en maletines.

Esto es Vox

Lo más grave es que Vox es un partido ultra que representa sin complejos a la extrema derecha y que se relaciona con formaciones similares sin tapujos. También es grave su programa económico, liberal hasta el extremo. Y no son menos graves sus planteamientos negacionistas en consensos sociales como la igualdad real entre personas o la violencia contra la mujer. Además de todo esto, es un partido ridículo que cuenta con diputadas como Mireia Borrás que no tiene problema en subir al estrado y poner en duda el cambio climático y el calentamiento global. Y algunos, todavía, le hacen el caldo gordo.

Todo ha cambiado para que siga igual

Podemos, en caída libre; Ciudadanos, reducido a cenizas; y Vox solo inició el camino de la nueva política más tarde y por eso llegará más tarde su debacle (aunque sus votantes ultras, ahora también espoleados, seguirán ahí). Ante esta realidad, el bipartidismo en España se recupera, como señala César Calderón en Twitter. Al final, todo cambió (legislaturas cortísimas, repeticiones electorales, política-espectáculo, vicepresidentes pidiendo que les recomienden series mientras sus partidos se estrellan electoralmente…) para que todo siga igual. ¿De verdad alguien se creyó que “vinieron para quedarse”?

Yo, tampoco

Dice el ministro español de Sanidad que “no veo la Liga con público el 12 de septiembre, pero vamos a esperar”. Yo, tampoco, por desgracia. Ya nos han enseñado cómo es el fútbol en estadios vacíos… Y ha funcionado porque la industria ha seguido produciendo churros en forma de derechos de televisión, camisetas de mierda a 100 € la unidad, comisiones millonarias por traspasos… Y también nos hemos probado a nosotros mismos y, visto lo visto, si nos dejan acceder a nuestros asientos por turnos y con cupos, ¿vamos a ser capaces de estar en ellos, manteniendo la distancia? Como Illa, lo dudo mucho.

Hacemos lo que podemos

Conozco a autónomos que van a mantener sus negocios abiertos en verano para recuperar algo de lo no ingresado. Y conozco a otros que han decidido parar pese a haber tenido su negocio cerrado durante tres meses. ¿Dónde podremos ir todos? ¿Y cómo? ¿Hoteles sin piscina ni buffet? Pisos alquilados en Airbnb… ¿Y correctamente higienizados por los “anfitriones”? Tenemos muchas dudas, pero haremos lo que podamos: trabajar o descansar pero sin el estrés del confinamiento. Hagan lo que hagan, de corazón: disfruten, bésense (en sus unidades convivenciales) y ríanse. Ojalá las mascarillas tapen solo sonrisas.