Iñigo Errejón anunciaba en Twitter su visita a Bilbao. “Bilbo”, dice él, que se ha integrado rápidamente. El número ¿tres? (a estas alturas, uno no sabe ya si está detrás de Echenique y Garzón en el heteropatriarcado que se han montado los de Unidos Podemos) viene a disfrutar de la Aste Nagusia y a “pensar” la campaña, que los vascos sabemos poner kalimotxos, pero para pensar tienen que venir de Madrid. La imagen, en cualquier caso, es impagable: rodeado por sus diputados y con Lander Martínez estirándose para salir en la foto.
Echenqiue esta vez tiene razón
A estas alturas, solo los más fans siguen sin darse cuenta de que el discurso de Pablo Echenique se acaba en dos chistes. Pero es verdad que, a veces, los coloca muy bien. La crítica desde la caverna que hacen al de Podemos, por haber cantado la jota guarra “Chúpame la minga, Dominga”, es de chiste, sobre todo, por de quién viene. Echenique ironiza con que su delito es cantarla mal. El verdadero problema en España son los delitos del que denuncia, el PP.
Machacar como programa
No hablo del PP, aunque podría, sino del gobierno venezolano de Maduro, que ha sublimado el martillo pilón como estrategia política única. La ministra venezolana de Exteriores (“del Poder Popular”, dice ella) celebraba el aniversario del nacimiento de Julio Cortázar con una cita suya en Twitter: “Es inconcedible una revolución que no desemboque en alegría”. Pues podrían aplicárselo, porque si la bolivariana alguna vez fue una revolución, desde luego, no ha desembocado en alegría. Pero sí en enriquecimiento de los Chávez, Maduro…
Josean del Moral lo cuenta así
Y no tengo mucho más que añadir, salvo una felicitación a los responsables de las marcas: “Un informe de la Bolsa de Londres incluye a 8 empresas de las comunidades vasca y navarra entre las 1.000 que mayor proyección tienen en Europa. Se trata de Idom (ingeniería), Erhardt (logística), Ibaizabal (editorial), Campezo (construcción), Delteco (distribución de máquina herramienta), SAM (papelera), Planasa (agricultura) y Tenerías Omega (componentes de automoción)”.
Andrew Keen y Luis Arroyo tienen razón
No he leído al primero, pero sí al segundo, que siempre se ha mostrado crítico, además, con Internet y la aportación real de la herramienta. Arroyo cita a Keen en su columna semanal de InfoLibre para denunciar acertadamente que, en nombre de lo abierto y lo colaborativo, solo se están enriqueciendo unos pocos que pisotean derechos laborales y fiscalidad. El resumen no puede ser más concreto, veraz y doloroso. Y si no se extiende es porque hay intereses en seguir manteniendo a una élite “digital” desvergonzada.