SANTA CRUZ DE LA PALMA

Sigo con relatos de islas, siendo el nuevo destino la “isla bonita”, La Palma y, más en concreto, su capital, Santa Cruz de la Palma, a donde llegamos ahora hace dos años en el vuelo PM418 de Canary Fly, procedentes del aeropuerto de Tenerife Norte. Para alojarnos la semana de esta escapada elegimos el Hotel H10 Taburiente Playa ****, ubicado en Breña Vieja, cerca de la playa de los Cascajos y a un paso del aeropuerto y dos de la capital de la isla.

El Hotel H10 Taburiente Playa estaba en buena parte ocupado por afectados de la erupción del volcán Tajogaite, que fueron aquí realojados. Todas las mañanas, desde la terraza de la habitación contemplábamos la salida del sol y el trajín de cruceros y ferrys que tiene el puerto de Santa Cruz de la Palma. Justo por debajo del hotel pasa el Paseo Litoral, por el que tuvimos ocasión de caminar hasta la cercana playa, bordeando las rocas y pasando junto a un molino salinero que estaban restaurando.

Lo primero que hicimos tras instalarnos en el hotel, fue recorrer los 6,3 km que nos separaban de Santa Cruz de la Palma. No hay carretera bordeando el litoral, así que hay que subir a un punto más alto, deteniéndonos enseguida en el Mirador de Risco Alto, desde el que pudimos contemplar una espectacular panorámica de la zona turística de Los Cascajos y de nuestro hotel. En él existen unas esculturas talladas en piedra, de 90 centímetros de altura cada una.

En busca de un plano, nada más llegar a Santa Cruz de la Palma nos dirigimos a la Oficina de Turismo, sita en la plaza de la Constitución, cerca de la cual existe un amplio aparcamiento. Fotografiamos en primer lugar los dos grandes letreros con el nombre de la ciudad y el enorme mural de “Nitrato de Chile”, realizado en 1929 con 270 azulejos. A continuación accedimos al centro histórico por la calle O’Daly, conocida como calle Real, a la que se asoman notables edificios, como la Casa Principal de Salazar. Pronto vimos la estatua dedicada al poeta Félix Francisco Casanova.

La calle Real se ensancha dando lugar a la plaza de España, punto neurálgico de la ciudad y uno de sus rincones más hermosos. Presume de ser el mejor conjunto renacentista de Canarias, ya que cuenta con el monumental edificio del Ayuntamiento, del siglo XVI, la iglesia matriz de El Salvador, mudéjar del siglo XVI, la fuente pública y notables casas señoriales. Merece la pena visitar el interior del templo, debido a su retablo mayor neoclásico, sus capillas y a sus fantásticos artesonados de estilo mudéjar.

Seguimos caminando todo derecho, aunque ahora la calle se llama Anselmo Pérez Brito, que sigue conservando hermosos edificios. Lástima que al ser domingo los comercios están cerrados. Fotografío el Real Club Náutico y, en la plaza de Vandale, el grupo escultórico dedicado a Lo Divino, alma y voz de la Navidad palmera. Pronto encontramos otro hermoso rincón, la placeta de Borrer, a la que se asoman tres notables casas, de nombre Sicilia, Escobar, del siglo XVII y Felipe.

Seguimos caminando prácticamente en línea recta contemplando las monumentales fachadas, aunque ahora lo hacemos por la calle Doctor Pérez Camacho, al que se homenajea con una estatua que vemos un poco más adelante, cuando la calle se ensancha dando lugar a la plaza de la Alameda, que la cierra el monumento al Enano, obra de Luis Morera, que desde el año 2000 homenajea a una de las figuras más populares de las Fiestas Lustrales, siendo la próxima en 2025. Enfrente tenemos el Museo Naval Barco de la Virgen, ubicado en una réplica de la carabela Santa María, pero que estaba cerrado al ser domingo.

Hemos llegado al final de nuestro recorrido, así que iniciamos el regreso bordeando el castillo de Santa Catalina, fortaleza del siglo XVII que domina todo el litoral, construida para la defensa de la ciudad de los ataques corsarios. A partir de este punto caminamos por la avenida Marítima hasta donde hemos dejado el coche, bordeando la amplia playa que se abrió al público en abril de 2017. A veces la mar rompe con fuerza. Al final de la playa existe una escultura moderna de una ballena.

El primer tramo de nuestro recorrido por la avenida Marítima fue mucho más entretenido, pues a nuestra derecha tuvimos uno de los rincones más coquetos y emblemáticos de Santa Cruz de la Palma. Se trata de un conjunto de pequeñas casas pintadas de diferentes colores, que cuentan con hermosos balcones y miradores que se asoman a la playa. Presume de ser el conjunto de este tipo mejor conservado de Canarias.

Para nosotros fue un magnífico punto final a nuestro recorrido urbano y un buen punto de partida para lo que nos quedaba por ver en la “isla bonita”.

Saint Kitts and Nevis, minúsculo estado caribeño

El crucero realizado el pasado mes de diciembre por el Golfo Pérsico, me ha traído el recuerdo de los realizados por el Caribe en los años 2016 y 2018 en dos barcos de compañías diferentes, el Costa Favolosa y el MSC Fantasía. En ambos cruceros estuve en un diminuto estado insular del que jamás había oído hablar, Saint Kitts and Nevis (San Cristóbal y Nieves en castellano). Se trata de la federación de dos islas, de las que toma su nombre. Independiente desde el 19 de septiembre de 1983, es el estado más pequeño del continente americano, tanto en tamaño como en población, pues cuenta con una superficie de 261 km² y una población de 54.338 habitantes. El idioma oficial es el inglés y la moneda el dólar del Caribe Oriental (1 XCD = 0,34 €).

El 31 de enero de 2016 zarpamos de Pointe-à-Pitre (Guadalupe) a la una de la madrugada, llegando a la isla de Saint Kitts a las 12 del mediodía. Tras desayunar, permanecimos en cubierta para contemplar desde la lejanía la llegada, pudiendo ver las dos islas y su relieve un tanto montañoso. Mientras la gente tomaba el sol junto a la piscina, observamos como sucesivamente se acercaban a muestro barco la policía del puerto y un remolcador. Al fin, el Costa Favolosa atracó en Basseterre, la capital y ciudad más poblada del país.

No disponíamos de mucho tiempo, así que de forma un tanto apresurada recorrimos Basseterre, contemplando su arquitectura de tipo colonial, el edificio del National Museum y la Catedral católica de la Inmaculada Concepción, moderno edificio que data de 1927. También nos acercamos al centro neurálgico de la ciudad, The Circus, presidido por una especie de coqueto templete con un reloj que data de 1883, sirviendo de punto de reunión a los ciudadanos.

También nos acercamos a Independance square, la zona verde más amplia y céntrica, donde vimos un par de garcetas. Sólo estuvimos en esta escala desde las 12:00 hasta las 17:30 h del 31 de enero, así que enseguida contratamos los servicios de una furgoneta con conductor para desplazarnos los dos por la isla. Pronto le hicimos parar al contemplar al borde de la carretera un árbol repleto de garcetas. La segunda parada fue al ver, también al borde de la carretera, una familia de monos.

Tras recorrer tan solo 17 km desde el puerto, llegamos a nuestro destino, el Parque Nacional de la Fortaleza de Brimstone Hill (Brimstone Hill Fortress), una de las fortalezas históricas mejor conservadas de América, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1999. Proyectada por los británicos y construida por esclavos africanos, es un buen ejemplo de la arquitectura militar caribeña de los siglos XVII y XVIII. El primer cañón fue instalado sobre Brimstone Hill en 1690, comenzando a continuación la construcción de la fortaleza.

De regreso a Basseterre hacemos una breve parada para fotografiar la iglesia anglicana de St George, que ha sufrido numerosos incidentes a lo largo de su historia. Todavía nos dio tiempo a tomar una piña colada en el Rum Barrel, animado bar ubicado junto al embarcadero, pagando en dólares USA, la moneda real del país. Antes de embarcar disfrutamos de una pequeña representación del carnaval de Basseterre, el principal evento con que cuenta el país. Próximo destino, la República Dominicana.

Una de las cosas buenas que tienen los cruceros por el Caribe es poder disfrutar de preciosos amaneceres y puestas de sol, con una más que agradable temperatura en la cubierta del barco. Quién me iba ha decir que, pasados dos años, iba a regresar al pequeño estado de Saint Kitts and Nevis, cuya existencia ignoraba hasta mi primer viaje. Así, el 2 de febrero de 2018, a las 11:00 h, tras 17 horas de navegación desde Saint George’s, (Grenada), llegamos a Basseterre coincidiendo la estancia con otros dos cruceros.

En esta ocasión tuvimos más tiempo, 8 horas, en esta escala, pero como ya vimos lo más interesante hace dos años, nos la tomamos con calma, dedicándonos a pasear por el centro de la ciudad, conocido como The Circus, acercándonos a la zona del mercado, a la Torre del Reloj y a la coqueta plaza Independence Square, a la que se asoma la Catedral. Me encanta cuando visito un lugar por segunda vez, pues no tengo la necesidad de ver todo lo posible. Un pequeño grupo musical animó nuestra llegada.

Al mediodía regresamos a nuestro barco, el MSC Fantasía, a comer. En los cruceros utilizamos solo el barco como hotel, pero en esta ocasión dispuse de tiempo para sacar fotos con tranquilidad e incluso para tomar un poco el sol. Eso si, las piscinas y jacuzzis todavía no los hemos utilizado. También tuve una visión casi aérea del puerto de cruceros de Basseterre (Port Zante).

Desde el barco también contemplamos los otros cruceros y el despegue de un avión desde el cercano aeropuerto internacional. Por la tarde volvimos a salir a Port Zante, la terminal de cruceros, para tomar una piña colada. Aquí se concentra el ambiente de la ciudad. Contemplamos la puesta de sol entre las nubes y a seguir navegando. Ya había anochecido cuando, a las 19:00 h zarpó nuestro barco con destino a Fort de France (Martinico), donde concluyó el crucero.