Municipios de Bizkaia (4)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 13 de octubre. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es más interesante en cada uno de ellos.

Comenzamos en Dima, municipio muy extenso (62,22 km²) con una población que no llega a los 1.500 habitantes, situado a ambos lados del valle del río Indusi, afluente del Arratia. Municipio eminentemente rural, cuenta con muchos barrios, así que en una mañana no me dio tiempo a acercarme a todos. Entre sus edificios destaca la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol y el Humilladero de la Piedad, construido en 1716, ubicados en el propio núcleo urbano de Dima, Ugarana. También me acerqué a los barrios de Bargondia, Artaun, donde se encuentra la ermita de San Vicente y a otra ermita, la de San Lorenzo en Baltzola, barrio famoso por sus cuevas.

El siguiente municipio, Durango, es el más poblado de Bizkaia fuera de los del Gran Bilbao, pues ronda los 30.000 habitantes. Es también uno de los más monumentales, así que me he tenido que apretar en las fotos para incluir las iglesias Andra Mari de Uribarri, Santa Ana, Jesuitas y Madalena. Notables son también el Arco de Santa Ana, la Torre de Lariz (Oficina de Turismo), el Palacio de Etxezarreta (Museo de Historia) y la Casa Consistorial, de influencia napolitana. De visita obligada son la Cruz de Kurutziaga, de finales del siglo XV, y el Ídolo de Mikeldi, aunque el original se encuentra en el Museo Vasco de Bilbao. Como fui en autobús, no tuve tiempo de acercarme a otra interesante iglesia, la de de San Pedro de Tabira, que presume de ser la más antigua del territorio histórico.

Con poco más de 800 habitantes, Ea, municipio de dos letras en los crucigramas, es uno de los pueblos más coquetos de Bizkaia por su ubicación en ambas márgenes de la ría de la que toma su nombre. Ambos lados están unidos por cuatro puentes, siendo el más antiguo el llamado «romano». En la desembocadura encontramos un pequeño puerto y una minúscula playa. Entre sus edificios, además de diferentes caseríos y del Ayuntamiento, quiero destacar cuatro iglesias, Jesusen Andra Mari y San Juan Bautista, en el casco urbano, Kontsolazioko Andre Mariaren, en Natxitua y San Pedro, en Bedarona.

Para pueblo pintoresco, Elantxobe, pequeño municipio de tan solo 1,85 km² y 350 habitantes, cuya gracia está en su ubicación, en la ladera este del cabo Ogoño, desde donde cae en cascada hasta el puerto pesquero. Cuenta con estrechas y empinadas calles, lo que hace que pueblo y puerto tengan accesos diferentes para los vehículos. La parte alta del pueblo es la única zona llana. En ella se encuentran el Ayuntamiento, el frontón y la iglesia de San Nicolás, además de la parada de Bizkaibus que ocupa casi toda la plaza ya que, ante la imposibilidad de maniobrar, cuenta con una curiosa plataforma circular giratoria para hacerlo.

Situado en la comarca del Duranguesado a los pies del monte Udalatx, en el límite con Gipuzkoa, Elorrio cuenta, en mi opinión, con el centro urbano más señorial de Bizkaia, debido a sus monumentales y blasonados palacios, como los de Estéibar–Arauna, Arabio, Arespakotxaga, Olazabal, Lariz o Urkizu. La plaza Gernikako Arbola constituye el centro urbano, presidido por el edificio del Ayuntamiento y la Basílica de la Purísima Concepción, del siglo XV y torre barroca, que alberga el sepulcro de San Valentín de Berriochoa, copatrono de Bizkaia. Junto a ella se encuentra la escultura del Errebonbillo, protagonista de la fiesta del mismo nombre. Exitsen también tres monumentales cruces, Kurutzeaga, Santa Ana y Kurutzeberri. Fuera del casco urbano tenemos la iglesia de San Agustín, de estilo gótico vasco del siglo XV y, en la salida hacia Berriz, la original Necrópolis de Argiñeta, conjunto de antiquísimos sepulcros y estelas funerarias, procedentes de las ermitas que rodean la villa.

Situado en la comarca del Gran Bilbao a orillas de la ría, Erandio es un municipio que ronda los 25.000 habitantes y cuenta con dos importantes centros urbanos, Erandio y Astrabudua, por donde se distribuyen numerosas esculturas, como Mamá/Amatxo, de Jesús Lizaso, Niños besándose en el parque, Obieta, San Ignacio de Loyola, La lechera, Josu Murueta y el Monumento a la Industria: Fuera del casco urbano, en Erandio Goikoa (La Campa), tenemos la iglesia de Andra Mari, con apariencia de fortaleza. En la zona rural limítrofe con Leioa encontramos la casa-torre de Martiartu, que data del siglo XVI.

La siguiente cita la tenemos en otro municipio bastante extenso (10,72 km²) pero poco poblado (266 habitantes). Se trata de Ereño, ubicado en la comarca de Busturialdea y conocido sobre todo por sus canteras de mármol y por el monte San Miguel de Ereñozar, sobre el que se alza la ermita del mismo nombre. Construida con mármol jaspeado de sus canteras, la iglesia de San Miguel es la principal construcción del municipio, en el que nos acercamos a otro de sus cuatro barrios, Gabika, donde se encuentra la iglesia de San Juan Baustista.

Regresamos a la muga con Gipuzkoa para visitar Ermua, población industrial vecina de Eibar, en el que destaca el conjunto monumental compuesto por la iglesia y el palacio de Valdespina, actual sede del Ayuntamiento, construido en 1738 en estilo barroco. Por su parte, la iglesia parroquial de Santiago Apóstol es un edificio renacentista que data de 1600. Al lado se encuentra la porticada plaza Santiago. Nos detenemos también fotografiando el monumento a Teodoro Zuazua, de Ángel Gil Cuevas y algunas pinturas murales, como la dedicada a la txalaparta.

Regresamos a Busturialdea para recorrer otro municipio, Errigoiti, bastante extenso (16,42 km²), pero con una población que ronda los 500 habitantes, que se distribuyen por varios barrios. Llama la atención que la iglesia parroquial de Santa María de Idoibaltzaga se encuentra fuera del núcleo urbano (Eleizalde), al igual que la antigua escuela y el humilladero barroco de San Antonio. También nos acercamos a los barrios de Metxika, donde se encuentra la enorme ermita de San Lorenzo y de Bizkaigane, para ver la ermita de Santakrutz.

Concluyo este apresurado recorrido por diez municipios de Bizkaia en uno que sucede lo contrario, pues es bastante pequeño (3,26 km²) pero densamente poblado (11.563 habitantes). Municipio limítrofe con Bilbao y accesible por Metro, lo primero que llama la atención cuando llegamos a Etxebarri por la N-634 es la iglesia parroquial de San Esteban, de 1907, cuya torre está inspirada en la del monasterio de las Huelgas de Burgos. Otros edificios de interés son la ermita de Santa Ana, el antiguo Molino Zubiondo y los palacios Legizamon (siglo XVIII) y Amezola (1905).

Las fotos que ilustran este reportaje fueron tomadas entre el 25 de junio y el 1 de octubre de 2013.

Dubai en un día

Desde que en el año 1992 visité la Expo de Sevilla me aficioné a estos eventos, pues son un magnífico escaparate para conocer otras culturas, no sólo del país en el que se celebran sino de prácticamente todo el mundo, así que he estado en las de Lisboa (1998), Hannover (2000), Zaragoza (2008), Shanghai (2010), Milán (2015) y Astaná (2017). En estas fechas tenía previsto visitar la Exposición Universal de Dubai, pero la pandemia ha hecho que se retrase un año, teniendo prevista su celebración del 1 de octubre de 2021 al 31 de marzo de 2022, aunque ya veremos lo que sucede. Es por ello que lo que hoy os cuento es de cuando visité la ciudad emirato en enero de 2015, en el curso de un crucero a bordo del Costa Serena, en el que también estuvimos en Omán y Abu Dhabi. El viaje desde Madrid lo realizamos con Emirates (7 horas de vuelo), en mi opinión una de las mejores compañías aéreas del mundo, con la que repetí viaje a Australia. Por el aeropuerto de Dubai he pasado media docena de veces. Está muy bien, aunque esta vez llamó mi atención el Tapas Bar Cádiz y que cuenta con sendos espacios para fumadores y bebedores.

En este viaje, desde el barco he visto tres amaneceres en Dubai, siendo el mejor el que disfruté navegando desde Abu Dhabi, pues coincidió con la aproximación al puerto el 15 de enero, cuando la temperatura rondaba los 15 grados. La mole del Burj Khalifa se adueña del horizonte. En enero la temperatura es muy agradable, pues al amanecer y atardecer hace fresco y las máximas se sitúan entre los 22 y 25 grados. Creo que desde el mar se tiene la mejor vista panorámica de la ciudad, aunque me surgió una duda, pues no sé si lo que veo de fondo es bruma y contaminación o es arena del desierto traída por el viento.

Con la buena experiencia que tuvimos con los taxis en Omán y Abu Dhabi, nada más desayunar y desembarcar nos dirigimos a la parada de taxis cercana al barco, pues no hay autobús que te traslade fuera del puerto como en las escalas precedentes. Aquí no son nada serios y empezamos discutiendo el precio. Luego me comentan que los taxistas son de una especie de mafia paquistaní. Pronto nos detenemos ante la Mezquita Jumeirah, la más importante de Dubai y la única accesible a los no musulmanes, aunque creo que solo se puede acceder a ella de sábado a jueves a las 10 de la mañana. De todas formas, tras haber visitado las de Muscat y Abu Dhabi, habíamos descartado verla por dentro.

La siguiente parada la efectuamos en la playa Umm Suqeim, situada cerca del hotel más famoso de Dubai, el Burj Al Arab, que presume de tener 7 estrellas. Es un buen sitio para fotografiarlo. Situado en una isla artificial a la que se accede por un puente, tiene forma de vela y una altura de 321metros. A diferencia de lo que sucedió en el hotel en el que se aloja el emérito en Abu Dhabi, aquí no me dejan acercarme, así que nos dirigimos a Palmera Jumeirah, tan hermosa desde el aire, pero que no me dice nada por muy lujosa que sea, así que me quedo con la imagen del lujoso Hotel Atlantis, donde nos detenemos, y algún que otro Ferrari que vimos.

Nos dirigimos ahora a un lugar que promete más y que hemos visto al acceder a la «palmera». Se trata de Dubai Marina, conocido como «el nuevo Dubai», que pretende ser el mayor puerto deportivo del mundo. Es un lugar agradable para pasear y tomar un zumo (aquí no hay alcohol) en una de las terrazas que se asoman al canal, que está rodeado de rascacielos, algunos de original diseño, aunque muy pegados los unos a los otros. Tras discutir de nuevo con el taxista, que cada vez pretende cobrarnos más, le pagamos y nos despedimos de él. Cerca hay una parada de tranvía, por lo que continuaremos nuestro recorrido en transporte público, muy bueno por cierto.

Tenemos que pedir ayuda a un empleado del tranvía para comprar el billete, pues no nos aclaramos con la máquina expendedora. El mismo billete vale para coger el Metro, con el que conectamos sin salir a la calle. En ambos viaja muy poca gente. El problema lo tenemos al llegar a nuestro destino, pues el billete no pasa para la canceladora, así que tenemos que volver a pedir ayuda. El problema es que el billete era para una zona y hemos utilizado dos. No nos sirve ser extranjeros, pues tenemos que pagar una multa equivalente a otro billete. Nos bajamos en el centro comercial Mall of the Emirates,  donde aprovechamos para comer, aunque nuestro objetivo era conocer Ski Dubai, una de las principales curiosidades de la ciudad, donde se puede esquiar y hacer snowboard en una pista de esquí con nieve artificial, que tiene 85 metros de altura, 80 de anchura y una longitud de 400 metros. Incluso hay telesillas.

Regresamos al Metro y continuamos el viaje hasta la estación de Baniyas Square, ubicada en una zona mucho menos lujosa de la ciudad. Previamente nos cercioramos de que estamos en la misma zona de transporte. Nos apetece ver algo más tradicional y no tan artificial como es casi toda la ciudad, así que optamos por entrar en el Zoco de las Especias, una combinación perfecta de colores, sabores y olores. Es el más antiguo de Dubai aunque, tras haber estado en dos ocasiones en el de Estambul, nos parece un poco de juguete.

Muy cerca tenemos nuestro siguiente destino, Dubai Creek, una ría natural que se adentra en la tierra unos 10 km. El Creek separa los dos barrios históricos de la ciudad, Deira y Bur Dubai. Para cruzar de un lado a otro existen dos puentes, un túnel y pequeñas barcas para el tránsito de peatones, llamadas abras. En esta zona vemos una de las paradas de autobús, que cuentan con aire acondicionado, y el Dubai más popular, el de los inmigrantes que trabajan en la construcción y en el puerto, descargando las grandes barcazas en las que se transportan las mercancías. Nos ha gustado mucho este lugar y estamos a gusto, pero el sol está cayendo y queremos ver el Burj Khalifa de día.

La tarde avanza inexorablemente, así que deprisa volvemos al Metro, en el que nos trasladamos hasta el Dubai Mall, que presume de ser el mayor centro comercial del mundo, con más de 1.200 tiendas. Es tan grande que no encontramos la forma de salir de él, así que tenemos que pedir ayuda al personal de seguridad, pues queremos ver el Burj Khalifa antes de que anochezca. La verdad es que las tiendas no nos interesan, aunque aprovechamos para ver de pasada el Dubai Aquarium, que también presume de ser el mayor acuario del mundo. Hemos querido abarcar mucho en un día.

Al fin conseguimos salir del Dubai Mall y nos plantamos ente una de las visitas obligadas de la ciudad, el Burj Khalifa que, hasta que Calatrava construya la Dubai Creek Tower, prevista para 2021, es desde 2010 el edificio más alto del mundo, con una altura de 828 metros. Aunque lo hemos visto desde numerosos puntos de la ciudad, impresiona estar cerca de él. Aprovechamos también para ver el espectáculo de la Fuente de Dubai, que tiene lugar cada media hora desde las 18:30. Tiene 275 metros de largo y cuenta con 6.600 focos y 50 video proyectores para iluminar el agua, que se lanza a más de 150 metros de altura. Aunque es más pequeña, me gustó más el espectáculo de la fuente del Hotel Bellagio, en Las Vegas.

Tras un picoteo antes de regresar en taxi al barco, aquí concluyó esta apresurada visita a Dubai, ciudad que no me ha dicho mucho. Me gustaron más Abu Dhabi y Muscat. Pese a todo me gustaría volver dentro de un año para visitar la Expo y la nueva torre de Calatrava. ¿Vendrá ya con las goteras puestas? De todas formas, con la que está tirando, me parece precipitado hacer planes todavía.

Colores de otoño: Hayedos de Otzarreta y Urbasa

Me encantan los colores que toman los árboles en otoño, especialmente los bosques de hayas, así que mis últimas escapadas han tenido como destino diferentes hayedos, dedicando el mes de octubre a recorrer tres de ellos. El día 1 estuve en el de la Pedrosa (Segovia), el día 8 en el de Otzarreta (Bizkaia) y el el día 19 recorriendo esa enorme masa forestal que es la sierra de Urbasa. Justo ese día el Gobierno de Nafarroa anunció el confinamiento perimetral de esa comunidad a partir del 22 de octubre. Por supuesto siempre he ido entre semana para evitar aglomeraciones. Con la pandemia, los espacios naturales se han puesto de moda, llegándose a masificar en bastantes casos, sobre todo en fin de semana, como sucedió el 17 y 18 de octubre en Altube y Barazar, además de en otras muchas zonas. Es por ello que he decidido “enlatar” esta entrada, no publicándola hasta ahora para evitar el “efecto llamada”. De todas formas, sin salir de Leioa podemos disfrutar de los colores del otoño, como podéis ver en las imágenes que acompañan a este texto, contando incluso con 16 hayas en el Boulevard de Iparragirre. Además, con las restricciones existentes ahora, no me queda otro remedio.

A tan solo 50 km de Leioa tenemos el Parque Natural de Gorbeia, compartido por los territorios históricos de Bizkaia y Araba, en el que se encuentra la cumbre más alta de ambos territorios, el monte Gorbeia, de 1482 metros de altitud, sobre el que se alza su majestuosa Cruz. Otras cumbres representativas son el Aldamin (1373 m) y Lekanda (1309 m). El 70% de la superficie del parque está ocupado por hayedos, robledales y pinares. Numerosas txabolas y majadas salpican las praderas de Gorbeia, recordando su importante tradición pastoril.

Junto al restaurante situado en lo alto del puerto de Barazar parte una carretera que nos introduce en el Parque Natural de Gorbeia. Tomando el primer desvió a la izquierda y, tras recorrer 3 km, llegamos a uno de los lugares que se han puesto de moda entre los amantes de la fotografía de naturaleza, el Hayedo de Otzarreta. Pese a su pequeña superficie, este hayedo es un lugar mágico cuyo encanto lo proporcionan el grupo de hayas centenarias entre las que serpentea el arroyo Zubizabala.

Aprovechando que estamos aquí, nos acercamos hasta el Humedal de Saldropo, para lo que tenemos que retroceder por la carretera que se dirige al puerto de Barazar y coger el ramal de la izquierda, que nos sitúa en Saldropo tras recorrer 3,2 km. Son 3 hectáreas de amplia pradera que podemos recorrer por sus caminos, disfrutar de las áreas de pic-nic o simplemente dedicarnos a contemplar las cumbres de Gorbeia, Aldamin y Lekanda. Nosotros pasamos un buen rato tomando fotografías de caballos. Una gozada de lugar, muy frecuentado por seteros, senderistas, montañeros y amantes de la naturaleza.

Cambiamos de escenario. Nos dirigimos ahora a la localidad navarra de Olazti, situada a 114 km de Leioa (todos por autovía). A esta distancia hay que añadir los 17 km que tenemos hasta el puerto de Urbasa, situado a 927 metros de altitud, que recorremos por la carretera NA-718. Antes de llegar a lo alto nos detenemos para observar el valle de Olazti y la peña que nos da la bienvenida a Urbasa. Los colores del otoño comienzan a aparecer cuando nos volvemos a detener junto al cartel que indica que entramos en el Parque Natural Urbasa-Andía. De allí parte el sendero del Hayedo Encantado.

Continuamos circulando por la NA-718 en dirección al puerto de Urbasa. A mitad de camino, más o menos, nos detenemos junto a la Venta Mendinagusi, en la que venden queso, pero que tenía el bar cerrado. Efectuamos aquí un par de cortos recorridos, a ambos lados de la carretera, donde existen pequeñas instalaciones ganaderas. Nos vamos enseguida pues las hayas están bastante verdes todavía en esta zona. Estamos al borde del Raso de Urbasa, una enorme pradera dedicada a pasto para el ganado.

Llegamos al final de nuestro trayecto, justo al punto en el que carretera NA-718 inicia su descenso hacia Zudaire. A nuestra izquierda tenemos el amplio aparcamiento del Balcón de Pilatos, en el que hay media docena de coches, el punto más concurrido de la jornada. A este lugar me acerco siempre que vengo a Urbasa, para así contemplar el borde sur del Parque Natural de Urbasa-Andía, un amplio mirador situado a 924 metros de altitud, con una imponente caída de 300 metros, desde donde contemplamos, a nuestros pies los pueblos de Améscoa Baja (Ameskoabarrena) y la zona del nacedero del río Urederra. Caminamos cerca del borde del acantilado, ahora en buena parte cercado, para luego regresar al aparcamiento caminando por el interior del bosque. Nos ha costado esfuerzo la vuelta, pues el viento era muy intenso.

Iniciamos el regreso y nos detenemos en uno de los aparcamientos de la Fuente de los Mosquitos, desde donde realizamos un corto paseo por el hayedo, observando que los helechos también han tomado un color anaranjado, aunque lo que más llama nuestra atención es ver varias hayas caídas, como tronchadas, algunas de ellas de gran porte, probablemente fruto de alguna ciclogénesis.

La siguiente parada la efectuamos en el aparcamiento de la ruta de Basauntziturri, para dar otro breve paseo por el bosque de hayas en una zona en la que aumenta el color otoñal. Se ha echado la hora de comer, así que nos dirigimos al cercano camping de Urbasa, en cuya terraza damos cuenta de un bocadillo de txistorra mientras observamos cómo pastan los caballos. Se nota que es lunes, pues estamos solos. Nada que ver con lo que sucedió el día anterior.

Para después de comer hemos dejado dos zonas, caminando en primer lugar por la de Kataliturri, para luego tomar la carretera que se dirige a Otsaportillo, deteniéndonos enseguida para caminar por el hayedo. ¡Qué gozada! Aquí las podemos contemplar hayas de todos los tonos. Es un buen final para esta escapada en la que hemos disfrutado de la naturaleza otoñal sin encontrarnos prácticamente con nadie. Es lo que tiene ser lunes.

Hemos tenido suerte, pues al llegar a casa nos enteramos del cierre perimetral al que será sometida Nafarroa a partir del jueves 22 de octubre, quedando Urbasa reservado para los navarros.

Viaje por Turquía (y 2): De Capadocia a Izmir

El tema de la pandemia se está alargando y estamos yendo a peor, por lo que pronto vamos a tener nuevas limitaciones. Por este motivo a veces me desmotiva seguir escribiendo este blog cuando ni siquiera puedo salir de mi municipio. Por el contrario me anima seguir viendo documentales de viajes y naturaleza, porque espero que, aunque falte tiempo, al final veremos la luz al final del túnel. Es por ello que continúo el relato del viaje a Turquía realizado del 7 al 20 de octubre de 2011, para seguir viajando con la imaginación.

10 de octubre. Hoy abandonamos Capadocia y, como sigo sin maleta, decido comprar ropa para los once días de viaje que quedan. Al final pedí ayuda en el hotel y al corresponsal de la agencia en Estambul, pues no hemos avanzado mucho. Cuando estamos en un centro comercial y ya he comprado unas botas y un par de camisas y pantalones, recibo una llamada del corresponsal en Estambul jurándome que mi maleta está llegando a Avanos, pero que Iberia se niega a decir con qué agencia de transportes la envían. Como solo hay dos posibles, tras el fallido intento en la primera, en la segunda nos confirman que la recibirán ellos. Al final damos con el camión y directamente desde él a nuestro minibús. Ya podemos continuar el viaje. Para hoy tenemos 239 km, así que nos da tiempo para efectuar una parada para visitar una posada medieval o caravanseray, concretamente la de Sultanhani. Esta estructura fortificada fue construida en 1229 y se convirtió en la más grande de Turquía y uno de los mejores ejemplos de la arquitectura selyúcida de Anatolia.

A primera hora de la tarde llegamos a Konya, donde pasamos noche en el Bera Mevlana Hotel****, así que disponemos de la tarde para visitar el lugar más interesante de la ciudad más religiosa del país. Se trata del Mausoleo de Mevlana, al que cada año se acercan miles de fieles musulmanes para orar y para visitar la tumba de célebre Mevlana. El exterior del edificio es una maravilla debido a su cúpula estriada compuesta por azulejos de color turquesa. Nada más entrar pasamos por un precioso patio. Realizamos la visita entre chaparrón y chaparrón, disponiendo todavía de tiempo para acercarnos al bazar. Konya fue donde murió Rumi, cuyos seguidores establecieron el Mevlevi Sufi, que se hicieron conocidos como los derviches que dan vueltas.

11 de octubre. Tenemos por delante 302 km para llegar al Khan Hotel **** de Antalya, en el que pasaremos las dos próximas noches. 16 km antes de llegar nos detenemos en la antigua ciudad de Perge que, según la leyenda, fue construida por tres héroes de Troya. Perge es un valioso conjunto de ruinas greco-romanas, entre las que destacan el teatro, con capacidad para 15.000 espectadores, el circo (siglo II), las semiderruidas puertas amuralladas, el ágora o plaza pública y las termas romanas.

Dispusimos de dos tardes para disfrutar de Antalya, una ciudad que me gustó y que está bordeada por los montes Tauro. Cuenta con viejos tranvías y otros muy modernos, iguales que los de Bilbao y Gasteiz, pues fueron construidos por la CAF. El lugar más atractivo es Kaleici, el restaurado centro histórico, donde abundan los bares, restaurantes y tiendas. Su restauración obtuvo el premio Manzana Dorada, el Oscar del Turismo. Kaleici mantiene gran parte de su carácter histórico, como los minaretes, la Torre del Reloj, las posadas otomanas o la Puerta de Adriano, construida por los romanos en honor al emperador.

12 de octubre. Para hoy tenemos 288 km, dedicando la mañana a recorrer dos históricos lugares. Bordeando la costa del mar Egeo a lo largo de 58 km, llegamos al primero de ellos, Phaselis, lugar que combina el entorno marino con la vegetación mediterránea, cuyas ruinas arqueológicas están esparcidas en torno a tres pequeñas calas. Phaselis fue fundada en el 670 aC por colonizadores de Rodas y está ubicada en un sitio estratégico rodeada de pinos. Consta de tres puertos unidos por una monumental calle empedrada y a los lados restos arqueológicos, destacando la puerta de Adriano, el teatro romano y el acueducto. Desde uno de los puertos, en un lugar lleno de encanto, contemplamos las embarcaciones tradicionales.

Continuamos 88 km más por la carretera costera hasta Demre, donde se encuentra la iglesia de San Nicolás de Myra (Noél Baba en turco), que está siendo restaurada y brinda la oportunidad de ver como era por dentro un templo bizantino del siglo V. Se cuenta que la leyenda de Papá Noél (Santa Claus) se inició aquí, cuando un obispo cristiano del siglo IV hizo regalos anónimos a las muchachas locales necesitadas de dote, echando bolsas con monedas por las chimeneas de sus casas, de forma que ese «regalo del cielo» les permitía casarse. Por la misma carretera regresamos a Antalya, tras recorrer 142 km.

13 de octubre. Tenemos por delante 280 km, todos por autovía, para llegar al Lycus River Hotel ****, situado junto a las ruinas de Hierápolis. Hoy es uno de los días que estaba esperando, pues tenía muchas ganas de conocer Pamukkale, conocida como “Castillo de Algodón”. Sus manantiales de agua caliente con sedimentos de sales calcáreas, han creado un paisaje excepcional, con estalactitas gigantes que le dan la apariencia de cascadas petrificadas. Nos damos un baño y vamos a un lugar situado al lado y que desconocía, las ruinas de la antigua ciudad helenística de Hierápolis, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que toman un tono especial con la luz del atardecer. Hasta ahora es con diferencia el lugar que más me ha gustado de esta segunda parte del viaje.

14 de octubre. Para hoy tenemos 231 km para llegar al Marina Hotel **** de Kusadasi, en el que de nuevo pasaremos dos noches. Cuando llevamos 98 km nos detenemos para visitar la ciudad grecorromana de Afrodisias, llamada así en honor a la diosa Afrodita, que fue conocida en toda Asia Menor como centro de medicina y filosofía pero, sobre todo, por sus esculturas y el arte de la ciudad. Un inmenso estadio, el anfiteatro romano, el templo de Afrodita, el pequeño Odeón, con su escenario ricamente decorado, algunos pórticos del Ágora y maravillosas esculturas, así lo prueban.

15 de octubre.- Hoy toca otro de los puntos fuertes de la segunda parte del viaje por Turquía, situado a tan solo 20 km de Kusadasi. Se trata de Éfeso, la ciudad clásica mejor conservada de Turquía, que fue construida hacia el año 1000 aC, aunque los restos que vemos datan del siglo IV aC. Destacan en ellos la Biblioteca de Celsus, el templo de Adriano, el Odeón, la Puerta de Magnesia y su enorme teatro. Tenemos la suerte de coincidir con una recreación histórica, así que salimos contentos de este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

A tan solo 9 km de Éfeso, en el monte Panayir visitamos la casa de la Virgen, lugar donde se supone residió los últimos días de su vida, siendo en la actualidad un importante centro de peregrinaje para cristianos. La verdad es que es un sitio totalmente prescindible. Pasamos la tarde en Kusadasi, visitando la zona portuaria, escala habitual de muchos cruceros y acercándonos al mercado. Al día siguiente tenemos un centenar de kilómetros hasta el aeropuerto de Izmir, donde al mediodía tomamos el vuelo a Estambul, ciudad que me encanta y que ya he visitado con anterioridad, en la que pasaremos cuatro días, pero de ello os hablaré más adelante.

Cosa que aunque no suele ser habitual, contratamos esta parte del viaje con una agencia (hoteles y coche con conductor pero sin guía), porque nos había dicho que los turcos conducen fatal pero, aunque todo salió perfecto, podíamos haber alquilado un coche, ya que casi todo el viaje se realiza por autovías. Turquía es una economía emergente y cuenta con buenos servicios. Nos sorprendió ver que todas las nuevas construcciones cuentan con placas solares. Por cierto, cuando llegué a casa, por curiosidad llamé al teléfono de Iberia y seguía el mismo mensaje: “Su equipaje ha sido localizado y en breve procederemos a su entrega”. ¡Qué desastre!