Viaje por Polonia (y 3): De Cracovia a Varsovia

Continúo el relato del viaje a Polonia realizado del 6 al 23 de junio de 2015, que dejaba la pasada semana en la ciudad de Cracovia, donde todavía pasamos una jornada más, el 19 de junio, desplazándonos en primer lugar tan sólo 12 km hasta un sitio en el que ya había estado con anterioridad y que me gustó como para repetir, sobre todo por su originalidad. Se trata de la Mina de Sal de Wieliczka, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978. Lo más impresionante es la Capilla de St. Kinga, una sala de 54 metros de longitud que cuenta con una exquisita decoración realizada a base de sal. Para su visita hay que tener en cuenta que en el recorrido tenemos 800 peldaños de escalera y que sólo hay dos baños, a los 40 y 90 minutos del inicio de la visita, que dura casi tres horas.

38 km más y llegamos al segundo lugar a visitar y que no conocía, pese a que desde 1999 también forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, porque “es un paisaje cultural de enorme belleza e importancia espiritual. El marco natural en el que están ubicados los lugares simbólicos de culto relacionados con la Pasión de Jesucristo y la vida de la Virgen María, ha permanecido prácticamente inalterado desde el siglo XVII. Hoy en día sigue siendo un lugar de peregrinaje”. Se trata del Santuario Kalwaria Zebrzydowska, en el que destaca la basílica barroca.

El día 20 de junio tuvimos que recorrer 318 km para desplazarnos a Zamosc, pero a los 83 nos detuvimos en la coqueta población de Tarnów, conocida como la pequeña Cracovia, situada en la ruta jacobea a 3.822 km de Santiago de Compostela, tal como pudimos ver en un cartel. Lo que más me gustó fue la Plaza del Mercado (Rynek), que ha conservado gran parte de su antiguo aspecto, teniendo en el centro el hermoso Ayuntamiento. Nos acercamos también a la Catedral y al mercado, para concluir con la visita al Museo Etnográfico, que muestra la única exposición permanente de la historia y de la cultura gitana en Europa. También hay una colección de ropa, herramientas y otros servicios públicos, llamando especialmente la atención los cinco carruajes ubicados en el patio trasero.

235 km más y estamos en Zamosc, donde nos alojamos dos noches en el Hotel Renesans, situado en pleno centro histórico, para pasar íntegramente el 21 de junio en esta población cuya ciudad vieja forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1992. Una gozada poder estar una jornada sin tener que conducir. La ciudad tiene infinidad de cosas para ver, como la torre de la Catedral, por lo que ampliaré la información en otra ocasión, pero ante todo me quedo con el Rynek o Plaza del Mercado, donde se encuentra el coqueto Ayuntamiento, en cuyas escaleras tuvo lugar un espectáculo nocturno. A esta porticada plaza se asoman hermosas casas armenias, algunas profusamente decoradas. Por cierto, os dice algo la última imagen que ilustra este texto, tomada en 2015?

El viaje va tocando a su final, así que el 22 de junio iniciamos la última etapa de 263 kilómetros hasta Varsovia, aunque a los 88 nos detuvimos en Lublin para visitar el castillo (Zamek-Muzeum Lubelskie), situado en una colina sobre los restos de un castillo construido entre los siglos XIV y XVI. A sus pies se encuentra la hermosa plaza del Castillo, donde iniciamos un breve recorrido por el centro histórico pasando junto al Tribunal Real y la Catedral, antes de llegar a la Brama Krakowska o Puerta de Cracovia, resto de la muralla del siglo XIV.

175 km más y llegamos a Warszawa (Varsovia), la capital del país, donde nos alojamos en el Hotel Karat. Como en mi anterior viaje no me cautivó especialmente la ciudad, dejamos para ella tan sólo una tarde y una mañana. Como las previsiones para el día siguiente daban lluvia, dedicamos la tarde a “patear” ampliamente el centro histórico, formado por la Ciudad Vieja (Stare Miasto) y la Ciudad Nueva (Nowe Miasto), que desde 1980 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como “ejemplo destacado de reconstrucción casi total de una secuencia histórica que se extiende desde el siglo XIII hasta el siglo XX”. Quién diría que el 90 % de lo que ahora nos deslumbra quedó destruido durante la segunda guerra mundial. Entre otras muchas cosas pudimos contemplar el Castillo Real, la columna del rey Segismundo III Vasa, la Barbacana, la colección completa de iglesias y el símbolo de la ciudad, la sirena.

Hemos disfrutado de un tiempo magnífico durante el viaje por Polonia pero, el último día, 23 de junio, amaneció en Varsovia amenazando lluvia, como estaba previsto. Menos mal que aprovechamos la tarde anterior, pues para este día tan sólo pensábamos caminar por la zona moderna, en la que abundan los rascacielos, hasta llegar al mayor de ellos, el Palacio de la Cultura y la Ciencia, construido en 1955 en la época soviética. Con 237 metros de altura, es el edificio más alto de Polonia, Al llegar frente a él comenzó a “diluviar”, refugiándonos en el moderno Centro Comercial Zlote Tarasy, de donde en taxi regresamos al hotel, comida y al aeropuerto. De esta forma tan sosa concluyó el viaje por un país que me ha encantado.

Del Hotel Karat al Warsaw Chopin Airport hay tan sólo 9 km, así que comimos tranquilos antes de desplazarnos hasta él, pues el Airbus A319 de Brussels Airlines tenía prevista su salida a las 17:45 h. Dos horas de vuelo hasta Bruselas y menos de una de espera para coger el vuelo a Bilbao, aunque luego tuvo 45 minutos de retraso, llegando al aeropuerto de Loiu sobre 23:15. Desde el aire contemplamos una hermosa puesta de sol, que puso el broche a nuestro viaje por Polonia.

No estaría nada mal que las compañías Vueling o Volotea, aunque fuera en verano, se animasen a poner un vuelo directo a Varsovia, como han hecho a otros destinos como Bucarest o Atenas. Creo que tendría demanda.

Viaje por Polonia (2): De Gdansk a Cracovia

Continúo el relato del viaje realizado a Polonia del 6 al 23 de junio de 2015, que dejaba la pasada semana en la preciosa ciudad de Gdansk.

El 12 de junio tuvimos que cubrir los 332 km que separan las ciudades de Gdansk y Poznan, aunque cuando llevábamos 173 km, algo más de dos horas de viaje, nos detuvimos en Torun, un  ciudad de la que no había oído hablar pese a formar parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1997. La verdad es que me gustó, pues tiene gran cantidad de cosas a ver, como podéis comprobar en este resumen fotográfico, ya que cuenta con numerosas esculturas y más de 300 monumentos inscritos, siendo mi lugar favorito la Plaza Mayor, a la que se asoma el Ayuntamiento y donde se encuentran la escultura de Copérnico y el famoso burrito (Osiolek). Desde el otro lado del río Vístula se tiene una de las más bonitas panorámicas de una ciudad que se puede ver en Polonia.

160 km más de viaje y llegamos a Poznan, ciudad en la que nos alojamos dos noches en el Hotel Ibis Poznań Centrum y a la que dedicamos íntegramente el 13 de junio ya que tiene muchas cosas que ver, por lo que volveré a hablar de ella en otra ocasión. Mi lugar favorito es la Plaza del Mercado, que cuenta con varios museos y fuentes, siendo lo más relevante el ayuntamiento (Ratusz), bajo el que hay que situarse cada día a las 12 del mediodía para ver a los cabritos que salen de la torrecilla del reloj. Luego aprovechamos para comer en la plaza a base de salchichas y pinchos morunos. Para la cena optamos por la “zurek”, la sopa local servida en el interior de una hogaza de pan, Los cabritos son el emblema de la ciudad, pero para la imagen central he optado por el grupo escultórico del Cytadela Park.

El 14 de junio tocó nuevo desplazamiento de 189 km hasta la ciudad de Wroclaw. Como pensábamos realizar un alto en la ruta, atraídos por unos vistosos carteles, cuando llevábamos 80 km recorridos nos detuvimos en el pueblo de Osiecznej, situado al igual que Torun en la ruta jacobea. El Camino de Santiago está muy presente en Polonia, pues vimos las indicaciones en unas cuantas poblaciones. Se nota que son muy religiosos. La atracción de este lugar radica en que al lado de la carretera se encuentra el Museo de la Molienda, basado sobre todo en que conserva tres molinos, uno de 1761 y dos del siglo XIX, de los 1.800 que hubo en esta región. La parada merece la pena.

109 km más y llegamos a otra encantadora ciudad, a la que también pienso dedicar un espacio mayor más adelante, Wroklaw, conocida en castellano como Breslavia. en la que pasamos dos noches en el Hotel Ibis Styles Wroclaw Centrum. Desde el año 2006, el Pabellón Popular(Hala Ludowa), forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como uno de los edificios representativos del siglo XX, aunque mi lugar favorito es la Plaza del Mercado, en la que volvimos a comer unas salchichas tras fotografiar el viejo Ayuntamiento (Ratusz), del siglo XIV, uno de los mejores ejemplos del estilo gótico silesiano y la cervecería Piwnica Swidnicka, la más antigua de la ciudad. Las dos tardes que permanecimos aquí tuvimos una distracción añadida, buscar los numerosos enanitos distribuidos por la ciudad, que tienen su origen en una manifestación contra el régimen comunista.

El 15 de junio por la mañana recorrimos otros 167 km para visitar dos iglesias de la Paz, ubicadas en Jawor y Świdnica, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2001 y son sendas joyas arquitectónicas. Su origen se remonta a 1648, cuando el Tratado de Westfalia concedió a los protestantes luteranos de las zonas católicas de Silesia el derecho a la construcción de tres iglesias: en Głogów, Jawor y Świdnica. Eso sí, no podían utilizar clavos. La primera la destruyó un incendio y las otras dos han sido magníficamente restauradas. Las dos primeras filas corresponden a la del Espíritu Santo de Jawor, que cuenta con una comunidad protestante de tan sólo 40 personas, pero tiene capacidad para 5.500. Destacan las pinturas del siglo XVII. Las dos filas de abajo son de la iglesia de la Paz de la Santísima Trinidad de Świdnica, que está considerada como la iglesia de entramado de madera más grande de Europa. Destacan en ella el púlpito y el altar.

El 16 de junio volvió a tocar desplazamiento. Por delante tuvimos 290 km para llegar a Krakow (Cracovia), aunque nos desviamos de la ruta para visitar antes los campos de concentración de Auschwitz, construidos tras la invasión de Polonia por los nazis. En primer lugar visitamos el de Auschwitz I, aunque no entré al interior de los pabellones pues recuerdo la dureza de lo que vimos cuando lo visitamos en el año 2000, así que me quedo con la enorme inscripción que hay a la entrada: “Arbeit macht fre” (El trabajo hace libre), algo que hacía pensar a los prisioneros que en algún momento iban a lograr salir del campo. Nos desplazamos luego a Bikernau, donde se encuentra Auschwitz II, al que llegaban los prisioneros en un tren de mercancías, en un viaje en el que pasaban varios días sin comer ni beber, antes de ir a las cámaras de gas. Resulta muy duro visitar este lugar.

67 km de viaje más y llegamos a Cracovia, ciudad en la que pasamos cuatro noches en el Hotel Campanile Krakow, situado en el casco antiguo, por cuya puerta pasaban por las mañanas los gaupaseros, ya que es una ciudad con mucho ambiente, además de ser muy monumental, por lo que desde 1978 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Como en otras ciudades, el lugar más hermoso es la Plaza del Mercado (Rynek Glówny), trazada en 1257, que es la plaza medieval más grande de Europa, a la que se asoman la Lonja de los Paños, la Basílica de Santa Maria, la iglesia de San Adalberto y la torre del antiguo Ayuntamiento. También la visitamos de noche, pues tengo un grato recuerdo de mi viaje anterior. Otros sitios de interés son la zona del castillo de Wawel, la Catedral, las sinagogas, las murallas y la Barbacana. Obligatoriamente hay que comer la “Zapiekanka XXL”, una especie de pizza hecha sobre una barra de pan abierta por la mitad. Volveré a hablar con más detalle de esta hermosa ciudad, en la que coincidimos con un festival de folclore.

El 17 de junio desde Cracovia visitamos el macizo de los Tatras, para lo que tuvimos que recorrer 220 km, sin contar los que hicimos por error al entrar en Eslovaquia cuando nos dirigíamos a Palenica Białczańska, un parking en el que cogimos un carro tirado por caballos para subir hasta Morskie Oko (Ojo Marino), un impresionante lago de color verde esmeralda situado a 1395 metros de altitud y rodeado de montañas con algo de nieve, situado en el Parque Nacional de los Tatras, que comparte Polonia con Eslovaquia. El descenso lo efectuamos caminando, teniendo la suerte de ver varios ciervos. La tarde la pasamos en la encantadora y turística población de Zakopane, en la que nos atrajo especialmente la iglesia Matka Boska Częstochowska, construida totalmente de madera y su coqueto cementerio.

Todavía pasamos cuatro noches más en Polonia, otra en Cracovia, dos en Zamosc y la última en Varsovia, pero de ello espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.

Viaje por Polonia (1): De Bialowieza a Gdansk

Del 6 al 23 de junio de 2015 viajamos a Polonia, un país con una extensión de 312.6964 km² y una población de unos 38 millones de habitantes. Volamos con Brussels, con una magnífica conexión en Bruselas, unas 2 horas de vuelo más una de escala y otras dos horas de vuelo a Varsovia. Nada más llegar, a las 11:45 h, en el propio aeropuerto cambiamos los euros por los zloty, la moneda local, que en lo sucesivo obtuvimos en las casas de cambio, de nombre “Kantor”. A continuación recogimos el Toyota Auris que habíamos alquilado y las dos parejas que viajábamos juntas emprendimos el viaje de 250 km hasta la localidad de Bialowieza, población situada a un paso de Bielorrusia. Por cierto, las áreas de servicio de las autopistas son muy buenas.

Las dos primeras noches polacas las pasamos en Bialowieza, en el Hotel Białowieski Conference, Wellness & SPA ***, para dedicar el día 7 al Parque Nacional de Białowieza (Bialowieski Park Narodowy), uno de los más antiguos de Europa, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Nuestra idea era ver en libertad los grupos de bisonte europeo que allí viven, cosa casi imposible debido a la inmensidad del parque, así que hicimos un breve recorrido a pie, visitando el palacio, el Museo Forestal y de la Naturaleza y el centro de cría de animales en peligro de extinción, cuyo principal atractivo es la numerosa manada de bisontes europeos. También hay ciervos y caballos.

El 8 de junio estábamos de nuevo de viaje, cubriendo los 258 km que nos separaban de Mikolajki, alojándonos dos noches en el Hotel Villa Bella Italia. Mikołajki es un precioso pueblo conocido como la “Perla de Mazuria”, ubicado en el corazón de la región de Mazuria, la tierra de los mil lagos. Más en concreto está a orillas del lago del que toma su nombre, un pequeño ramal del mayor lago polaco, el Sniardwy. Dedicamos la tarde a pasear, contemplando las cigüeñas, gaviotas y cisnes, el mercado y los veleros y barcos de excursiones, buscando uno para el día siguiente. Recomiendan tener cuidado con las garrapatas en esta región.

El 9 de junio lo dedicamos a conocer la zona de los lagos de Mazury (Mazuria) de forma pausada, realizando un crucero de tres horas de duración hasta Gizycko, a bordo de una embarcación de la compañía Zegluga Mazurska. Esta ruta entre los dos puertos lacustres más famosos, discurre por un sistema de canales, construidos en la segunda mitad del siglo XVIII, que une diferentes lagos. Desde nuestro barco vimos un buen número de embarcaciones, pescadores, patos y alguna garza. El día amenazaba lluvia, pero nos libramos.

Nuestro pequeño crucero concluyó en torno al mediodía en Gizycko, una de las mayores ciudades de Mazuria, que está situada entre los lagos Kisajno y Niegocin. Su principal monumento es la fortaleza de Boyen, del siglo XIX, rodeada por un muro de ladrillo de 2.303 metros. También pasamos un buen rato contemplado el paso de embarcaciones por el puente giratorio del siglo XIX, que une parte del canal Luczanski con la fortaleza de Boyen. A última hora de la tarde regresamos en autobús (unos 45 minutos) a Mikołajki.

El 10 de junio iniciamos una larga jornada que nos llevó en primer lugar al castillo de la orden teutónica de Malbork (223 km) que, desde 1997, forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Comienza así un intenso viaje cultural por Polonia que iniciamos en una de las fortalezas medievales más grandes de Europa. De hecho está considerada como la mayor fortaleza gótica y la mayor construcción en ladrillo de toda Europa. Cuenta con tres secciones de diferentes épocas, separadas por fosos y torres. Su visita merece realmente la pena.

Tras visitar el castillo, completamos los 63 km que nos faltaban para llegar a la ciudad de Gdansk, donde pasamos dos noches en el Amber Hotel ***. Como el día estaba espectacular, decidimos pasar la tarde en Sopot, localidad de vacaciones distante poco más de 11 km. Teníamos ganas de ver la original Casa Torcida (Kryzwy Domez), sorprendiéndonos el monumental faro y el Molo, el muelle de madera más largo de Europa (515,5 m), con un montón de cisnes en su acceso. Comenzamos la siguiente jornada desplazándonos 45 km hasta Szymbark, para conocer la curiosa Upside Down House (Casa al revés), en la que el techo es el suelo y cuyo interior se puede visitar, aunque se sale un poco mareado. Al lado se encuentra el tablón más largo del mundo, de 36,83 metros de largo y 1.100 kg de peso.

El resto del 11 de junio lo dedicamos a Gdansk, la auténtica sorpresa de este viaje, pues nunca había oído hablar de esta ciudad y fue la que más me gustó. En este viaje visitamos una docena de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sorprendiéndome que Gdansk no esté en esta selecta lista, pese a estar propuesta desde 2005. De hecho toda la ciudad es un monumento, siendo lo más interesante los edificios asentados en la Ciudad Vieja, en la llamada Ruta Real y en el Paseo del Muelle. Me resulta imposible hablar de esta ciudad en tan corto espacio, así que volveré a dedicarle una entrada en otra ocasión, por lo que dejo tan sólo una pequeña muestra fotográfica.

Me gusta Polonia. Hay hostelería por todas partes y mucho ambiente. Además las carreteras está mucho mejor de lo que nos habían comentado. Todavía nos quedan 2.000 km por delante, pero de ello os hablaré en próximas semanas. El viaje continúa.

Menorca en primavera (y 2): Rutas por la costa

Continúo el relato de la escapada menorquina que realizamos del 2 al 10 de mayo y que dejaba la pasada semana en las proximidades de Ciutadella de Menorca. El cuarto día de viaje nos desplazamos hasta el extremo este de la isla, al Parque Natural de s’Albufera des Grau, dirigiéndonos en primer lugar al Centro de Interpretación Rodríguez Femenias, donde, debido a que en esta época hay muy pocas aves, nos recomendaron el itinerario de “Sa Gola”, que recorre la zona de dunas de la playa de Es Grau y el canal del mismo nombre, un pequeño tramo de tan sólo 1,7 km del Camí de Cavalls. Por ello completamos la jornada con un recorrido costero por Son Xoriguer.

Viernes, 6 de mayo. Por fin ha salido un día espectacular, algo que ya se mantendrá hasta que el martes, Cuando abandonamos la isla. Es por ello que elegimos pasar el día en la capital de la isla, Maó, realizando en primer lugar un viaje de una hora de duración (15 €) en el Yellow Catamarans, que realiza un precioso recorrido por el puerto, una mezcla entre ría y fiordo. Los puntos fuertes del recorrido son la vista de la fachada marítima de Maó, con sus tres iglesias y el paso por el canal de Sant Jordi, que da acceso a la fortaleza de la Mola.

En ascensor subimos luego a la plaza del Carme, centro del casco antiguo, entrando en primer lugar a su popular mercado situado en el antiguo claustro del templo, aunque nos gustó más el mercado del pescado, que alberga también un importante conjunto de bares, con unas cuantas vitrinas llenas de pintxos. Ni en Donostia he visto tanto pintxo junto. Comemos en una terraza de la plaza del Bastió a resguardo del fuerte viento, junto al Pont de San Roc, pasando luego junto a la iglesia de Santa María, concluyendo el recorrido con un rico helado de chocolate.

Con el tiempo ya garantizado, el sábado 7 de mayo lo dedicamos a lo que más me atraía de esta escapada menorquina, un sencillo recorrido a pie por el Camí de Cavalls desde Cala Galdana hasta Cala Macarella, a la que no se puede llegar en coche, pues el aparcamiento más cercano se encuentra a 1,3 km, pero desde el 1 de junio sólo es posible llegar en autobús, debido a la masificación. Eso sí, a pie de playa hay un bar con una amplia terraza. Estiramos la ruta para desviarnos a los cuatro miradores costeros, siendo el mejor el que tiene la vista sobre la hermosa  y afamada Cala Macarelleta, a la que fuimos luego por un estrecho sendero con escaleras talladas en la roca, que hacen casi imposible cruzarse con las numerosas personas que vienen de frente. El recorrido total no llega a 10 km, pero al salir de Cala Macarella, de regreso a Cala Galdana, hay que subir unas 216 escaleras, que a la ida tuvimos que bajar. No quiero ni pensar cómo estará este precioso lugar en verano.

En busca de una zona menos masificada, dejamos para el domingo la visita a otros tres lugares de la cultura talayótica, que en mi opinión eran de segunda división, pues no había que pagar entrada, pero que me gustaron mucho. Los tres estaban muy cerca de Ciutadella, comenzando la visita en la Necrópolis de Cala Morell, situada sobre este enclave costero, en una zona con hermosos acantilados sobre los que se asientan viviendas de lujo. Visitamos a continuación dos poblados talayóticos, Torretrencada, en el que destaca la taula y las tumbas antropomórficas y el de Torrellafuda, con su notable naveta y pequeña taula, un lugar muy sombreado en el que descansan las vacas.

Para el lunes, 9 de mayo, dejamos el desplazamiento al extremo norte de la isla, que comenzamos subiendo en coche hasta su punto culminante (3 km desde Es Mercadal), el monte Toro, donde se asienta un gran Cristo y un santuario dedicado a la Virgen. Desde sus 358 metros de altitud creo que se divisa toda la isla y, más en concreto, la zona que a continuación recorrimos, concluyendo en el pueblo de pescadores de Fornells, importante enclave turístico lleno de restaurantes en el que preparan la especialidad local, caldereta de langosta. Nosotros nos conformamos con el riquísimo fideuá de marisco que preparan en el Sa Proa. Luego subimos a la atalaya local, sobre la que se alza la Torre de Fornells, construida entre 1801 y 1802 durante la ocupación británica de Menorca.

Desde el monte Toro nos dirigimos al “norte del norte” de la isla, donde se alza majestuoso el Faro de Cavalleria, de 15 metros de altura y construido en 1857. Caminamos por una tierra rojiza un pequeño tramo sobre los acantilados, contemplando la isla de los Porros, una cantera y restos de instalaciones militares, teniendo al final como telón de fondo Cala Pregonda, a donde pensábamos ir pero, como se nos hizo tarde, nos conformamos con otra cala cercana, Binimel-là, a la que se llega caminando por una pasarela sobre las dunas desde el restaurante. Antes nos detuvimos en otro lugar lleno de encanto, el pequeño puerto natural de Sanitja, protegido por una torre defensiva.

Para el viaje de vuelta no tocó madrugar pues hasta las 13:10 no salió el Airbus 320 de Vueling con destino a Bilbao, así que nos dio tiempo a desayunar tranquilos y devolver el coche sin prisa. En el avión viajamos un centenar de personas, poco más de la mitad de las 186 plazas disponibles. Desde el aire tengo ocasión de contemplar el hermoso puerto de Maó, los Pirineos nevados y, cuando comienza a descender, el navarro embalse de Yesa. Aterrizamos en Loiu antes de la hora prevista pero, como la perfección no existe, tenemos que descender del avión por la escalera para ser trasladados a la terminal en autobús.

El viaje ha salido perfecto y creo que mayo ha resultado el mes idóneo, pues Menorca estaba verde y con los campos floridos. Además los precios tanto del vuelo como del hotel han siso muy buenos (se pueden triplicar en agosto). También hemos evitado la masificación que genera problemas de aparcamiento, atascos en las carreteras y colas para entrar en bares y restaurantes, cosa habitual en la temporada alta, como nos han contado los propietarios de negocios.