Ruta del románico pintado alavés

Y de Bizkaia a Araba. Del 11 al 13 de noviembre hemos realizado una miniescapada para visitar unos lugares que teníamos pendientes desde hace tiempo, el románico pintado alavés y el Valle Salado de Añana. Para ello nos alojamos dos noches en el Parador de Argómaniz ****, que ocupa un elegante palacio renacentista desde el que se domina toda la Llanada Alavesa y el macizo de Gorbeia. Es un buen lugar para el descanso ahora que los días son tan cortos. Cuenta con un excelente restaurante, el Aletegui, ubicado en el antiguo granero del palacio, conservando el artesonado original del siglo XVIII.

A las 12 h del día 11 nos instalamos en el Parador. Las ermitas románicas hay que verlas en visita guiada previa reserva en el teléfono 945302932. Sólo se pueden visitar en fin de semana y para el sábado tenemos las dos más sencillas, pagando 4 € por persona. Llueve con ganas cuando nos posicionamos a las 13 h en la primera cita, la iglesia de la Natividad, en Añua, que cuenta con uno de los ábsides más ricos de toda la Llanada. El interior conserva algunos retablos, una colección de nacimientos, bóvedas con elementos geométricos en color rojo y una pequeña escena de batalla con personajes esquemáticos.

Una hora después tenemos la segunda cita a unos 7 km en la iglesia de San Martín de Tours, en Arbulu. Su aspecto exterior se asemeja a la torre de un castillo. Cuenta también con varios nacimientos, pero lo más interesante de su interior apareció tras la retirada del retablo. Se trata de un curioso conjunto de pintura mural roja realizado sobre el primitivo ábside de la iglesia románica, en el que se pueden ver figuras geométricas, animales y dos cruces de consagración. La decoración de las cúpulas merece también la pena.

Tras comer de bocadillo en el Parador, como sigue lloviendo decidimos acercarnos al cercano Santuario de Ntra Sra de Estíbaliz, que abre de 9 a 20 h. Aquí la visita es libre, destacando su fachada principal y un coqueto interior que alberga la imagen de la patrona de Araba. Construido a mediados del siglo XII, destacan en su interior la maestría escultórica de los capiteles, la hermosa pila bautismal y la imagen de San Prudencio. Lo que no puedo entender es que habiendo turismo, el anexo Centro de Interpretación del Románico en Álava, permanezca cerrado en noviembre, diciembre, enero y febrero

Aunque no disponemos de mucho tiempo ya que anochece sobre las 6 de la tarde, como el tiempo mejora decidimos acercarnos al Dolmen de Sorginetxe, que no conocíamos y se encuentra a 20 km del Parador, en Arrizala, tras coger un desvío en la carretera que sube el puerto de Opakua. Merece la pena. Como todavía hay luz, decidimos visitar el otro dolmen de la zona, en el que hemos estado varias veces. Se trata del de Aizkomendi, monumento funerario de la Edad de Bronce, considerado hasta ahora el más grande de Euskadi. Está ubicado en Egilatz, al pie de la autovía A-1. Ponemos así fin a la primera jornada.

El día 12 iniciamos la jornada con la visita a la tercera iglesia, la de Nuestra Señora de la Asunción, en Alaitza, pueblo situado a unos 5 km de Agurain. Allí teníamos concertada la visita guiada a las 11 h. Durante la espera nos entretuvimos contemplando una fuente de 1865 en la que reza “SEPROIVE LAVAR ROPA, BERDURAS Y CARNE”. En el interior destacan las excepcionales y primitivas pinturas rojizas ubicadas en el ábside, en las que se recrean escenas bélicas y de caza, algo extraño en un templo. El precio, el mismo, 4 € las dos iglesias.

Muy cerca, en Gazeo, tuvimos la última visita al románico pintado alavés en la iglesia de San Martín de Tours. Es la iglesia más profusamente decorada con pinturas murales de temática religiosa, realizadas en el siglo XIV, aunque no fueron descubiertas hasta el año 1967, pues habían sido encaladas, además de estar ocultas tras el retablo mayor. Frecuentada en la actualidad por peregrinos del Camino de Santiago, esta iglesia me recuerda un poco por sus pinturas a las de La Vall de Boí. Ha merecido la pena la visita a estas iglesias, pues a veces no valoramos lo que tenemos cerca de casa.

Concluida la visita a las iglesias nos desplazamos a la cercana población de Agurain, que cuenta con un más que notable casco histórico amurallado, principalmente situado a lo largo de la calle Mayor, teniendo en sus extremos dos templos religiosos: las iglesias góticas de San Juan y Santa María. Entre ambas, numerosas elegantes mansiones blasonadas. Lo primero que hicimos es dirigirnos a la Oficina de Turismo de la Llanada Alavesa. Calle Mayor, 8. Agurain/Salvatierra. 01200. Tel 945 30 29 31. En ella se conciertan las visitas a las iglesias pintadas. Comimos de picoteo en un bar de la calle Mayor y continuamos nuestra ruta.

Tuvimos que abandonar Agurain enseguida pues teníamos algo más de media hora de viaje para llegar a nuestro siguiente destino, el Valle Salado de Añana, que hace muchos años que no visitábamos. Ahora solo se puede acceder mediante visitas guiadas concertadas, reservando en https://vallesalado.com/ o en el teléfono 945351111. En nuestro caso, para el domingo por la tarde sólo había a las 16 h, tratándose de realidad virtual, muy interesante, más la visita a las salinas acompañados de una guía erandiotarra, que nos la hizo muy amena. Estamos en uno de los conjuntos culturales, arquitectónicos, medioambientales, paisajísticos y arqueológicos más importantes del mundo, que forma parte del Patrimonio Agrícola Mundial. El agua salada de los manantiales del Valle Salado tiene 240 gramos de sal por litro, siete veces más que los océanos, contando con estructuras de madera de más de diez metros de altura que ayudan a llegar el agua salada a todos los rincones de la salina.

El día 13, antes de abandonar el Parador de Argómaniz, decidimos acercarnos al cercano Humedal de Salburua, para caminar durante una hora por el entorno de la Balsa de Arkaute. Pese a que había recuperado el agua tras la sequía, al morir los peces hizo que sólo pudiéramos ver un buen grupo de gaviotas, unos patos, una garza y algunas cigüeñas volando. Nunca había visto tan poca fauna. Los ciervos también se encontraban muy lejos. Uno de los fotógrafos habituales en el mirador se tuvo que conformar con la “captura” de un zarapito.

Es una lástima que, con lo interesantes que son las iglesias románicas, para llegar a ellas no existe casi señalización, teniendo que tirar de Google Maps que, en una ocasión, nos jugó una mala pasada.

Un poco de Bizkaia para foráneos

Solemos realizar un par de escapadas al año con los amigos de Rivas Vaciamadrid y, en esta ocasión, queríamos que “picotearan” un poquito de Bizkaia, a sabiendas de que en 5 días poco les íbamos a enseñar, máxime cuando las previsiones de tiempo no eran nada halagüeñas. Para esta escapada, realizada del 16 al 20 de octubre, optamos por alojarnos en el Hotel Elorrio, por su situación en la monumental población y con vistas a las Crestas del Duranguesado, que se elevan sobre la central de Eroski. Eso sí, el alojamiento nos pareció caro, unos 90 € la noche sin desayuno, y con unas condiciones leoninas de cancelación, pues en caso de anular con menos de 14 días de antelación, había que pagar las 4 noches. Al final, lo peor no fue la lluvia sino el viento sur y el calor que pasamos por las noches. Menos mal que desde la ventana teníamos una magnífica vista de la iglesia de San Agustín de Etxebarria, reedificada en el siglo XV.

El 16 de octubre, quedamos con nuestros amigos a comer en el hotel, para registrarnos e instalarnos en la habitación. Como por la tarde el tiempo se mantuvo estable, quise aprovechar para que al menos visualmente conocieran el entorno en el que nos encontrábamos, así que les llevé al pequeño pero coqueto pueblo de Garai, para que disfrutaran de sus construcciones, de la iglesia de San Juan Evangelista y de la ermita de San Juan de Mumoitio, desde la que se tiene una espectacular vista de las Crestas del Duranguesado.

La siguiente cita la tenemos a unos 700 metros de altitud, en el puerto de Urkiola, dirigiéndonos en primer lugar a visitar el Santuario, ubicado en el municipio de Abadiño, en la línea divisoria de las vertientes mediterránea y cantábrica. Fue consagrado en 1933, destacando en su interior el mosaico del altar mayor. Concluida la visita, nos introducimos en el hayedo, para contemplar la antigua nevera, la ermita del Santo Cristo y el Mirador de las Tres Cruces, desde donde contemplamos los montes Mugarra, Untzillatx, Astxiki y la cresta que va desde el Alluitz hasta el Anboto. Concluye de esta forma la primera jornada, en el Parque Natural de Urkiola.

Las previsiones eran de lluvia todos los días, así que no hicimos planes para esta escapada. Como el martes era el día de mejor previsión, cosa que así sucedió, decidimos llevarles a conocer el Parque Natural de Gorbeia. Para ello nos desplazamos hasta Pagomakurre, subiendo caminando a ese precioso lugar que es la campa de Arraba. En la subida vimos grupos de caballos y de vacas. El viento casi nos tumba al llegar a la campa, desde donde contemplamos las cumbres de Lekanda, Aldamin y Gorbeia. También vimos un rebaño de ovejas guardado por unos pacíficos mastines. Nos acercamos al refugio del Ganguren y luego vamos al de BMF a comer unos huevos con chorizo, que no había, teniendo que optar por panceta o una dura hamburguesa.

Regresamos pausadamente a Pagomakurre, para ir a tomar el café al bonito pueblo de Areatza, siendo recibidos por una hermosa pintura mural y la grandiosa iglesia parroquial de San Bartolomé, ampliada en 1513. Pasamos junto a la gran campana y a la fuente de la Alcachofa y, tras tomar el café en la Taberna Hagina, nos dirigimos a la Gudarien plaza, a la que se asoman la Casa Consistorial, de 1862, y el palacio de Gortázar, barroco del siglo XVII, que cuenta con notables pinturas en su fachadas. En la misma se encuentra el centro de interpretación Gorbeiako Parketxea, en cuyo interior pasamos un buen rato.

Antes de regresar a recluirnos en el Hotel Elorrio, como el tiempo seguía bueno decidimos pasar por la Necrópolis de Argiñeta, situada junto a la ermita de San Adrián. Se trata de un conjunto formado por veinte sepulcros y cinco estelas de varios barrios, que fueron aquí agrupadas en el siglo XIX, siendo el conjunto de estas  características más importante del País Vasco, tanto por el número y calidad como por la antigüedad de algunos de ellos (siglos VII-IX). Concluimos esta segunda jornada caminando desde el hotel por la antigua calzada hasta el crucero de Kurutzebarri, que data de mediados del siglo XVI.

El 18 de octubre amaneció tontorrón y chispeando un poco, así que nos detuvimos para hacer tiempo en la playa de Bakio, para luego volver a hacerlo en la ermita de San Pelayo, románica del siglo XII. El plato fuerte de esta tercera jornada para nuestros amigos madrileños era San Juan Gaztelugatxe, que se ha hecho mucho más famosa tras convertirse en Rocadragón en Juego de Tronos. Como ya no hacía falta reservar y ser un miércoles de octubre, pensábamos que habría poquísima gente, encontrando seis autobuses y los aparcamientos para coches casi al completo. Al final el tiempo se volvió espectacular, disfrutando también de la comida en la cervecera del Eneperi.

Por la tarde decidimos llevarles a una población que me encanta, Bermeo, aunque tuvimos que andar corriendo pues quería que vieran el coqueto Arrantzaleen Museoa (Museo del Pescador), sito en la Torre Ercilla, que cierra a las 16 h. Tras la visita nos acercamos al Ayuntamiento y a la iglesia de Santa María, subiendo luego por Doniene kalea para pasar bajo la puerta de San Juan y llegar al parque de la Tala. Regresamos a la zona del puerto para visitar el claustro de la iglesia de San Francisco y pasar junto al Casino y la iglesia de Santa Eufemia. También contemplamos las variadas esculturas urbanas con que cuenta Bermeo, regresando al aparcamiento del puerto donde habíamos dejado el coche, a un paso de la enorme escultura “Ola/Olatua”, de Néstor Basterretxea, concluyendo así la tercera jornada.

Dejamos la última jornada para enseñarles el terreno en el que nos desenvolvemos habitualmente, comenzando en la terminal de cruceros de Getxo  donde se encontraba el Norwegian Dawn. Caminamos hasta el faro de Arriluze y de allí a pie hasta el Puerto Viejo, para hacer el hamaiketako en Itxasbide Taberna. El siguiente recorrido a pie lo efectuamos en nuestro pueblo, Leioa, caminando por los parques de Pinosolo, Artatza y Zarragabarrena, con posterior comida en Mendibile Jauregia. El tiempo estuvo amenazante durante todo el día, pero aún así pudimos llevarles por la tarde a la confluencia de las playas de Plentzia y Gorliz, desde donde contemplamos el espectáculo de las olas en la pleamar, que el 19 de octubre no hubo, así que incluyo dos fotos de nueve días más tarde.

Todavía no he comentado que en Elorrio hubo un brote de gastroenteritis, en el que fueron cayendo numerosas personas y unos cuantos de los alojados en el hotel. A mi me tocó el viernes, en el que, a modo des despedida teníamos previsto visitar la monumental villa de Elorrio, así que me tocó quedarme en la habitación del hotel, mientras mis compañeros se dedicaron a contemplar los numerosos palacios provistos de un paraguas, pues al fin llovió con salero, aunque pasaron un rato a cubierto en la Basílica de la Purísima Concepción, gótica del siglo XV. De esta forma concluyó esta “escapada casera”. Por ello, las fotos que ilustran este apartado, las tomé el pasado 13 de febrero.

Al escribir esta entrada me acuerdo de un grupo de jienenses con los que coincidimos en Gaztelugatxe que, en los mismos días que nosotros, recorrían los tres territorios de la CAV. A nosotros tan sólo nos ha dado tiempo para “picotear” un poco de Bizkaia.