CERVERA DE PISUERGA: La montaña palentina

Ante el temor a que nos vuelvan a restringir la movilidad, del 16 al 21 de agosto realicé una escapada a Cervera de Pisuerga, punto de partida ideal para realizar rutas por la montaña palentina. Se encuentra a 218 km de Leioa y casi todo el viaje, hasta Aguilar de Campoo, se realiza por autovía. Es una zona que conozco bastante bien, pues he estado en diferentes ocasiones, disfrutando siempre de mucha tranquilidad. Además la previsión del tiempo era muy buena, con tiempo soleado y temperaturas mínimas de 9 a 13 grados y máximas de 21 a 26. Vamos, ideal para caminar. Si embargo no di una, pues el tiempo cambió y tres días llovió, en ocasiones con fuerza. Y de tranquilidad nada, pues este año se ha puesto de moda el senderismo y las rutas en bici, por lo que había bastante gente en casi todos los lugares. Pero al mal tiempo buena cara y pensando siempre en positivo, así que pudimos hacer casi todo lo que habíamos pensado y pasado muchas horas sin la molesta pero necesaria mascarilla, por el Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre.

Por el tema de seguridad, de nuevo hemos optado por un Parador para pasar las cinco noches de esta escapada, en este caso el de Cervera de Pisuerga ***, uno de los más baratos de la red, pero que hemos tenido que pagar a precio de oro, 207 € la noche, alojamiento y desayuno. Es la tercera vez que nos alojamos aquí, pero nunca lo había visto tan lleno. Eso si, desde la habitación teníamos unas magníficas vistas del pantano de Ruesga, a nuestros pies y, como telón de fondo, la montaña palentina, desde Espigüete hasta Curavacas, montañas que frecuenté en mis años mozos. El restaurante es excelente, quedándome sobre todo con el pulpo y la media tabla de quesos. La perfección no existe, así que hay que añadir unos peros. Las habitaciones necesitan reforma, el aparcamiento se queda pequeño por la alta ocupación y la gente que acude de los alrededores y, para acceder al bar hay que hacer cola, por el tema de higiene y la falta de personal. Eso lo solucionamos con rapidez, comprando un par de botellas de vino en “Sierra del Oso”, en Cervera, tomado el pote previo a la cena en nuestra terraza, sin tener que ponernos la mascarilla. No hay mal que por bien no venga.

16 de agosto. Una vez instalados en el Parador, nos desplazamos 16 km hasta San Cebrián de Mudá, donde se encuentra Bison Bonasus, reserva del bisonte europeo, con animales traídos del Parque Nacional de Białowieża, situado en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, donde estuvimos hace 5 años. A las 5 de la tarde teníamos cita para la visita a pie (7 €), que comienza con una charla y un vídeo en el centro de visitantes, con mucha gente sin mantener las distancias de seguridad. Luego hay que caminar 2 km por una pista, sufriendo el polvo que dejan los vehículos de la visita en todo terreno (10 €). Desde una pasarela abarrotada de gente, pudimos ver y casi tocar a los bisontes, a los que daban de comer en la mano, nada que ver con lo que anuncian en la web de que esto no es un zoo y que puede que no llegues a ver a los animales.

La Diputación de Palencia cuenta con una excelente red de senderos, muy bien señalizados, para conocer la montaña palentina. Como la previsión del tiempo no era buena, el 17 de agosto optamos por uno cercano y corto, la Senda del Gigante del Valle Estrecho, magnífico mirador sobre las montañas de la zona. Por un cómodo camino, primero se accede al mirador de Peña Albilla, situado junto a la Peña del Águila (1438), para luego descender y más tarde subir al segundo mirador, el de Caldacio, por el tramo más interesante, ya que es un sendero rocoso que discurre por un robledal. Vemos buitres y algún txantxangorri. De regreso al punto de partida ascendemos a la cercana cumbre de Peña Negra (1455). Por la tarde no paró de llover.

  • Punto de salida: Santibáñez de Resoba (aparcamiento km 15,5).
  • Longitud: 4,5 km.
  • Desnivel: 115 m.
  • Tiempo estimado: 1 h 30 min.

El 18 de agosto amaneció muy cubierto con nubes muy bajas, así que optamos por desplazarnos hasta Velilla del río Carrión (44 km), por si el tiempo mejoraba, pero fue peor, pues caía un constante sirimiri. Provistos de paraguas y caminando a veces entre la niebla, realizamos la Senda del pinar natural de Velilla, que discurre por el pinar silvestre que antes poblaba buena parte de esta zona. Esta cómoda pero más pendiente ruta, cuenta con dos miradores, Pinar y Compuerto, aunque desde este último no vimos nada por la intensa niebla.

  • Salida: Aparcamiento junto a la Ciudad de Brezo (Velilla del río Carrión).
  • Longitud: 3,5 km.
  • Desnivel: 150 m.
  • Tiempo estimado: 2 horas.

19 de agosto. Por fin sale un día espectacular, así que optamos por la ruta más larga y dura de la zona, la Senda de la Tejeda de Tosande. Lo malo es que está de moda y muy masificada (más de un centenar de coches pasaron por el aparcamiento). Pese a ello, dado que la gente se reparte mucho, no necesitamos utilizar la mascarilla. Lo malo fue un grupo muy alborotador (mayores y niños), del que huíamos como de la peste, teniendo que realizar constantes paradas para alejarnos. Cuando les llamamos la atención, nos dijeron que en el monte se puede hacer de todo. Desde aquí les recuerdo la norma del Parque que aparece al comienzo del sendero: “Procura no hacer ruido para evitar molestias a las personas o a la fauna silvestre”. Pese a todo y a la buena cuesta que hay al final del trayecto de subida y al empinado descenso, es el sendero que más nos ha gustado, pues discurre por bosques de robles y hayas, praderas y, su principal atractivo, los 743 tejos inventariados, algunos muy viejos, casi milenarios. Lo peor, la cuesta sin sombra para regresar al coche.

  • Salida: Aparcamiento cerca de Dehesa de Montejo.
  • Longitud: 10,2 km.
  • Desnivel: 418 m.
  • Tiempo estimado: 3 h 30 min.

20 de agosto. Para hoy tenemos previstas dos rutas cortas, pero el día no promete. Comenzamos por la primera, la Senda del Roblón, que tiene como meta llegar, tras una empinada subida, al “Abuelo”, el roble de mayores dimensiones y más longevo de la montaña palentina, ya que el Roblón de Estalaya tiene 17 metros de alto, un perímetro en su base de 10,6 m y más de 500 años de edad. La ruta de descenso es más suave y larga pues se regresa al punto de partida bordeando el embalse de La Requejada.

  • Salida: Aparcamiento a la entrada de Estalaya.
  • Longitud: 4,6 km.
  • Desnivel: 125 m.
  • Tiempo estimado: 1 hora 30 minutos.

Nada más terminar la Senda del Roblón comienza a llover, cosa que hará durante el resto de la jornada, así que renunciamos a realizar la siguiente y cercana ruta, la Senda del bosque fósil. Como me parece muy interesante y como la anterior, la he realizado en dos ocasiones precedentes, os comento que el objetivo es contemplar la pared rocosa en la que se conservan las marcas de los bosques que poblaron la zona hace 300 millones de años. El sendero, casi circular, continúa hasta el mirador de la Pernía, donde iniciamos el descenso al punto de partida.

  • Salida: Aparcamiento de Verdeña.
  • Distancia: 3,2 km
  • Desnivel: 120 m.
  • Tiempo estimado: 1 h 10 min.

No todo va a ser caminar. El día que fuimos a Velilla del río Carrión, a nuestro regreso aprovechamos para recorrer la carretera P-210, durante 54 km, por la llamada “Ruta de los pantanos”, que enlaza la citada población con Cervera de Pisuerga, pasando por Otero de Guardo, Camporredondo de Alba, Cardaño de Abajo, Alba de los Cardaños, donde se encuentra el mirador con la mejor vista, Triollo, La Lastra, Santibáñez de Resoba, Ventanilla y Ruesga. En la ruta contemplamos de cerca el Espigüete y bordeamos los pantanos de Compuerto, Camporredondo y Ruesga. Aunque situado fuera de la ruta, incluyo las imágenes del embalse de La Requejada, tomadas en tres fechas diferentes.

Para completar el menú, un poco de románico. En esta ocasión nos hemos acercado a tres iglesias, aunque en las dos primeras ya habíamos estado dos veces. Desde la Senda del Roblón nos desplazamos hasta la colegiata de San Salvador de Cantamuda, que data de 1185. Desde la Tejeda de Tosande fuimos a Pisón de Castrejón, donde se encuentra la iglesia de Ntra Sra de la Asunción (siglo XIII). Junto a ella hay un área de picnic en la que comimos el bocata. Finalmente, aprovechamos la tarde del único día de buen tiempo para desplazarnos 27 km hasta Moarves de Ojeda, para visitar la iglesia de San Juan Bautista, de finales del siglo XII, en la que destaca el Pantócrator. Lástima que no coincidimos con el horario de apertura para acceder a su interior.

21 de agosto. Aunque estuvimos todos los días comiendo o tomando algo en Cervera de Pisuerga, aprovechamos la mañana del día de regreso a casa para recorrer la calle Mayor, desde la plaza del mismo nombre hasta el Ayuntamiento. Cuenta la calle con soportales, algunas casas blasonadas y un notable edificio, la Casa de los Leones. Sobre la localidad se alza Santa María del Castillo, templo gótico del siglo XVI. Dos días antes nos acercamos a un lugar que me gustó en un viaje anterior, el eremitorio rupestre de San Vicente, pero me dio pena volverlo a ver debido al estado de suciedad que presentaba.

Como comenzó, en Cervera de Pisuerga concluyó esta escapada por la montaña palentina.

El mercado de Urgut y el centro histórico de Shakhrisyabz (Uzbekistán)

Desde Samarcanda (Samarqand) realizamos una interesante excursión de 209 km de recorrido por unas penosas carreteras, sobre todo en los alrededores de la ciudad. Son muy anchas, pero nuestro conductor tiene que ir haciendo slalom para evitar los continuos baches. A través del hotel, hemos vuelto a contratar un vehículo con conductor, mucho más cómodo para realizar este viaje. Nuestro destino son dos excepcionales lugares, el mercado de Urgut, distante 39 km de Samarcanda, y el centro histórico de Shakhrisyabz, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al que llegamos tras otros 85 km de viaje, los mismos que tendremos luego para regresar al hotel.

Cuando planificamos el viaje por Uzbekistán y Kazajistán, hicimos coincidir nuestra estancia en Samarcanda de viernes a domingo, para así poder acudir al mercado de Urgut que, aunque se celebra a diario, los sábados y domingos adquiere un tamaño impresionante, debido a la cantidad de compradores y vendedores que a él acuden, convirtiendo este bazar en un enorme centro comercial, en el que primero visitamos la zona de alimentación.

Tras recorrer la zona de carnicerías, venta de huevos y diferentes productos hortícolas, nos dirigimos a los más vistosos, los puestos de venta del tradicional y riquísimo pan de Samarcanda, además de aquellos que elaboran comida, incluido el tradicional plov, para ser consumida allí mismo. Estamos en el mercado oriental más grande de Samarcanda y probablemente el mayor de cuantos he visitado en el mundo.

Situado a los pies de las montañas de Zeravshan, a unos 1000 metros de altitud, el gran bazar de Urgut parece un centro comercial, pues en él puedes encontrar de todo: alimentación, ropa, electrodomésticos, juguetes, tapices, calzado, telas y un largo etcétera, todo perfectamente ordenado por secciones. Según avanza la mañana el número de compradores va en aumento, pero la temperatura también, así que ha llegado la hora de abandonarlo.

Nuestro siguiente destino es Shakhrisyabz, distante 85 kilómetros de Samarcanda, a donde regresaremos a dormir, así que continuamos viaje en dirección a la frontera con Afganistán. Poco a poco vamos ganando altitud, hasta pasar por un puerto situado a 1788 metros, donde un cartel nos indica que abandonamos Samarcanda. Mucha gente se detiene para sacarse fotos junto a él, motivo por el que existe un pequeño mercado, sobre todo de especias, que venden las mujeres de la zona.

En el descenso del puerto, nuestro conductor nos propone parar a comer en un lugar de lo más pintoresco y tradicional. Hoy toca cordero, preparado de dos formas, guisado y al horno, acompañado de ensalada. Qué bien entra la cerveza fría con el calor que hace, pese a estar en un lugar alto y sombreado. Parece que comemos sentados en una cama, con una mesa en el centro. Todos los comensales, salvo nosotros, son población local.

A primera hora de la tarde, con un calor terrible, llegamos a nuestro destino, Shakhrisyabz, pequeña ciudad que alberga un conjunto de palacios, mezquitas, madrazas y tumbas, por los que la UNESCO la ha incluido en la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad. Todo lo que hay que ver se alinea en torno a una gran avenida peatonal, completamente nueva, pues los árboles son tan jóvenes que no nos protegen del sol. Junto al lugar en que dejamos aparcado el coche se encuentra uno de los emblemas de la ciudad, los restos del palacio Ak Saray, construido por Tamerlán en el siglo XIV. En el parque de al lado se alza majestuosa la estatua de Amir Temur.

Se puede contratar los servicios de un minibús eléctrico que hace el tour por los principales lugares de interés, pero optamos por caminar por la avenida peatonal, bajo un sol de justicia, deteniéndonos ante los baños antiguos y las madrazas Chubin, restaurada en 1997 para albergar el Museo Amir Temur y O Gollig, convertida en bar. Una pérgola en el parque marca el final de esta primera parte de nuestra ruta. Parece que estamos en una ciudad completamente nueva.

La siguiente cita la tenemos en el Complejo Dorut Tiloval, el lugar que más me ha gustado, en el que el principal monumento es la Mezquita Kok Gumbaz, construida por Ulugbeg en 1437. Da gusto estar a la sombra en uno de sus patios interiores. No hay casi visitantes en Shakhrisyabz, así que muchos bares están cerrados, por lo que nos ha costado encontrar uno abierto para comprar agua. El calor es tan intenso que igual debíamos haber cogido el pequeño autobús eléctrico que recorre todos los sitios de interés.

Concluimos la visita de Shakhrisyabz en un lugar que tiene varias cosas que ver. Se trata del Complejo Dorut Siadat, que significa “Lugar de fuerza y poder”. Nos detenemos sobre todo en la curiosa Mezquita Hazrat-i Imam y en la sencilla cripta de Temur (Tamerlán). Quedan algunos lugares por visitar pero ya no podemos más, así que regresamos al coche caminando por los soportales que se asoman a la avenida peatonal, que nos proporcionan sombra, haciendo un alto en el camino para comprar unos botellines de agua fría.

Pese a los baches, el viaje de regreso a Samarcanda nos resultó un placer, al refugio del aire acondicionado del coche. En Shakhrisyabz hemos sudado muchísimo. No hemos hecho más que empezar el viaje, pero las altas temperaturas fueron lo habitual en nuestro recorrido por Uzbekistán, pese a realizarlo en junio.

Escapada a la Hoya de Huesca (Plana de Uesca)

Hace seis años, a comienzos de agosto nos desplazamos hasta la Hoya de Huesca, comarca perteneciente a esta provincia, que incluye 40 municipios, entre ellos dos de la provincia de Zaragoza. Es una zona de transición entre las sierras prepirenaicas y el valle del Ebro, con una extensión de 2.525 km2 y una población de 70.000 habitantes, buena parte de ellos ubicados en Huesca capital. Para alojarnos elegimos un lugar lleno de encanto, el Hotel Spa Aguas de los Mallos****, que sería una buena opción para la situación que estamos padeciendo, situado a 294 km de Leioa, en la carretera Jaca-Santa María de la Peña, cerca de Murillo de Gállego (Tel 974 383 132). Pero la perfección no existe, pues tuvimos unos días de muchísimo calor y alguna tarde, tormentas de las de asustar, lo que condicionó el programa que pensábamos realizar. Un valor añadido de este hotel es la vista panorámica que tenemos sobre los Mallos de Riglos y el cercano pueblo zaragozano de Murillo de Gállego, del que sobresale la iglesia de San Salvador.

5 de agosto. De camino al hotel, nos desviamos un poco de la ruta para dirigirnos a la pequeña localidad de Santa Cruz de la Serós, donde aprovechamos para comer y contemplar la monumental iglesia de Santa María, construida a mediados del siglo XI, y la más pequeña iglesia de San Caprasio, edificada entre los años 1020-1030. Tras la comida fuimos al cercano San Juan de la Peña, deteniéndonos primero en el Monasterio Nuevo, del siglo XVII, para luego visitar uno de los emblemas de la provincia de Huesca, el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya de la época medieval y más en concreto del estilo románico de los siglo XI y XII, como son los capiteles de lo que queda del claustro construido bajo una gran roca. Es un lugar único.

No estaba en nuestro programa, pero yendo de Santa Cruz de la Serós al hotel pasamos por un lugar que nos encantó, por lo que nos detuvimos a tomar unas fotos. Se trata del embalse de La Peña, que recoge las aguas del río Gállego, ubicado en el término municipal de Las Peñas de Riglos. Fue construido entre los años 1904 y 1913, generando una gran polémica hace unos años el proyecto de recrecimiento, actualmente paralizado. Llama la atención el puente que cruza el embalse para permitir el tráfico rodado, construido por Severino Bello, así como la cascada que se forma al caer el agua por el aliviadero, para ser devuelta al río.

6 de agosto. Debido al excesivo calor, hemos decidido dejar las rutas que pensábamos realizar y centrarnos en lugares culturales, comenzando la jornada visitando el pueblo de Bolea, donde se encuentra la monumental Colegiata de Santa María la Mayor, iglesia gótica construida entre 1541 y 1559, según un proyecto de Pedro de Irazábal. En su interior destaca el retablo mayor, obra maestra de comienzos del Renacimiento. Fue realizado entre los años 1499 y 1503 y consta de veinte tablas pintadas al temple y cincuenta y siete tallas de madera policromada. Las tallas y la estructura del retablo son obra del maestro flamenco Gil de Brabante, y la pintura se debe a un pintor anónimo.

A media mañana nos desplazamos hasta el pueblo de Loarre, sobre el que se levanta majestuoso el castillo que toma el nombre de la población, que se asienta sobre un promontorio de roca caliza. Está rodeado por una muralla con torreones, lo que le proporciona un aspecto mucho más vistoso. El castillo está en bastante buen estado de conservación, por lo que está considerado como la fortaleza románica mejor conservada de Europa. Fue ampliado hacia 1071, durante el reinado de Sancho Ramírez, dándole el aspecto que mantiene en la actualidad, mientras que el recinto amurallado se construyó en 1287. También es digna de reseñar la iglesia del castillo.

Aunque hemos estado en varias ocasiones en esta zona, tenía muchas ganas de volver a ver de cerca esas curiosas formaciones geológicas que son los Mallos de Riglos, así que a primera hora de la tarde nos dirigimos en primer lugar a Agüero, que goza de un perfecto emplazamiento bajo los Mallos, aprovechando para visitar el que dicen que es el único museo del mundo dedicado al órgano y sus dos preciosas iglesias, en honor a San Salvador y a Santiago. De allí nos dirigimos a Riglos, para obtener la típica instantánea de los Mallos desde el monolito que Montañeros de Aragón levantó a la memoria de Rabadá y Navarro.

7 de agosto.- Al poco de salir del hotel nos detenemos en Ayerbe, deteniéndonos para contemplar la Torre del Reloj (1798) y la típica arquitectura aragonesa dispersa por el casco antiguo, que cuanta además con notables palacios, como los de los Marqueses de Urriés o el de los Luna. De allí nos dirigimos a las afueras de Huesca y más en concreto al parque tecnológico Walqa, situado en Cuarte, donde se encuentra el Planetario de Aragón, cuando los visitamos conocido como Espacio 0.42, que fue inaugurado en 2012.

Dejamos para el mediodía y la tarde recorrer la ciudad de Huesca, caminando bajo un sol de justicia en busca de zonas sombreadas, como el parque de Miguel Server, el pulmón verde de la ciudad, en el que se encuentra uno de sus emblemas, las famosas Pajaritas de Ramón Acín. Recorriendo el Coso, fuimos descubriendo monumentales edificios como el Palacio de Villahermosa, gótico del siglo XIV, aunque donde mejor se estaba con el calor que hacía era en el interior de las iglesias, así que accedimos a la Catedral, a la Basílica de San Lorenzo, en cuya puerta se realiza cada 10 de agosto la danza de las espadas, cintas y palos y, luego, pasamos un buen rato en la iglesia de San Pedro el Viejo, monasterio románico del siglo XII, que cuenta con claustro y panteón real de los reyes de Aragón (Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje). En la plaza Luis López Allué merece la pena entrar a curiosear los Ultramarinos La Confianza, la tienda más antigua de Aragón, abierta por una familia francesa en 1871.

8 de agosto.- Por la mañana temprano nos desplazamos al pequeño pueblo de Ibieca, en cuyas proximidades se encuentra una pequeña joya, la iglesia de San Miguel de Foces, único resto del monasterio fundado por la familia de la que toma el nombre. Mandado construir por Ximeno de Foces en 1249 para panteón familiar, pertenece al periodo de transición del románico al gótico. En los brazos laterales del templo está su auténtico tesoro, los cuatro sarcófagos decorados con pinturas al fresco de estilo gótico lineal (1302). La visita merece realmente la pena.

Para la última visita de esta escapada nos salimos de la Hoya de Huesca para desplazarnos a Alquézar, población situada en la margen derecha del río Vero. Teníamos idea de caminar por la Ruta de las Pasarelas, que permite contemplar el último tramo del cañón del río, pero con la hora que era y el calor que hacía optamos por posponerlo a mejor ocasión. Además, siempre hay que dejar algo para poder volver. Por ello, nos limitamos a visitar el pueblo, declarado Conjunto Histórico Artístico, con lugares como la Plaza Mayor y la única puerta de acceso que se conserva. Si algo destaca sobre todo es la Colegiata de Santa María la Mayor, con orígenes de fortaleza, construida en el siglo IX por Jalaf ibn Rasid para frenar a los reinos cristianos del norte. En un extremo de la localidad se encuentra la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel.

Aquí concluyó realmente esta escapada, pues al día siguiente, 9 de agosto, regresamos a casa.

SAMARCANDA (Uzbekistán), en la Ruta de la Seda

Siempre tuve ganas de conocer Samarcanda (Samarqand), un lugar emblemático en la Ruta de la Seda, así que era la guinda del viaje que realizamos por Uzbekistán y Kazajistán, aunque luego me di cuenta de que otras poblaciones uzbekas, como Buxoro o Xiva, me gustaron más. Pese a ello, la plaza Registán justifica por sí misma el viaje. Dos horas separan tan solo Samarcanda de Toshkent, la capital, que realizamos en el confortable tren de alta velocidad Afrosyob Talgo, que conserva el castellano en las indicaciones de los extintores. Las medidas de seguridad para acceder a la estación, primero y al tren, después, son superiores a las que estamos acostumbrados en nuestros aeropuertos. Nos alojamos a un precio asequible en el Grand Samarkand Superior Hotel ****, en el que coincidimos con los ocupantes de una docena de vehículos antiguos que realizaban la Ruta de la Seda desde Bangkok hasta Londres.

En el hotel contratamos los servicios de un coche con conductor, a un precio increíblemente barato, así que repetimos los días siguientes. Aprovechamos la tarde para visitar dos extraordinarios lugares. La primera cita fue en el Mausoleo Amir Temur (siglo XV), magnífico ejemplo de arquitectura islámica, donde está enterrado el conquistador Tamerlán. El mausoleo tiene forma octogonal y está coronado con una gran cúpula, con el exterior recubierto de mosaicos en color azul verdoso. Muy cerca visitamos dos construcciones mucho más sencillas, los mausoleos Oq Saroy (1470) y Rukhabad (siglo XIV).

Luego nos dirigimos a uno de los lugares más espectaculares de Asia Central, la plaza de Registán, a la que se asoman las madrazas Ulugh Beg (siglo XV), Sherdar (siglo XVII) y Tilla-Kari (siglo XVII). La Madraza Ulugh Beg, situada en el oeste, se terminó en 1420, la Sherdar, situada en el este, se completó en 1636 y la Tilla-Kari, se concluyó en 1660, contando con una decoración dorada y un coqueto patio. Fue una gozada contemplar este extraordinario lugar sin casi gente, ya que el turismo escasea en Uzbekistán por temor al yihadismo, pese a que nos pareció muy seguro. Coincidimos con una pareja de novios que realizaban aquí el reportaje fotográfico de la boda.

Estamos en el segundo día en el país, con una noche en el avión, el cambio de horario y el madrugón para coger el tren esta mañana. Además, pese a estar en junio hace muchísimo calor, así que decidimos regresar al hotel a descansar un rato y tomar algo, pero quedamos con el taxista en que vuelva a buscarnos en cuanto anochezca para repetir las visitas, aunque solo por fuera, con iluminación nocturna. Nos han gustado tanto… Le hemos contratado para una hora, así que volvemos primero al Mausoleo Amir Temur, que contemplamos con la luna casi llena de fondo y luego a la plaza de Registán, más hermosa todavía por la noche. A cenar y a dormir. Mañana será otro día y no habrá que madrugar.

9 de junio. Iniciamos la segunda jornada en Samarcanda con mucho calor desde la mañana. Hoy hemos vuelto a coger el coche con conductor, pero para todo el día. La primera cita la tenemos en el principal mercado de la ciudad, el Bazar de Siyob, donde aprovechamos para cambiar dinero en el mercado negro con ayuda del conductor. De esta forma todo nos resulta baratísimo. Empezamos a darnos cuenta de lo amable que es la gente y cómo posan las vendedoras para las fotos. Nuestros ojos se van detrás de los tomates. Qué pinta más buena tienen!

Samarcanda forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO así que, pese al calor, tenemos que seguir visitando sus principales monumentos. Frente al Bazar de Siyob está uno de ellos, la Mezquita Bibi Xonim, con su puerta principal de más de 35 metros de altura. Es por ello uno de los más grandiosos edificios de la ciudad, pese a no contar ya con los cuatro minaretes que tenía hasta que se derrumbó por el terremoto en 1897, pero está muy bien restaurada. Frente de la mezquita vemos la cúpula azul del mausoleo de Bibi Khanum, que data de 1397.

Se ha echado la hora de comer y en este caso nos ponemos en manos del conductor, que nos lleva a un lugar popular bastante bueno, para degustar la comida tradicional uzbeka. La ensalada de tomate y pepino acompaña siempre a cualquier comida, en la que el plato fuerte fue el plov, a base de arroz, pimientos, garbanzos y carne de cordero. Por seguridad, nunca comemos ensalada en estos viajes, pero a partir de aquí hemos decidido pecar, pues los tomates son buenísimos. Tampoco faltó el riquísimo pan de Samarcanda, calentito, recién sacado de un horno de barro, todo acompañado por una botella de vino local. Estamos en Ramadán, pero en Uzbekistán se come y se bebe al mediodía. La herencia soviética pesa mucho y no solo en el idioma.

Qué pereza da ponerse de nuevo en marcha después de comer, con el calor que hace, pero hay que seguir. Menos mal que nuestro siguiente destino se encuentra en un punto más elevado en las afueras de Samarcanda. Se trata del Observatorio Mirzo Ulugh Beg, nieto de Tamerlán, que fue más famoso como astrónomo que como gobernante. Hacia el año 1420 construyó un inmenso sextante astronómico de tres pisos de altura, uno de los más grandes jamás construido, con el fin de medir las posiciones de las estrellas con una precisión sin precedentes. Cuenta con un pequeño museo. Muy cerca nos detenemos en un grupo escultórico dedicado a la Ruta de la Seda.

Bajo un sol de justicia vamos a la última visita, un amplio complejo que afortunadamente está muy sombreado. Se trata de la Necrópolis Shohi Zinda. El lugar resulta muy interesante debido a la veintena de mausoleos, recubiertos con mosaicos, con que cuenta. El complejo se basa en la tumba de Qusam ibn Abbas, primo del Profeta Mahoma, que trajo el Islam a esta zona. Su santuario es uno de los edificios más antiguos en Samarcanda y para mucha gente uno de los más bellos monumentos de la ciudad, por el colorido de sus baldosas de color azul verdoso. El viaje continúa.