Municipios de Bizkaia (10)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 3 de mayo. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es lo más interesante en cada uno de ellos.

Comienzo esta entrega en el municipio de Muskiz, del que hablé con más amplitud el pasado 5 de abril (https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2022/04/05/muskiz-bizkaia-via-verde-de-itsaslur/), centrándome principalmente en lo que más me gusta de este municipio del Gran Bilbao, que tiene una extensión de 21,50 km² y cuenta con una población de 7.438 habitantes. Se trata de la Vía Verde Itsaslur que une los barrios de Pobeña y Kobaron, por la que discurre el Camino de Santiago. También son de interés la playa de La Arena y la Ferrería de El Pobal.

Nos desplazamos ahora hasta la comarca de Busturialdea y más en concreto al extenso (49,89 km²) y poco poblado (1.475 habitantes) municipio de Muxika. En 1966 este municipio se anexionó los vecinos municipios rurales de Ibarruri y Gorozika. En el patrimonio del primero de ellos destacan la moderna iglesia de Andra Mari y la gótica ermita de San Pedro y San Pablo. Otra iglesia, la de Santa María es el edificio más relevante de Gorozika. En la capital, Ugarte, destaca el conjunto que forman el Ayuntamiento y la iglesia de San Vicente Mártir.

Sin salir de la comarca de Busturialdea nos trasladamos al municipio con menor densidad de población de esta entrega (20,9 hab/km²), Nabarniz, pues tan sólo cuenta con 255 habitantes que viven en una superficie de 12,2 km² y se distribuyen entre seis barrios. En lo alto de Elexalde se encuentra su principal edificio, la iglesia de Santa María de Gorostiza. En Lekerika auzoa encontramos dos interesantes edificios, la ermita de Santiago y el caserío Aldekoa. Finalmente, en el barrio de Ikazurieta encontramos el edificio más original de todos, el caserío Ibargüen, que cuenta con un hórreo de 1581. Vemos también una imagen del viejo autobús.

Pasamos ahora a la comarca de Lea Artibai para visitar el municipio de Ondarroa, que cuenta con una extensión de 3,60 km² y una población de 8.326 habitantes. Declarado conjunto monumental en 1996, su casco antiguo merece una detenida visita, que debe comenzar en la iglesia de Santa María, de estilo gótico tardío, siendo también relevante la Torre de Likona, del siglo XV, ejemplo de la típica casa torre vasca. También me gustaron la Cofradía de Santa Clara y el grupo escultórico “La mujer del mar”, de Casto Solano. Hay que citar tres puentes, el Viejo, el de la playa o del perro chico (perra chica) y el más moderno, el de Itsas Aurre, obra de Santiago Calatrava.

Y de la costa al interior, a la comarca de Arratia-Nerbioi, para recorrer el municipio más extenso (102,42 km²) de esta entrega, poblado por 2.658 personas. Situado a los pies del macizo de Gorbeia, Orozko cuenta con un rico patrimonio disperso por sus diferentes barrios, entre los que destacan las Casas-Torre de Aranguren y Torlanda, además de la Casa Palacio Legorburu y la Casa Consistorial. De la arquitectura religiosa podemos citar las iglesias de San Bartolomé de Olarte, San Juan Bautista, San Lorenzo de Urigoiti y San Pedro de Murueta. También merece destacar el molino de Uxuluze y las casas que se asoman al río Altube, donde vimos una garza.

Volvemos a la comarca del Gran Bilbao para recorrer el municipio de Ortuella, que tiene una extensión de 7,65 km² y una población de 8.379 habitantes. Enclavado en la antigua zona minera, cuenta con un notable monumento dedicado a los mineros y se divide geográficamente en dos partes diferenciadas, la alta, donde se encuentran los barrios de Cadegal, La Orconera y las Losinas, y la baja, que comprende los barrios de Urioste y Nocedal, así como el núcleo central del municipio, donde contemplamos el monumento al Barrenador. También nos detenemos ante el Horno de Siderita, inscrito como Bien Cultural, el Ayuntamiento y dos iglesias, la de San Félix de Cantalicio y la de Santa María Magdalena.

Nos desplazamos ahora al Duranguesado, al municipio de Otxandio, fronterizo con Araba, que tiene una extensión de 12,43 km² y una población de 1.359 habitantes. Su patrimonio es rico en casas palacios blasonadas, concentrándose lo más interesante en torno a la plaza Nagusia, presidida por la fuente de Vulcano, a la que se asoman la Casa Consistorial, la Kultur Etxea, la bolera  y, un poco más apartada, la iglesia parroquial de Santa Marina. En el municipio se recuerda a los fallecidos en el bombardeo de Andikona y a Arrese Beitia, ilustre poeta local.

Y del interior a la costa, a la comarca de Uribe donde se encuentra el municipio de Plentzia, que tiene una extensión de 6,30 km² y una población de 4.414 habitantes, que aumentan considerablemente en verano gracias al atractivo de su playa, su ría, su pequeño puerto pesquero y la plaza del Astillero, a la que se asoma el Ayuntamiento. Merece la pena recorrer de forma pausada el casco histórico, situado en torno a la iglesia de Santa María Magdalena y unido a la estación de Metro mediante un emblemático puente.

Volvemos a donde empezamos, a la comarca del Gran Bilbao para recorrer el casco antiguo de Portugalete, municipio densamente poblado (14.367,6 hab/km²), pues en tan sólo 3,21 km² viven 45.285 personas. Su principal atracción es el Puente Bizkaia, popularmente conocido como Puente Colgante de Portugalete, construido en 1893, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Cuenta también con un rico patrimonio arquitectónico, destacando la Basílica de Santa María, de estilo gótico-renacentista, construida entre los siglos XV y XVI. Junto a ella se encuentra la Torre Salazar, del siglo XIV. También hay que reseñar el Gran Hotel Puente Colgante (1871), la Casa Consistorial (1883), el monumento a Victor Chavarri (1903), el Mareómetro (1883), el muelle de Hierro (1887), la estación de La Canilla (1888), el Palacio El Saltillo (1894) y el Museo de la Industria (Rialia).

Concluimos esta entrega en el municipio situado al lado, Santurtzi, que cuenta con una población similar, 45.795 habitantes pero más del doble de extensión, 6,77 km². Si por algo es conocido Santurtzi es por el puerto y por el monte Serantes, bajo el que se ubica la población, en la que obligatoriamente tenemos que visitar el puerto pesquero, los monumentos a la Virgen del Carmen y a la Sardinera y comer unas sardinas asadas junto a la Cofradía de Pescadores. Los edificios más significativos son el palacio de Casa Torre, el Ayuntamiento, el Palacio de Oriol y el Hospital San Juan de Dios, concluyendo nuestro recorrido dando un agradable paseo por el parque municipal contemplando las diferentes esculturas existentes.

Las fotos que ilustran esta entrada fueron tomadas entre el 28 de abril y el 28 de julio de 2015, correspondiendo a los municipios número 84 a 93, por orden alfabético. Ya sólo faltan 19.

Yellowstone National Park (y 2)

Continúo el relato del viaje realizado en junio de 2012 por Yellowstone,  primer parque nacional creado por el gobierno de los Estados Unidos en 1876, que ahora forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El 12 de junio nos detuvimos a orillas del río Madison para fotografiar a dos enormes ciervos, aunque enseguida continuamos hasta nuestro primer destino, que fue la gran sorpresa del viaje pues no habíamos oído hablar de él. Se trata del Gran Cañón de Yellowstone, que tiene 30 km de largo y 500 metros de profundidad. La zona está muy preparada, con carreteras y senderos que conducen a diferentes miradores desde los que contemplar el cañón y las cascadas que, además, tenían mucha agua, dado que nos encontrábamos en plena época de deshielo. Un lugar de visita obligada.

Seguimos circulando hacia el Sur por el “ocho” inferior del parque, hasta llegar a las zonas de servicios de Yellowstone Lake, un enorme lago de 32 km de largo y 23 de ancho, situado a 2376 metros de altitud. A orillas del lago se encuentra nuestro siguiente destino, West Thumb Geyser Basin, notable conjunto termal que nos permite ver en un corto espacio fumarolas, pequeños géiseres y alguna de las más espectaculares piscinas termales del parque, como Black Pool y Abyss Pool.

Nuestro recorrido continúa hasta otro lugar de visita obligada, el Old Faithful Geyser, que dicen que constituye la imagen más representativa del Parque Nacional de Yellowstone, además de ser el géiser más famoso del mundo, que expulsa agua cada 90 minutos durante un periodo de 5 minutos y alcanza alturas entre 55 y 75 metros. Prueba de su importancia es que cuenta con un centro de visitantes propio, dotado de cafetería y unas gradas en las que sentarte a la espera de la erupción, cuyo horario se anuncia en carteles. Los bisontes, el Grand Canyon y el Old Faithful Geyser constituyen en mi opinión tres de las cuatro cosas que no hay que perderse en Yellowstone. Ya sólo nos falta una.

Casi al lado tenemos la siguiente cita. Se trata de Upper Geyser Basin, por donde dimos un agradable paseo, caminando sobre pasarelas de madera, por la zona en la que se concentran aproximadamente la mitad de los géiseres del parque y un tercio de todos los conocidos en el mundo. Particularmente me quedo con la preciosa laguna Chromatic Spring y tres géiseres, Castle Geyser, el más antiguo de la zona y el de mayor cono, que puede lanzar el agua a 27 metros de altura dos veces al día, el Daisy Geyser, que lanza el agua a 23 metros en intervalos de 2 a 4 horas y el Giant Geyser, en el que el agua puede alcanzar los 76 metros de altura. Una zona preciosa, que tampoco hay que perderse.

Tras pasar cuatro noches en West Yellowstone, el 13 de junio abandonamos el hotel pero no el parque, en el que pasamos todavía unas tres horas, deteniéndonos en primer lugar en Fountain Pint Pot, que recibe su nombre por los tonos que adquiere debido a los distintos estados de oxidación del hierro. Estamos en el Lower Geyser Basin, en el que volvemos a caminar por pasarelas de madera deteniéndonos en varios lugares, como la hermosa piscina termal de color azul y nombre Celestine Pool y el Clepsydra Geyser, que entra en erupción casi sin pausa.

Nos acercamos a continuación al Firehole Lake, rodeado de actividad termal y fumarolas. Nuestro viaje en Yellowstone está a punto de concluir, pero no podemos abandonar el parque, sin recorrer una de sus zonas más bonitas, el Midway Geyser Basin, acercándonos en primer lugar a su principal géiser, el Excelsior, que emana 15.000 litros de agua caliente por minuto. Sin embargo, lo más hermoso de este lugar son las lagunas de colores que vamos a ver a continuación.

Seguimos en el Midway Geyser Basin, acercándonos en primer lugar al cuarto sitio cuya visita resulta obligada, Grand Prismatic Spring, la laguna de agua termal más grande de Norteamérica y tercera del mundo, pues tienen unos 113 metros de diámetro. Destaca por su variedad de colores, mucho más visibles en una imagen aérea, que van del azul del centro al naranja del exterior pasando por verdes y amarillos. Aquí nos sacamos la foto de grupo de despedida del parque, aunque si salir del recinto todavía nos acercamos a dos hermosas lagunas de color azul turquesa, de nombre Turquoise Pool y Opal Pool.

En los dos últimos días recorriendo Yellowstone National Park hemos contemplado espectaculares lugares, de la talla del Grand Canyon, Old Faithful Geyser y Grand Prismatic Spring, pero ¿qué ha sido de los bisontes que veíamos todos los días? Sucede que suelen frecuentar las riberas de los ríos y las grandes praderas, no siendo habitual verlos ni en los cañones ni en las zonas termales. Sin embargo, un pequeño comité vino a despedirnos al borde de la carretera antes de abandonar Yellowstone y entrar en su prolongación, el Grand Teton National Park, por el que continuó el viaje.

Tras recorrer 337 km, concluimos la jornada del 13 de junio en Jackson Hole, para asistir al rodeo que se celebraba ese día y que cogió fama porque el año anterior acudieron a él Shakira y Piqué, Al día siguiente regresamos a Salta Lake City para un día después tomar un vuelo a Calgary, pues todavía teníamos por delante 9 noches en Canadá para recorrer las Rocosas y visitar las Catarata del Niagara, pero esa es otra historia. Un viaje de los de no olvidar.

Yellowstone National Park (1)

Han pasado diez años, pero parece  que fue ayer cuando estuvimos recorriendo uno de los parques nacionales que más me gustan del mundo, Yellowstone National Park. Intentamos visitarlo en octubre de 2009, pero una ola de frío polar, con las carreteras cubiertas de hielo e infinidad de accidentes, hizo que desistiéramos, concentrándonos en otros parques de Utah, esperando hasta junio de 2012 para volver a intentarlo, esta vez volando a Salt Lake City, la capital del estado de Utah, con Air France a París y luego 11 horas de vuelo con Delta. El 9 de junio recogimos en el aeropuerto el coche alquilado y las dos parejas realizamos los 516 km que nos separaban de West Yellowstone, en Montana, donde nos alojamos cuatro noches en el Hotel Best Western Cross-Winds Motor Inn.

West Yellowstone es la típica población del oeste norteamericano situada en el condado de Gallatin, en el estado de Montana. Aquí se encuentra la entrada oeste del Parque Nacional de Yellowstone. Cuenta con una gran variedad de servicios, como alojamientos, comercios, estaciones de servicios y restaurantes. Es el lugar en el que cenamos las cuatro noches y donde compramos comida y bebida para degustar al mediodía en las áreas de pic-nic del parque. También cuenta con un pequeño museo en el que, como una premonición, vimos una foto de bisontes con nieve sobre su piel.

Teníamos muchas ganas de visitar el Parque Nacional Yellowstone, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, así que nada más instalarnos en el hotel nos dirigimos al acceso oeste que, aunque en su mayor parte está en el estado de Wyoming, se encuentra en el de Montana. El tiempo estaba inseguro, por lo que optamos por desplazarnos sólo hasta la zona del Madison river. Pronto recibimos una gran alegría, pues la carretera estaba ocupada por una manada de bisontes, animal que teníamos muchas ganas de ver. Aunque están muy acostumbrados a los humanos, recomiendan no acercarse a ellos a menos de 25 metros, ya que es un animal salvaje que alcanza los 1.000 kg de peso. Muchos van con sus crías y todos están mudando la piel. Aunque es 9 de junio, pronto empieza a nevar, por lo que, contentos pero preocupados, decidimos regresar al hotel.

10 de junio. Los primero que hago al despertarme es mirar el parque que tenemos frente a la habitación y contemplo que está completamente nevado. Además sigue nevando. Como el acceso a las habitaciones se realiza desde la calle, en la puerta tenemos nieve. Empezamos a mosquearnos, pues hace 3 años se frustró nuestro viaje a Yellowstone por el hielo y ahora estamos rodeados de nieve, pese a haber adelantado cuatro meses la fecha del nuevo viaje. Al mediodía el temporal remite y, aunque hace frío, optamos por volver al cercano Madison river. Veo un par de ciervos y la coqueta cascada Gibbon Fall, de algo más de 25 metros de altura, en el río del mismo nombre, para luego entretenerme fotografiando al primer animal que tengo cerca, una ardilla terrestre, que parece posar para la cámara.

El día sigue amenazante pero no nieva, así que decidimos acercarnos a Artists Paint Pots, un pequeño grupo termal formado por más de 50 manantiales, géiseres y pequeñas lagunas de colores, que recorremos por una pasarela a lo largo de un kilómetro. De aquí nos dirigimos al cañón del río Gibbon, para contemplar desde un mirador la Virginia Cascade, de 18 metros de altura. Concluimos la jornada en The Canyon Visitor Education Center, donde contemplamos fotografías de la fauna del parque, destacando los osos, que no tuvimos oportunidad de ver, teniendo que esperar unos días para, en las Rocosas Canadienses, tener muy cerca osos negros y enormes gryzzlys. Eso sí, volvemos a ver un buen grupo de bisontes.

11 de junio. La cosa se anima. Por fin sale el sol, así que hay que aprovechar la jornada. Estamos en una gigantesca caldera volcánica, que cuenta con numerosas zonas termales, por lo que dedicamos buena parte de la mañana al Norris Geyser Basin, el punto más caliente del parque, con temperaturas que rozan los 270ºC bajo el suelo. De forma pausada vamos pasando sucesivamente por la preciosa laguna termal de Emerald Spring, de color azul claro, el Steamboat Geyser, el géiser activo más alto del mundo, pues puede subir hasta 90 metros, aunque lo normal es que no pase de 12, la piscina azul de Cistern Spring y dos géiseres más pequeños, Minute Geyser y Echinus Geyser.

Continuamos recorriendo el gran complejo termal de Norris Geyser Basin, dedicando la segunda parte a caminar por las pasarelas de la zona más amplia, de nombre Porcelain Basin, así llamada por el color lechoso depositado en una amplia superficie, bastante llana, por la que fluye una pequeña lámina de agua caliente. Cuenta también con varios pequeños géiseres y unas cuantas lagunas de color azul turquesa y esmeralda. Poco a poco, lo que visitamos va creciendo en interés.

Volvemos a una zona en la que ya hemos estado, pero ahora con sol. Se trata de la cuenca del río Madison, donde vemos a un solitario bisonte antes de cruzar el Golden Gate Canyon. Nuestro destino es Mammoth Hot Springs Terraces, zona termal en la que han acondicionado un recorrido por pasarelas, desde las que se pueden ver las distintas formaciones de las terrazas. De allí nos dirigimos a la cercana Undine Falls, una cascada de unos 30 metros, en cuyo entorno aprovechamos para comer el bocadillo.

Cerca de Tower Roosevelt se encuentra el árbol petrificado, junto al que parte la carretera que se dirige a Lamar Valley, una extensa llanura rodeada de montañas nevadas, que dicen que está llena de animales, como bisontes, lobos, wapities, y alces. Es por ello que hay quien le llama “el Serengeti de Estados Unidos”, dada su facilidad para ver animales grandes. Sin embargo nosotros nos tuvimos que conformar con contemplar un grupo de ciervos y cientos de bisontes, que poblaban la pradera como champiñones. Un espectáculo fascinante.

Por la carretera del parque podemos ver todo tipo de vehículos y algún bisonte. Bien avanzada la tarde nos dirigimos a Tower Fall, una cascada que se precipita de la Tower Creek con una caída de 40 metros. Recibe este nombre por las columnas de basalto que se encuentran sobre ella. Emprendemos el regreso al hotel pasando por una zona alta del parque, en la que la nieve se encuentra al borde de la carretera. Antes de abandonar el parque nos tenemos que detener, pues una manada de bisontes ocupa la carretera. Es una gozada verlos tan cerca.

Esto ha sido sólo el aperitivo. Nos queda por ver lo que más me gustó del Parque Nacional de Yellowstone, pero de ello espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.

A MARIÑA LUCENSE bajo la bruma

Mediados de julio. Previsión de ola de calor en Bizkaia, con temperaturas que rondarán e incluso superarán los 40 grados, así que no me lo pienso dos veces y, aunque los precios son caros, por estar en temporada alta y reservar con sólo dos días de antelación, decidimos escapar del 15 al 19 de julio a la localidad lucense de Viveiro, distante 454 km de Leioa, desde donde nos desplazaremos por la costa de Lugo, conocida como A Mariña Lucense. Nos convertimos por 5 días en migrantes climáticos. Al final fue un acierto, pues durante esos días las temperaturas máximas oscilaron entre los 22 y los 24 grados y el sol permaneció muchas veces semioculto por la bruma que entraba por el mar y que ya hemos visto en otras ocasiones. Como salimos casi a mediodía, paramos a comer el bocadillo en un lugar que me encanta, la playa de San Antolín, perteneciente al concello asturiano de Llanes.

Para esta escapada, la quinta de 2022, hemos escogido un alojamiento en el que ya estuvimos hace cuatro años, el Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas ****, situado sobre la playa de Sacido y unido a la de Covas por un agradable paseo de un kilómetro. Por fin hemos podido dormir sin ruido, al hacerlo con las ventanas cerradas. Los amaneceres desde la terraza son preciosos, pero si por algo me gusta sobre todo este hotel es por su restaurante panorámico Las Sirenas, que cuanta con una carta muy variada y una excelente relación calidad/precio. Prueba de ello es que hemos repetido y, en esta ocasión, henos cenado aquí las cuatro noches.

Viveiro no tiene mucho que ver. Además su centro urbano se encuentra a unos 3 km del hotel, así que, como ya lo conocíamos, tan sólo nos acercamos un día a tomar café cerca de la Plaza Mayor, a la que se accede, tras cruzar el ponte da Misericordia, por la Puerta de Carlos V. A un paso se encuentra la iglesia de San Francisco, con el grupo escultórico “Los Heraldos del Encuentro” y una exposición de imágenes religiosas en el claustro. A donde si bajamos tres de las tardes fue a la playa de Covas, para contemplar las rocas Os Castelos y tomar un Alvariño en el Mesón K2, un lugar más que recomendable por las tapas con las que te obsequian.

16 de julio. Pasamos el día muy cerca de Viveiro, yendo en primer lugar al concello de O Vicedo, para realizar una ruta a pie de poco más de una hora de duración (unos 4 km) por “O Fuciño do Porco”, en castellano “El Hocico de Cerdo”, al que llaman aquí el San Juan de Gaztelugatxe gallego. En el acceso a la ruta han habilitado un aparcamiento (2 €), donde se encuentra la cabina de control, pues hay que reservar la entrada gratuita, en https://puntafucinodoporco.gal/es/inicio/. Estamos a sólo 5,2 km del hotel. El aforo diario es de más de 1.000 personas, con acceso cada 45 minutos. De septiembre a junio no hace falta obtener el permiso de acceso. Se camina primero por un pista entre eucaliptos, hasta contemplar a nuestra izquierda Punta Lodelas, comenzando aquí la ruta por escaleras y pasarelas de madera, con dos subidas y bajadas, hasta llegar al pequeño faro de Punta Socastro.

Como esta ruta nos ha sabido a poco, regresamos a Viveiro y, sin salir del concello, nos desplazamos ahora 5,8 km hasta el Área recreativa de Portochao, muy abandonada por cierto, en la que luego comeremos el bocadillo. De aquí parte el “Paseo fluvial del río Landro”, un recorrido lineal de 3,3 km, prácticamente llano que nos traslada hasta Viveiro, caminando en buena parte sobre pasarelas de madera que dicen que patinan mucho en invierno y épocas de lluvia. Al final, el suelo es de losas de piedra. En el recorrido hay varios bancos.

El 17 de julio decidimos pasar la jornada en la zona de Ribadeo, así que nos dirigimos en primer lugar al segundo lugar más visitado en Galicia en la actualidad, la playa de As Catedrais (Las Catedrales), por lo que han tenido que poner un cupo diario cercano a los 5.000 visitantes, teniendo que efectuar la reserva gratuita, obligatoria del 1 de julio al 30 de septiembre, en https://ascatedrais.xunta.gal/monatr/inicio. Hemos estado con ella en pleamar y bajamar, pero nunca la habíamos visto con tanta bruma, así que decidimos caminar durante una hora hasta la Praia da Pasada, pasando por las de Augasantas y Arealonga. Al principio el camino va sobre pasarelas de madera. A nuestro regreso, parte de la bruma ha desaparecido, pero los aparcamientos están repletos de coches.

Por la autovía A8 cruzamos la ría de Ribadeo por el ponte dos Santos, para comer el bocadillo, en el área recreativa del mismo nombre, perteneciente al municipio asturiano de Castropol. De allí nos dirigimos nuevamente al concello de Ribadeo, para visitar un lugar que he visto y fotografiado en varias ocasiones, pero en el que nunca hemos estado, el Faro de Illa Pancha, uno de los tres emblemáticos de la costa lucense, que visitaremos en los próximos días. Esta isla alberga realmente dos faros, siendo transformado el antiguo en dos lujosos apartamentos turísticos (https://faroislapancha.es/).

Lunes, 18 de julio. Sigue la bruma pero nuestra escapada continúa. Nuestro destino es otro de los faros más importantes de A Mrtiña Lucense, el de punta Roncadoira, que tiene 14 metros de altura. Aunque el paisaje está un poco difuminado por la bruma marina, efectuamos un corto recorrido por la Senda Costeria de Xove, concello en el que nos encontramos, cortejando al monte Castelo y deteniéndonos sucesivamente en el banco de Poñente, Peña Sombrireira y el Miradoiro de Nacente, desde donde tenemos una amplia vista costera con nuestro siguiente destino al fondo. Volvemos a la carretera y, pasando junto a Peña Cabaleira, regresamos al faro.

Sin salir del concello de Xove, nos dirigimos a Morás, donde hacemos un alto para tomar un Alvariño antes de dirigirnos a la Praia de O Portiño, donde dejamos aparcado el coche. Pasamos junto al Parque de fabricación de dolos, los bloques de hormigón que protegen los puertos y seguimos los carteles que indican el Cantis de Papel, un sendero que sube a las rocas donde se encuentran los llamados Acantilados de papel, preciosas formaciones de rocas graníticas, siendo la más llamativa la Pedriña de Morás. No podemos abandonar Galicia sin comer un churrasco, así que en nuestro último mediodía en esta tierra optamos por hacerlo en la Parrillada Don Chuletón, en Burela.

Aunque el día sigue triste, decidimos ir a tomar el café al cercano municipio de Cervo y más en concreto a la localidad de San Cebrao, sede de la empresa Alcoa, cuya chimenea hemos visto todos los días. Nuestro principal destino es el Faro de Punta Atalaya, el tercero de los importantes de Lugo. En la playa llama nuestra atención que conservan una mina de la segunda guerra mundial, aunque me interesa mucho más la figura de la Maruxaina, una extraña sirena. También contemplamos el interesante grupo escultórico dedicado A xentes do mar y la escultura de A Modistas.

Por cuarta noche consecutiva cenamos en el restaurante panorámico del Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas, pues tenemos que despedirnos de las zamburiñas. El calor ya ha remitido en Leioa, así que el 19 de julio regresamos a casa, con parada a comer en el concurrido restaurante La Corbata, de Unquera.

CASTRILLO DE DUERO (Valladolid): “Boda de El Empecinado”

Castrillo de Duero es un pequeño pueblo vallisoletano de poco más de un centenar de habitantes que el primer sábado de agosto celebra la recreación de la “Boda de El Empecinado”, en la que participa buena parte del pueblo y de los veraneantes, aunque los “novios” son actores profesionales. Tras tres años de espera, este año se celebrará el 6 de agosto, dando comienzo a las 19:30 h en la Plaza Mayor. Castrillo de Duero es el pueblo natal de Juan Martín Díez, “El Empecinado” (1775-1825), contando con un Centro de Interpretación a él dedicado, además de la escultura situada frente al Ayuntamiento. Se encuentra a 265 km de Leioa, que se realizan en buena parte, hasta Aranda de Duero, por autovía. Para alojarnos, a 11 km tenemos en Peñafiel el Hotel Ribera del Duero. En 2019 tuve ocasión de asistir a esta celebración, en la que mi vecino Eliseo fue el pregonero. Ahora os la muestro en imágenes, ya que fui siguiendo a la comitiva bajo un sol de justicia.

La recreación se celebra en nueve actos o escenarios diferentes, dando comienzo en la Plaza Mayor con el título “Vecinas en la plaza”, en la que posan las mujeres, pero también algunos de los protagonistas masculinos.

Nos trasladamos entonces a uno de los extremos del pueblo para asistir al “Pregón y juego de niños”, siendo el primero de ellos a cargo de mi amigo Eliseo, al que os muestro en tres fases consecutivas. Concluido el pregón, comienzan a jugar los niños  y niñas.

Siguiendo al cortejo que encabezan los músicos y las “autoridades”, me dirijo al tercer escenario, que lleva por título “Fraguando amistades”, que se realiza en el portalón de entrada de una vivienda, convertido en fragua. Niñas y niños ocupan las primeras filas del público

Procurando no entorpecer la labor de la televisión de Castilla y León, sigo al cortejo en su recorrido por el pueblo hasta el siguiente escenario, “Hablares de taberna”, en el que aparecen tres cantineras y cuatro aldeanos jugando una partida de cartas. El público que se congrega a verlos va en aumento por momentos.

Sigo a las “fuerzas vivas” hasta el siguiente escenario, ante el que se congregan muchos espectadores. Se trata de “Hilando fino, fino”, en el que desarrollan su actividad cuatro hilanderas. El sol me está abrasando, pero hay que seguir.

Llegamos al sexto acto, de nombre “Sale el novio”. Por fin podemos ver al primer protagonista del festejo, el novio, que aparece acompañado por la madrina y seguido por el cura y el pregonero.

Acompañamos al novio hasta el consultorio de atención primaria, en el que me sitúo junto al novio y los fotógrafos. Esperamos la salida de la protagonista, la novia al balcón situado en la casa de enfrente. La “Ronda a la novia” es uno de los momentos más esperados. Una vez en la calle, sigue la marcha del cortejo ya completo, encabezado por los músicos, tras los que van la novia y el padrino, el novio y la madrina y, finalmente, los invitados.

Por fin llegamos a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, donde se celebra “El casamiento”. Cuando accedo al interior del templo se encuentra abarrotado, cosa que no resulta extraña ya que es el motivo principal de la recreación. Además se está a cubierto del tórrido sol. Tras la boda, los novios, ya casados, salen a la calle pasando bajo un arco de palmas.

La celebración todavía no ha concluido, pues falta el noveno acto, de nombre “Festejo”. Tras las fotos de rigor a la salida de la iglesia, el cortejo desciende a la plaza, donde tiene lugar el baile que encabezan los novios. En este último acto se reparten viandas y limonada a los asistentes a la “boda”.

La verdad es que ha merecido la pena asistir a esta celebración, pese al calor que hemos pasado durante dos horas, así que os animo a estar la tarde del 6 de agosto en Castrillo de Duero.