Las iglesias pintadas de Bucovina (Rumania)

Con la excepción del de 2020 debido a las restricciones del COVID, llevo ya unos años celebrando mi cumpleaños fuera de Euskal Herria. En esta ocasión voy a rememorar el de junio de 2018, en el que visité un lugar completamente diferente a los que conocía hasta entonces. Dentro del viaje que realizábamos por Rumania dedicamos la jornada a viajar entre Bistrita y Gura Humorului, una ruta de más de 250 km, bastante montañosa. en la que pasamos el Paso Borgo (1201) y nos adentramos en una zona bastante remota del norte de la Moldavia rumana, cerca de la frontera con ese país y mucho más de Ucrania. El objetivo principal era conocer tres de las ocho iglesias pintadas de Bucovina, las mejor conservadas, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO con el nombre de “Iglesias de Moldavia”, contando en sus muros exteriores con frescos de los siglos XV y XVI. Aprovechamos para contemplar la vida rural rumana y un par de coches de cartón piedra situados a la entrada de los pueblos, para que reduzcas la velocidad, ya que en la distancia parecen auténticos coches de policía.

Cuando llevábamos recorridos 140 km, en el pueblo de Vama, ya en Bucovina, realizamos la primera parada en algo que nada tiene que ver con las iglesias, pero que también resultó muy original. Se trata del Muzeul Ouloui o Museo del Huevo, que intenta mantener una tradición de la zona, la de decorador de huevos. De la mano de la profesora Letiţia Orşivschi, recorrimos las 22 vitrinas que exponen 7.000 huevos decorados procedentes de todo el mundo. Un lugar que merece la pena visitar. Seguimos recorriendo Bucovina, contemplando los curiosos medios de transporte de mercancías, para detenernos enseguida en Vatra Moldoviței, para tomar un café en la coqueta Pensiunea Mario.

El primer monasterio que visitamos fue el de Moldovita (Mânăstirea Moldovița), situado en la comuna de Vatra Moldoviței y construido en 1532 por Petru Rareș, hijo ilegítimo de Esteban III de Moldavia. Está protegido por una muralla de más de un metro de espesor y cinco de altura. Accedemos al interior del recinto por una puerta abierta en la muralla, donde una monja ortodoxa nos cobra la entrada. Lo más relevante del conjunto es la iglesia de la Anunciación, cuyos frescos fueron pintados por Toma de Suceava en 1537 y han sido magníficamente restaurados, destacando las escenas del Árbol de Jesé y el Asedio de Constantinopla.

Pasamos luego al interior de la iglesia de la Anunciación de Moldovita, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. No recuerdo si estaba prohibido sacar fotos en el interior o había que pagar por ello, pero no había mucho control, así que disfruté tomando fotos en el interior, en el que El Juicio Final ocupa gran parte de la representación pictórica, destacando también las imágenes de la cúpula y las de Cristo crucificado. Hemos empezado con fuerza con esta joya del arte rumano ortodoxo.

Seguimos viajando por la región de Bucovina, subiendo y bajando colinas, contemplando un enorme monumento, grandes mansiones y carretas tiradas por caballos que utilizan habitualmente para transportar mercancías. Se ha echado la hora de comer y Álex nuestro guía y ya amigo, nos lleva a comer a un precioso restaurante que forma parte del Complex Turistic Bucovina, situado en Sucevita en un precioso entorno de bosques y flores. Es un excelente lugar para degustar la cocina tradicional de la zona.

Nos dirigimos a continuación a otro de los monasterios ortodoxos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el de Sucevita, situado en el pueblo del mismo nombre. Como sucediera en el monasterio anterior, tenemos que acceder al interior de un espectacular recinto amurallado, con recios muros de 6 metros de alto y 3 de ancho, que protegen una especie de patio casi cuadrado de casi 100 metros de lado, cuyo centro ocupa la iglesia de la Resurrección, con su exterior profusamente decorado con frescos pintados alrededor de 1601, siendo una de las últimas en ser decorada.

Dicen que la iglesia de la Resurrección de Sucevita cuenta con las pinturas mejor preservadas. Los frescos están pintados en rojo y azul púrpura, destacando las escenas dedicadas a la Escalera de la Virtud y el Juicio Final. El interior del templo también está completamente cubierto de pinturas al fresco en un estado de conservación excelente, dedicándose principalmente a la familia de Jeremías Movida, relacionada con la construcción de la iglesia. La bóveda, por su parte, está dedicada a la Pasión de Cristo.

Para no salir empachados de pinturas, abrimos un paréntesis para dirigirnos al pueblo de Marginea, distante 10 km de Sucevita. Este pequeño pueblo es conocido por su alfarería de cerámica negra, así que visitamos un taller en el que tuvimos ocasión de contemplar todo el proceso de elaboración manual de esas obras de arte. Nuestro viaje por Bucovina continúa, pudiendo contemplar los rebaños de ovejas, las hilanderas y las carretas tiradas por caballos que circulan por las carreteras.

Concluimos la jornada visitando el tercer monasterio ortodoxo de los que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el de Voronet, situado en el pueblo de ese nombre, que pertenece a la ciudad Gura Humorului. Fue construido por Esteban el Grande en 1488 en tres meses y tres semanas, para conmemorar la victoria en la Batalla de Vaslui. La iglesia de San Jorge del monasterio de Voroneț es probablemente la más famosa de Rumania, debido a sus frescos exteriores de colores brillantes e intensos. Es conocida como “La Capilla Sixtina de Oriente” por su monumental escena del Juicio Final.

Tras recorrer algo más de 250 km por las carreteras rumanas de Bucovina, pernoctamos en una población bastante anodina, de nombre Gura Humorului. Nuestro alojamiento, Pension La Roata ***, se encuentra en las afueras de la ciudad, ocupando una pequeña vivienda en un emplazamiento precioso. Sien embargo, nada más llegar, empieza a “diluviar”, así que desistimos de bajar caminando hasta el centro para cenar. Tras disfrutar de un precioso arco iris, Alex se ofrece a bajarnos en la furgoneta. Lo malo es que sólo encontramos un sencillo restaurante para celebrar mi cumpleaños.

Hemos disfrutado de una jornada magnífica recorriendo Bucovina y visitando tres lugares excepcionales, las iglesias pintadas, algo que jamás había visto en los países a los que he viajado. Rumania cuenta también con iglesias fortificadas, que también forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, pero eso es otra historia.

O GROVE (Pontevedra): Rutas a pie por la costa

Este municipio gallego ocupa una península situada en la parte occidental de la comarca de Salnés, en la provincia de Pontevedra, a la entrada de la ría de Arousa. Es un importante destino turístico debido a su elevado número de excelentes playas, la mayoría de ellas de arena fina y unas cuantas con bandera azul. Es también conocido por la isla de La Toja y la Fiesta del Marisco, que se celebra cada año en octubre coincidiendo con el puente del Pilar. Como he comentado en otras ocasiones, no soy de playa pero me encanta caminar por la costa, así que os propongo dos recorridos costeros realizados sucesivamente el 13 de julio de 2018 y el 20 de julio de 2020.

Nuestro primer contacto con los caminos de la costa de O Grove fue en el sendero de Piedras Negras, que enlaza la playa de este nombre con la de Con Negro, tras caminar durante unos 3,5 km. Una vez recorrida la praia de Piedras Negras, encontramos el bar el Pirata, que nos vendrá bien para tomar algo cuando regresemos a coger el coche. A un paso tenemos el monumento a los Voluntarios del Prestige. Tenemos que bordear la praia da Barrosa, en la que existe otro bar, el Náutico San Vicente y llegamos a la Punta Abelleiro, donde también se puede dejar el coche.

Todavía no lo he dicho, pero buena parte del atractivo de esta ruta y lo que hace que la recorra mucha gente, es que durante unos 2,5 km se desarrolla por pasarelas de madera. Ya hemos bordeado las playas caminando sobre las pasarelas, por una zona bastante urbanizada, pero el recorrido más natural comienza en la Punta Abelleiro y tiene como destino la praia da Canelas, un arenal bastante salvaje de casi 300 metros de longitud, en el que concluye la pasarela.

Dejamos la pasarela y caminamos ahora por un sendero que se va abriendo paso entre los matorrales que, pese a estar a mediados de julio se encuentran muy floridos. Pasamos junto a una antigua batería de costa, mientras bordeamos una amplia zona militar, que está vallada. Durante el primer tramo hemos tenido suerte de que había algo de niebla. Ahora ha salido el sol y calienta de lo lindo, así que no es recomendable realizar esta ruta en los días calurosos de verano. Lo que más llama nuestra atención son las grandes formaciones rocosas, de granito, que bordean la costa y los islotes que vemos en el agua.

Dos años después regresamos a O Grove para realizar otra sencilla ruta costera, que lleva por nombre “Ruta de Adro Vello”, un sencillo recorrido circular de poco más de 3 km y 33 metros de desnivel. Recibe este nombre por la Necrópolis de Adro Vello, situada junto a la playa de O Carreiro, en la que también se encontraron restos de una villa romana y de una iglesia visigótica. Aquí comienza este sendero balizado, que nos conducirá consecutivamente a la praia do Barreiriño y a la praia de Area Grande.

Al final de la praia de Area Grande el sendero “Ruta de Adro Vello” abandona la costa y se empina ligeramente hacia arriba, introduciéndonos en la zona rural del interior y más en concreto en Outeiro, donde contemplamos un gran hórreo, la vida agraria y, como telón de fondo, la iglesia de San Vicente. Toca luego bajar hacia el punto de partida, contemplando un pequeño hórreo y la agreste costa con numerosos bloques de granito y un pequeño faro. Concluimos la ruta en la praia do Carreiro, o más bien en el kiosko situado sobre ella, donde tomamos un Alvariño fresquito que nos sabe a gloria.

Como la ruta ha sido corta, decidimos seguir conociendo la ruta por itinerarios mucho más cortos. Es el caso del camino que nos permite acceder al segundo punto más alto de O Grove, desde donde contemplamos una buena vista costera a mar abierto. Se trata del mirador de Con da Hedra, un hermoso lugar que se encuentra rodeado por piedras de gran tamaño, de ahí su propio nombre que recuerda el paisaje rocoso.

Muy cerca del aparcamiento en el que hemos dejado el coche para subir al mirador de Con da Hedra, nos detenemos al observar que hay una granja con unas vacas con cuernos enormes. Un cartel nos indica que pertenecen a la raza cachena, autóctona de Galicia y Portugal y considerada en peligro de extinción. Se caracteriza por el gran tamaño de la cornamenta y su reducida talla, la raza española más pequeña. Apta tanto para carne como para leche, suele ser un animal muy huidizo.

La siguiente cita la tenemos muy cerca, en el punto más alto de la península de O Grove. A 167 metros sobre el nivel del mar se encuentra el monte de A Siradella. Hay que dejar el coche unos 200 metros antes de llegar a la llamada Pedra Cabaleira, una roca granítica de gran tamaño apoyada de manera irregular, que constituye el emblema de la zona. Podemos caminar alrededor de ella y contemplar la espectacular vista sobre la ría de Arousa y el istmo que une O Grove con el municipio de Sansenxo, teniendo en primer plano la larga praia de A Lanzada y, como telón de fondo, las islas Cíes y la isla de Ons,

Hemos llegado al mediodía, así que nos dirigimos a la zona del puerto de O Grove, dejando el coche en el gran aparcamiento existente entre la zona portuaria y la Lonxa do Grove. Al lado tenemos una rotonda adornada con el grupo escultórico dedicado a la “Familia de pescadores”. También tenemos a un paso la praza do Corgo, de donde se accede al Concello do Grove, por un paseo adornado con algunas esculturas. Sin embargo nuestro destino se encuentra en la avenida de Beiramar, que cuenta con varios restaurantes. Ha llegado la hora de degustar algunas de las delicias gallegas, regadas con un Alvariño frío.

Comentaba al principio que Galicia cuenta con excelentes playas pero, como no es lo mío, he vuelto a disfrutar del encanto gallego sin tomar el sol o bañarme en una de ellas. Hay tantas cosas para poder hacer en Galicia…

LONDRES: A la espera del funeral de la reina Isabel II

La casualidad ha hecho que estuviera en el sitio indicado en el momento adecuado, pues acabo de regresar del Reino Unido, por donde hemos viajado durante once días. Aunque del viaje os hablaré más adelante, quiero contaros cómo hemos vivido el fallecimiento de la reina Isabel II, que se produjo el 8 de septiembre, al día siguiente de nuestra llegada y del que nos enteramos gracias a nuestro entorno, pues no acostumbramos a ver la televisión. El suceso nos pilló en Cornualles, a donde llegamos con un coche de alquiler. Pronto vimos banderas a media asta, como en Falmouth, pero la vida seguía con total normalidad, con los pubs muy animados. El día 11 estuvimos en la capital de Cornualles, Truro, donde en el interior de la Catedral había un libro para que la gente mostrara su condolencia.

Aunque todo funcionaba con normalidad, desde Bilbao nos indicaban que el Reino Unido estaba prácticamente paralizado, por lo que temimos que ello alterara nuestro plan de viaje, cosa que no sucedió. El día 13 estábamos ya en Cardiff, la capital de Gales, pudiendo visitar el Museo y Galería Nacional, aunque no el castillo, lo único que encontramos cerrado durante el viaje, aunque supusimos que el motivo era por seguridad, pues se esperaba la visita del rey Carlos. En el pequeño jardín del Ayuntamiento había numerosos ramos de flores.

El día 15 llegamos a Londres, aunque no fue hasta el 16 cuando nos dirigimos al centro desde Sutton, donde nos alojamos dos noches. Trenes y metro funcionaban con total normalidad y el Victoria and Albert Museum estaba abierto y con  muchos visitantes, como si nada sucediese. Cogimos el metro a Covent Garden y pasamos por Trafalgar Square, parcialmente cerrada, para dirigirnos a un abarrotado pub Sherlock Holmes, teniendo que esperar hasta pasadas las 3 de la tarde para que nos sirvieran la comida.

Seguimos sin alterar nuestro plan, pues siempre que visito Londres me gusta caminar desde la Abadía de Westminster hasta el Tower Bridge, para contemplar el Big Ben, la noria (London Eye), el puente Millenium y la Catedral de St Paul’s. Lógicamente, la abadía estaba cerrada y acordonada y frente a ella se instalaban las unidades móviles de la BBC, mientras que otros medios de comunicación copaban casi todos los lugares, incluida la estatua de Nelson Mandela, para realizar las conexiones.

Por la mañana vimos grupos de militares sin armas por el metro, pero al acercarnos a la zona de la Abadía y el Parlamento, la presencia policial era tremenda, a pie, en coches, motos, helicóptero, lanchas por el Támesis  y con los caballos preparados. Sin embargo no hay problema para que posen amablemente para la cámara. También hay mucha presencia de seguridad privada, principalmente para vigilar las vallas que cierran al tráfico algunas calles convertidas en peatonales.

Mientras que por el resto de Londres no se percibía el efecto del fallecimiento de la reina, el entorno de la Abadía de Westminster y del Parlamento estaban llenos de gente, generalmente curiosos que se apostaban frente al Big Ben. Eso sin contar los  7 km de cola que nos dijeron que había para llegar a Westminster Hall, donde se velan los restos de Isabel II hasta que el lunes se celebre el funeral en la Abadía de Westminster. Aunque caminamos por el otro lado del Támesis, vimos que la cola superaba ya el Tower Bridge. Se comentaba que había que hacer 12 horas de cola. Pese a ello, los bares estaban repletos.

La imagen de la fallecida reina Isabel II la pudimos ver estos días en numerosos escaparates, que mostraban así sus condolencias. Incluso algún comercio anunciaba que cerrará el 19 de septiembre. Sin embargo la que más me gustó fue la realizada por un pintor callejero en el suelo de Trafalgar Square. Ha adquirido tanta trascendencia este suceso que, ayer, en el vuelo de Vueling de regreso a Loiu, desde mi asiento pude sacar un par de fotos de sendas personas ojeando revistas monográficas dedicadas a la monarquía británica, una Hello!, el Hola británico, y la otra OK!

COIMBRA (Portugal)

El 14 de marzo de 2020 tuvimos que regresar precipitadamente a casa desde Lisboa para confinarnos, así que en septiembre del pasado año decidimos regresar a Portugal para continuar el viaje que teníamos previsto, comenzando en Coimbra, ciudad que hace muchos años que no visitábamos y que dista 721 km de Leioa, accediendo por la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo. Para alojarnos optamos por el Hotel Ibis Coimbra Centro **, situado en la avenida Emidio Navarro, 70, a un paso del río Mondego y a tan sólo 200 metros del centro histórico de la ciudad, al que llegamos cuando descargaba una fuerte tormenta. Al final la lluvia amainó y pudimos comenzar a recorrer la ciudad.

Aunque Coimbra es conocida como la ciudad de los poetas y de los fados, no era uno de los objetivos principales de este viaje, pero tenía muchas ganas de volver a visitar su Universidad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2013. Fundada en 1290, la Universidad de Coímbra es una de las más antiguas de Europa. Aunque en teoría abría hasta las 19:30 h, debido al COVID el horario era mucho más reducido, teniéndonos que conformar con contemplar los edificios situados en torno a la enorme escultura de D Joao III, perdiéndonos el interior sobre todo de la Biblioteca Joanina, del siglo XVIII.

Completamos la tarde con un paseo por el casco viejo al que se accede desde las proximidades del hotel por el Largo da Portagem, presidido por la estatua de Joaquim Antonio de Aguiar y el monumental edificio del Banco de Portugal. Un microbús eléctrico recorre el casco viejo, aunque nosotros lo hacemos caminando por la empinada cuesta que sube hasta la Universidad. Tras la frustrada visita, nos acercamos hasta la Catedral, sentándonos en una terraza a tomar un vino, mientras contemplamos el tono dorado que toma su fachada con el sol del atardecer, que más tarde contemplamos sobre el río Montego.

El 16 de septiembre madrugamos para, antes de abandonar el hotel con rumbo a Tomar, volver al Largo de Portagem para acceder de nuevo al casco antiguo. De nuevo vemos el microbús, pero caminamos hacia la praça 8 de Maio, donde se encuentra el monasterio de Santa Cruz. Como están celebrando la misa, optamos por posponer la visita, contemplando las hermosas fachadas de las viviendas que se asoman a la plaza, donde también está la monumental Cámara Municipal.

Seguimos caminando por la rúa Sofia, hasta que nos llama la atención un cartel que indica que estamos ante el Colegio de Santo Tomás (Colégio de São Tomás), edificado en 1547 por Diego de Castillo para los religiosos Dominicos. En 1928 fue adquirido por el Ministerio de Justicia portugués para convertirlo en Palacio de Justicia de la localidad. No obstante se puede acceder a su interior por una especie de claustro decorado con los típicos azulejos portugueses.

Concluida la misa accedemos al interior del Monasterio de Santa Cruz, el edificio que más me ha gustado de Coimbra. Este templo románico fue construido en 1131, durante el reinado de Afonso Henriques, aunque poco queda de es época. Durante el reinado de D. Manuel I, entre 1507 y 1513, la fachada se completó con dos torres, rematadas con pináculos góticos, que es lo que ahora vemos. La iglesia, de acceso gratuito, es una preciosidad, por la decoración con azulejos historiados, la bóveda manuelina, el hermoso órgano barroco y la tumba de Sancho I situada en la capilla mayor.

Continuamos la visita al monumental Monasterio de Santa Cruz. Previo pago de 3 € accedimos a la coqueta sacristía, decorada con azulejos del siglo XVI y pinturas de dos de los mejores pintores portugueses del siglo XVI, Grão Vasco y Cristóvão de Figueiredo. La misma entrada nos permite visitar también el claustro y la sala capitular manuelina, construida por Diogo Boitaca entre 1507 y 1513. Merece realmente la pena visitar este templo.

La siguiente cita la tuvimos en el segundo edificio que más me gustó, la Catedral Vieja, considerada como una de las mejores representaciones del arte románico en Portugal. Construida a mediados del siglo XII, su aspecto exterior parece un castillo o fortaleza. Previo pago de 2 € accedimos a su interior, que consta de tres naves sostenidas por robustas columnas. Destaca sobre todo el impresionante retablo de la Capilla Mayor, construido en 1498 en estilo gótico flamígero. Concluimos la visita en el claustro, decorado con capiteles románicos.

La última visita monumental que realizamos fue a la Catedral Nueva, situada más arriba, junto a los principales edificios de la Universidad. Esta iglesia se convirtió en Catedral de Coimbra cuando los jesuitas fueron expulsados de Portugal, al haberse quedado pequeña la antigua Catedral. Después de haber visto la anterior, ésta nos decepcionó un poco, máxime cuando se tarta de la típica construcción de los jesuitas, muy recargada, en la que destaca su retablo barroco. La entrada es gratuita.

Aunque la visita ha resultado muy apresurada, nos ha gustado el centro histórico de Coimbra. Tenemos que darnos prisa para regresar al hotel, contemplando la iglesia de San Salvador, situada junto a la Catedral Nueva, que alberga el Museu Nacional de Machado de Castro. En nuestro descenso nos detenemos ante la “Tricana de Coimbra”, figura emblemática de la ciudad. También pasamos bajo los arcos de la antigua muralla y fotografío a un grupo de músicos que se preparan para actuar, pero a los que no tenemos tiempo de ver.

Sólo hemos estado en Coimbra media tarde y una mañana, pero hemos disfrutado. El viaje por Portugal acaba de comenzar. Por delante  nos espera Tomar, Lisboa y el Algarve, pero eso es otra historia.

CUENCA, Patrimonio de la Humanidad

Me gusta Cuenca, así que he visitado esta preciosa ciudad en varias ocasiones, la última de ellas a mediados de junio del pasado año. Desde 1996 y con el nombre de “Ciudad histórica fortificada de Cuenca”, forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, debido a su excelente estado de conservación. Fue construida por los musulmanes con fines defensivos y, una vez conquistada por los castellanos en el siglo XIII, se convirtió en ciudad real y sede episcopal, construyéndose notables edificios de la talla de la primera Catedral gótica de España y de las famosas Casas Colgadas.

Para las cuatro noches de esta última escapada hemos elegido como a alojamiento el Parador de Cuenca, que ocupa el antiguo convento de San Pablo, comenzado a construir en 1523, ubicado en un espectacular emplazamiento en la Hoz del Huécar. El restaurante se encuentra en el antiguo claustro. La gastronomía es excelente, incluyendo una buena hamburguesa, que comimos nada más llegar, mientras nos preparaban la habitación.

Además de por ser un magnífico alojamiento, elegimos el Parador por su emplazamiento en la Hoz del Huécar. De hecho cuenta con un excelente mirador al que acuden multitud de visitantes, para contemplar el emblema de la ciudad, las Casas Colgadas construidas a partir del siglo XV sobre la hoz, que albergan en la actualidad Museo de Arte Abstracto Español. Se encuentran al otro lado del Puente de San Pablo, construido en 1902. También podemos contemplar la parte trasera de la Catedral, la iglesia de San Pablo y, sobre el Cerro del Socorro, el monumento al Sagrado Corazón.

Al otro lado del Puente de San Pablo se encuentra el centro histórico de la ciudad, que se articula con la Plaza Mayor como epicentro, a la que nos dirigimos para tomar un café en una de sus numerosas terrazas. A la plaza se asoman la Catedral y la iglesia de San Miguel, pero está presidida por el edificio del Ayuntamiento, construido en 1733 por Lorenzo de Santa María para servir de cierre a la Plaza Mayor, que se comunica con la calle de Alfonso VIII a través de unos soportales a modo de túnel. En los alrededores hay varias tiendas de recuerdos.

Tras el café, nuestra visita monumental comienza en el edificio más relevante de Cuenca, la Catedral de Santa María y San Julián, que se empezó a construir en el siglo XII y representa uno de los ejemplos más tempranos del gótico en España. El horario de visitas es de 10:00 a 19:30, aunque los domingos cierra a las 18.00. La entrada cuseta 5,50 €, con una reducción de 1 € para los mayores de 65 años. Una vez en su espectacular interior, vamos contemplando el Transepto, el retablo renacentista de la capilla de los Apóstoles, la Sacristía, la Sala Capitular, el Coro, el Arco de Jumete y otras capillas como la del Socorro.

Continuamos la visita a este templo de grandes dimensiones, pues ocupa una superficie de 10.000 metros cuadrados, con una longitud de 120 metros y una altura en su área central de 36 metros. En esta especie de enorme museo sacro seguimos contemplando el altar mayor y otras monumentales capillas, como la de los Caballeros lugar de enterramiento de la familia Albornoz, la Honda y la de los Muñoz. Nuestro recorrido concluye en el claustro, donde se encuentra la obra “El laberinto del dictador”. Da pena abandonar este fresco lugar, pues en la calle hace mucho calor.

Dedicamos el resto de la tarde a recorrer el casco antiguo, comenzando por una pintoresca y estrecha calle, la Ronda Julián Romero, que sube desde la zona de la Catedral hasta el convento de las Carmelitas, del siglo XVII, pasando por un curioso arco sobre el que se encuentra el Cristo del Pasadizo. Contemplamos también la Posada de San José, del siglo XVII, antiguo convento del mismo nombre y nos detenemos ante la escultura dedicada a Federico Muelas, poeta conquense. La otra alternativa, que utilizamos en la bajada, consiste en subir por la calle de San Pedro hasta la iglesia del mismo nombre, edificada en el siglo XVIII.

Enseguida llegamos al Arco Bezudo, abierto en la muralla y, un poco más arriba, al mirador del Kiosko del Castillo, uno de mis lugares favoritos de la ciudad, al que acudimos todos los días, bien a comer o a tomar un vino al atardecer, pues se aparca bien, suele correr el aire y cuenta con una buena hostelería. Precisamente en la terraza del restaurante María Morena, se encuentra la escultura “Al visitante”, realizada en 2014 por Javier Barrios. Desde aquí tenemos la mejor vista de la Hoz del Huécar, con el Parador al fondo. Desde un poco mas abajo también se divisa la Hoz del Júcar, siendo el punto de partida de varios senderos.

Cuenta la ciudad con otras muchas iglesias, edificios, esculturas urbanas y tradicionales comercios de interés, así que descendemos por la calle San Pedro hasta la plaza Mayor, continuando cuesta abajo por la calle Alfonso VIII, a la que se asoman interesantes edificios. Nuestra última cita es en la Torre de Mangana, que ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de la historia. Todavía contemplamos un modernista grupo escultórico dedicado a la Semana Santa y dos iglesias del siglo XVIII, la de la Merced y la de la Virgen de la Luz. Concluimos nuestro recorrido por la Hoz del Huécar antes de emprender una empinada subida hasta el Parador.

No todo va a ser visitar monumentos, así que la última tarde en la ciudad la dedicamos a caminar por el fondo de la otra hoz, la del Júcar, hasta la presa de Las Grajas, por la que se puede realizar un recorrido circular de 7 km por el sendero SL-CU-11. Durante el recorrido vimos a gente escalando a varias personas en piragua por el río Júcar, algo bastante refrescante pero no para nosotros, que seguimos padeciendo el intenso calor, por lo que optamos por coger el coche y subir al cerro del Castillo a tomar algo fresco. A este lugar se puede llegar también en autobús.

La ciudad de Cuenca es un buen punto de partida para realizar excursiones por otros espacios naturales de la provincia. De hecho en esta escapada también fuimos a la Ciudad Encantada, el Ventano del Diablo, los Callejones de las Majadas, los nacimientos de los ríos Tajo (en Teruel), Júcar y Cuervo, la Ruta de las Caras, en Buendía y dos curiosos lugares de los que no había oído hablar, las Torcas de Palancares y Tierra Muerta y las lagunas de de Cañada del Hoyo. De todo ello hablé en una entrada publicada el 6 de julio de 2021, que podéis ver en https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2021/07/06/cuenca-paraiso-natural/