TENERIFE, mucho más que playas (2): El Sur y Las Cañadas del Teide

Continúo el relato de mis viajes a Tenerife, accediendo en esta ocasión a la isla por el Sur, alojándome las primeras noches en la población turística de Los Cristianos, que cuenta con muchos hoteles y afamadas playas que, como comenté, no pisé, dedicándome a caminar por el paseo marítimo. De allí nos desplazamos a Los Abrigos, perteneciente al municipio de Granadilla de Abona, donde se encuentra la playa de La Tejita, con la Montaña Roja al fondo. La siguiente cita la tenemos en Guía de Isora, deteniéndonos en la iglesia de la Virgen de la Luz.

Fue una casualidad, pero al viajar en octubre coincidimos en Adeje con las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Encarnación, que concluye con su tradicional romería canaria, con un derroche de color, gastronomía y folclore. La romería de Adeje parte desde la Plaza del Cerco y recorre la calle Grande hasta llegar a la Iglesia de Santa Úrsula. Pudimos disfrutar de coloristas trajes, música tradicional y de los pintxos que nos daban desde las carretas. Me recordó un poco al Bando de la Huerta murciano. Eso sí, por la mañana nos llovió un poco, como me ha sucedido en todas las islas. Los romeros decían: “aquí llueve medio día al año y la Virgencita ha querido que sea hoy”.

Desde Los Cristianos nos desplazamos también a Las Águilas-Jungle Park, un parque zoológico y botánico ubicado en la cercana localidad de Arona, en el que se puede contemplar una gran variedad de especies, como águilas, halcones, marabús, grullas, ibis, flamencos, cigüeñas, loros, guacamayos, cotorras, orangutanes, gibones, lemures, leopardos, jaguar, suricatos, tortugas, cocodrilos y caimanes. También se puede asistir a una espectacular exhibición de vuelo libre de rapaces y un show de leones marinos.

Había estado en diferentes ocasiones en Las Cañadas del Teide pero nunca había pernoctado allí, así que en uno de los viajes nos alojamos en el Parador de Las Cañadas del Teide, una casona de montaña camuflada entre el paisaje, con impresionantes panorámicas sobre el cono del volcán. Tras instalarnos y comer allí, caminamos durante 3,6 km por el sendero de los Roques de García, entre los que se encuentra el Roque Cinchado, cuya imagen aparecía en los billetes de 1.000 pesetas. A media tarde, la gente que participa en las excursiones ya se ha marchado, quedando Las Cañadas para nosotros solos. Estamos a 2100 metros de altitud y hace frío al atardecer, pero es una gozada contemplar los tonos rojizos que toma el Teide.

El circo de Las Cañadas es una de las mayores calderas del mundo. Tiene forma elíptica, con 16 km de eje mayor, 10 km de eje menor y 45 km de perímetro. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 2007, el Parque Nacional del Teide cuenta con una amplia red de senderos, compuesta por 41 itinerarios diferentes, así que aprovechamos la tarde para seguir caminando a la vez que vemos la montaña española de mayor altitud. Para acceder hasta su cumbre (3715 m) desde la terminal superior del teleférico en La Rambleta (3550 m), hay que tramitar un permiso a través del Parque Nacional o en la web www.reservasparquesnacionales.es.

El segundo día de nuestra estancia en Las Cañadas lo dedicamos a efectuar un recorrido bastante llano, de 16,6 km, que se realiza en poco más de 4 horas. Se trata del Sendero de las Siete Cañadas, que comienza en el Centro de Visitantes del Portillo y concluye en el de Cañada Blanca, junto al Parador. Un vehículo del centro hotelero nos trasladó al punto de partida, caminando luego por el antiguo camino de Chasna, usado desde la época prehispánica para cruzar del norte al sur de la isla, que discurre bordeando la base de la pared de la caldera de Las Cañadas. En la ruta contemplamos continuamente el Teide y la montaña Guajara, además de la floración del tajinaste y restos de majadas pastoriles.

La siguiente cita la tenemos en el municipio más alto de España, La Orotava, pues su término municipal llega desde el nivel del mar, hasta los 3715 metros del pico Teide, bajo cuya atenta mirada nos disponemos a recorrer el casco histórico, que fue declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional en 1976. El primer edificio que llama nuestra atención es la Casa de los Balcones, así llamada por sus balcones y patio interior de madera tallada, que se construyó entre los años 1632 y 1675. El edificio más notable es la parroquia de Ntra Sra de la Concepción (Monumento Nacional), construida en la segunda mitad del siglo XVIII y considerada la mejor muestra del barroco en Canarias. También merece la pena citar la iglesia San Agustín y el ex-convento de Ntra Sra de Gracia, actual Casa de la Cultura, varias casas señoriales, la artesanía local y las tiendas de recuerdos en las que venden trajes tradicionales.

La última visita de esta segunda entrega es al municipio de Candelaria, en el que tan solo nos detenemos para contemplar la Basílica de Ntra Sra de Candelaria, uno de los principales templos del archipiélago, ya que en él se encuentra la imagen de la patrona de Canarias. La basílica preside la plaza de la Patrona de Canarias, lugar de encuentro de peregrinos y de celebración de grandes eventos, en la que lo más relevante son las majestuosas figuras en bronce que representan a los nueve menceyes, reyes guanches que gobernaban en la isla en el momento de la conquista. Desde una tienda de recuerdos, a orilla de la costa este de la isla, concluyo esta segunda entrega.

La próxima semana concluiré estos viajes por la isla de Tenerife, recorriendo la parte norte, La Laguna, el barranco de Masca y, como no, el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, sin olvidar a los delfines y calderones.

FELIZ 2021

28 de diciembre: El espectáculo de las olas en Plentzia (Bizkaia)

Hoy no nos privábamos de nada en Euskal Herria, pues teníamos alarma roja para navegación costera, alerta naranja por impacto en costa y avisos amarillos por viento, lluvia y nieve. Aunque no ha dejado de llover, como me gusta ver la mar, después de comer nos hemos desplazado a una población cercana, Plentzia, para disfrutar del espectáculo de las olas desde un lugar completamente seguro, así que, como una imagen vale más que mil palabras, os dejo diez obtenidas sobre las 15:30 h coincidiendo con la pleamar.

La segunda parte sobre la isla de Tenerife la subiré el día de Nochevieja.

TENERIFE, mucho más que playas (1): Puerto de la Cruz, Icod de los Vinos y Garachico

Me encantan las islas Canarias, por su clima y variedad de paisajes. Además resulta muy cómodo llegar a cuatro de ellas, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, por contar con vuelos directos de Bilbao. He estado en Canarias unas cuantas veces: cuatro en Tenerife y Lanzarote, dos en Fuerteventura, Gran Canaria y el islote de Lobos y una en La Graciosa, La Palma, La Gomera y El Hierro. Y todavía no he estado tomando el sol en ninguna de sus playas, pero he caminado por muchas de sus rutas. He recorrido bastantes kilómetros por ellas con un coche alquilado salvo en una ocasión, en Tenerife, que lo hice en transporte público siguiendo el ejemplo de algunos centroeuropeos. Es precisamente en esta isla en la que me voy a detener durante tres semanas, para mostraros que Tenerife tiene mucho más que playas. Habrá que ir pensando en hacer planes para cuando podamos volver a viajar.

He volado a Tenerife con Iberia y Vueling, tanto al aeropuerto de Tenerife Norte (Los Rodeos) como al de Tenerife Sur (Reina Sofía). Me he alojado en el Sur en Los Cristianos, pero sobre todo en el Norte, siempre en Puerto de la Cruz, donde he repetido hotel, el Parque San Antonio cuando pertenecía a la cadena Meliá. Me gustaba por la baja altura de sus edificios y porque se encontraba en un jardín botánico. También he ido comprobando la paulatina decadencia de los servicios en la hostelería canaria, debido a la llegada del todo incluido y lo poco que pagan los touroperadores europeos, comparado con lo que nos cobran a nosotros.

Comenzamos nuestro recorrido bajo la atenta mirada del omnipresente monte Teide, como no, en Puerto de la Cruz, el municipio menos extenso (8,73 km²) pero más turístico de Canarias, que se sitúa en el norte de la isla de Tenerife, en el valle de La Orotava. Cuenta con un lugar emblemático, el Lago Martiánez, complejo de ocio diseñado por el artista lanzaroteño César Manrique que, con sus 100.000 metros cuadrados, cuenta con un lago central artificial, piscinas, jardines, terrazas y restaurantes. Al lado se encuentra la playa Martiánez.

Puerto de la Cruz cuenta con un interesante centro histórico, así que comenzamos a recorrerlo en el peatonal pase de San Telmo, donde nos detenemos en la coqueta ermita de la que toma el nombre, construida en 1870. Sucesivamente vamos acercándonos a otros notables edificios, como el Ayuntamiento, la Casa Miranda (de 1730) y la iglesia de Ntra Sra de la Peña de Francia, construida en 1697 y ampliada posteriormente, en la que destaca el barroco retablo mayor de 1710. También entramos en el mercado y contemplamos varias pinturas murales y a los mimos callejeros.

Continuamos el paseo monumental por Puerto de la Cruz acercándonos al Mirador Punta del Viento y de allí al antiguo puerto, donde contemplamos la Batería de Santa Bárbara y la Casa de la Real Aduana, fundada en 1620, que aloja el  Museo de Arte Contemporáneo. La siguiente cita la tenemos en la ermita de San Juan Bautista, del siglo XVI, que es una nave lateral de la iglesia de San Francisco desde el siglo XVIII. En su interior destacan los retablos renacentistas y barrocos. Concluimos nuestro recorrido disfrutando de la arquitectura tradicional canaria, con tres edificios del siglo XVIII, como las Casas Iriarte y Remierd y el Hotel Marquesa, para finalizar en el Hotel Monopol, regentado por la misma familia desde hace más de 75 años.

Sin salir de Puerto de la Cruz visitamos el Loro Parque, zoológico con una extensión de 135.000 m², especializado en la conservación de gran variedad de loros. Creado por el alemán Wolfgang Kiessling y su padre, fue inaugurado a finales de 1972 con más de 150 papagayos y el primer espectáculo de loros de Europa. En la actualidad cuenta con una gran variedad de animales, como tigres, oso hormiguero, gorilas, flamencos, loros, grullas, pingüinos, aligátores y tortugas, siendo la principal atracción los espectáculos de delfines y de orcas.

A 20 km tenemos un lugar que me atrae mucho, Icod de los Vinos, donde se encuentra el llamado Drago milenario, que realmente parece tener entre 500 y 600 años y cuenta alrededor con un hermoso parque. El casco antiguo ha sido declarado Bien de Interés Cultural debido a su importancia histórica, pues cuenta con notables edificios como la Casa de Andrés de Lorenzo Cáceres, de fachada neoclásica. Pasamos por la plaza de La Constitución, más conocida como plaza de la Pila, y nos acercamos a tres edificios religiosos, el convento de San Agustín, la capilla de los Dolores (siglo XVIII), que formaba parte del antiguo convento franciscano del Espíritu Santo, actual sede de la Biblioteca Municipal en cuyo patio vemos a Neptuno empuñando un tridente, y la iglesia matriz de San Marcos, de comienzos del siglo XVI y de estilo colonial canario.

8 km más y llegamos a otro de los lugares que me gustan de la isla, Garachico, cuyo nombre procede del roque o islote que se encuentra cercano a su costa, en la que encontramos el Caletón, una zona de baño formada por varias piscinas de origen natural, pues se formaron por la lava solidificada procedente de la erupción del volcán Trevejo en 1706. Al lado tenemos el grupo escultórico El Tensei Tenmoku o Puerta sin Puerta, creado por el artista Kan Yasuda. El casco histórico de Garachico posee un rico patrimonio arquitectónico de los siglos XVI y XVII, como el castillo de San Miguel y el ex-convento e iglesia de San Francisco, reconvertido en biblioteca municipal y museo. Mención especial merecen también el Ayuntamiento y la plaza de la Libertad.

Aunque la próxima semana hablaré más ampliamente de esta zona, no puedo concluir esta entrada sin citar el Teide y Las Cañadas, Parque Nacional que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Mi primer viaje a la isla tuvo precisamente como objetivo subir al techo español, de 3715 metros de altitud, cosa que hice en compañía de mi hermano desde Montaña Blanca, pernoctando en la parte abierta del refugio de Altavista y aprovechando el descenso para pasar por el Pico Viejo (3135 m).

La próxima semana seguiremos recorriendo Tenerife, isla que tiene tantas cosas que ver.

Aprovecho la ocasión para desearos felices fiestas y un próspero año 2021, en el que se acabe la pandemia y podamos viajar con total libertad.

Y para concluir, una buena noticia. La fiesta de los Caballos del Vino ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, así que desde aquí mi felicitación a los habitantes de Caravaca de la Cruz (Murcia), que tan bien nos acogieron cuando estuvimos en la citada fiesta el 2 de mayo de 2019, por cierto, la última que se ha celebrado, con mis deseos de que pronto vuelva a ser una realidad.

NUEVA ZELANDA: Milford Sound, la guinda del viaje

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba el pasado martes en Queenstown, en la isla Sur de Nueva Zelanda.

19 de octubre. Día 27 de viaje. Amanece lloviendo a mares y las previsiones no son nada halagüeñas, pero como tenemos por delante 285 km hasta nuestro destino, todo puede cambiar o al menos eso deseamos. Como no queríamos pegarnos una paliza de viaje, para hoy hemos cogido una excursión organizada que combina autobús y barco con comida a bordo (Milford Sound Full Day Tour) y una duración de 12 horas 30 minutos, prácticamente de sol a sol, así que toca madrugar. La primera parte del viaje la realizamos con lluvia, luego disfrutamos de unos hermosos reflejos mientras bordeamos el lago Wakatipu, más tarde las líneas de niebla y pronto sale el sol. Igual volvemos a tener suerte, pues nos dicen que en Milford Sound, nuestro destino, llueve 363 días al año.

Cuando llevamos recorridos 171 km (2 horas de viaje), nos detenemos en Te Anau, localidad que se asoma al lago del mismo nombre, el más grande de la isla Sur. Aprovechamos para ir al baño, tomar un café y todavía nos queda un poco de tiempo para acercarnos a la orilla del lago. Esto promete, pues el día está quedando espectacular. No nos lo podemos creer, pues la previsión no era muy buena. Todavía nos quedan más de 100 km, así que esperamos que se mantenga el buen tiempo.

Viajamos en un cómodo autobús con wifi gratuito y techo de cristal para contemplar mejor el espectacular paisaje, circulando por una buena carretera que recorre el Parque Nacional de la Tierra de los Fiordos (Fiordland). 53 km después nos detenemos en el pintoresco Eglinton Valley, un valle glaciar que ahora es una enorme planicie rodeada de montañas.

Seguimos en el Fiordland National Park, deteniéndonos 4 km después, teniendo que caminar tan sólo 5 minutos para acercarnos a los Mirror Lakes, donde en un día tranquilo las cadenas montañosas se reflejan perfectamente en las tranquilas aguas, en las que vemos algunas fochas. Las agrestes montañas comienzan a estar cubiertas de nieve. El día sigue precioso.

Seguimos recorriendo el Fiordland National Park y enseguida nos volvemos a detener para fotografiar las nevadas montañas. El paisaje es espectacular, por lo que me despisto y casi me roba el gorro un kea, ave de la familia de los loros Strigopidae, especie endémica de la zona alpina de la isla Sur de Nueva Zelanda. Es un loro de gran tamaño, que mide unos 46 cm y pesa 1 kg. Con tanta parada empezamos a ponernos nerviosos por si empeora el tiempo. Pasamos el estrecho túnel Homer, un pasadizo de 1,2 km por el que parece que el autobús no va a caber y nos detenemos en The Chasm, para caminar durante 20 minutos por un sendero y pequeños puentes sobre una serie de pequeñas cascadas y rápidos. Ya solo nos quedan unos 10 km para llegar a nuestro destino. ¡Vaya día más bueno que está quedando!

La Milford Road concluye en nuestro ansiado destino, Milford Sound, el fiordo más famoso de Nueva Zelanda. Para nosotros era la guinda del viaje y lo podemos contemplar con un tiempo espectacular, cosa nada fácil. Mientras embarcamos en un buen catamarán de tres niveles, disfrutamos contemplando el Mitre Peak (Rahotu en maorí), que se ha convertido en uno de los iconos del país. Como estamos en una zona que llueve mucho y el deshielo en primavera es elevado, desde el barco contemplamos varias cascadas.

Navegamos durante casi dos horas por el increíble fiordo Milford Sound, hasta su salida en el mar de Tasmania. Es como ver un documental en directo, contemplando las cascadas y las paredes de roca marcadas por el glaciar. También vemos un grupo de focas tomando el sol sobre una roca y al final del trayecto una espesa niebla que procede del mar, debido a la diferencia de temperatura del agua, que proporciona un encanto especial.

Aprovechamos el regreso del barco para comer un plato de pasta con carne, un yogur y una copa de vino tinto, pero lo hacemos con rapidez para no perdernos nada de este extraordinario paisaje del fiordo Milford Sound, tomando las últimas fotos de las montañas y de las cascadas y, al llegar al embarcadero, deleitarnos contemplando el icónico Mitre Peak. ¡Qué gozada de sitio! Aunque parezca increíble hemos pasado 6 días en la isla Sur con un tiempo extraordinario, algo que varios lugareños nos han dicho que no es nada habitual. Por detrás de las montañas empiezan a entrar nubes, pero ya nos da igual el tiempo que haga. ¡Prueba superada!

Algunos pudientes regresan en avioneta a Queenstown, aprovechando para contemplar desde el aire el fiordo y los lagos. Nosotros tenemos por delante casi 4 horas de autobús (285 km) para regresar al punto de partida, que aprovecho para tomar unas fotos de las cascadas que hay junto al túnel Homer. Entre las lluvias y el deshielo de primavera, las montañas chorrean agua. En el regreso hacemos una sola parada, que nos permite fotografiar de nuevo el lago Te Anau. De nuevo en el autobús, contemplamos verdes praderas en las que pastan rebaños de ciervos y de vacas. Como no anochece hasta las 20:14, llegamos de día a Queenstown. No olvidaremos fácilmente esta jornada.

20 de octubre. Día 28 de viaje. Con mucha pena ponemos fin a los once días pasados en Nueva Zelanda, en los que hemos tenido muchísima suerte con el tiempo. Teníamos que haber pasado al menos una semana más, sobre todo en la isla Sur, ya que difícilmente volveremos a este país que tan lejos está, pero qué se le va a hacer, todo nos es posible. Desde el aeropuerto de Queenstown vemos por última vez las nevadas montañas. Por delante tenemos 3 horas de vuelo en un Airbus A320 de la compañía Jetstar para regresar a Australia. Destino, Sydney, final del viaje.

En Sydney pasaremos los 5 últimos días del viaje, pero antes tenemos que adelantar dos horas el reloj. De ello os hablaré más a adelante. El viaje continúa.

NUEVA ZELANDA: Arrowtown y Queenstown, en la isla Sur

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba el pasado 28 de septiembre en Wanaka, en la isla Sur de Nueva Zelanda.

18 de octubre. Día 26 de viaje. Para hoy tenemos una jornada corta pero intensa, pues tenemos menos de 75 km de viaje hasta nuestro destino, la ciudad de Queenstown. Cuando llevamos tan solo 34 km, efectuamos la primera parada para tomar unas fotos en Crown Range Summit, puerto situado a 1074 metros de altitud, que cuenta con un mirador con excelentes vistas a las montañas. En el aparcamiento encontramos algo habitual en el viaje, una pequeña autocaravana de la empresa Jucy, con las que mucha gente recorre el país.

21 km después llegamos a nuestro siguiente destino, Arrowtown, que cuenta con tan solo unos 1.700 habitantes y está situado a 20 km al noreste de Queenstown. Este pueblo surgió de la Fiebre del Oro en Nueva Zelanda, a finales del siglo XIX. Es un pueblo muy florido dedicado al turismo, por lo que cuenta con numerosos bares y restaurantes, así que aprovechamos para tomar un café en una de sus terrazas.

La calle más turística y comercial de Arrowtown es la Buckingham street, que nos recuerda a los poblados del lejano Oeste norteamericano. Aunque no tiene Saloon, cuenta con coquetos edificios como la farmacia, correos y varios comercios. Muy cerca tenemos la iglesia y, en la calle paralela y más próxima al Arrow river, Ramshaw Lane, existe un pequeño museo etnográfico que hace también de oficina de turismo.

He dejado para el final la mayor curiosidad de Arrowtown, el poblado chino situado junto a una superficie boscosa cerca del Arrow river. La población china se asentó en este lugar a partir de 1866, extrayendo el oro que a los europeos no les compensaba. El efecto llamada hizo que llegaran desde China más de 8.000 personas, pues el salario era siete veces superior a lo que ganaban en Cantón, soportando unas duras condiciones climáticas y habitacionales. Para 1890 ya casi no quedaban pepitas de oro en Arrowtown y la gran mayoría de los ciudadanos chinos habían regresado a su país.

Nos quedan tan solo 20 km para llegar a la ciudad de Queenstown, dirigiéndonos directamente al aeropuerto para devolver el coche que nos ha acompañado por la isla Sur de Nueva Zelanda. Luego nos instalamos en el Heartland Hotel Queenstown ***+, donde pasaremos las dos últimas noches en el país. No está muy céntrico, pero podemos llegar caminando hasta el centro. Tampoco es barato, como casi nada en este país, pues las dos noches nos salen por 273 €. Cada habitación ocupa una especie de bungalow, con una terraza que da a un jardín. Se ha echado la hora de comer.

Queenstown es una ciudad que ronda los 30.000 habitantes que se ha ganado el sobrenombre de “Capital Mundial de la Aventura”, por la cantidad de actividades que oferta. Situada a orillas del lago Wakatipu, no tiene un gran interés, concentrándose casi todos los comercios y restaurantes en unas pocas calles cerca del lago, así que damos un corto paseo contemplando algunas pinturas murales, edificios de estilo colonial y una especie de torre del reloj.

Sin lugar a dudas, el lugar que más me ha gustado de Queenstown es el paseo que recorre la zona portuaria, que cuenta con excelentes vistas de las montañas. Además de los barcos que realizan excursiones por el lago Wakatipu, pudimos ver a un músico callejero, una enorme escultura de un kivi y algún que otro pato.

Completamos la jornada en Queenstown, pasando las últimas horas de la tarde subiendo en el teleférico Skyline, que nos transporta hasta los 435 metros de la cima del Bob’s Peak, desde donde se disfruta de unas increíbles vistas de la ciudad, buena parte del lago Wakatipu y las montañas nevadas como telón de fondo. Nos llama la atención la cantidad de gente que sube la bici en el teleférico para luego realizar rutas.

Mañana tenemos casi 600 km de autobús para luego realizar una excursión en barco por el fiordo Milford Sound, uno de los puntos fuertes del viaje. ¿Seguiremos teniendo suerte con el tiempo? El viaje continúa.

MENDOZA (Argentina): Aconcagua, bodegas y plazas.

Tenía muchas ganas de visitar Argentina pero tardé mucho en hacerlo pues, para nosotros resultaba un país carísimo. Tuve que esperar a que pasara el «corralito» para realizar el primer viaje, que siempre pensé en compartirlo con Chile, pues hay muchos kilómetros de norte a sur, 5.121 km entre La Quiaca y Ushuaia, según vimos en un panel (he estado en ambas poblaciones). Fue en el año 2003 cuando realizamos el primer viaje, en concreto al Sur, teniendo como destino la Patagonia argentina y chilena y también las cataratas de Iguazú. Dos años después, en 2005, repetimos, teniendo como destino el norte, las provincias de Salta y Jujuy y el chileno desierto de Atacama. La inflación hizo que el país se volviera muy caro, por lo que tuvimos que volver a esperar hasta octubre de 2019, para viajar a la tercera zona que más nos interesaba, la región de Cuyo, aunque por falta de tiempo tuvimos que excluir la provincia de Córdoba. En esta ocasión pasamos también a Chile para desplazarnos hasta la isla de Pascua y conocer Valparaíso y Santiago, de donde «salimos por patas» al coincidir con los graves disturbios con toque de queda incluido. En las dos ocasiones precedentes volamos con Aerolíneas Argentinas, pero en esta última optamos por LATAM, compañía que nos pareció muy seria y que tenía la mejor tarifa hasta Mendoza, volando vía Santiago. Tas recorrer las provincias de San Luis, La Rioja y San Juan, llegamos a la provincia de Mendoza, última escala de este tercer viaje por Argentina.

Lo primero que hicimos fue instalarnos en el Hotel Ayelen, de la estación invernal de Los Penitentes. En la recepción vimos dos postales firmadas por un viejo conocido y enamorado del Aconcagua, Juanito Oiarzabal, al que sin embargo no conocían. Dejamos los equipajes y salimos disparados hacia el Parque Provincial Aconcagua. Desde casi 3000 metros, sin gota de nieve pero con mucho frío, pudimos contemplar la montaña más alta de América, el cerro Aconcagua, de 6960,80 metros. Por fin he cubierto un objetivo que tenía desde hace muchísimos años, ver esta montaña a la que han subido muchos montañeros vascos, pero a la que nunca conseguí ir pese a haberlo pensado tras subir al Kilimandjaro. El cerro Tolosa, de 5297 metros, lo tuvimos siempre a la vista. De regreso al hotel nos acercamos a otro lugar emblemático, el Puente del Inca, al que ahora está prohibido acceder.

El 10 de octubre efectuamos el regreso al punto en el que comenzó este viaje, Mendoza, pero sin entrar en la ciudad nos dirigimos a la localidad de Maipú. Estamos en tierra de viñedos y tenemos que cumplir el siguiente objetivo, visitar una bodega. A las 13 horas teníamos cita en la Bodega Casa Vigil (El Enemigo), que es la que está más de moda y parece dedicada exclusivamente a la gastronomía, pues todos sus comedores están abarrotados de gente. Menos mal que tuvimos enchufe para conseguir la reserva. La visita se reduce a un pequeño espacio convertido en una especie de museo.

Al día siguiente dedicamos la mañana a seguir con la visitas de viñedos, para lo que nos desplazamos a la cercana población de Luján de Cuyo, donde visitamos la moderna Bodega Budeguer. Comenzamos con una pequeña explicación en el viñedo, para luego recorrer la bodega y visitar una hermosa galería de arte, de donde pasamos a la cata de vinos, muy buenos por cierto, que se realiza en una confortable sala.

Sin salir de Luján de Cuyo nos desplazamos a la Bodega Belasco de Baquedano, en la que visitamos la bodega y la original sala de aromas Reyno de Navarra, para luego pasar el restaurante en el que comimos y bebimos mejor y mucho más barato que en El Enemigo. En la comida tuvimos cinco vinos diferentes, uno para cada plato. Por cierto, esta bodega fue inaugurada el 21 de octubre de 2008, por Miguel Sanz, entonces presidente del Gobierno de Navarra. De las que visitamos, es la que más vinculación tiene con Euskal Herria, pues en la entrada vimos fotos de Arguiñano y Martín Berasategui, tomadas en este lugar.

Tras la sobremesa, nos desplazamos por fin a Mendoza, aunque antes de llegar al centro nos detuvimos en el Cerro de la Gloria, sobre el que se alza el enorme monumento al Ejército de los Andes, quien al mando del general José de San Martín cruzó los Andes para liberar Chile y Perú. Es obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari. La siguiente cita la tuvimos en el gigantesco parque San Martín, de casi 400 hectáreas de extensión, concluyendo la jornada en las ruinas jesuíticas de San Francisco, carentes de interés salvo por el agradable parque que tienen enfrente. En el parque vimos a muchos aficionados del River, que por la noche se enfrentó al Almagro. Por cierto, el árbitro se alojó en nuestro hotel, pues le vimos cuando lo trasladaron al aeropuerto en un vehículo de una empresa de seguridad.

Aunque las ciudades no eran el principal objetivo de este viaje, pues su interés es escaso, dado que el vuelo a Santiago de Chile no salía hasta las 20:17 h, tuvimos un montón de horas para recorrer la ciudad de Mendoza, en la que los apellidos vascos están presentes en numerosas calles y bodegas. Era domingo 12 de octubre, aunque la festividad la trasladaron al lunes. Los autobuses urbanos nos recuerdan a los Bilbobuses. Fuimos callejeando por las comerciales calles Las Heras y Aristides, fotografiando pinturas murales y a los simpáticos camareros del bar en el que a media mañana tomamos un café.

Nos alojamos en el Amérian Executive Hotel Mendoza ****, situado en la calle San Lorenzo con vistas a la coqueta plaza Italia, un amplio parque presidido por el monumento a la comunidad italiana, donde comenzamos nuestro recorrido urbano yendo de plaza en plaza. Cuenta también con una hermosa fuente central y varias esculturas, como la de de Rómulo y Remo, amamantados por la loba romana. La siguiente cita la tuvimos en otra coqueta plaza, la de España, que cuenta con una fuente típica de los patios andaluces, numerosos azulejos y un gran monumento central dedicado a la Confraternidad Hispano-Argentina, esculpido en mármol.

Por un momento dejamos las plazas para dirigirnos a la peatonal Sarmiento, ubicada en el corazón de la ciudad y punto de encuentro de mendocinos y turistas, dado que cuenta con cafés y bares con mesas al aire libre bajo la sombra de los árboles. Cuando pasamos por ella en torno al mediodía estaba muy concurrida. Aunque andábamos un poco pillados de tiempo, nos detuvimos un buen rato observando la actuación de una escuela de baile.

La peatonal Sarmiento concluye en nuestro siguiente destino, otra plaza, Independencia, amplio espacio arbolado en cuya entrada se suelen instalar puestos de artesanos. Lo que más llama nuestra atención es el Friso de la Independencia, grupo escultórico «La Libertad, esa gesta anónima», obra de la escultora mendocina Eliana Molinelli. Ante él hay una fuente de aguas danzantes.

Todavía nos faltan por visitar dos de las plazas del damero planificado por Balloffet para la ciudad, dirigiéndonos en primer lugar a la San Martín, en la que destaca la estatua del General San Martín, obra del escultor José García. Concluimos nuestro recorrido por la ciudad de Mendoza en la plaza Chile, en la que se levantó un monumento, obra del escultor chileno Lorenzo Domínguez, que simboliza la amistad y hermandad entre Argentina y Chile, representada por los dos libertadores, San Martín y O’Higgins. Se trata de un bloque de piedra tallado que pesa 22 toneladas. Nos hemos pegado una buena caminata por la ciudad y todavía tenemos que ir hasta la calle Arístides Villanueva, cercana al hotel, donde existe una amplia oferta de restaurantes para comer, bastante tarde, por cierto. Además hace mucho calor para estar en primavera.

Regreso al hotel, una ducha y enseguida al aeropuerto. Por tercera vez tenemos que cruzar los Andes, dejando atrás Argentina. Una hora de vuelo en la que por suerte no tuvimos las habituales turbulencias. La noche la pasamos en un hotel cerca del aeropuerto de Santiago de Chile, pues al día siguiente toca madrugar, ya que tenemos más de 5 horas de vuelo para llegar al sitio habitado más alejado de otro lugar habitado del planeta, Rapa Nui, la isla de Pascua. El viaje continúa.