La décima escapada del año la realizamos del 13 al 17 de octubre teniendo como destino la comarca leonesa de Babia y, más en concreto la población de San Emiliano, uno de los dos municipios que, junto a Cabrillanes, forman esta comarca. Para pasar las cuatro noches elegimos un sencillo alojamiento situado a 347 km de Leioa, que se realizan casi todos por autovías y autopista en unas tres horas y media. Se trata del Hotel Rural Valle de San Emiliano, que cuenta también con un buen bar-restaurante. Limítrofe con Asturias, esta comarca es conocida por la expresión «estar en Babia», relativa a la situación de estar distraído. Sin embargo, para sus habitantes tiene muchas ventajas, tal como recoge el cartel que incluyo a continuación, más asociadas a la serenidad de sus valles y montañas, en las que nacen los ríos Luna y Sil.

Tras comer e instalarnos en el hotel, a media tarde nos desplazamos tan solo 12 km a Torrestío, pequeño núcleo rural de unos 48 habitantes perteneciente al concejo de San Emiliano, donde tratan de limitar la velocidad de los coches para proteger a las gallinas que campan a sus anchas. De camino vimos por la carretera a un buen grupo de caballos que se dirigían a San Emiliano. Una vez en Torrestío, contemplamos un par de hórreos y caminamos bajo la lluvia un par de kilómetros hasta la preciosa cascada de La Foz. De vuelta en el coche continuamos hasta el Mirador Puerto Ventana y, de regreso al hotel, nos detuvimos junto a la iglesia de Candeluela, uno de los mejores ejemplos del barroco rural en la montaña leonesa, que fue construida en 1725. Como sucedió después en otros pueblos, estaba cerrada.

Como nos enteramos de regreso de Torrestío, el 14 de octubre decidimos reprogramar la jornada para, tras el desayuno, acercarnos al Recinto Ferial de San Emiliano para acudir a feria de ganado equino, principalmente de caballo hispano-bretón, raza reconocida oficialmente en 1998, fruto del cruce de yeguas españolas con sementales bretones llevado a cabo a comienzo del siglo XX. Estos caballos, de los que Babia es el referente estatal, pastan en semilibertad en los montes de la zona, siendo destinados a la producción de carne. En la feria también había puestos de venta de diferentes productos. Otro día vimos un enorme rebaño de varios centenares de ovejas merinas negras, en su trashumancia hacia Extremadura.

Tras pasar un buen rato en la feria y comprar ricos quesos, nos desplazamos unos 19 km hasta nuestro siguiente destino, la Laguna Grande, un lago de origen glaciar al que se accede desde la pequeña parroquia de Lago de Babia. La carretera concluye en un aparcamiento situado a escasa distancia del lago. Nada más salir del coche se nos acercaron dos mastines, lo que nos hizo tomar precauciones, aunque pronto vimos que venían en plan pacífico, dejándose acariciar, cosa que no se debe hacer según los consejos que vimos después en un panel. Estaban cuidando a un grupo de vacas que pastaban junto al lago, con sus terneros, a los que tampoco conviene acercarse cuando hay mastines. Fue la más hermosa estampa de esta escapada. Subimos luego a un collado, rodeado de montañas, desde donde contemplamos el cañón del río Sil.

De la Laguna Grande descendimos hasta Lago de Babia (Ḷḷáu en patsuezu, la lengua local). Es una aldea de 21 habitantes perteneciente al municipio de Cabrillanes, en el que se ha creado el proyecto “El Lago de la Cultura”, a cargo el artista Manuel Sierra, decorando varias fachadas como la Cochera de Amancio, la Casa de Marisol y Paco, la Casa-Escuela, el Transformador, la Casa Urbano y la Casa Mino. También vimos la iglesia parroquial de San Pedro del Lago, el Reloj, el potro de herrar, una antigua trilladora manual y una yegua con su potro. De allí, como los días siguientes, fuimos a comer de bocadillo al cercano el merendero de Las Murias, que cuenta con una buena fuente y varias mesas.

La tarde la pasamos recorriendo en coche el valle del Sil, acercándonos a lo que vimos desde el collado de la Laguna de Babia, deteniéndonos en La Vega de los Viejos, perteneciente al municipio de Cabrillanes, por donde pasa el río Sil, que parece un pequeño arroyo. Nuestra meta se encontraba a 14 km en La Cueta, pequeña aldea de 40 habitantes que cuenta con tres barrios (Quejo, Cacabillo y La Cueta) situados a lo largo del estrechón de Bocarrío, el desfiladero natural formado por el río Sil. La Cueta es el pueblo situado a más altitud de la provincia de León (1442 m) y uno de los más altos de la península. De aquí sale el sendero que lleva al nacimiento del río Sil. Junto al puente de piedra se conserva el Molino de Abajo, desde donde caminamos hasta la parte alta de la aldea, donde sen encuentra la coqueta iglesia parroquial de San Mateo. Aquí dimos por concluida esta hermosa jornada, regresando al hotel distante 26 km.

Iniciamos la jornada del 15 de octubre desplazándonos 12 km (todo está cerca) hasta la localidad de Torre de Babia. Dejamos aparcado el coche junto a la fuente situada a la entrada del pueblo, de donde parte la Ruta Laguna de Las Verdes (sendero PR-LE 73), distante 5,3 km, con un desnivel de 470 metros, un recorrido en el que entre ida y vuelta se tarda unas 4 horas. Hoy toca disfrutar de pleno de la comarca de Babia, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 2004. Buena parte de la ruta se realiza por una pista, desde la que contemplamos al fondo del valle la cascada de Treméu. La pista se bifurca hacia la izquierda cuando llevamos 2,5 km y concluye en la majada de Las Verdes, teniendo que seguir por un estrecho y a veces difuso sendero hasta la Laguna de las Verdes, así llamada por estar completamente cubierta de vegetación, aunque con la sequía que hay en la zona ahora era ocre. Aunque el sendero es circular, regresamos al punto de partida por la misma ruta de subida.

Cuando regresamos a Torre de Babia, sacaban a pastar a un grupo de vacas. Nosotros hicimos lago que se convirtió en habitual, ir a tomar algo al bar más cercano, el Brumas, ubicado en Cabrillanes, la capital de este municipio. Comida de bocata en el merendero de Las Murias y regreso a visitar Torre de Babia, pues no lo pudimos hacer por la mañana, aunque la llovizna nos incordió un poco. Se trata de una localidad de 31 habitantes perteneciente al municipio de Cabrillanes, en la que destaca la iglesia de San Vicente, del siglo XIV, situada en un alto y conocida como la Catedral de Babia. Eso sí, estaba cerrada al igual que el Museo Etnográfico y de la Trashumancia, que ocupa una casa tradicional babiana, así que nos conformamos con ver vacas y ovejas, dando por concluida la jornada antes de regresar al hotel.

La ruta del 16 de octubre, estaba todavía más cerca, pues partía de Riolago de Babia, distante tan solo 8 km de San Emiliano. Se trata de la Riolago-Lago Chao (sendero PR-LE-72), con un recorrido de 12,6 km (ida y vuelta) y un desnivel que parte de 1232 m y alcanza una altitud máxima de 1754 m en el Lago de Chao, realizándose en algo menos de 5 horas. Los 4 km primeros, los que nosotros realizamos, discurren por el Camino de las Brañas, paralelo al arroyo de Riolago, una pista forestal que luego hay que abandonar para cruzar el arroyo por un moderno puente. A partir de aquí se convierte en un empinado y a veces complicado sendero, motivo por el que abandonamos, así que no pudimos ver el Chozo de las Brañas, la Cascada de San Bartolo con poquísima agua y el Lago del Chao, por lo que las imágenes que publico me las han pasado nuestros amigos de Rivas Vaciamadrid con los que realizamos el viaje. Antes de regresar a Riolago disfrutamos de la mejor panorámica de Peña Ubiña. Como apareció la lluvia, el resto de la tarde la pasamos en el hotel.

Antes de emprender el regreso a casa, el 17 de octubre volvimos a Riolago de Babia, pues queríamos visitar la interesante Casa del Parque Natural Babia y Luna, por el que hemos efectuado los recorridos estos días, que desde el 1 de octubre solo abre viernes y sábado de 11 a 14 y de 16 a 19 h, y los domingos por la mañana. Ocupa el edificio más notable de este pueblo de 38 habitantes perteneciente al municipio de San Emiliano. Se trata del Palacio de la familia Quiñones, levantado en el siglo XVI. Otros edificios de interés son la parroquia de El Salvador y la capilla. También nos acercamos a la Panadería Alonso, nuestro proveedor de pan para el bocata todos los días a través del supermercado de San Emiliano.

De esta forma concluyó esta escapada por la hermosa y tranquila comarca de Babia en la que, aunque todos los días ha llovido algo, las mañanas han sido muy soleadas. Por delante nos quedaron 347 km para regresar a Leioa, que se realizan en unas tres horas y media más paradas.

















































































