Hemos estado en BABIA

La décima escapada del año la realizamos del 13 al 17 de octubre teniendo como destino la comarca leonesa de Babia y, más en concreto la población de San Emiliano, uno de los dos municipios que, junto a Cabrillanes, forman esta comarca. Para pasar las cuatro noches elegimos un sencillo alojamiento situado a 347 km de Leioa, que se realizan casi todos por autovías y autopista en unas tres horas y media. Se trata del Hotel Rural Valle de San Emiliano, que cuenta también con un buen bar-restaurante. Limítrofe con Asturias, esta comarca es conocida por la expresión «estar en Babia», relativa a la situación de estar distraído. Sin embargo, para sus habitantes tiene muchas ventajas, tal como recoge el cartel que incluyo a continuación, más asociadas a la serenidad de sus valles y montañas, en las que nacen los ríos Luna y Sil.

Tras comer e instalarnos en el hotel, a media tarde nos desplazamos tan solo 12 km a Torrestío, pequeño núcleo rural de unos 48 habitantes perteneciente al concejo de San Emiliano, donde tratan de limitar la velocidad de los coches para proteger a las gallinas que campan a sus anchas. De camino vimos por la carretera a un buen grupo de caballos que se dirigían a San Emiliano. Una vez en Torrestío, contemplamos un par de hórreos y caminamos bajo la lluvia un par de kilómetros hasta la preciosa cascada de La Foz. De vuelta en el coche continuamos hasta el Mirador Puerto Ventana y, de regreso al hotel, nos detuvimos junto a la iglesia de Candeluela, uno de los mejores ejemplos del barroco rural en la montaña leonesa, que fue construida en 1725. Como sucedió después en otros pueblos, estaba cerrada.

Como nos enteramos de regreso de Torrestío, el 14 de octubre decidimos reprogramar la jornada para, tras el desayuno, acercarnos al Recinto Ferial de San Emiliano para acudir a feria de ganado equino, principalmente de caballo hispano-bretón, raza reconocida oficialmente en 1998, fruto del cruce de yeguas españolas con sementales bretones llevado a cabo a comienzo del siglo XX. Estos caballos, de los que Babia es el referente estatal, pastan en semilibertad en los montes de la zona, siendo destinados a la producción de carne. En la feria también había puestos de venta de diferentes productos. Otro día vimos un enorme rebaño de varios centenares de ovejas merinas negras, en su trashumancia hacia Extremadura.

Tras pasar un buen rato en la feria y comprar ricos quesos, nos desplazamos unos 19 km hasta nuestro siguiente destino, la Laguna Grande, un lago de origen glaciar al que se accede desde la pequeña parroquia de Lago de Babia. La carretera concluye en un aparcamiento situado a escasa distancia del lago. Nada más salir del coche se nos acercaron dos mastines, lo que nos hizo tomar precauciones, aunque pronto vimos que venían en plan pacífico, dejándose acariciar, cosa que no se debe hacer según los consejos que vimos después en un panel. Estaban cuidando a un grupo de vacas que pastaban junto al lago, con sus terneros, a los que tampoco conviene acercarse cuando hay mastines. Fue la más hermosa estampa de esta escapada. Subimos luego a un collado, rodeado de montañas, desde donde contemplamos el cañón del río Sil.

De la Laguna Grande descendimos hasta Lago de Babia (Ḷḷáu en patsuezu, la lengua local). Es una aldea de 21 habitantes perteneciente al municipio de Cabrillanes, en el que se ha creado el proyecto “El Lago de la Cultura”, a cargo el artista Manuel Sierra, decorando varias fachadas como la Cochera de Amancio, la Casa de Marisol y Paco, la Casa-Escuela, el Transformador, la Casa Urbano y la Casa Mino. También vimos la iglesia parroquial de San Pedro del Lago, el Reloj, el potro de herrar, una antigua trilladora manual y una yegua con su potro. De allí, como los días siguientes, fuimos a comer de bocadillo al cercano el merendero de Las Murias, que cuenta con una buena fuente y varias mesas.

La tarde la pasamos recorriendo en coche el valle del Sil, acercándonos a lo que vimos desde el collado de la Laguna de Babia, deteniéndonos en La Vega de los Viejos, perteneciente al municipio de Cabrillanes, por donde pasa el río Sil, que parece un pequeño arroyo. Nuestra meta se encontraba a 14 km en La Cueta, pequeña aldea de 40 habitantes que cuenta con tres barrios (Quejo, Cacabillo y La Cueta) situados a lo largo del estrechón de Bocarrío, el desfiladero natural formado por el río Sil. La Cueta es el pueblo situado a más altitud de la provincia de León (1442 m) y uno de los más altos de la península. De aquí sale el sendero que lleva al nacimiento del río Sil. Junto al puente de piedra se conserva el Molino de Abajo, desde donde caminamos hasta la parte alta de la aldea, donde sen encuentra la coqueta iglesia parroquial de San Mateo. Aquí dimos por concluida esta hermosa jornada, regresando al hotel distante 26 km.

Iniciamos la jornada del 15 de octubre desplazándonos 12 km (todo está cerca) hasta la localidad de Torre de Babia. Dejamos aparcado el coche junto a la fuente situada a la entrada del pueblo, de donde parte la Ruta Laguna de Las Verdes (sendero PR-LE 73), distante 5,3 km, con un desnivel de 470 metros, un recorrido en el que entre ida y vuelta se tarda unas 4 horas. Hoy toca disfrutar de pleno de la comarca de Babia, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 2004. Buena parte de la ruta se realiza por una pista, desde la que contemplamos al fondo del valle la cascada de Treméu. La pista se bifurca hacia la izquierda cuando llevamos 2,5 km y concluye en la majada de Las Verdes, teniendo que seguir por un estrecho y a veces difuso sendero hasta la Laguna de las Verdes, así llamada por estar completamente cubierta de vegetación, aunque con la sequía que hay en la zona ahora era ocre. Aunque el sendero es circular, regresamos al punto de partida por la misma ruta de subida.

Cuando regresamos a Torre de Babia, sacaban a pastar a un grupo de vacas. Nosotros hicimos lago que se convirtió en habitual, ir a tomar algo al bar más cercano, el Brumas, ubicado en Cabrillanes, la capital de este municipio. Comida de bocata en el merendero de Las Murias y regreso a visitar Torre de Babia, pues no lo pudimos hacer por la mañana, aunque la llovizna nos incordió un poco. Se trata de una localidad de 31 habitantes perteneciente al municipio de Cabrillanes, en la que destaca la iglesia de San Vicente, del siglo XIV, situada en un alto y conocida como la Catedral de Babia. Eso sí, estaba cerrada al igual que el Museo Etnográfico y de la Trashumancia, que ocupa una casa tradicional babiana, así que nos conformamos con ver vacas y ovejas, dando por concluida la jornada antes de regresar al hotel.

La ruta del 16 de octubre, estaba todavía más cerca, pues partía de Riolago de Babia, distante tan solo 8 km de San Emiliano. Se trata de la Riolago-Lago Chao (sendero PR-LE-72), con un recorrido de 12,6 km (ida y vuelta) y un desnivel que parte de 1232 m y alcanza una altitud máxima de 1754 m en el Lago de Chao, realizándose en algo menos de 5 horas. Los 4 km primeros, los que nosotros realizamos, discurren por el Camino de las Brañas, paralelo al arroyo de Riolago, una pista forestal que luego hay que abandonar para cruzar el arroyo por un moderno puente. A partir de aquí se convierte en un empinado y a veces complicado sendero, motivo por el que abandonamos, así que no pudimos ver el Chozo de las Brañas, la Cascada de San Bartolo con poquísima agua y el Lago del Chao, por lo que las imágenes que publico me las han pasado nuestros amigos de Rivas Vaciamadrid con los que realizamos el viaje. Antes de regresar a Riolago disfrutamos de la mejor panorámica de Peña Ubiña. Como apareció la lluvia, el resto de la tarde la pasamos en el hotel.

Antes de emprender el regreso a casa, el 17 de octubre volvimos a Riolago de Babia, pues queríamos visitar la interesante Casa del Parque Natural Babia y Luna, por el que hemos efectuado los recorridos estos días, que desde el 1 de octubre solo abre viernes y sábado de 11 a 14 y de 16 a 19 h, y los domingos por la mañana. Ocupa el edificio más notable de este pueblo de 38 habitantes perteneciente al municipio de San Emiliano. Se trata del Palacio de la familia Quiñones, levantado en el siglo XVI. Otros edificios de interés son la parroquia de El Salvador y la capilla. También nos acercamos a la Panadería Alonso, nuestro proveedor de pan para el bocata todos los días a través del supermercado de San Emiliano.

De esta forma concluyó esta escapada por la hermosa y tranquila comarca de Babia en la que, aunque todos los días ha llovido algo, las mañanas han sido muy soleadas. Por delante nos quedaron 347 km para regresar a Leioa, que se realizan en unas tres horas y media más paradas.

LA RIOJA: Abadías, monasterios e iglesias

La novena escapada del año, en este caso miniescapada, tuvo lugar del 7 al 9 de septiembre y como destino una población cercana, Santo Domingo de la Calzada, que se encuentra tan solo 120 km de Leioa, realizando el viaje en hora y cuarto casi todo el tiempo por autopista. Desde allí aprovechamos para visitar también lo Monasterios de Cañas, Nerja y Yuso. Sin embargo ese no era el principal objetivo, sino poder contemplar el eclipse total de luna del 7 de septiembre y tratar de sacar unas fotos parecidas a las del Observatorio del Teide que adjunto, cosa que no pudo ser pues, aunque la tarde despejó, las nubes se adueñaron del horizonte, teniéndonos que conformar con ver desde Ciriñuela un hermoso atardecer y un arco iris. Al llegar de nuevo a Santo Domingo de la Calzada, la luna apareció radiante sobre nosotros.

Para pasar las dos noches de esta escapada elegimos el Parador de Santo Domingo Bernardo de Fresneda ***, que pagamos con los puntos de Amigos de Paradores. Ocupa para del antiguo convento de San Francisco, un hermoso monasterio del siglo XVI y lo que fuera la hospedería de peregrinos. Cuenta con magníficas instalaciones y hermosos y amplios salones, pero solo sirven desayunos ya que la cafetería y el restaurante están cerrados por falta de personal. Menos mal que justo enfrente se encuentra el paseo del Espolón, cenando las dos noches, muy bien por cierto, en el restaurante italiano La Strada, atendiéndonos la mujer del dueño que es de Areeta-Getxo. La comida del domingo, de picoteo, la efectuamos en la Cafetería Espolón.

Santo Domingo de la Calzada cuenta con una población que ronda los 6.400 habitantes y con un casco antiguo que fue declarado Conjunto de Interés Histórico Artístico en 1973, así que las últimas horas de la tarde de los dos días que allí pasamos, nos dedicamos a recorrerlo sin rumbo fijo. Junto al Parador se encuentra el Monumento al Peregrino y, a unos pasos, importantes restos de la muralla. También nos acercamos a la plaza Alameda, donde desde 1799 se encuentra la fuente de la ciudad. También pasamos junto a notables edificios como la Casa de la Cofradía de Santo Domingo, del siglo XVI, las Casas del alcalde Martínez de Pisón y de los Ocio, del siglo XVII y la antigua carnicería municipal, del siglo XVIII. Mucho más moderno es el mural que decora la fachada de un bar.

El 8 de septiembre iniciamos la jornada desplazándonos 12,6 km hasta Cañas, un pequeño pueblo de 96 habitantes, que cuenta con una joya bastante desconocida, el Monasterio de Santa María de San Salvador, una abadía de monjas cistercienses cuya construcción comenzó en el siglo XIII financiada por Urraca Díaz de Haro, quedando paralizada a su muerte hasta el siglo XVI. Destaca en su interior el renacentista retablo mayor, curiosamente trasladado en 1975 al pie de la iglesia. El ábside mayor se encuentra vacío, contando solo con una imagen de Jesús crucificado del siglo XIV. Otras imágenes notables son una Virgen gótica de madera policromada del siglo XIV y otra de Santo Domingo de Silos, natural de Cañas. La otra joya del monasterio se encuentra en la antigua sala capitular. Se trata del sepulcro gótico de Urraca Díaz de Haro, que data de finales del siglo XIII o principios del XIV.

De abril a octubre la abadía de Cañas fue escenario de la exposición “La Beata Mª Urraca: Fe y Aventuras en el Mundo Playmobil”, que recrea la vida en la abadía con figuras de Playmobil. También visitamos el interesante museo, al que se accede con la misma entrada, que cuesta 5 €. El Monasterio de Cañas abre a diario de 10:30 a 14:30 y de 16 a 20 horas. Más información en https://www.monasteriodecanas.org/.

A continuación nos desplazamos 13 km hasta Nájera, población que ronda los 8.200 habitantes y que cuenta con otra joya, el Monasterio de Santa María La Real, mandado construir por el rey García Sánchez III de Pamplona como sede episcopal y futuro panteón real para su familia, aunque la iglesia no se concluyó hasta 1516. El barroco retablo mayor data de finales del siglo XVII. Lo que más llamó mi atención es el coro, trasladado a un piso superior, con sillería realizada en estilo gótico entre los años 1493 y 1495. A los pies de la nave central se hallan los sepulcros de los reyes del reino de Nájera-Pamplona, precursor del reino de Navarra. A la derecha está el Panteón de los Infantes, en el que destaca el sepulcro de Blanca de Navarra, A la izquierda está el Panteón de los Duques de Nájera. Mención especial merece el claustro de los Caballeros, al que se accede desde la entrada por la Puerta de Carlos I. En él se encuentran los sepulcros de Don Diego Lope de Haro, señor de Vizcaya, y de su segunda esposa, Doña Toda.

Regresamos a comer a Santo Domingo de la Calzada para visitar por la tarde la Catedral, cuya construcción se inició en 1158. En su interior destaca el sepulcro de Santo Domingo de la Calzada. Frente a él se encuentra el Gallinero, de estilo gótico del siglo XV, donde se cobijan el gallo y la gallina en recuerdo del famoso milagro. Destacan también el retablo plateresco,  con tablas de Andrés de Melgar y Alonso Gallego y las capillas funerarias de Santa Teresa y de la Magdalena. También visitamos la cripta y el claustro gótico-mudéjar convertido en un museo. La Catedral abre todos los días de 9 a 20 h, aunque los sábados cierra una hora antes. La entrada cuesta 7 €. Más información en www.catedralsantodomingo.org.

La visitas continuaron en al plaza del Santo, situada frente a la Catedral, accediendo en primer lugar a su torre exenta, levantada entre 1767 y 1769. Se puede subir hasta el campanario, pero como son muchas escaleras, nos conformamos con visitar el Museo de relojes y campanas. En otro lateral de la plaza tenemos la sencilla ermita de Virgen de la Plaza y, enfrente de la torre, el antiguo Hospital de Peregrinos, convertido en 1965 en Parador de Turismo. Existe una entrada conjunta, de nombre pulsera turística, al precio de 10 €, que permite la entrada a la Catedral, la torre exenta y San Francisco.

Concluimos las visitas en el convento de San Francisco, parte del cual acoge hoy al Parador de Santo Domingo Bernardo de Fresneda, así llamado porque fue mandado construir por Fray Bernardo de Fresneda, obispo de Zaragoza, aunque reconstruido por Juan de Herrera en 1595. En el interior de la iglesia destaca el artístico monumento funerario de su fundador Fray Bernardo de Fresneda, situado frente al retablo mayor. El piso primero del antiguo convento ha sido convertido en un espacio museístico, destacando la colección de marfiles.

Tuvimos que dejar para el 9 de septiembre, antes de emprender el regreso a casa, la visita al lugar más conocido de esta parte de La Rioja, el Monasterio de Yuso (el de Suso está cerrado por obras), que desde 1997 forman parte del Patrimonio de la Humanidad. El motivo es que cierra los lunes. Dista unos 20 km de Santo Domingo de la Calzada y cuenta con un buen aparcamiento. La verdad es el que menos me gustó de los lugares visitados. Se accede al interior por una puerta barroca del siglo XVII que da acceso al claustro. En la iglesia lo que más me atrajo fue el coro, desde el que se contempla el retablo mayor presidido por el cuadro de San Millán de la Cogolla. Mención especial merece la sacristía, del siglo XVI, que fue la antigua sala capitular. Cuenta también con una magnífica biblioteca que guarda los primeros textos escritos en castellano y euskera. Otras joyas son los cofres con las reliquias de de San Millán y San Felices. El monasterio abre de martes a jueves de 9:30 a 14:30 h, los viernes y sábados de 9:30 a 13 y de 15:30 a 17:30 h y los domingos de 10 a 13:30 horas. La entrada cuesta 8 € (6 € los mayores de 65 años). Más información en http://monasteriodesanmillan.com/.

De esta forma concluyó esta miniescapada riojana. Por delante tuvimos 142 km (hora y media) para regresar a Leioa.

Escapada inglesa (y 3): De nuevo en Bristol

Continúo el relato de la octava escapada del año, realizada a Inglaterra del 7 al 10 de agosto, que dejaba hace dos semanas en la ciudad de Bath. El 9 de agosto lo volvimos a pasar en la ciudad de Bristol, iniciando la jornada visitando un lugar que teníamos a tan solo 8 minutos del hotel, St Mary Redcliffe, que abre de 10 a 16 h siendo la entrada gratuita. La reina Isabel dijo que era la iglesia más bella de su reino. Su visita merece realmente la pena. Con 89 metros y coronada por una aguja, su torre es visible desde muchos puntos de la ciudad.

A la entrada de la iglesia había uno de los muchos perros que vimos expuestos por todo Bristol, que forma parte de la exposición Gromit Unleashed, realizada del 30 de junio al 31 de agosto, presentando a los populares personajes Wallace y Gromit, el travieso pingüino Feather’s McGraw y uno nuevo, Norbot, el «gnomo inteligente». Cada escultura estará decorada individualmente y tiene como objetivo recaudar fondos para el Hospital Infantil de Bristol. Cuatro piezas únicas de Wallace y Gromit se encuentran en el Museo y Galería de Arte de Bristol.

Nos dirigimos a continuación al St Nicholas Market, el mercado más famoso y antiguo de Bristol,  construido en estilo georgiano en 1743. Cuenta con más de 60 puestos pero nos decepcionó bastante. Se encuentra en The Corn Exchange. A unos pasos tuvimos la King street, muy animada por las noches pero vacía por la mañana, en la que se encuentra el Bristol Old Vic Theatre Royal, construido en 1766 y que presume de ser el teatro en funcionamiento continuo más antiguo del mundo de habla inglesa. Muy cerca tuvimos otro lugar que no nos agradó mucho, Queen Square, con la estatua de Guillermo I en el centro.

Enseguida llegamos a un lugar que ya conocíamos, Pero’s Bridge, puente diseñado por la artista irlandesa Eilis O’Connell e inaugurado en 1999. Nada más cruzarlo nos encontramos ante la Upside Down House Bristol (la casa invertida), que habre de 10 a 20 h, pero cuyo interior no visitamos. A sus pies se encuentra Beetle sculpture (escultura de escarabajo). Enfrente está We The Curious, un centro de ciencia y arte, que alberga el primer Planetario 3D del Reino Unido (abre de 10 a 17 h.). Tampoco entramos, deteniéndonos a tomar un vino en el bar La Iguanas, en el que por cierto nos invitó su responsable tras una animada charla. Estamos en la animada zona de Millennium square.

Dos días antes hicimos el siguiente recorrido bajo el paraguas, pero en esta ocasión resultó mucho más agradable acercarnos al Bristol City Council (Ayuntamiento de Bristol), un elegante edificio inaugurado en 1950, frente al que se encuentra la Catedral y el animado parque de College Green, pero cuyo interior no se puede visitar. Junto a él se encuentra la estatua Rajah Rammohun Roy, uno de los principales intelectuales en la India del siglo XIX y en un lateral un pequeño jardín, con flores para los caídos en Ukrania, dominando los girasoles, su planta nacional.

La siguiente cita la tuvimos justo enfrente, en la Bristol Cathedral, antigua abadía convertida en la Catedral de Bristol en 1542, aunque su construcción definitiva en estilo neogótico no se concluyó hasta el año 1877, pero las torres gemelas, de estilo francés, son todavía posteriores, pues no se concluyeron hasta 1888. En su interior destacan la Elder Lady Chapel, la sala capitular y las tumbas de los antiguos abades. La Catedral abre de 10 a 17 h, siendo la entrada gratuita.

El Ayuntamiento de Bristol se asoma a la Park street, en la que el primer día vimos la primera obra de Banksy Tras una empinada cuesta llegamos a la Queens Rd, en la que se encuentra la Universidad, fundada en 1876 bajo el nombre de University College of Bristol. Poco más adelante hay otros dos notables edificios, Browns Restaurant y Royal West of England Academy, la galería de arte más antigua de Bristol. Enfrente está la estatua del Boer War Memorial y un precioso edificio, Victoria Rooms, construido entre 1838 y 1842 en estilo neogriego, y así llamado en honor a la reina Victoria. Frente a él hay una monumental fuente, que data de 1912 al igual que la estatua de bronce de Eduardo VII.

Desandamos brevemente el camino por la Queens Rd, descendiendo unos pocos metros hasta nuestra siguiente cita, el Bristol City Museum & Art Gallery, fundado en 1823, que desde 1905 ocupa un eificio de estilo barroco eduardiano. Nada más acceder a su interior contemplamos otra obra de Banksy, el Paint-Pot Angel (el Ángel del bote de pintura), que recuerda la exitosa exposición del museo “Banksy versus Bristol”, celebrada en 2009. Continuamos la visita disfrutando del amplio patio y la sección dedicada a Egipto.

Continuamos la visita al museo con la exposición de dinosaurios y las galerías de historia natural que incluyen una amplia selección de animales disecados. A continuación nos dedicamos a contemplar diferentes obras de arte, como Kathleen Garman by Jacob Epstein, Madonna de Botticelli, El Arca de Noé de Jan Griffier, Ecce Homo de Murillo, Girl with a Pearl Earring. Mojisola Kareem-Elufowoju, Ram Mohan Roy, Templo de Déndera de David Roberts y una foto de Martin Barr. El museo abre de 10 a 17 h (cierra los lunes), con entrada gratuita. Info: https://www.bristolmuseums.org.uk/bristol-museum-and-art-gallery/.

Iniciamos el largo regreso al hotel, volviendo a pasar cerca del Ayuntamiento en busca de un callejón donde se encuentra otra obra Banksy en forma de texto: You Don’t Need Planning Permission to Build Castles in the Sky (No necesitas permiso de planificación para construir castillos en el cielo). Volvemos al Pero’s bridge para dirigirnos al Puerto de Bristol, donde tomamos un bote que cruza el río Avon (acaba a las 17:30 h), que nos lleva a una zona industrial en la que casi oculta encontramos otra obra de Banksy, The Girl With Pierced Eardrum (la chica con el tímpano perforado). Ya solo nos queda un largo camino bordeando el río Avon, contemplando de paso una histórica grúa accionada por vapor, en el muelle de Bristol Docks. Nos ha encantado Bristol.

El 10 de agosto nos tocó madrugar y salir sin desayunar para trasladarnos en taxi al aeropuerto de Bristol. Desde él contemplamos como telón de fondo la exhibición de globos, antes de coger el vuelo de easyJet con destino a Bilbao, que salió a las 07:55 h. La escapada inglesa ha concluido.

Escapada inglesa (2): Bath

Continúo el relato de la octava escapada del año realizada a Inglaterra del 7 al 10 de agosto, que dejaba hace dos semanas en la ciudad de Bristol, en la que tuvimos nuestro “campamento base”. El 8 de agosto lo dedicamos a conocer Bath, que presume de ser una de las ciudades más hermosas de Inglaterra. Para ello nos desplazamos a la cercana estación Bristol Temple Meads, junto a cuya entrada, casi oculta, se encuentra la estatua de Isambard Kingdom Brunel, ingeniero británico conocido por ser el creador de la línea de ferrocarril del Great Western Railway, la que utilizamos para desplazarnos hasta la Bath Spa, en tan solo 11 minutos en el tren directo, que continúa hasta Londres, al precio de 10,30 libras ida y vuelta. Hay trenes constantes, aunque no todos son directos, empleando entonces en el trayecto hasta 18 minutos, dependiendo de las paradas. Bath se encuentra a 21 km al sureste de Bristol en el valle del río Avon. Una antigua cabina de teléfono, muy florida, nos dio la bienvenida.

Bath fue fundada como un complejo termal por los romanos bajo el nombre “Aquae Sulis” en el año 43 de nuestra era. En la Edad Media se convirtió en un importante centro de la industria lanera y en el siglo XVIII, durante el reinado de Jorge III, se transformó en una elegante ciudad con edificios neoclásicos, motivo por el que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1987. Además de la abadía hay que reseñar dos notables iglesias, la católica de Paris of St John The Evangelist, concluida en 1867 y la georgiana St Michael’s church, que data de 1837.

La primera visita que efectuamos fue mercado más antiguo de la ciudad, pues lleva más de 800 años en el mismo lugar. Se trata de Guildhall Market, que no es un mercado al uso sino un pequeño centro comercial con una veintena de pequeños comercios. Unido a él tenemos The Corridor, una de las primeras galerías comerciales del mundo. Diseñada por el arquitecto Henry Goodridge y construida en 1825, cuenta con un hermoso techo de vidrio que nos traslada a la High Street.

A unos pasos tenemos la joya de la ciudad, que ya visitamos en septiembre de 2022, por lo que en esta ocasión la pasamos de largo. Se trata de las termas romanas, ubicadas bajo el nivel de la calle y accediendo a ellas por un elegante edificio. El complejo está muy bien conservado, gracias a lo cual se pueden apreciar muy bien los elementos arquitectónicos presentes en el edificio. La entrada es bastante cara y conviene reservarla con tiempo El precio actual oscila entre las 28 y las 32 libras, incluyendo el pequeño pero interesante museo. Abre de 9 a 18 h. Las fotos corresponden al viaje anterior. Más información en https://www.romanbaths.co.uk.

Como en el anterior viaje solo nos detuvimos en Bath para visitar las termas romanas, volvimos en esta ocasión para disfrutar más tranquilos de esta agradable ciudad, visitando a continuación la abadía de San Pedro y San Pablo (the Abbey Church of Peter & Paul), a la que popularmente se llama tan solo la Abadía de Bath. Fundada en el siglo VII, esta iglesia parroquial anglicana fue con anterioridad un monasterio benedictino. Reconstruida entre los siglos XII y XVI, fue completamente reformada en la década de 1860. En su exterior se encuentra la Fuente de Rebeca, erigida en 1861.

La abadía de Bath tiene unas dimensiones de 67 metros de largo y 22 metros de ancho y la bóveda de la nave central se eleva hasta una altura de 24 metros de altura, alcanzando la torre los 49 metros. Tiene una capacidad de unas 1200 personas. El ventanal oeste cuenta con escenas del Antiguo Testamento. También podemos contemplar el sepulcro del Obispo de Bath y Wells (1608-1626), James Montagu. La Abadía abre de 10 a 17 h y la entrada cuesta 8 £. Más información en https://www.bathabbey.org/.

A unos pasos de la Abadía tenemos el Parade Gardens, de una hectárea de extensión y situado a orillas del río Avon. Es un lugar muy frecuentado por los habitantes de Bathal al que se accede de forma gratuita desde el pasado 1 de abril. Una alegoría floral nos recuerda que este año se celebra el 250 aniversario de Jane Austen. También podemos contemplar una estatua del Joven Mozart y un grupo escultórico dedicado al legendario rey Bladud. Las gaviotas se están adueñando de este parque.

Desde el Parade Gard contemplamos por primera vez uno de los emblemas de Bath, el puente Pulteney, diseñado por Robert Adam, basándose en el Ponte Vecchio de Florencia. Finalizado en 1773, es uno de los cinco puentes habitados existentes en el mundo. En el canalizado río Avon pudimos ver varios cisnes. Lleva su nombre por Frances Pulteney, heredera en 1767 de la finca Bathwick situada al otro lado del río. Cruzamos el río y regresamos a comer al otro lado, muy bien por cierto, en el Joya Italian Steakhouse.

Tras la comida continuamos recorriendo la ciudad, dirigiéndonos a continuación a The Circus, famoso ejemplo de arquitectura georgiana. Se trata de un complejo residencial circular, dividido en tres partes, cuya construcción se inició en 1754, concluyéndose en 1768. Muy cerca tenemos la siguiente cita en otra joya georgiana, The Royal Crescent, formado por treinta viviendas en forma de media luna que se asoman al Victoria Park, otro lugar muy frecuentado por los habitantes de Bath.

Iniciamos aquí el regreso a la estación Bath Spa, distante una milla. En nuestro recorrido pasamos ante el museo The Jane Austen Centre, dedicado a la escritora que vivió en esta ciudad de 1801 a 1806, aunque no le gustó mucho. Enfrente tenemos Queen Square, con el monumento al Príncipe de Gales. Aunque no entramos, nos sorprendió la existencia del bar Pintxo Bath, situado junto al Bath Theatre Royal y muy cerca del mercado de frutas y verduras situado bajo el Maple Tree. Siguiente destino, la estación de tren.

Pasadas las 5 de la tarde concluimos la estancia en Bath, desplazándonos en tren a Bristol para luego asistir al Festival de Globos, del que os hablé hace dos semanas. Todavía nos quedaba mucho por ver en Bristol. La escapada continúa,

Escapada inglesa (1): Bristol bajo la lluvia

La octava escapada del año tuvo como destino Inglaterra, realizándola del 7 al 10 de agosto. Antes de iniciar el relato quiero comentar que para poder viajar al Reino Unido hay que sacar obligatoriamente por Internet la Electronic Travel Authorisation (ETA) en https://uk-eta.visasyst.com/ y pagar 16 libras esterlinas (unos 19 euros). Tan solo te envían un correo diciendo que te autorizan la entrada, pero ningún documento, así que hay que suponer que con solo presentar el pasaporte (ya no sirve el DNI), en nuestro caso en una máquina de acceso, no tendrás problemas. Lo que sigue funcionando es la tarjeta sanitaria europea y, al menos con Movistar, el roaming. Dicho esto, el 7 de agosto cogimos el vuelo de easyJet que enlaza el aeropuerto de Bilbao con el de Bristol, con salida a las 13:55 y llegada a las 14:40 h (hay una hora menos en el Reino Unido). No tuvimos ni una turbulencia, pero cuando estábamos en la pista el avión pego un fuerte golpe en el suelo y volvió a despegar, así que aterrizamos al segundo intento.

El aeropuerto de Bristol es pequeño, bastante incómodo y está en obras, así que tuvimos que caminar un rato para tomar el autobús Bristol Airport Flyer, que nos trasladó a la estación Bristol Temple Meads (9 libras), situada a 6 minutos del hotel que escogimos para esta escapada, el Novotel Bristol Centre ****, situado a tan solo 6 minutos del puente de Bristol, que da acceso al centro histórico. Fue un acierto coger este hotel, pues cuanta con amplias habitaciones y restaurante en el que poder cenar hasta las 22 h, cosa que hicimos la primera noche. Para las dos siguientes escogimos dos restaurantes italianos situados en nuestra misma calle, Victoria street. La segunda en el Bella Vista, a 6 minutos andando desde el hotel y la tercera en el Marco’s Olive, de Cerdeña, a 2 minutos a pie.

Chispeaba cuando llegamos al hotel pero luego paró, así que nos animamos a tomar el primer contacto con esta ciudad del sudoeste de Inglaterra, de unos 428.000 habitantes, que se extiende a lo largo del río Avon y cuenta con una próspera historia marítima. Bristol es la octava ciudad más poblada de Inglaterra y la undécima del Reino Unido, aunque durante medio siglo fue la segunda después de Londres. Nada más salir del hotel pasamos junto a la ruinosa iglesia de Temple Church. Tras cruzar el río Avon vimos otra en el mismo estado, St Peter’s Church y un curioso cocodrilo. Bordeando el río llegamos al emblemático Pero’s bridge.

Una vez que cruzamos el citado puente vimos la noria, situada junto al Aquarium, la Upside Down House (la casa invertida) y The Curious. Aquí comenzó a llover con intensidad y nos refugiamos bajo unas arcadas con vistas a la plaza Millennium Square. Continuamos nuestra marcha pero enseguida comenzó otro chaparrón, teniendo que buscar refugio en otras dos ocasiones, la última bajo los soportales del Bristol City Council, situado frente a la Catedral. Des estos lugares hablaré en una próxima entrada cuando los visitamos y disfrutamos con sol. Por fin cerramos el paraguas y nos dedicamos a callejear.

Nuestro objetivo para esta primera tarde era contemplar tres murales callejeros, de los primeros realizados por el artista conocido como Banksy, que parece tratarse de Robbie Banks, nacido en Bristol en 1974. Suelen estar escondidos pero son un centro de peregrinación. El primero fue Well Hung Lover (Amante bien dotado), situado en 1, Unity St, junto a la pizzería PIZZAROVA (poner en Google Maps: Banksy’s Well Hung Lover). El segundo mural, Queen Ziggy, lo realizó mientras el país celebraba los 60 años de la reina Isabel II en el trono, apareciendo la reina con un rayo rojo y azul en su cara. Se encuentra en 22 Upper Maudlin (buscar Ani Stafford Townsend Millinery). Para localizar el tercero tuvimos que pedir ayuda, pues está oculto en la pared de la terraza del Bar The Canteen, siendo las mejor vistas desde Jamaica Street Junction. Su título es The Canteen, Mild, Mild West (La cantina, el oeste templado y suave). En Google: Banksy’s The Mild Mild West. De paaso aprovechamos para tomar un vino en este bar

Estamos en una zona que parece una galería al aire libre, por la cantidad de coloridos grafitis con que cuentan numerosas paredes y edificios, así que merece la pena acercarse a esta zona conocida como Stokes Croft, el barrio cultural de Bristol. Menos mal que ya no llovió en lo que quedaba de tarde, pues tuvimos que caminar unos dos kilómetro para regresar al hotel. En este primer contacto con la ciudad de Bristol hemos caminado algo más de 5 km. Pese a la lluvia nos está gustando la ciudad.

El 8 de agosto nos desplazamos a pasar la mañana en la cercana ciudad de Bath, de la que os hablaré en la próxima entrada. Una vez de regreso en el hotel en Bristol, nos desplazamos a la cercana parada del autobús nº 8, para cogerlo con destino a Clifton Village, que nos dejó a tan solo 7 minutos. caminando casi todo el tiempo por un parque con la curiosa fuente Public Fontain, hasta nuestro destino, el mirador del Clifton Suspensión Bridge (Puente colgante de Clifton), de 200 metros de largo y 75 de alto, que se construyó en piedra hace 150 años cruzando el desfiladero del río Avon. Tiene también dos torres de 26 metros de altura y presume de ser el lugar desde donde se realizó el primer salto de puenting del mundo, en 1979.

Teníamos ganas de ver el puente pero si nos desplazamos hasta este lugar fue por ver pasar los globos sobre el puente, que despegaban a la 6 de la tarde con motivo del el International Balloon Festival, el festival de globos aerostáticos más importante de Europa. Se calcula que unas 100.000 personas acuden a Bristol para contemplar el espectáculo que tuvo lugar del 8 al 10 de agosto. Al llegar allí entendimos el motivo del retraso de 35 minutos del autobús ya que miles de personas abandonaban el lugar conocedoras de que el festival se había suspendido debido al viento, algo bastante habitual por cierto, por lo que las fotos son de Internet. No obstante pasamos un rato junto al Clifton Observatory, un antiguo molino de viento para maíz, construido den 1766 y ahora convertido en observatorio. Antes de abandonar el lugar nos sacamos una foto en una de las obras de Gromit Unleashed y nos tomamos un vino en un kiosko instalado al pie del Observatorio.

El autobús nº 8 nos trasladó hasta las proximidades del Bristol Bridge, teniendo nada más cruzarlo el restaurante italiano que habíamos elegido para cenar la segunda noche, el Bella Vista. En la próxima entrega espero hablar de lo que hicimos por la mañana en Bath, dejando para las siguientes nuestro recorrido por la ciudad de Bristol. La escapada continúa.

Escapada al Périgord (y 2)

Continúo el relato de la sexta escapada del año, que tuvo lugar del 20 al 24 de junio con destino al departamento francés de Dordogne, que dejaba hace dos semanas tras recorrer el Périgord Negro. El 22 de junio lo continuamos recorriendo, deteniéndonos de forma inesperada al borde de la carretera cuando llevábamos recorridos 35 km, atraídos por unos muñecos situados en una campa anunciando el mercado que se realiza los viernes por la tarde en el pueblo de Plazac, que presume de contar con un tesoro escondido del Périgord, que nos animamos a descubrir. Se trata de la iglesia fortificada de Saint-Martin, con su imponente torre del homenaje cuadrada del siglo XII y sus elementos defensivos.

Nuestro destino se encontraba 6 km después, en La Roque Saint Cristophe, una muralla de piedra caliza de unos 1.000 metros de longitud y 80 de altura, horadada por el río y las heladas y habitada por el hombre desde la prehistoria y convertida en fortaleza troglodita en la Edad Media y en ciudad hasta comienzos del Renacimiento. Hoy podemos contemplar como fueron algunos de esos períodos. Abre de 10 a 18 h y cuesta la entrada 12,90 €. Más información en https://www.roque-st-christophe.com/.

34 km después estaba nuestro siguiente destino, Belvès, que pertenece a la asociación de “los pueblos más bellos de Francia”. Hizo mucho calor y coincidimos con día de mercado, siendo su epicentro Les Halles, el mercado cubierto del siglo XV, teniendo enfrente la oficina de turismo sita en 1 rue des Filhols. Ubicada en un espolón sobre el valle del río Nuze, Belvès es conocida como “la ciudad medieval de los 7 campanarios”, dedicándonos a recorrer su centro histórico contemplando notables edificios como la iglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption, la Casa de los Cónsules y la Tour des Filhols, del siglo XI. Luego aprovechamos para comer, bastante tarde por cierto, en un restaurante de la isla de Reunion, en la céntrica rue Merdanson.

Abandonamos el Périgord Negro para desplazarnos al Périgord Púrpura, así llamado por el color del vino procedente de sus abundantes viñedos. A tan solo 16 km nos detuvimos en Monpazier, la más representativa de las más de 300 bastidas del suroeste de Francia, que fue fundada en el siglo XIII por Eduardo I de Inglaterra. Su centro es la place des Cornières, donde se encuentra la oficina de turismo, estando rodeada de casas con arcadas y contando con un magnífico mercado cubierto. Pertenece también a “los pueblos más bellos de Francia”, teniendo dos monumentales puertas de acceso al recinto amurallado, saliendo de él por la de Santiago. Poco antes de llegar a la plaza visitamos la iglesia de Saint-Dominique, construida en el siglo XIII, aunque el campanario se le agregó en el XVI.

Aunque pensábamos visitar otra vez la capital del Périgord Púrpura, Bergerac, como nos quedaba bastante a desmano, optamos por regresar al Périgord Negro, desplazándonos 21 km hasta Villefanche-du-Périgord, conocida por su mercado y las castañas, que presume con contar con una de las bastidas más antiguas pues fue fundada por Guillaume de Barriols en 1261. Es un pueblo pequeño completamente vacío cuando los visitamos, dedicándonos a recorrer sus dos pequeñas calles paralelas que cuentan con notables edificios. Frente al mercado cubierto se encuentra la iglesia de Notre Dame de l’Assomption, que fue consagrada en 1869. 83 km (1 h 15 min) nos separaron del Hotel Ibis Styles Perigueux Trelissac, dando por concluida esta jornada en el frescor de nuestra habitación.

La jornada del 23 de junio la volvimos a dedicar en su mayor parte al Périgord Negro. Conocíamos Lascaux II, pero no la más reciente Lascaux IV, situada en Montignac, a 55 km de nuestro hotel, en el valle de la Vézère, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de una réplica de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, la cueva de Lascaux, que cuenta con más de 600 pinturas y grabados que datan de la prehistoria, destacando las de bisontes, caballos, ciervos y uros. En el interior está prohibido tomar fotos, así que están sacadas de Internet. Abre de 9 a 19 h, costando la entrada 23 €. Más información en https://lascaux.fr/es/

La siguiente cita la tuvimos a tan solo 11 km en otro pequeño pueblo que ya conocíamos, Saint-Léon-sur-Vézère, uno de “los pueblos más bellos de Francia”, que cuenta con una pequeña joya, la iglesia románica que data del siglo XII. Situado a orillas del río Vézère, tiene otros dos notables edificios, el privado castillo de Clérans, del siglo XVI, y la torre del homenaje del Pazo de La Salle, del siglo XIV, que no visitamos pues se nos hizo tarde y salimos en busca de un área de pic-nic para comer el bocadillo, encontrando una, muy buena por cierto, a tan solo 5 km, frente al castillo de Losse.

Tras comer el bocata nos desplazamos 15 km hasta un pequeño pueblo que no conocíamos y que también forma parte de “los pueblos más bellos de Francia”. Se trata de Saint-Amand-de-Coly, que nos sorprendió gratamente al contar con una impresionante iglesia, de la que el pueblo toma el nombre, considerada la más bella iglesia fortificada de Dordoña. Originaria del siglo XII, fue reconstruida en gran parte, sobre los restos de la abadía, a lo largo de los siglos XIX y XX. Estamos en tierra de nogales, así que aprovechamos para comprar aceite de nuez en una curiosa tienda repleta de productos locales.

Nos quedaba muy a desmano, pero tenía ganas de volver a recorrer el Périgord Verde, el que nos faltaba, situado en el extremo norte y así llamado por sus abundantes prados. Tras recorrer 69 km llegamos a nuestro siguiente destino, Saint-Jean-de-Côle, otro de “los pueblos más bellos de Francia”, que cuenta con dos impresionantes edificios, el castillo de Marthonie, de los siglos XV a XVII, y la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, románico-bizantina, construida en el siglo XII. También hay un puente románico al que no nos acercamos, concluyendo la jornada, tras recorrer 36 km, en el Hotel Ibis Styles Perigueux Trelissac, en el que pudimos cenar al estar por fin el lunes abierto el restaurante.

Al igual que sucedió en Florencia, parece que el calor nos persigue, pues hemos tenido que soportar altas temperaturas. Sin embargo hemos disfrutado mucho de esta escapada pues, salvo en Sarlat, no hemos encontrado casi gente en los pueblos visitados. Por delante nos quedaban 480 km, por autopista, para llegar a Leioa. La escapada ha terminado. Próximo destino: Inglaterra. Supongo que allí no hará calor.

Exposición en Bilbao

Hago un alto en el camino en el viaje por el Perigord para quedarme por un momento en Bilbao, pues a veces viajamos por numerosos lugares y no conocemos lo que tenemos al lado de casa, cosa que me ha sucedido a mí. El último día de la Aste Nagusia de Bilbao, antes de coger el Metro para Leioa, tuve ocasión de acceder al BBVA de la plaza de San Nicolás, situado al lado, para visitar la magnífica exposición “Clásicos y modernos. Obras maestras de la Colección BBVA” que, con acceso gratuito estará abierta hasta el 12 de octubre, todos los días de 11 a 19 h. Esta exposición está organizada en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Valencia.

Esta exposición nos permite conocer el monumental interior de la histórica sede del Banco de Bilbao en la plaza de San Nicolás, un palacete de estilo neoclásico de aire francés, construido entre 1865 y 1868. Una vez en su interior podemos contemplar una cuidada selección de 39 obras, que habitualmente están colgadas en diferentes sedes de BBVA repartidas por el territorio español, una propuesta cultural que responde al compromiso del banco de acercar al público su rico patrimonio artístico.

Las obras que podemos contemplar datan de una amplia época, pues van desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo XX. La exposición cuenta con tres apartados: “El tiempo de los reyes y los dioses” (siglos XVI al XVIII), “El triunfo de los paisajes, bodegones y costumbres” (siglos XVII-XVIII) y, finalmente, “Los caminos de la modernidad” (siglos XIX al XX). Os comienzo mostrando en primer lugar “Felipe III” de Juan Pantoja de la Cruz (1605) y “Carlos II”, de Juan Carreño Miranda (1675). A la derecha, “Mujer con abanico”, de Francisco Iturrino (1910).

No pretendo mostrar todas las obras, pues creo que la exposición merece ser visitada, así que he seleccionado otros catro cuadros, siendo los dos  primeros del archifamoso Francisco de Goya y Lucientes. A la izquierda tenemos “Carlos III cazador” (1787-1788), que recuerda el pasatiempo favorito del soberano, y a la derecha “Don Pantaleón Pérez de Nenín”, nacido en Bilbao en 1779 en el seno de una familia de comerciantes acomodados (1808).

Concluyo esta entrega con otros dos lienzos, correspondiendo el de la izquierda a “Retrato de Antonio García Peris, suegro del artista”, de Joaquín Sorolla (1908), fotógrafo y protector de Sorolla en sus comienzos. Finalmente, a la derecha “Retrato de Mr Halley-Schmidt” de Ignacio Zuloaga (1923). Realizado en París por el pintor eibarrés, representa al odontólogo norteamericano Mr. Halley-Schmidt en un campo de golf, deporte que había empezado a extenderse entre la burguesía adinerada, a la que Zuloaga estuvo vinculado.

Los miércoles a las 17:30 h y los sábados a las 12:00 h, se organizan visitas guiadas gratuitas en castellano, previa inscripción en exposiciones@sedena.es o a través del teléfono 610 382 447, de lunes a viernes de 10 a 13 y de 14 a 19 h.

Escapada al Périgord (1)

Aunque generalmente realizamos las escapadas de lunes a viernes, la sexta del año tuvo lugar del 20 al 24 de junio para “escapar” de las fiestas de Leioa. El destino fue el Périgord, una antigua provincia del suroeste de Francia, situada al nordeste de la región de Nueva Aquitana. Aunque la zona es algo más amplia, nosotros nos concentramos en el departamento de Dordogne. No recorríamos esta zona desde la Semana Santa de 2008, eligiendo en esta ocasión para pasar las cuatro noches el Hotel Ibis Styles Perigueux Trelissac ***, situado a unos 5 km de Périgueux, la capital departamental y a 480 km de Leioa, realizando todo el viaje por autopista. El hotel nos resultó muy cómodo, máxime cuando elegimos la habitación con climatización, pues la temperatura osciló todos los días entre los 35 y los 37 grados. Últimamente el calor nos persigue. Los viernes, sábados y domingos el restaurante está cerrado, así que las dos primeras noches nos desplazamos a cenar al restaurante Le Petit Caruso, situado a menos de 1 km, pero que también cierra los domingos.

Aunque hacía muchísimo calor, a media tarde, nada más instalarnos en el Hotel, nos desplazamos a Périgueux, una ciudad que ronda los 30.000 habitantes y capital del “Périgord Blanco”, así llamado por el color de la piedra de sus edificios. Dejamos el coche en el aparcamiento de la Esplanade du Souvenir, frente al Museo de Arte y Arqueología del Périgord y cerca del grupo escultórico de Los Mensajeros, caminando por las sombreadas calles del centro histórico medieval, a la oficina de turismo, sita en 9bis Pl. du Coderc. Antes de que cerrara fuimos a la cercana Catedral, acercándonos también a la Torre Mataguerre, resto de la antigua muralla y al L’Eschif de Creyssac, curioso edificio construido en el siglo XIV, situada cerca del río L’Isle.

Por ser lo más importante de Périgueux, he dejado para el final la primera visita, la Catedral Saint Front, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1998, como parte de las rutas a Saint-Jacques-de-Compostelle en Francia. La Catedral está construida sobre la tumba de San Front de Périgueux, el legendario evangelizador de Périgord. Fue reconstruida casi en su totalidad en el siglo XIX por Paul Abadie, combinando los estilos bizantino y románico y sirviendo de modelo para construir la del Sagrado Corazón en París. Qué gusto nos dio regresar al aire acondicionado del hotel para concluir la primera jornada.

Iniciamos el 21 de junio desplazándonos 66 km hasta Sarlat-la-Canéda, la capital del “Périgord Negro”, así llamado por las encinas y las minas de carbón, al que dedicamos esta segunda jornada. Procuramos ir pronto pues los sábados es día de mercado y en esta localidad no cabe un alfiler. Tuvimos la suerte de poder aparcar cerca del centro, dirigiéndonos a continuación, a la oficina de turismo, sita en la arteria principal de Sarlat, en 3 Rue Tourny, en el antiguo Palacio Episcopal. De camino fuimos viendo todo tipo de puestos, que ocupan varias calles, estando dedicada la place Liberté a los productos alimenticios. A esta plaza se asoma el mercado cubierto, que ocupa la antigua iglesia de Sainte-Marie.

Sarlat presume de ser la ciudad medieval con más monumentos históricos de Francia. Las fachadas de sus edificios son de color ocre y los tejados oscuros, muy característicos del Périgord Negro. Una de las casas más señoriales es la Maison de la Boétie, lugar de nacimiento en 1531 del escritor Etienne de la Boétie. También merecen ser citados el Manoir de Gisson y el notable Ayuntamiento, el sábado casi oculto por los puestos del mercado. También nos acercamos a la plaza del Mercado de las Ocas en honor a este animal tan representativo del Périgord y a la fuente de Sainte-Marie, construida en una cueva natural en el siglo XII para proporcionar agua a los habitantes de esta ciudad.

También he dejado para el final el primer y único edificio cuyo interior visitamos. Se trata de la Cathédrale Saint-Sacerdos, el edificio religioso más representativo de Sarlat. Aunque se reutilizaron partes de la antigua abadía románica, la Catedral es de estilo gótico, conservando el campanario románico del siglo XII, que es la parte más antigua, pues la mayoría se construyó a partir del siglo XVI. Merece la pena disfrutar del interior del templo, que cuenta con sillería del siglo XII, retablos de los siglos XVII y XVIII y el órgano de Jean-François Lépine, del siglo XVIII.

La siguiente cita la tuvimos a 13 km en uno de los “pueblos más bellos de Francia”, Domme, Bastida Real del siglo XIII creada por Felipe III. Hay que dejar el coche en un amplio aparcamiento situado fuera de la muralla, a donde luego regresamos a comer de bocadillo, teniendo que subir una pronunciada cuesta hasta la monumental Porte de Tours, del siglo XIII, que nos da acceso al interior del recinto amurallado. Pasando junto al Hotel du Governeur, del siglo XV, llegamos a la place de la Halle, donde se encuentran el Ayuntamiento y la oficina de turismo, que ocupa parte del Halle de Domme, desde la que se accede a la cueva de Domme, que no visitamos. Casi al lado está la iglesia parroquial y un buen mirador sobre el acantilado del valle de la Dordogne, que bordeamos para llegar al molino.

Avanza la tarde cuando nos desplazamos tan solo 5 km hasta La Roque-Gageac que presume de ser uno de los lugares más visitados de Francia, tras el Mont Saint-Michel y Rocamadour. Desde el amplio aparcamiento, junto al que se encuentra la oficina de turismo, se tiene una buena vista de la iglesia del siglo XV y del fuerte troglodítico construido en el siglo XII. Una empinada cuesta nos dio acceso a la parte superior del pueblo, algo que no habríamos hecho aquí sobre las 5 de la tarde con 37 grados (¡qué dura es la vida del turista!), volviendo a descender hasta la zona del Chateau Malartrie, que no es antiguo, pues data del siglo XIX. Deshidratados decidimos regresar caminando por la orilla del río Dordogne, por el que organizan paseos en gabarras tradicionales. De camino mi mujer vio un comercio al que entró para comprar agua. En qué condiciones nos verían que nos la regalaron. Luego nos tomamos un café con hielo y nos obsequiaron con dos grandes vasos de agua fría.

Nuestra siguiente cita está también a tan solo 5 km. Se trata de Beynac et Cazenac, que forma parte de “les plus beaux villages de France” (Los pueblos más bellos de Francia). Entre que hace mucho calor, es tarde, la oficina de turismo está ya cerrada y las casas serpentean por la ladera de la montaña, optamos por pasarlo de largo y subir con el coche a fotografiar el castillo, una austera construcción medieval que domina el río Dordogne desde una altura de 150 metros. Durante la Guerra de los Cien Años, se utilizó como plaza fuerte francesa, sirviendo el río Dordogne  de frontera entre Francia e Inglaterra.

Realmente hemos concluido las visitas pero, como los tenemos cerca, nos desplazamos a fotografiar dos castillos, primero el de Milandes, situado a 10 km, construido en 1489 por François de Caumont, señor de Castelnaud y que luego fue residencia de Josephine Baker. Cuenta con interesantes jardines, pero lo que vimos fue una concentración de antiguos vehículos Citroen. A 7 km tuvimos el siguiente castillo, el de Castelnaud, que domina también desde 150 metros de altura el río Dordogne y alberga el Museo de la Guerra en la Edad Media.

De esta forma concluyó nuestra segunda jornada en el Périgord. Por delante tuvimos 68 km (1h 10 min) para regresar al hotel ¡Qué gozada entrar en la habitación con el aire acondicionado! Todavía nos queda mucho por recorrer, pero de ello espero hablar dentro de dos semanas. El viaje continúa.

BOLONIA (Italia), la ciudad de los pórticos

Concluyo el relato del quinto viaje del año con destino a tierras italianas, realizado del 10 al 14 de junio, que dejaba hace dos semanas tras recorrer algunos museos de Florencia. El 13 de junio aprovechamos para desplazarnos a Bolonia/Bologna, cosa que hicimos en un tren Italo de alta velocidad, en 39 minutos, partiendo de la estación Firenze Santa Maria Novella. Nada más llegar a la estación Bologna Centrale nos encontramos con la Porta Galliera, imponente puerta renacentista de la ciudad, donde tomamos la Via dell’Indipendenza para caminar durante algo más de un kilómetro, bajo los pórticos tradicionales de la ciudad, hasta nuestro siguiente destino, la piazza Nettuno.

La preciosa Fuente de Neptuno, erigida como símbolo del poder papal de la segunda mitad del siglo XVI, nos dio la bienvenida al rincón más hermosa del centro histórico, pues a la plaza del mismo nombre se asoman los palacios del siglo XIII del Notai y del Re Enzo. También se encuentra la Biblioteca Salaborsa, que forma parte del Palazzo d’Accursio, que se encuentra principalmente en la anexa Piazza Maggiore, en la que también está el Palazzo del Podestà, del que sobresale por detrás la tercera torre boloñesa, la del Arengo, también del siglo XIII. Enfrente tenemos la Basílica de San Petronio.

Desde la Piazza Maggiore a continuación accedimos al interior de Palazzo Comunale también llamado Palazzo d’Accursio, por formar parte de él la casa de Accursio, antiguo maestro de leyes boloñés. Se pasa por una elegante entrada de estilo boloñés que nos conduce a un patio interior, desde el que subimos por una curiosa escalera al superior, en el que se encuentran los grandes atractivos de este edificio, la Sala d’Ercole y la Sala Rossa.

La siguiente cita también la tuvimos en la Piazza Maggiore. Se trata de la Basílica de San Petronio, dedicada al patrón de Bolonia. Su aspecto exterior no es atractivo pues está inacabado, pese a que su construcción se alargó desde 1393 hasta 1658. El acceso a su interior gótico se realiza por la parte decorada con mármol, destacando el ciborio del altar mayor, erigido en 1547 por Vignola y, sobre todo, la capilla Bolognini, con sus paredes completamente pintadas al fresco por Giovanni de Módena. Abre todos los días de 8:30 a 13:30 y de 15:00 a 18:30 h, siendo la entrada gratis.

Al otro lado de la Basílica de San Petronio se encuentra un rincón muy coqueto, la piazza Galvani, en la que se encuentra la estatua de Luigi Galvani, que fue un médico, fisiólogo y físico italiano, nacido en 1737 en Bolonia. A la plaza se asoma un lugar bastante desconocido que alberga la Biblioteca Comunale dell’Archiginnasio y el Teatro Anatomico. La biblioteca se encuentra en el Archiginnasio, que es uno de los palacios más importantes de Bolonia y fue la sede de la Universidad de Bolonia entre 1563 y 1803. Cuenta con dos niveles con un patio interior, siendo visible en el piso superior el Teatro anatómico.

La siguiente cita la tuvimos a casi un kilómetro, regresando primero a la piazza de Neptuno y luego caminando por la vía Ugo Bassi. Se trata del Mercado delle Erbe (Mercado de las Hierbas), un lugar pequeño pero coqueto dedicado principalmente a puestos de frutas, verduras, hortalizas y quesos. Una parte del mercado está ocupado por pequeños restaurantes así que, como “se echó la hora”, aprovechamos para comer en este lugar. El mercado abre de 7:00 a 19:30 h.

Buscando la sombra y aprovechando los soportales porque hacía calor, caminamos 800 metros para dirigirnos a uno de los lugares más fotografiados de Bolonia, las torres Asinelli y Garisenda (la inclinada), de 97,20 y 47 metros de altura respectivamente, que se alzan sobre la piazza di Porta Ravegnana. Aprovechamos para recorrer una pequeña parte de los 62 km de pórticos con que cuenta Bolonia, que desde 2021 forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Nuestro siguiente destino fue la Casa Isolani, construida hacia el año 1250, cuyo pórtico de madera es conocido como “portico delle tre frecce” (pórtico de las tres flechas), por los 3 dardos incrustados en la madera, sobre los que existen varias las leyendas que explican su presencia.

Atravesando la Casa Isolani llegamos a la Piazza Santo Stefano, donde se encuentra un curioso e interesante lugar del que hasta este viaje no había oído hablar, pese a ser la tercera vez que visitamos Bolonia. Se trata de las “Siete iglesias”, cuna de la iglesia boloñesa. Entrando por la Basílica de San Esteban se accede a un complejo, en el que sucesivamente se va pasando por las iglesias del Crucifijo, de origen lombardo, del Calvario y de los SS. Vitale y Agrícola, así como la iglesia de la Trinidad, restaurada entre los siglos XII y XIII. También se pueden admirar el Patio de Pilato y el Claustro de los siglos X-XIII, una de las mejores creaciones del estilo románico emiliano. Un lugar que no podemos dejar de visitar. Además el acceso es gratuito. Abre de martes a domingo de 9:30 a 12:30 y de 14:30 a 19:00 h.

Nuestro recorrido por Bolonia concluye donde empezó, en la estación Bologna Centrale, a la que llegamos caminando bajo los pórticos de la Via Indipendenza, la gran calle comercial de la ciudad. Me encanta Bolonia, ciudad estudiantil por excelencia sin el agobio turístico de Florencia a donde llegamos en tren. Al llegar a la habitación del Eurostars Florence Boutique me encontré con una agradable sorpresa de cumpleaños con el que me obsequiaron, aunque fue mejor el regalo de que al día siguiente nos dejaran prorrogar la estancia hasta las 15 h, pues de allí nos dirigimos al aeropuerto para coger el vuelo de Volotea de Florencia a Bilbao. La mañana del 14 de junio la dedicamos a visitar la Galería de los Uffizi (Gallerie Degli Uffizi), de la que ya os hablé hace dos semanas, despidiéndonos de la ciudad con un buen plato de espaguetis, frente a la iglesia de Santa Croce.

Tras poco más de dos horas de vuelo estábamos en el aeropuerto de Bilbao, poniendo fin a un intenso y caluroso viaje por tierras italianas. Próximo destino: el Perigord francés, del que espero hablar dentro de dos semanas.

FLORENCIA (y 2): De museos

Continúo el relato del quinto viaje del año con destino a tierras italianas, realizado del 10 al 14 de junio, que dejaba la pasada semana tras visitar las principales iglesias de Florencia, ciudad que seguimos recorriendo el día 12 de junio, comenzando en la plaza más bonita y emblemática de la ciudad que teníamos a sólo 1 km del hotel. Se trata de la Piazza della Signoria, contemplando nada más llegar a ella la monumental Fuente de Neptuno, realizada por Bartolomeo Ammannati en el siglo XVI. Casi al lado se encuentra la estatua ecuestre de Cosme I, obra de Giambologna en 1594. Un lateral de la plaza lo ocupa la Logia dei Lanzi, también llamada Logia della Signoria, que es un pequeño museo al aire libre pues en sus soportales se encuentran diversas esculturas como El Rapto de las Sabinas o Perseo con la cabeza de Medusa. Sin embargo lo que más me llamó la atención por estar en medio de la plaza, es la estatua de una joven negra mirando su teléfono móvil, de unos cuatro metros de altura, realizada en bronce dorado por el escultor británico Thomas J. Price.

A la Piazza della Signoria se asoma uno de los emblemas de Florencia, el Palazzo Vecchio (Palacio Viejo), construido entre 1299 y 1314 con forma de castillo y con una torre de 94 metros de altura, para convertirse en la residencia y el lugar de trabajo de los funcionarios de la república. Frente a él se encuentra la escultura más fotografiada de la ciudad, la réplica del David de Miguel Ángel y, enfrente la escultura de Hércules y Caco. Para acceder al interior del palacio hay que pasar entre las de Adán y Eva.

Nuestra ruta continuó por la Via dei Calzaiuoli, una calle peatonal llena de tiendas, que nos condujo a nuestro siguiente destino situado a 280 metros, la Piazza della Repubblica, tipo Plaza Mayor, que cuenta con un carrusel en uno de sus lados. A continuación emprendimos la marcha hacia el Puente Viejo, situado a 400 metros, caminando por la Via Calimala, haciendo un alto en el camino en Mercato del Porcellino, una Logia del siglo XVI convertida en pequeño mercado artesanal de productos de piel, que abre todos los días de 9 a 18:30 h. En uno de sus lados se encuentra el Porcellino (cerdito), una fuente de bronce que representa a un jabalí, con el hocico muy pulido de tanto sobarlo.

Nuestro siguiente destino es otro de los emblemas de Florencia, el Ponte Vecchio (Puente Viejo), construido sobre el río Arno a mediados del siglo XIV. En los siglos siguientes sus casas colgantes estaban ocupadas por carniceros, pero cuando la corte se trasladó al Palacio Pitti, Fernando I ordenó cerrar las tiendas por el mal olor, convirtiéndose desde entonces en joyerías. La parte alta del puente corresponde al Corredor Vasariano, construido para unir el Palazzo Vecchio con el Palazzo Pitti sin salir a la calle. Ahora se puede visitar previo pago. Desde el Ponte Vecchio contemplamos los dos puentes que tenemos a su lado, el de Santa Trinita y el de Grazie, con la Porta San Niccoló al fondo.

Con los 37 grados que había, optamos con modificar nuestro programa, por lo que decidimos cruzar el puente para buscar refugio en el Palacio Pitti, distante 350 metros. Su construcción se realizó en la segunda mitad del siglo XVI por encargo del comerciante florentino Luca Pitti, amigo de Cosimo de Medici, siendo realizada por Luca Fancelli. Su interior alberga varios museos, siendo el más importante la Galería Palatina, que originalmente fue la pinacoteca de los Medici. Como no teníamos prisa, compramos la entrada conjunta para todos los museos.

Seguimos recorriendo la Galería Palatina, que guarda las principales colecciones de arte de los Medici, con obras de Rafael, Tiziano, Tintoretto, Rubens…, además de magníficos frescos de Pietro da Cortona. Luego visitamos la Galería de Arte Moderno, con su rica colección de esculturas y pinturas de los siglos XVIII a comienzos del XX. Mi mujer quería visitar también el Museo de los Trajes (Galleria del Costume), pero estaba cerrado.

Nos dio mucha pereza tener que salir a comer del museo, pues su cafetería estaba abarrotada, pero la entrada permitía volver a entrar, así que, tras la comida, regresamos. A continuación cometimos el error de dirigirnos al Jardín de Boboli, también incluida en la entrada, pues tuvimos que subir una empinada cuesta hasta la Fuente de Neptuno bajo un sol de justicia, desde donde contemplamos la estatua La Abundancia. Estamos en la zona verde más grande de Florencia, pero no nos dijo nada y regresamos al palacio en el que, por poco, no visitamos otro de los museos más interesantes, el del Tesoro dei Granduch (Grandes Duques), que ocupa las salas del que fue el apartamento de verano de la familia Médici. Concluida la visita regresamos caminando al Eurostars Florence Boutique, distante 2 km, con escala técnica para tomar un café con hielo en una terraza de la Piazza della Signoria. Menos mal que la ruta fue sombreada.

El día siguiente, 13 de junio, nos desplazamos a pasar el día a Bolonia, pero de ello os hablaré más adelante, así que paso al 14 de junio, fecha de nuestro regreso a casa. Como el vuelo nos salía hasta la tarde, compré la entrada para las 10:45 h de la Galería de los Uffizi (Gallerie Degli Uffizi), distante 1 km del Hotel. Este museo guarda una de las colecciones de pintura más ricas y famosas del mundo, por lo que lo quería volver a visitar, junto con las 8.000 a 10.000 personas que lo hacen a diario. La construcción del edificio comenzó en 1560 por orden de Cosme I de Medici para sustituir al Palazzo Vecchio como residencia. Comenzamos viendo estatuas griegas y romanas y numerosos cuadros.

La Galería de los Uffizi cuenta con 50 salas que albergan pinturas realizadas entre los siglos XIII y XVIII, siendo la parte más famosa la referente al renacimiento italiano, con obras de Botticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael o Tiziano. Entre otras obras contemplamos varios Cristos del siglo XIII, Adán y Eva, de Lucas Cranach el Viejo, La coronación de la Virgen, de Filippo Lippi, Crucifixión, de Pietro Perusino, Venus con el perro y cupido de Tiziano y Mujeres en el baño.

No he disfrutado en esta ocasión de la Galería de los Uffizi, pues había muchísima gente. Algunos cuadros tenían delante dos grupos de unas treinta personas, por lo que no me resultó fácil tomar las fotos que ilustran esta entrega, pues me tenía que infiltrar para llegar a primera fila. Pese a ello y a modo de resumen os muestro cinco obras que son especialmente conocidas. De arriba abajo y de izquierda a derecha, El Nacimiento de Venus (Sandro Botticelli, 1484), La Anunciación (Leonardo da Vinci), Adoración de los Magos (obra inacabada de Leonardo da Vinci, 1481), Virgen del jilguero (Rafael, 1506) y La Venus de Urbino (Tiziano, 1538). Me gusto más el Palacio Pitti, pues pude disfrutarlo mejor.

De esta forma concluyó nuestra visita a Florencia (Firenze). Me queda pendiente el relato de Bolonia, del que espero hablar dentro de dos semanas. El viaje continúa.