Viaje por Francia y Bélgica (2): Gante, Brujas y Tournai

Continúo el relato del viaje realizado del 4 al 18 de junio, por tierras francesas con una pequeña incursión en Bélgica, que dejaba la pasada semana en Lille, donde pasamos tres noches. El 6 de junio, día de lucha en Francia, con previsión de graves incidentes, nos desplazamos a Flandes, dedicando la mañana a recorrer la preciosa ciudad de Gante (Gent), distante tan sólo 67 km.

Dejamos el coche en el céntrico parking situado en Vrijdagmarkt, 1, dirigiéndonos directamente a la Oficina de Turismo, ubicada en Sint-Veerleplein, 5, que abre de 10:00–18:00 h. Allí nos informaron que obligatoriamente teníamos que obtener el registro de bajas emisiones para nuestro vehículo, que hicimos por Internet. Al lado se encuentra la antigua Lonja del Pescado y, enfrente, el castillo de los Condes de Flandes (Gravensteen), construido a finales del siglo XII, al que no entramos. A continuación bordeamos el río Lys, contemplando la antigua Lonja de la Carne, la monumental fachada de la ciudad de la que sobresale la Torre del Reloj y la iglesia de San Miguel, situada junto al puente del mismo nombre.

Cruzamos el citado puente y nos encontramos ante el monumental antiguo edificio de Correos, que se levanta sobre el Muelle de las Hierbas, repleto de terrazas de negocios de hostelería. Frente a nosotros tenemos la iglesia de San Nicolás, templo gótico del siglo XIII. Sobre la plaza Korenmarkt se levanta airosa la coqueta Torre del Reloj. En esta zona contemplamos varios monumentales edificios como el que ocupa el Hotel NH o el artístico Théâtre Royal Néerlandais.

Nos queda todavía por ver el edificio del Ayuntamiento, que cuenta con varios estilos arquitectónicos, la vistosa Casa de los Masones y el emblema de Gante, el Belfort o Campanario, construido en 1313, que desde 1999 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Junto a él se encuentra la Lonja de los Paños, que data de mediados del siglo XVI. Enfrente tenemos la Catedral de Saint-Bavon, que mezcla los estilos románico, gótico y barroco. En su parte trasera vemos el conjunto escultórico dedicado a los Hermanos Van Eyck y el castillo de Geraldo el Diablo. De regreso al coche pasamos por otra interesante iglesia, la de Santiago, por la que pasa la ruta jacobea.

Comemos en Gante y nos desplazamos tan sólo a 52 km hasta nuestro siguiente destino, Brujas (Brugge), ciudad flamenca que desde el año 2000 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, por ser un ejemplo excepcional de asentamiento medieval. Dejamos el coche en el céntrico Parking Biekorf (Naaldenstraat, 8) y nos dirigimos a la hermosa Grand Place (Grote Markt), centro emblemático del casco antiguo donde se encuentra la Oficina de Turismo. En el centro se encuentran las estatuas de Jan Breydel y Pieter de Coninck. A la plaza se asoman hermosos edificios como el Juzgado Provincial y el Belfort o Campanario, de 83 metros de altura, reconstruido en 1296. Es el más hermoso de los que he visto durante este viaje, formando también parte del Patrimonio de la Humanidad.

De la Grand Place nos dirigimos a la cercana Catedral de San Salvador, de los siglos XII al XV, que fue el primer templo construido en ladrillo de Bélgica. Por casualidad accedimos a su interior, cosa que no teníamos prevista, pero nos encantó, pues es como un museo que alberga tapices y pinturas de artistas flamencos. De su fachada lo más destacable es la torre campanario. El horario de apertura es de lunes a viernes de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:30; sábados de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 15:30 y domingos de 11,30 a 12:00 y de 14:00 a 17:00. La entrada es gratis.

Nos acercamos al antiguo Hospital de San Juan, situado frente a la Catedral, para luego caminar sin rumbo siguiendo el curso del canal hasta llegar a la plaza Burg, el segundo rincón más hermoso de Brujas, pues a ella se asoman monumentales edificios de la talla del Palacio de Justicia, el Ayuntamiento y la Basílica de la Santa Sangre. El Brugse Vrije o Franconato de Brujas, es el edificio más llamativo de la plaza Burg. Fue construido en el siglo XVI en estilo renacentista. Hermoso es también el Ayuntamiento, construido en el estilo gótico-florido entre 1376 y 1421. De Brujas regresamos al hotel situado en la periferia de Lille.

El 7 de junio nos desplazamos a la ciudad belga de Tournai, situada en la francófona región Valona, a tan sólo 33 km de nuestro hotel. El coche lo dejamos aparcado en la place Saint-Pierre, a tan sólo un centenar de metros de la Oficina de Turismo, situada en la place Paul-Emile Janson, 1 (abre de 09:00 a 17:30 h.) Se encuentra frente a la Catedral de Notre-Dame, construida en la primera mitad del siglo XII y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el año 2000. Tenía muchas ganas de volver a visitar este templo en el que ya estuvimos hace 20 años, que destaca por su enorme nave románica y sus cinco torres. El acceso es gratuito, aunque tuvimos que volver más tarde porque estaban celebrando la Misa.

En la parte trasera de la Catedral encontramos un grupo escultórico dedicado a la Virgen y, casi al lado, el Campanario (Beffroi) que, con 72 metros de altura, es el más antiguo de Bélgica. Forma parte de un grupo de 56 torres de Francia y Bélgica declarados Patrimonio de la Humanidad. A un paso tenemos la Grand Place, presidida por la estatua dedicada a Christine de Lalaing. A ella se asoma el Halle aux Draps, antiguo mercado de telas, de elegante fachada renacentista, construido en 1611. También tenemos la iglesia de Saint-Quentin, que ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de la historia.

Ya hemos visitado lo más importante, así que tomamos un café en la Grand Place y continuamos recorriendo el centro histórico de Tournai, contemplando algunas estatuas como la dedicada a los ciegos y “Martina”. Pasamos junto al Fuerte Rojo y entramos a visitar la iglesia de Saint-Jacques, situada en la ruta jacobea y construida en los siglos XII-XIII en estilo gótico, en la que destacan sus artesonados. Nuestro recorrido monumental concluye junto al Pont des Trous, originario del siglo XIII pero vuelto a inaugurar a mediados del pasado mes de abril. Caminamos ahora por el paseo que bordea el río Escaut, teniendo la suerte de ver cómo se eleva por completo un puente para permitir el paso de un carguero.

Volvimos a la Grand Place para comer en una terraza, dirigiéndonos a continuación a la población francesa de Lille, de la que os hablé la pasada semana. Llevamos cuatro días de viaje, así que nos quedan once por delante. Próximo destino: Normandía. El viaje continúa.

Viaje por Francia y Bélgica (1): Tours, Chartres y Lille

La quinta escapada del año la realizamos del 4 al 18 de junio, recorriendo 4.460 km fundamentalmente por carreteras francesas, con una pequeña incursión a Bélgica, volviendo a lugares que ya habíamos visitado en el año 2003 y conociendo otros nuevos en los dos destinos fundamentales de este viaje, Normandía y Bretaña. Por si acaso, os informo que la legislación francesa prohíbe indicar en los GPS y en Google Maps la ubicación de los radares, aunque en mi coche, sin precisarlos, me ponía una señal de peligro. También hay que tener en cuenta que el precio de la gasolina rondaba los 1,80 €, llegando a superar los 2 € en las autopistas. Igualmente os informo que el VIA-T no sirve en cuanto abandonas Iparralde.

Nuestro primer destino era la ciudad de Lille, pero como nos separan casi 1.200 km desde Leioa, decidimos pernoctar el 4 de junio, tras recorrer 681 km, en el Hotel Ibis Tours Sud, situado en la periferia de la ciudad de Tours. De esta forma nos dio tiempo a dar un paseo vespertino por esta ciudad atravesada por el río Loira, al que se asoma el castillo. También recorrimos la céntrica rue Colvert, que cuenta con abundante hostelería y notables casas con entramados de madera, algunas del siglo XVI.

El principal atractivo de Tours es la Catedral de Saint-Gatien, construida entre los siglos XIII y XVI y obra maestra del arte gótico, aunque no se encuentre entre las de más fama del vecino país. Como casi todos los templos franceses abre a diario de 9 a 19 h siendo el acceso gratuito, aunque poco pusimos disfrutar de su interior pues estaban celebrando la Misa. En él destacan sus vidrieras, órganos y la tumba de los infantes Carlos VIII y Ana de Bretaña. Eso si, disfrutamos contemplando su fachada iluminada por el sol previo al atardecer.

El día 5 de junio teníamos por delante más de 500 km para llegar a Lille, pero decidimos hacer un alto en el camino cuando llevábamos 193 km, en Chartres, para visitar una joya que no conocíamos, la famosa Catedral del Notre-Dame, que forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de le UNESCO. Consagrada el 24 de octubre de 1260 es una obra maestra del arte gótico francés. Cuenta con diferentes pórticos de acceso, destacando el llamado Pórtico Real, anterior a la construcción del actual templo.

El interior de la Catedral de Notre-Dame de Chartres resulta impresionante, destacando las extraordinarias vidrieras de los siglos XII y XIII, así como el coro que está separado de la girola por lo que más me impresionó, un muro decorado con un conjunto de cuarenta grupos escultóricos con unas doscientas estatuas, realizadas a comienzos del siglo XVI por Jehan de Beauce en estilo renacentista. En él se encuentra también un hermoso reloj astronómico, que data de 1528.

Como suele ser habitual, prevismente a visitar la Catedral de Chartres nos dirigimos a la Oficina de Turismo, situada muy cerca, en la Rue de la Poissonnerie, que abre de 10 a 13 y de 14 a 18 h.. Ocupa los bajos de una de los edificios más hermosos de Chartres, la Casa del Salmón, del siglo XVI. Al concluir la visita caminamos por el antiguo barrio de Curtidores, en el que habíamos dejado el coche. Está situado a orillas del río Eure, que cuenta con varios puentes y pasarelas. A él se asoma la iglesia de Saint-André.

Tras recorrer otros 318 km llegamos a nuestro alojamiento para los tres días siguientes, el Hotel Ibis Styles Lille Marcq-en-Baroeul, situado en la periferia de Lille, ciudad que no visitamos hasta la tarde del 7 de junio, pero de la que os hablo a continuación. En coche nos desplazamos hasta el centro, dejándolo en el Parking Lille République, ubicado bajo la plaza del mismo nombre a la que se asoman la Prefectura y el Palacio de Bellas Artes. Allí comenzó nuestro peregrinar por la ciudad, pasando ante la Porte de Paris y el Beffroi, el alto campanario del Ayuntamiento, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

La siguiente cita la tuvimos en el lugar que más me gusta de Lille, la Grand Place, oficialmente llamada place du Général de Gaulle. A ella se asoma la joya arquitectónica de la ciudad, el antiguo edificio de la Bolsa, que cuenta con una monumental fachada, cuyo encanto aumenta con el sol de la tarde. En su patio interior se celebra un animado mercadillo. En el centro de la plaza se levanta la Columna de la Diosa, asomándose a ella otros elegantes edificios, como el de La Voix du Nord.

Antes de llegar a la plaza nos detuvimos para visitar el interior de la iglesia de St-Maurice, de estilo neogótico. En la parte posterior de la antigua Bolsa se levantan otras dos monumentales construcciones, el edificio de la Ópera y la Torre del Reloj. A partir de aquí caminamos sin un rumbo fijo por el Vieux-Lille o el casco viejo de la ciudad, un lugar lleno de encanto, cosa que no tiene la moderna Catedral de Notre Dame de la Treille, ubicada en la zona. Como ya disponíamos de mapa de Lille dejamos para el final visitar su Oficina de Turismo, situada en los bajos del Palais Rihour, que se encuentra en la plaza del mismo nombre. Abre de 10:00 a 12:30 y de 13:30 a 17:30 h.

Ye hemos hecho más del 25% del total de kilómetros de este viaje, así que hora nos lo tomaremos con más tranquilidad. Tenemos Bélgica a un paso, así que nuestro siguiente destino será Flandes. El viaje continúa.

Escapada a la Costa Brava (y 3): Girona, la capital

Concluyo el relato de esta escapada realizada el pasado mes de mayo, que dejaba la pasada semana en la preciosa Cala Sa Tuna. Dejamos para el final del viaje, el 23 de mayo, la visita a la capital gerundense, Girona, una ciudad que me encantó cuando la visité hace un montón de años. Dejamos el coche en el parking situado bajo la plaça del Poeta Marquina, a la que se asoma la Farinera Teixidor. Nuestra ruta hacia el centro histórico nos llevó por Carrer Nou, que todavía conservaba restos de la fiesta Temps de Flors, que tuvo lugar del 13 al 21 de marzo, que engalanó la ciudad y que nos dio pena habernos perdido por ignorar su existencia.

Nuestros pasos se encaminan hacia la Oficina de Turismo, ubicada en Rambla de la Llibertat, antigua espina dorsal de la ciudad, a la que se asoman notables viviendas con soportales. En ella abundan también los establecimientos hosteleros. Por esta arteria accedemos al barrio antiguo. Frente a la Oficina de Turismo se encuentra la estatua dedicada a Carles Rahola. Antes de legar tenemos que cruzar el río Onyar, deteniéndome a tomar unas instantáneas de uno de los emblemas de la ciudad, las casas colgadas que a él se asoman.

De la Rambla de la Llibertat pasamos a una calle paralela, el Carrer de les Peixateries Velles (Pescaderías Viejas), mismo nombre que el puente metálico de color rojo que hemos visto en el collage anterior. Entramos así en la Judería, conocida como El Call, que tuvo sus momentos de esplendor en el siglo XV. Es una zona muy pintoresca que todavía conservaba adornos florales de la reciente fiesta Temps de Flors, que comenté con anterioridad.

Paralela al río, la calle de les Ballesteries nos acerca al primer lugar que visitamos, la Basílica de Sant Feliu, la antigua Catedral de Girona y el edificio religioso cuyo interior más nos ha gustado. De estilo gótico, destaca por su esbelto campanario de los siglos XIV a XVI. En su interior me agradó el retablo mayor, el Cristo yacente (siglo XIV) y el sepulcro gótico de San Narciso. Existe una entrada conjunta para Sant Feliu y la Catedral al precio de 7,50 euros.

Nuestra siguiente cita la tenemos muy cerca, pues tan sólo tenemos que ir a la parte posterior de Sant Feliu y bordear las antiguas murallas y la iglesia de Sant Lluc, del siglo XVIII. Se trata de los baños árabes, construcción románica del siglo XII, inspirada en los baños romanos. Lo más hermoso de este lugar es la estancia de entrada, dedicada a vestuario y sala de descanso y la cúpula. La entrada cuesta 3 euros, pero como estaban retirando los adornos de la fiesta Temps de Flors, el acceso fue gratuito.

Tenemos que andar tan sólo unos pasos cuesta abajo para llegar al hermoso rincón en el que se encuentra el monasterio románico de Sant Pere de Galligants, actual Museo de Arqueología de Catalunya, frente al que se levanta la coqueta capilla de Sant Nicolau. Tenemos ahora que deshacer un poco el camino para pasar bajo la Porta de Sobreportes, puerta de la muralla de origen romano que nos da acceso a la plaza de la Catedral, a la que se asoman interesantes edificios, como la Casa Pastors, palacio renacentista del siglo XVIII, el edificio gótico de la Pia Almoina y el Palau Episcopal, sede del Museu d’Art.

Nuestro paseo por el barrio antiguo llega a su principal objetivo, la Catedral de Santa María, cuya construcción se prolongo desde el siglo XI hasta el XVIII, por lo que cuenta con tres estilos arquitectónicos sucesivos: románico, gótico y barroco. El acceso principal hacia la fachada barroca se realiza por una escalinata de 90 escalones, construida a finales del siglo XVII, que se encontraba parcialmente cerrada para retirar los adornos florales. Su interior presume de contar con la segunda nave gótica más ancha del mundo, tras la basílica de San Pedro del Vaticano. Visitamos también el claustro románico, que cuenta con interesantes capiteles historiados.

Nuestro paseo monumental está tocando a su fin, pero todavía tenemos que volver a pasar por la Judería para acceder a los Jardins des Alemanys, así llamados por ser uno de los restos de un antiguo cuartel alemán. La Torre Gironella nos da acceso a la antigua muralla medieval por la que caminamos hasta su final pasando por otra torre, la de Sant Doménech. Desde lo alto tenemos una preciosa vista sobre la Catedral y la torre de la Basílica de Sant Feliu.

La muralla se acaba y tenemos que descender a la calle. El carrer de l’Albereda hace que cerremos el círculo, devolviéndonos Rambla de la Llibertat, en una de cuyas terrazas aprovechamos para comer, aunque nos cuesta encontrar una sombreada, ya que hace mucho calor. Desde el puente de Piedra echamos un último vistazo a las casas colgantes del río Onyar y, pasando por la plaça del Marqués de Camps volvemos al parking situado bajo la plaça del Poeta Marquina, en el que dejamos aparcado el coche.

Concluyo aquí el relato de la escapada de once días realizada por las provincias de Huesca y Girona, cuando hace ya tres semanas que regresamos de un nuevo viaje, del que espero hablar próximamente.

Escapada a la Costa Brava (2)

Aunque ya he regresado de otro viaje por Francia y Bélgica, continúo el relato de la escapada realizada el pasado mes de mayo a la Costa Brava, que dejaba hace dos semanas en Cala Giverola. Como el tiempo seguía inseguro nos desplazamos hasta Calella de Palafrugell, un antiguo pueblo de pescadores perteneciente al municipio de Palafrugell, cuyas barcas se encuentran al borde de la playa. Cuanto más subimos hacia el norte más nos está gustando la Costa Brava. Este pueblo nos encantó, así que nos nos extrañó que una pareja de novios lo eligieran para el reportaje de la boda.

Pensábamos haber comido en Calella de Palafrugell pero los restaurantes estaban al completo, así que decidimos caminar algo más de 1 km por el Camino de Ronda hasta el siguiente pueblo, Llafranc, donde comimos de maravilla en el restaurante italiano Nova Pasta. La ruta está muy bien acondicionada, pasando junto a la torre de Calella y la escultura Gent del Mar, para luego bajar por una empinada escalera hacia el entorno de la playa. El regreso lo efectuamos por el mismo camino, recibiéndonos Calella de Palafrugell con un fuerte chaparrón. Menos mal que habíamos llevado un pequeño paraguas.

Al día siguiente, aprovechando que los sábados hay menos tráfico, decidimos abandonar por un día la Costa Brava para desplazarnos a visitar a una amiga a su nuevo lugar de residencia en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), conocida como La Habana chica en el siglo XIX. Aparte de conocer su casa, tomar algo y comer en la Rambla, realmente sólo recorrimos esta calle y su coqueto paseo marítimo, presidido por el monumento a Francesc Maciá y adornado por la Torre Blava (Azul). En la Rambla llamó mi atención el mural “Manifestación de los Cubos”

Como el tiempo seguía inseguro, el 21 de mayo nos desplazamos a la cercana población de Tossa de Mar, uno de los pueblos más bonitos de Girona, del que guardaba un buen recuerdo. Nos llamó la atención que lo primero que vimos al llegar fue la plaça de las Nacions Sense Estat, junto a la que se encuentra la Oficina de Turismo y el Supermercat Esclat, en cuyo aparcamiento dejamos el coche. Comenzó aquí nuestro recorrido por la Vila Vella, pasando junto a la Villa romana de Ametllers, la capella de la Mare de Déu del Socors y la Casa Ferrer, tomando un café frente al vistoso comercio Iberian Sensation

Nuestro recorrido por el casco antiguo de Tossa de Mar nos está agradando, pues es mucho más interesante que el de Lloret de Mar. Vemos que hay buenos comercios y abunda la hostelería, incluso con una Euskal Taberna de nombre Eguzkilore, aunque donde nos detenemos es para visitar la iglesia parroquial de Sant Vicenç que se empezó a construir en el año 1755 en estilo neoclásico para sustituir a la del recinto amurallado. Antes de llegar a la playa, una foto obligada es a la escultura dedicada a las pescateras, obra de Ció Abellí.

Llegamos finalmente al principal atractivo de Tossa de Mar, el recinto amurallado, que tiene un perímetro de unos 300 metros y fue construido entre los siglos XII y XIV para defenderse de la piratería. Accedemos a él por la puerta abierta junto a una de las tres grandes torres cilíndricas con que cuenta, la del Reloj. En fuerte subida hasta el faro vamos pasando sucesivamente junto al monumento a la Niña, el Museo Municipal, la escultura de Ava Gardner, obra de Ció Abellí y las ruinas de la iglesia de Sant Vicenç. En el descenso, antes de llegar a la zona de la playa, fotografío “Testimoni”, de Bonaventura Ansón.

El 22 de mayo nos desplazamos a Begur, población situada en el Baix Empordà a 65 km de Lloret de Mar. Fue el punto más al norte de esta escapada a la Costa Brava, marcando el límite con nuestro anterior viaje por tierras gerundenses. La plaça de la Vila marca el centro neurálgico de esta localidad, que cuenta con un buen grupo de casas indianas. A esta plaza se asoma la iglesia de Sant Pere y Santa Reparada, construida a principios del XVII en estilo gótico tardío. Muy cerca se encuentra la escultura “Tramontana”, de Richard Calvin.

Tras tomar un café en una de las terrazas de la plaza, nos dispusimos a subir la empinada cuesta que conduce al emblema de Begur, las ruinas del castillo construido en el siglo XVI. Lo mejor de él es su emplazamiento, pues desde él se tiene una impresionante vista de la población y de la franja costera, teniendo como telón de fondo las islas Medes. En nuestra ruta nos detuvimos para fotografiar la torre de defensa de San Ramón y la ermita del mismo nombre, junto a la que se encuentra la estatua de la bailaora Carmen Amaya.

Concluimos la jornada comiendo en un lugar lleno de encanto perteneciente al municipio de Begur, Sa Tuta, que conserva en uno de sus laterales las antiguas casas de pescadores. Además lo disfrutamos prácticamente solos. Antes de comer caminamos durante poco más de 1 km y otro tanto de vuelta por el Camino de Ronda, en este caso perfectamente acondicionado, que conduce hasta otra hermosa cala de nombre Aiguafreda. Fue un magnífico final para nuestro recorrido por la Costa Brava.

Dejamos la Costa Brava pero no la provincia de Girona, pues todavía nos faltaba ir a su capital, pero de ello espero hablar la próxima semana. La escapada continúa.